Y como no todo lo que pasa por mi vida es color de rosa…
—¿Qué hace el gerente general por estos lares? —Karen, una de las chicas del departamento, interroga, al escuchar decir eso, intento no atragantarme con un pedazo de carne, demasiado tarde, toso cuando siento pasar el pedazo sin estar bien masticado, tomo agua de inmediato para evitar mi muerte, sus miradas se detienen en nosotros incluidas las del señor “camino sin desear pisar el suelo por donde paso”.
No levanto la mirada, agradezco las palmaditas de Karen en mi espalda, siento el tiempo detenerse cuando el gerente se para en seco al escuchar el pequeño alboroto de mi presunto ahogamiento, levanto la mirada que choca con la suya, proponente, altanero, sin una pisca de humildad.
Mira de soslayo como es su costumbre por ser una deidad inalcanzable, claro, todo eso está en su pequeña mente mortal.
El aire se torna pesado cuando sin querer, le sostengo la mirada con mi mejor cara de culo, inexpresivo como solo yo puedo serlo, y sin parpadear, lo fulmino con la mirada, lo que hace que se desconecte y siga con su recorrido.
Sigo con lo mío que es comer, sin dejar que me termine de arruinar mi día.
—¿Qué demonios fue eso? —cuestiona Grethel, a lo cual ignoro—¡guerras de miradas! Nadie se atreve a hacer eso al gerente.
—Debe ser tu imaginación—dicto serio, y termino de comer en silencio.
Regresamos de nuestro descanso, aprovecho a entrar al baño para cepillar mis dientes y refrescar el rostro, acomodo la corbata y veo que mi camisa no haya sufrido algún accidente con la comida.
Cuando veo todo en orden, salgo para seguir con los pendientes. El día es totalmente ajetreado, ruego por un descanso, pero no llega hasta las cinco en punto de la tarde, y feliz por haber culminado mi día, tomo mis cosas para ser libre cuando recibo una llamada en mi celular mientras camino al ascensor.
—Dime—respondo después de debatir si responder o no
—Ven a mi oficina ¡ahora!—ordena y cuelga, tan maleducado como siempre
—Como su majestad ordene—susurro asqueado, se abren las puertas del aparado y me subo indico a Jaime el piso que debo ir y sin chistar obedece.
Al salir ruego al ser divino que me trajo con vida hasta aquí que por favor acabe con mi calvario, sin embargo, al parecer es sordo.
Toco la puerta de la oficina del “supremo” y entro después de darme permiso.
Me quedo de pies cerca de su escritorio y lo veo con cara de malos amigos porque sencillamente no me agrada, tampoco me gusta que interrumpa el momento de descanso que pronto tendría si no me hubiese llamado para seguramente nada importante.
Sigue tecleando no sé qué diablos en su laptop ignorándome.
—Me llamaste para que te viera trabajar o me dirás que necesitas.
—No te atrevas a faltarme al respeto! —recrimina viéndome de pies a cabeza
—Perdón su majestad, olvidaba esto—y como si me valiera la vida, me inclino como si fuese de la realeza lo que lo hace enfadar más. — me atrevo por que se me da la gana, Manfrid—menciono su nombre con tanto desdén que lo hace arder de ira, esta tan rojo que podría freír un huevo en su cara.
—Soy el gerente general de la compañía, ¿quieres acaso enfrentarte a mi abuelo por tu falta de respeto a su heredero?
—¿Sabes lo que escucho cada vez que hablas? esto, bla, bla, bla y si, mas bla. Dime de una buena vez lo que quieres o me largo a descansar.
—No quiero que me vuelvas a retar delante de los empleados como lo hiciste hoy—sentencia
—No te aparezcas donde no te llaman, dime ¿qué hacías en la cafetería de los plebeyos? Querías verme y retarme, —afirmo serio— sabias que reaccionaria, así que, no provoques lo que después te hará llorar, porque no te vi saludar a nadie, llegaste y me viste querías que lo hiciera, deja de ser un cobarde y déjame en paz, así como para ti no es grata mi presencia, mucho menos lo es para mí la tuya, no tientes a la suerte Manfrid.
Lo dejo con la palabra en la boca, y salgo dando un portazo, estoy cansado de todo ellos los malditos Fisher, yo no pedí estar aquí, ni siquiera deseo estar rodeado de ellos.
Salgo de edificio sintiendo la sangre arder, cada vez que mi vida da un giro de paz mental, viene alguno de ellos y la destruye.
Conduzco con cuidado, los recuerdos de lo que pasó por la mañana todavía me afectan, en silencio me dirijo a mi casa, al menos lo es.
