Capítulo 8

Desde aquí la cosa se ve desde otro ángulo, no tengo idea de cómo un hombre como yo, serio, preventivo y tranquilo, se deja convencer de este tipo de locura, por una mujer como Wagner.

—Debes sujetarte de una mano, mientras agitas la otra, eso te ayudará manteniendo el equilibrio, y ¡are caballito!, digo torito—su estruendosa risa hace que los demás espectadores le sigan con las suyas.

—Pareces experta—miro donde puedo sujetarme y al final logro hacerlo, veo como ella comienza a recibir dinero y anotar algo—¿Qué haces?

—Abro apuestas cielito—descarada, ríe victoriosa—si llegas al segundo ocho, habrás ganado

—¡Dijiste que eran al diez!

—No, ese es para superar el récord, ahora concéntrate, no me hagas perder dinero.

El aparato empieza a moverse, primero de manera lenta, de un lago a otro, para después, acelerar el ritmo en menos de 3 segundos, esto es más complicado de lo que parece.

En lo que siento una eternidad, caigo de bruces al suelo acolchonado y Liesel, está en lo suyo, da brin
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