Capítulo 4

Me visto con camisa gris y corbata negra a juego con el pantalón, peino mi cabello hacia atrás y afeito la barba de dos días. Decidí no ir a correr hoy, logré despertarme un poco más tarde, lo que cené ayer no hará meya en mi anatomía, no me preocupo mucho por eso.

Salgo de la casa en mi automóvil, saludo al guarda de seguridad y agradezco el haber abierto antes de llegar al portón de salida.

Pongo la radio a volumen moderado y me concentro en la carretera, no quiero que haya ningún inconveniente con nadie.

Sano y salvo, llego a la compañía, aparco el auto y tomo el ascensor, solo espero que la rabieta de Manfrid, no haya afectado que siga en el departamento de compras.

No me molesta ser un car parking, ni tampoco un conserje, mucho menos estar en recepción, solo quiero que dejen de fastidiarme.

—¡Buenos días Meyer! —saluda efusiva Karen, sorbiendo de su café.

—Buen día—coloco el portafolios en una de las gavetas y limpio el lugar, que gracias al cielo no está sucio como ayer.

—¿Arreglaste el problema con tu tarjeta? —niego mientras enciendo el ordenador—llama a contabilidad para que te den tu estado de cuentas—aconseja mientras se aleja hacia su cubículo.

—Eso haré, muchas gracias. —es amable de su parte recordarme hacerlo, la verdad es que no tenía cabeza para ello.

—¡Buenos días Antón!

—Buenos días Grethel, gracias por tu ayuda con el almuerzo—le extiendo el dinero que pagó ayer por la comida y me sonríe.

—Es un placer galán—me regala un guiño y le sonrío agradecido.

Marco el número del encargado de contabilidad, después de las ocho de la mañana y le explico el caso.

Las ordenes fueron de arriba, Meyer, no se la razón supongo que, por el cambio de departamento, lamento que hayas pasado por esa vergüenza.

—Ni que lo días—al estar en la recepción tengo el privilegio de conocerlos a todos y viceversa.

No te preocupes, hoy mismo haré la transacción para depositarte lo acordado.

—Muchas gracias.

Cuelgo la llamada sintiendo alivio.

“Una cosa a la vez”  me animo a mi mismo.

—La jefa nos llama a sala de reuniones—comunica Karen, me levanto con agenda en mano.

Entro y tomo asiento al igual que los demás, a la par de Sandra, se encuentra la chica con la que tuve el altercado ayer.

—Meyer, ven acá—indica seria como siempre y hago de inmediato lo que dice, ella queda en el medio de ambos—como sabrán Antón Meyer, formara parte del departamento y también Liesel Wagner, ayer no hice la presentación de Meyer, porque estaba demasiado ocupada con el cierre de mes, así que denles una cordial bienvenida.

Todos aplauden y miro cada uno de los rostros sonrientes, de lo que estoy seguro es que este departamento es bastante peculiar, y curiosamente unido y se siente bien.

La jefa nos despide hacia nuestro lugar de regreso. Y el cubículo que tengo a la par, ya no está vacío, lo ocupara Liesel Wagner.

Ignorar su presencia será lo adecuado, no puedo darme el lujo de molestarme tan temprano, hoy es un día memorable para mí.

Escucho que Grethel, le indica lo que tiene que hacer y cómo, no presto mucha atención, intentaré no cruzar palabras con ella, no más de las necesarias.

Organizo las facturas actuales que me traen de los diferentes departamentos y las solicitudes de gastos, me encargo de todo lo que es librería e implementos de limpieza.

Paso las solicitudes para aprobación a Karen, quien me pone cara de sentir lastima por mi existencia—Lo siento Meyer, te toca inventario…

—¿Qué? ¿Escuche bien?

—Escuchaste perfectamente bien, tienes que actualizar el inventario, así podrás saber que necesitas aprobación de compras y que no.

—¿No se supone que la persona que estaba antes que yo debía hacerlo? —pregunto entre dientes intento no salir de mis casillas, mientras Karen, extiende las solicitudes rechazando por completo.

—Tranquilo ternura, no iras solo—observo que Liesel, se acerca a ella y sin tomar sus hojas le dice lo mismo que a mí.

—¿Estas de broma? —le reclama con seriedad.

—Si, me divierte hacerlo, así que lárguense a la bodega y revisan bien, no pienso pasar a firma algo que quizás no necesiten—dicta sonriendo victoriosa.

Pasa a mi lado empujando mi brazo, junto mi ceño ante su reacción, ni siquiera me dolió.

Me quedo de pie frente al ascensor, junto a la malcriada, quien es muy seguro que no sabe dónde está la bodega.

Cuando era mensajero, me tocaba ir por muchas cosas y dejarlas en la recepción para que los encargados llegaran por ellos. Mi trabajo abarcaba dejarlos en sus pisos, pero por órdenes del supremo, no podía pasar del piso uno.

