EL HÉROE DEL IMPERIO

EL HÉROE DEL IMPERIOES

Ciencia Ficción
Demian Faust  Completo
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Resumen
Índice

Narra la historia del aristócrata Osthar de la Casa Larg, general del vasto Imperio Anaki en la galaxia y su lucha por defender la gloria del Imperio al tiempo que deberá hacer sobrevivir su matrimonio arreglado sin dejar de lado su verdadero y primer amor. Además descubriremos el final de la historia de amor entre Richard Sevilla y Alara de Althar, la inusual pareja interespecie cuyo matrimonio ahora deberá sobrevivir los complejos manejos de la política interplanetaria y la amenaza de una gran guerra galáctica entre potencias estelares.

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CAPÍTULO I
Shaggath es un mundo mayormente cubierto de agua, con un vasto océano que pulula de vida, repleto de temibles monstruos marinos de todo tipo. Su único continente, Gorgonia, es una tierra húmeda y cenagosa, donde una espesa vegetación bulbosa y sin flores, cubre la mayor parte de la tierra como un follaje siniestro. Llovía con mucha regularidad y los lodosos suelos eran siempre difíciles de transitar para quien no fuera nativo. Un espeluznante alarido rasgó la oscuridad de la noche… Entre los páramos pantanosos bajo la luz de las trece lunas y del firmamento estrellado, una ceremonia horripilante se llevaba a cabo bajo cómplices y sórdidas tinieblas apenas rotas por una antorcha resplandeciente. La luz de esta antorcha iluminaba una frígida lápida plana, sobre la cual se encontraba encadenada una joven mujer. Figuras sombrías y monstruosas la rodeaban y comenzar
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CAPÍTULO II
La colonia Anaki de Shaggath se dedicaba principalmente a la extracción de minerales valiosos del suelo oceánico. Los Anaki lograron aliarse con una de las dos especies inteligentes del planeta, los Q’thal’up, una raza de moluscos que durante tres millones de años sostuvieron una sangrienta guerra con los gorgonianos y se masacraban entre sí de las formas más atroces, tortuosas e inclementes, hasta que los Anaki los conquistaron unos miles de años en el pasado y se aliaron a los Q’thal’up. Los asentamientos Anaki se habían limitado a una única ciudad enclavada cerca de la costa este del continente, con algunos esporádicos destacamentos militares en otras partes de la pantanosa jungla. La mayoría de los residentes eran familias dedicadas a la minería así como los encargados administrativos, militares y políticos designados por el Imperio. Los colonos aborrec
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CAPÍTULO III
Planeta Orión , Sistema Orión Nexus, Constelación de Orión. Capital del Imperio Lothariano La nave donde viajaba Osthar se materializó tras semana y media de viaje después a través del hiperespacio. Un pasadizo cósmico de brillante luz blanca se dibujó rompiendo la negrura del espacio y por ella emergió el vehículo interestelar. El Sistema Orión Nexus era uno de los más concurridos de toda la Galaxia. Innumerable cantidad de naves espaciales tanto civiles como militares arribaban o partían incesantemente. Orión , capital de una de las mayores potencias galácticas, era el cuarto planeta de su sistema. Un planeta rocoso con una atmósfera oxigenada, grandes extensiones continentales (el 52% de la superficie del planeta era tierra y el 48% de agua) con todos los climas imaginables. Rodeado por naves interestelares, millone
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CAPÍTULO IV
Planeta Shaggath —Estoy preocupada por mi esposo, querida Nashara —le dijo la aristócrata Linnath a su esclava que en aquel momento se encontraba cuidando a las dos niñas pequeñas de su ama, a quienes prácticamente había criado como una madre. —¿Por qué, mi señora? —Siempre he sabido que ama más a Zammara que a mí. De no ser porque Zammara es estéril sin duda ni siquiera se abría casado conmigo. Lo nuestro fue un matrimonio por conveniencia. —Pero mi señora, la religión Anaki prohíbe expresamente que utilicemos métodos de fertilización artificial. La capitana Zammara no tiene forma de concebir un bebé si no es natural… —Lo sé. El problema es que yo, aunque soy fértil, no logro tener un hijo varón que sirva de heredero para
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CAPÍTULO V
Tras hacer esto Linnath, sus hijas, su abultado equipaje y sus esclavos, embarcaron hacia Sarconia. El trayecto por el hiperespacio tomaría casi un mes y la aburrida Linnath debía encontrar cosas con que entretenerse, no siempre efectivas. Su esclava Nashara pasaba mucho tiempo con su esposo ya que dentro de la nave todo era automatizado y un esclavo tenía poco que hacer. Finalmente llegaron a Sarconia y de primera entrada el planeta le pareció harto desagradable. Para empezar, el mundo estaba en estado de sitio y la presencia militar era omnipresente. Además, el paisaje desolado le pareció lastimero. Dentro de las ciudades había dos grupos claramente diferenciados; los colonos Anaki y los esclavos Sarcones que eran obligados a trabajar en las minas de oricalcum y mantenidos con fuertes medidas de seguridad —como las cadenas— pero suspiró y aceptó su suerte. Osthar le dio una lac&oac