Y para sorpresa del destino, la chica que, por poco atropello, llegó a la oficina, no me paré a pensar ¿qué hacía ahí? con tantas cosas malas que me pasaron, no pude saberlo, ni siquiera tuve la oportunidad de disculparme, su mala actitud no ayudó mucho que digamos.
Debo admitir que fue mi culpa, pero debería de darme oportunidad para perdonarme el susto que nos hice pasar.
Ahora que lo pienso, mi memoria me recuerda cuando evite que cayera al chocar conmigo y que soltara mi taza favorita, rodee su cintura con mis brazos y la pegue a mi pecho, es tan pequeña, y frágil, pero con un carácter jodido.
Llego a casa, meto el auto en el garaje y cierro, entro a casa y no puedo detenerme a pensar más, camino directo a mi habitación para darme una ducha caliente, relajarme de esa manera es lo que me gusta, después de bañarme y ponerme cómodo, entro la cocina para tomar algo, las ganas de cenar se fueron por el caño con la discusión con Manfrid, me pregunto ¿hasta cuándo dejara de molestarme? no gana nada con ello. Tiene la gerencia, es suya y pronto seguramente y sin dudarlo, la presidencia. Heredará todo cuando posee el viejo cascarrabias de Edel Fisher.
Sobo la sien por el dolor de cabeza que tengo, necesito relajarme, así que salgo de mi casa para caminar un poco, aún es temprano, donde vivo es muy seguro, es un residencial en el cual me puedo dar el lujo de pagar, al final de todo, la casa será mía en cuanto pague la última cuota, llevo años pagándola, y me siento orgulloso de ello.
Salgo con ropa casual, o ropa de vagabundo como le llamaría Dagna, es la ropa más cómoda la cual deseara llevar siempre.
Como en todo lugar, hay un parque con quioscos, como dije antes, no es un residencial para millonarios, es un lugar cómodo y seguro.
Arrugo el entrecejo al percatarme que muchas familias tuvieron la misma idea, los negocios están abiertos y las luces están encendidas. No pasan de las siete de la noche, camino cerca de los puestos de comidas y mi estómago gruñe, al sentir el aroma, sin refunfuñar, compro algo que llaman salchi-papa mixta, y como su nombre lo indica, tocino y papas, con queso crema y carne deshilachada y otro tipo de queso que no sé qué es, pero sabe al cielo.
Me acerco al circuito de patinaje y me siento para ver a los chicos divertirse.
—Eso quedaría bien con una de estas—veo con sorpresa a la chica que se me acerca sosteniendo un par de sodas, como no digo nada, parece incomoda, pasa su peso de una pierna a otra—bueno, este, debo irme…
—¡Espera! —la detengo de inmediato—sí, si por favor—la tomo y me sonríe aliviada—gracias, puedes sentarte si gustas—hago un espacio en la banca para que acomode—esto es mucho para mi ¿te gustaría un poco? —le ofrezco un poco de la comida chatarra y la acepta.
—Casi no transitas por aquí—toma un poco de comida y luego yo hago lo mismo
—Trabajo mucho—es la única excusa que tengo sinceramente no salía desde hacía mucho tiempo.
—Yo también trabajo y no me esclavizo tanto—ambos sonreímos—sabes… Antón
—Sabes mi nombre—me sorprendo un poco
—Casi todos lo sabemos, el hombre cuya vida es bastante solitaria.
—Tengo mis razones—le guiño y sonríe de regreso—me gusta estar entre sombras, como a Batman
—¿A quién? —interroga, de verdad no sabe quién es mi súper héroe favorito. La traición, la decepción.
Subo y bajo los hombros y me relajo…. Comenzamos a conversar, y me invitó a patinar, la rechacé, no necesito hacer el ridículo, ni raspones en el cuerpo.
Su hermano llegó por ella, me dio una mirada de enemigos a muerte, se nota que es el mayor, yo soy un poco cuidados con mi sobrina así que imagino que, para él, es mucho más difícil ver como su hermana crece y se le acercan como abejas al panal.
Me quedo solo de nuevo cosa que no me incomoda, y pienso en que la mayoría de las personas de este lugar en donde todo se conocen, me ven como un extraño hombre solitario que no sale de su casa nada más para trabajar.
Y es que cuando mamá, vivíamos aquí teníamos un año de habernos mudado, solo que, pasaba el tiempo en casa o fuera cuando mi padre o el padre de él lo requería.
Ocultos todo el tiempo como si hubiéramos cometido algún delito y es que lo único que ella hizo fue amar a mi padre y el haberla amado.
Camino hasta la casa sintiendo que no he tenido una vida fuera de aquí y el trabajo y la familia de mi padre.