A muchos les pareció extraño, pero no habría que darles explicaciones, lo que dice en jefe, se hace y punto.

No había subido tanto a los pisos del edificio, solo y exclusivamente a la oficina del gran señor y todo poderoso, Manfrid Fisher, y eso fue ayer.

Voy a mi escritorio y busco el formato de inventario, obviamente no está actualizado.  Con el puño doy leves golpecitos en la frente, necesito calmarme.

Veo las facturas nuevas que me llevan para subirlas al sistema y de aquí a que actualice todo esto se me hará tarde.

Necesito más café.

Tomo una taza de la pequeña de las que están disponibles y con mala cara y un suspiro recordando mi enorme taza del mejor tío del mundo mundial, me sirvo de ese delicioso néctar.

Después de relajarme un poco, ideo el mejor plan… tomo el inventario anterior y anexo una casilla, cantidad actual, de esa manera se me hará más fácil al pasarlo al control digital.

Como una bala, me adentro en el ascenso al piso mas bajo del edificio. Y el más grande.

Yo no sé qué tenían en la cabeza para poner todo esto aquí, al bajar, veo todo iluminado, es tan inmenso que no sé por dónde comenzar.

Escucho que el aparato baja de nuevo y me vuelvo para saber quien es, la malcriada, abre la boca y los ojos sorprendida, parpadea un par de veces con rapidez y se fija en mi presencia, se pone seria y aclara su garganta.

Busco para saber si este algún encargado, y no hay nadie en el cubículo donde debería estar el guía turístico.

—Esto es genial—al fin habla—como es posible que no haya nadie aquí, que irresponsable y eso—indica sacudiendo su inventario que también está sin actualizar—¿Qué clase de empleado deja su trabajo en tan mal situación? —da vueltas como fiera enjaulada—¿Qué jefe permite tanta incompetencia? —hace un ademan como si estuviera estrangulando a alguien.

Niego al ver su actitud inmadura, aflojo mi corbata y me meto en la jungla, aquí parece que no se ha organizado en meses.

Aunque dije su actitud es inmadura de como toma la situación eso no va a cambiar el hecho de que debe hacerlo.

Así que, a diferencia de ella, noto los rótulos y me guio como si estuviera en un supermercado al que nunca he ido, solo los he visto en las series de televisión.

Mi educación fue en casa, nunca asistí a una escuela y mucho menos a una universidad.

No tengo amigos cercanos y cuando al fin me permitieron salir al mundo, tenía suficiente dinero ahorrado como para buscar casa propia, y es donde al fin pudimos vivir un poco más como humanos.

Trabajaba como freelancer, en muchas paginas como soy bueno con las computadoras, daba tutoriales de informática, también me permitían enseñar ingles y español, todo lo hice a escondidas de la familia de mi padre.

El padre de mi padre, cedió a que viviéramos en ese lugar, apartado del lujo y el derroche innecesario de dinero para llenar un vacío existencial.

Al fin encuentro el lugar que necesito y me quedo congelado en el sitio, todo esta tan desordenado que no se puede saber las cantidades de cada producto.

—¡Por amor a satanás! —chilla Liesel detrás de mi y doy un brinco del susto

—¡Por amor a Dios! ¿qué te pasa? ¿Quieres matarme de un infarto? —recrimino molesto.

—¡Al menos será más rápido que atropellado por un auto! —recrimina con sarcasmo y un tanto frustrada y me estoy cansando de eso.

—Mira niña malcriada, intenté disculparme ayer, quise hacer las pases contigo y no me escuchaste, tuve un mal día  y como broche de oro, hiciste que mi taza favorita que me obsequió la única persona que me ha querido de verdad aparte de mi madre, quedara hecha pedazos, así que dejas ese asunto del auto del cual me arrepiento en gran manera, quede en el pasado o vives con eso, desde ese día no duermo bien porque me siento culpable, aceptar las disculpas y trabajamos en paz o simplemente no lo haces y ¡me dejas en paz! —lo ultimo lo digo muy frustrado entre dientes por que siento mi pecho cerrarse de pensar en que pude matarla por estar sumido en mis problemas con la familia Fisher y por qué sigo cansado de que toda mi vida este controlada por esa familia.

Su pecho sube y baja, creo que no se imaginaba esta reacción, yo tampoco esperaba sacar en voz alta mis frustraciones.

—Bien—dice seria, y se voltea a ver el desastre en el estante frente al que estoy.

—¿No vas a buscar tu pasillo? —interrogo sin verla

—Es este—extiende ambas manos señalando todo el pasillo

—Dame eso—extiende su inventario y saco un sonoro suspiro cansado—Es el mismo que tengo yo—cierro los ojos buscando tranquilidad

—¿Perdón? —quita de mis manos el inventario que me toca y abre los ojos—necesito que la tierra me trague.

Se desliza rodillas al piso, su rostro es de gran tristeza mesclada con frustración, lo se por que es igual lo que refleja mi rostro.

Será un día muy, muy largo.

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