El marketing puede ser un dolor de cabeza cuando el tiempo es una desventaja. —¿Segura está quedando bien?— interrogo nervioso al ver al Wagner, diseñar la presentación para posteriormente enviarla a la editorial, esperamos que tengan un espacio de tiempo y logremos que entreguen a tiempo. Por tanto, llamo a cuanta imprenta este sin mucho trabajo.—Si, si, deja de molestar—toma mi rostro y empuja mi cabeza para apartar mi cercanía de la suya—me pones de nervios, no dejas que me concentre. ¿encontraste alguna imprenta?—Ninguna, Karen también me apoya en ello.—Karen ¿eh? —con su rostro lleno de picardía levanta las cejas, sugerente—le gustas.—Sigues con lo mismo, aunque sea verdad no saldría con ella.—¿Por qué no? —deja de diseñar, voltea hacia mi lado y se cruza de brazos—Wagner, no estoy para aventuras, para tener algo con alguien deber ser quien sepa de mi vida privada y como no soy una persona cruel, no quisiera que cargara con el peso de mi verdadero apellido.—Una aventura d
Si las miradas mataran, estaría hace mucho tiempo bajo tierra. —¡Por derecho me corresponde la presidencia! —detengo mi partida, vuelvo de nuevo la mirada hacia él y rio a carcajadas, me burlo con descaro de su frasecita gastada.—Me recuerdas por favor ¿Cuánta es la diferencia que tenemos de edades? —cuento con los dedos como si no lo recordara—cinco años mi queridito hermano menor. A diferencia de ti, nací dentro de una familia, mi padre y mi adorada madre, estaban casados y así fue hasta que pasó, lo que pasó, y tu—me acerco a él amenazante, paso por paso, mientras mantengo una sonrisa sarcástica en mi rostro—sigues siendo un bastardo.No lo había dicho antes, no lo había enfrentado de esa manera, cuando veo su rostro rojo de la ira, algo en mi interior se enciende, como si eso satisficiera el vacío que dejo mi madre al fallecer.—¡El bastardo eres tú! —grita mostrando su molestia.—Si, si, lo que digas—barro mi mano restando importancia, entonces, me inclino en reverencia, como s
El corazón del ser humano debería ser de piedra.No entiendo la razón de su llanto, estoy seguro de que luego me lo dirá, aunque no lo haga, se siente bien tenerla así, frágil, necesitando de mí, después de todo, ella también tiene días grises. —No es normal que tenga un viaje tan tranquilo —la molesto, sentado en el asiento del copiloto.—Estoy conduciendo, no molestes—da una rápida mira en donde estoy para después concentrarse en la carretera, todavía tiene la nariz y los ojos rojos por el llanto de hace poco tiempo.—No me dirás que pasó allá ¿Cierto?—No—sigue concentrada, es extraño que no lleve su energía al ciento por ciento, esta no es la fastidiosa Wagner que conocía.—No me gusta esta Liesel—confieso, la veo negar y apretar frustrada los puños sobre el volante.—No me gusta que me mientan, es todo…—No llorabas por eso, hay algo mas y no quieres decirme. Además…—Estoy conduciendo—me frena un tanto calmada.—De verdad, deseo sacarte de tus casillas—digo lo que siento porque
El decirlo, no lo hace realidad. Despierto sintiéndome adolorido, sonrío al recordar la razón, cuando me percato de que la causante de mi doloroso placer, se ha ido. Busco por toda la casa, y no hay rastro de ella. Se fue. Siendo domingo, el último domingo de cada mes, me toca la tortura de la reunión familiar. Inclino mi cabeza al cielo buscando armonía, y las imágenes de la noche con Liesel, aparecen una y otra vez. Y como recuerdo que ya no me siento obligado a asistir, o cruzarme con esa familia, decido quedarme en casa y relajarme. Lavo el auto, mientras echo miradas hacia a casa de Wagner, me atreví a llamarla, sin embargo, solo me recibió el contestador. Después de eso, es mejor entrar y apagar mi celular, así, nadie de los Fisher me molestara. Cuando es casi las seis de la tarde, escucho la puerta de mi casa, abro y me sorprende ver a Liesel. —¡Holis, señor Fredricksen! —saluda con su estúpido apodo. Le doy la bienvenida con mi mejor cara de culo—Hola, descarada—arre