Me siento cansado de eso, no voy a permitir que siga así, voy a salir y a hacer amigos, ni siquiera sé qué es eso.
Voy a socializar y empezare por el trabajo, empezar a conocer a las personas, comenzar a vivir como yo lo considere y no como la familia de mi padre lo desee, ¿Quién dice que árbol genealógico no se puede recortar?.
Es lo que deberian hacer todas las familias que no se llevan bien, principalemte aquellas que quieren controlar tu simple existencia, ya mi madre no esta asi que, no hay quien me detenga para al fin ser libre.
Me visto con camisa gris y corbata negra a juego con el pantalón, peino mi cabello hacia atrás y afeito la barba de dos días. Decidí no ir a correr hoy, logré despertarme un poco más tarde, lo que cené ayer no hará meya en mi anatomía, no me preocupo mucho por eso. Salgo de la casa en mi automóvil, saludo al guarda de seguridad y agradezco el haber abierto antes de llegar al portón de salida. Pongo la radio a volumen moderado y me concentro en la carretera, no quiero que haya ningún inconveniente con nadie. Sano y salvo, llego a la compañía, aparco el auto y tomo el ascensor, solo espero que la rabieta de Manfrid, no haya afectado que siga en el departamento de compras. No me molesta ser un car parking, ni tampoco un conserje, mucho menos estar en recepción, solo quiero que dejen de fastidiarme. —¡Buenos días Meyer! —saluda efusiva Karen, sorbiendo de su café. —Buen día—coloco el portafolios en una de las gavetas y limpio el lugar, que gracias al cielo no está sucio como ayer. —
Mala idea haberme vestido de camisa manga larga, llevamos una hora aquí dentro y siento que estoy en la entrada del infierno. No entiendo cómo trabajan personas aquí dentro, mi corbata está perdida por algún lugar.—Para que esto sea más fácil podríamos hacerlo juntos—indica la malcriada tras de mi—¿te parece?—¡No! —doy la vuelta para seguir acomodando los productos.—Solo digo que si nos ayudamos vamos a terminar más rápido.—¡No! —es una respuesta rotunda, escucho que susurra un “está bien” y me hace sentir un idiota por tratarla tal cual me lo hacen a mí.Cierro lo ojos y con sumo esfuerzo de mi parte me vuelo a ella—Lo siento, todo esto es muy frustrante—señalo el caos en el lugar, lo peor de todo es que es por mi causa.—Si, bueno, es algo extraño que el sitio este como si aquí pasó un tornado y a todo esto ¿en qué compañía tienen a un ascensorista?—Aquí no es nada extraño, Jaime fue contratado hace un año para completar sus cuotas y así poder jubilarse, y de eso le faltan—miro
Los gritos de reproche de Manfrid, me tienen sin cuidado. Es el colmo que quiera arruinar el cumpleaños número quince de su propia hija, por el simple hecho de su odio hacia mi persona.Sabe perfectamente que Dagna me adora y que yo la quiero porque es mi sobrina adorada.Mi celular suena con una llamada entrante, justamente la persona que imaginaba—Señor Fisher, que placer el de su llamada—contesto para fastidiarlo.—Últimamente estas altanero ¿Qué pasó con ese niño que bajaba la cabeza por todo?—Siento informarte que, ya creció. Me dirás que desea señor, aunque imagino que es para informarme que no seré bienvenido es su casa para el cumpleaños de su vis nieta.—Al contrario, necesitamos hablar, así que nos vemos mañana, Antón Fisher.Y así cuelga la llamada, nauseas me provoca que diga eso, que diga mi nombre seguido de ese asqueroso apellido.Para colmo me encuentro a la malcriada en estacionamiento, está dando patadas a su auto furiosa, como no deseo cruzar palabras con ella, me
Estaciono el auto dando gracias a Dios el haber llegado, mientras Liesel, quita su cinturón y aprieta mi nariz sonriendo por mi expresión de tener un palo en el trasero, ya que pasó todo el trayecto cantando como si no hubiera un mañana. ¿De dónde saca tantas energías? ¿acaso no es capaz de mantener la boca cerrada? —Déjame en paz unos segundos—la miro y sigue sonriendo. —Gracias—no me inmuto, aprieto los dientes y cierro los ojos buscando tranquilidad y pensar que tengo que soportarla en el trabajo—vamos que se nos hace tarde cariñe—me guiña y sale cerrando la puerta. Saco mi portafolios de la parte de atrás y camino a paso lento, mientras ella, me espera para que suba con ella. —Resígnate, señor Fredricksen—al parecer es el apodo con el que me ha nombrado el señor de la película de UP, ruedo los ojos al escuchar por segunda vez el apodo—hoy es jue-viernes señor limón agrio, pronto el fin de semana y mañana será viernes y la cuerpa lo sabe—ese baile ridículo aparece de nuevo. —¿