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CAPÍTULO VI
Planeta Sarconia, Imperio Anaki. 2159.El Cuartel General de la Guardia Imperial Anaki en Sarconia estaba equipado con todo lo necesario para fungir como sede de las fuerzas militares del Imperio en un planeta en guerra.  Uno de los espacios más necesarios, al menos desde la lógica Anaki, eran los calabozos y las cámaras de tortura en donde se interrogaba a los prisioneros.La atmósfera estaba repleta de los gritos de prisioneros siendo atormentados. En medio del morboso espectáculo, una siniestra figura se removía complacida, como alimentándose dichosamente del dolor que provocaba. Era un Anaki alto, delgado, huesudo, narigón y con la cabeza totalmente calva. Caminó en medio de las máquinas de tortura, sonriente, hasta llegar al fondo, donde de un andamiaje metálico colgaba encadenado por las muñecas un hombre de especie Viraki, fornido y musculoso, con barba de candado.
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CAPÍTULO VII
—Hola… hola ¿me escuchas? —decía una voz de anciana a través de la pared. El sonido se filtraba por una grieta tan grande que el ojo de quien le hablaba se veía claramente. Ta’u despertó de su letargo.—Sí, la escucho.—Mucho gusto. Mi nombre es Arsala. Soy Sarc ¿y usted?—Ta’u —respondió él levantándose y sentándose con la espalda contra la pared— comandante del Ejército Confederado, señora.—Llámeme Arsala, después de todo somos compañeros de presidio. Debo agradecerle en nombre de mi pueblo por su ayuda. Usted es muy noble. No estaría aquí de no haber tratado de ayudarnos.—Es mi deber, Arsala. No es correcto lo que los Anaki les hacen. ¿Qué era usted antes de la invasión?—Filósofa, escritora, poetisa. Miembr
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CAPÍTULO VIII
—Detectamos una flota masiva de naves Confederadas y Drosh dirigiéndose hacia acá —le informaba por videófono Osthar al Gobernador de Sarconia— He convocado a todas las naves militares del Imperio en las cercanías y habíamos movilizado la mayor parte de fuerzas disponibles a la región así que creo que tendremos suficiente poder bélico como para detenerlos.—Entonces la Confederación ya decidió iniciar la guerra abierta…—Así parece. Larg fuera —anunció y cortó la comunicación de súbito. —¿Sabes la historia de los Drosh, muchacha? —le preguntó girándose hacia la mujer con la que dormía desde hacía varias semanas. El político vestía sólo una bata en ese momento pues acababa de tener sexo y sostenía una copa de alcohol en la mano. La mujer
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CAPÍTULO IX
Planeta AlaDrosh, Sector Vega, capital del Régimen Drosh, 2159.AlaDrosh era un planeta totalmente urbanizado. Un interminable orbe de ciudad tecnológica se extendía hasta el horizonte donde quiera que estuviera el observador. El cielo casi siempre estaba nublado y llovía con frecuencia. Interminables aerotransportes sobrevolaban siempre el espacio circulando entre las torres y los rascacielos.Todos los Drosh vestían de negro y solían ser pálidos. Si bien sus uniformes variaban mucho según la casta a la que pertenecían.Astar Zelara, quien ahora ya no vestía ropa de esclava Anaki sino el uniforme negro típico de los agentes de inteligencia Drosh; una chaqueta de cuero, pantalones, votas y guantes, se había apersonado como le habían ordenado en las oficinas de la Secretaría de Inteligencia. Zelara era sin duda una mujer muy hermosa de piel tersa y un cabell
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CAPÍTULO X
Pasaron tres días de viaje en el hiperespacio y por las ventanas de la nave ya no se veía la negrura estrellada del espacio sino un interminable túnel de luces brillantes.Ta’u meditaba en su habitación al frente de un altar a una deidad andrógina con cuatro brazos y cuatro piernas y un aspecto similar al de los Viraki.Llamaron a la puerta interrumpiendo su meditación.—Pase —dijo abriendo los ojos y levantándose del suelo. Xelara estaba afuera y penetró.—Disculpe que lo interrumpiera mientras rezaba, Capitán.—Estaba meditando en realidad. Y no se preocupe. Además llámeme Ta’u.—¿Es esa una de sus deidades? —preguntó Xelara mirando al altar.—Nuestra única deidad; Samyasa. La unión de los opuestos complementarios; hombre y mujer, activo y pasivo, luz y oscuridad. ¿Uste
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