La verdad no peca, pero incomoda. —¡Hola papá! —le doy un abrazo que corresponde de inmediato—¿Cómo estás? —Feliz de verte, pensé que no vendrías, estaba preocupado. —No me lo perdería por nada del mundo—el sarcasmo es evidente en la forma en la que lo expreso, provocando que mi adorada abuela gruña en evidente desagrado. —¿Cómo te va en el departamento de compras? —interroga el viejo, mientras hace una señal a sus empleados para que sirvan la cena. —Estoy bien—no entro en detalles, él tiene especial conocimiento de mis asuntos en la compañía. —Me enteré que les fue bien en la feria de recaudación, fueron el departamento que más recaudaciones obtuvo. —Y eso que, con solo dos semanas de preparación, imagina lo que hubiéramos hecho con los seis meses oficiales—acuso a mi hermanito, quien por poco se atraganta con la comida. —¿Dos semanas? Aunque recuerdo que su departamento no es elegido por todo el trabajo que deben hacer en la compañía—da un vistazo rápido hacia mi hermano, qui
El despertador se activa a las cuatro de la mañana en punto, me levanto tratando de desperezarme y tomo un conjunto deportivo, la noche de ayer estuvo estresante, lidiar con la “familia” es algo que me causa irritación.Me levanto de mal humor, quizás correr unos cuantos kilómetros sea lo mejor para que la mente se despabile de una buena vez.Hago calentamientos sobre la cera de la casa antes de comenzar, el vecindario es seguro, no es lujoso, es cómodo y de buen ver, parecido mucho a donde viví con mi madre.Subo el volumen de mis airpods hasta el tope, coloco el celular en mi antebrazo, asegurando el soporte para que no se caiga y se haga mierda.Ando muy irritable, desde que cumplí los catorce años siento que esta vida no es lo que deseara. Si, hay mucho dinero de por medio más, no siempre fue así.Sonrío al ver una bella rubia, la conozco de algún lado, ¡oh si!, en su garaje hace un mes, pasé por ahí de casualidad y la vi batallar con una llanta pinchada. Bonita forma de agradecim
Si, bienvenido al infierno de Sandra…—Vienes tarde—acusa con seriedad viendo el reloj que adorna su muñeca.—Es una larga historia—pongo mi mejor carita de niño bueno y ella odia eso, motivo por el cual lo hago—Si no estuviste apunto de matar a alguien, no me interesa—abro la boca para decirle que así fue, pero me detiene poniendo su mano enfrente—dije que no me interesa—me extiende unas carpetas mientras da la vuelta para guiarme hasta mi nuevo cubículo—son las facturas del mes pasado, debes subirlas al sistema y enviar las que estén pendientes a contabilidad, separarlas por código y Anton—da la vuelta con rapidez, haciendo que me pare en seco—lo quiero para ayer—sentencia, dándose paso hasta su oficina lejos de los plebeyos.La veo perderse, miro el cubículo que es más pequeño de lo que pensaba, el que estaba anteriormente debió ser un puerco, al parecer lo prepararon especialmente para mí, el personal de limpieza no se dignó a sacar la basura.Desalojo de todo lo que hay sobre e
Y como no todo lo que pasa por mi vida es color de rosa…—¿Qué hace el gerente general por estos lares? —Karen, una de las chicas del departamento, interroga, al escuchar decir eso, intento no atragantarme con un pedazo de carne, demasiado tarde, toso cuando siento pasar el pedazo sin estar bien masticado, tomo agua de inmediato para evitar mi muerte, sus miradas se detienen en nosotros incluidas las del señor “camino sin desear pisar el suelo por donde paso”.No levanto la mirada, agradezco las palmaditas de Karen en mi espalda, siento el tiempo detenerse cuando el gerente se para en seco al escuchar el pequeño alboroto de mi presunto ahogamiento, levanto la mirada que choca con la suya, proponente, altanero, sin una pisca de humildad.Mira de soslayo como es su costumbre por ser una deidad inalcanzable, claro, todo eso está en su pequeña mente mortal.El aire se torna pesado cuando sin querer, le sostengo la mirada con mi mejor cara de culo, inexpresivo como solo yo puedo serlo, y s