Desde aquí la cosa se ve desde otro ángulo, no tengo idea de cómo un hombre como yo, serio, preventivo y tranquilo, se deja convencer de este tipo de locura, por una mujer como Wagner.—Debes sujetarte de una mano, mientras agitas la otra, eso te ayudará manteniendo el equilibrio, y ¡are caballito!, digo torito—su estruendosa risa hace que los demás espectadores le sigan con las suyas.—Pareces experta—miro donde puedo sujetarme y al final logro hacerlo, veo como ella comienza a recibir dinero y anotar algo—¿Qué haces?—Abro apuestas cielito—descarada, ríe victoriosa—si llegas al segundo ocho, habrás ganado—¡Dijiste que eran al diez!—No, ese es para superar el récord, ahora concéntrate, no me hagas perder dinero.El aparato empieza a moverse, primero de manera lenta, de un lago a otro, para después, acelerar el ritmo en menos de 3 segundos, esto es más complicado de lo que parece.En lo que siento una eternidad, caigo de bruces al suelo acolchonado y Liesel, está en lo suyo, da brin
Cargo a Liesel hasta el auto como un saco de papas, balbuce palabras que no logro entender, la meto al auto con cuidado de no golpear su cabeza, inclino el asiento para que este mas cómoda, y le coloco el cinturón de seguridad. Es más conveniente llevarla en el asiento del copiloto para vigilar que no se ahogue con su propio vomito. Lo sorprendente es, que se acomoda y no hay rastros de que desee sacar todo lo ingerido. Me quedo mirando lo cómoda que se está, unos mechones de cabello se deslizan sobre su cara, los aparto con delicadeza, lo que me permite detallar un poco mas su rostro, tiene un lunar en el labio superior al lado izquierdo, sonrío la recordar lo que mamá decía sobre tener lunares. Las personas que tienen lunares en la boca, es un ser humano bueno, noble y de carácter dócil, amigable, pero también significa que es ambicioso por ser mejor cada día. ¿Wagner, dócil? Bufo sin creerlo, es obvio que mamá sacó eso de la internet, arranco el vehículo y pongo el GPS para regr
Abre la puerta del copiloto y entra… —¡Buenos días Warner! —¡No grites! —se queja tapando los oídos—mi cabeza va a explotar, siento miles de taladros dentro de ella como si quisieran destruir mi adorado cerebro—lloriquea mientras se acomoda en el asiento para dormir, no creo que exista alguien más escandalosa y dramática que ella —Toma—extiendo un termo lleno de café caliente, amargo y cargado, y uno más pequeño que contiene la sopa—toma esto primero junto a estos analgésicos. Sujeta el pequeño termo y me observa tras sus gafas de sol—¿Qué es esto? —abre el contenido y lo olfatea— Que rico huele—susurra y el recuerdo de ella rosando mi clavícula con su rostro aparece en mi mente, me remuevo incomodo al sentir el escalofrió, lo saborea y de inmediato lo toma como si tuviese sed. —Ahora los analgésicos, borracha—hace lo que le digo y agradece, para entonces, relajarse sobre el asiento. —Me despiertas al llegar por favor y gracias, buenas noches—y queda en silencio, es sorprendente
Es difícil cumplir los caprichos de un viejo…Tengo demasiados pendientes y no resolverlos a tiempo es un problema, de seguir así, tendré que quedarme hasta tarde, sumándole a mi infortunio, debo revisar lo de la recaudación de fondos.Nos llegó el presupuesto, y eso no solo debemos sacar lo que nos han dado sino, sacar el % para las donaciones.—Hoy es viernes, ¡oh si! Viernes de tragos, de juerga, de cariñosos—hace ese ridículo baile que odio.—Anoche te fuiste de borracha y hoy ¿también? Y ¿A qué te refieres con cariñosos?—Pues donde vas, te tomas unos tragos y te dan un final feliz—sube y baja sus cejas de manera sugerente—Prostitutos—afirmo y ella sonríe relamiendo sus labios.—Eres muy vulgar—la acuso—Y tu muy recto—me acusa con sus manos en jara—y apostaría a que nunca has ido con las cariñosas.—No necesito una prostituta para sentirme bien.—Hagamos algo…—No, tus ideas son malas, como la de anoche—¡Vamos! no seas aguafiestas, será algo tranquilo.—Como anoche, que no dor