—Hola… hola ¿me escuchas? —decía una voz de anciana a través de la pared. El sonido se filtraba por una grieta tan grande que el ojo de quien le hablaba se veía claramente. Ta’u despertó de su letargo.
—Sí, la escucho.
—Mucho gusto. Mi nombre es Arsala. Soy Sarc ¿y usted?
—Ta’u —respondió él levantándose y sentándose con la espalda contra la pared— comandante del Ejército Confederado, señora.
—Llámeme Arsala, después de todo somos compañeros de presidio. Debo agradecerle en nombre de mi pueblo por su ayuda. Usted es muy noble. No estaría aquí de no haber tratado de ayudarnos.
—Es mi deber, Arsala. No es correcto lo que los Anaki les hacen. ¿Qué era usted antes de la invasión?
—Filósofa, escritora, poetisa. Miembr
—Detectamos una flota masiva de naves Confederadas y Drosh dirigiéndose hacia acá —le informaba por videófono Osthar al Gobernador de Sarconia— He convocado a todas las naves militares del Imperio en las cercanías y habíamos movilizado la mayor parte de fuerzas disponibles a la región así que creo que tendremos suficiente poder bélico como para detenerlos.—Entonces la Confederación ya decidió iniciar la guerra abierta…—Así parece. Larg fuera —anunció y cortó la comunicación de súbito.—¿Sabes la historia de los Drosh, muchacha? —le preguntó girándose hacia la mujer con la que dormía desde hacía varias semanas. El político vestía sólo una bata en ese momento pues acababa de tener sexo y sostenía una copa de alcohol en la mano. La mujer
Planeta AlaDrosh, Sector Vega, capital del Régimen Drosh, 2159.AlaDrosh era un planeta totalmente urbanizado. Un interminable orbe de ciudad tecnológica se extendía hasta el horizonte donde quiera que estuviera el observador. El cielo casi siempre estaba nublado y llovía con frecuencia. Interminables aerotransportes sobrevolaban siempre el espacio circulando entre las torres y los rascacielos.Todos los Drosh vestían de negro y solían ser pálidos. Si bien sus uniformes variaban mucho según la casta a la que pertenecían.Astar Zelara, quien ahora ya no vestía ropa de esclava Anaki sino el uniforme negro típico de los agentes de inteligencia Drosh; una chaqueta de cuero, pantalones, votas y guantes, se había apersonado como le habían ordenado en las oficinas de la Secretaría de Inteligencia. Zelara era sin duda una mujer muy hermosa de piel tersa y un cabell
Pasaron tres días de viaje en el hiperespacio y por las ventanas de la nave ya no se veía la negrura estrellada del espacio sino un interminable túnel de luces brillantes.Ta’u meditaba en su habitación al frente de un altar a una deidad andrógina con cuatro brazos y cuatro piernas y un aspecto similar al de los Viraki.Llamaron a la puerta interrumpiendo su meditación.—Pase —dijo abriendo los ojos y levantándose del suelo. Xelara estaba afuera y penetró.—Disculpe que lo interrumpiera mientras rezaba, Capitán.—Estaba meditando en realidad. Y no se preocupe. Además llámeme Ta’u.—¿Es esa una de sus deidades? —preguntó Xelara mirando al altar.—Nuestra única deidad; Samyasa. La unión de los opuestos complementarios; hombre y mujer, activo y pasivo, luz y oscuridad. ¿Uste
Existía en el Imperio Anaki un sistema planetario binario, es decir, dos planetas de similar tamaño que se orbitaban uno al otro, situados en un sistema solar fronterizo. Aunque parte oficial del Imperio, gozaba de una inusitada autonomía y era en general considerado territorio neutral incluso en tiempos de guerra, debido a la naturaleza del negocio que se realizaba allí: la prostitución.Sin embargo no era cualquier tipo de prostitución, pues la totalidad de las mujeres o esclavas sexuales que trabajaban en Sadam y Gamara eran organismos artificiales; androides femeninos, o más precisamente, ginoides.Hombres muy poderosos y ricos de todas partes de la Galaxia y de muy variadas especies llegaban a ser atendidos por las legendarias ginoides de Sadam y Gamara. Los dos planetas eran administrados por un empresario particular llamado Arik Mashurg, pero la mitad de las ganancias (que eran muchas) iban directamente a las arca
Orión , capital del Imperio Anaki, 2160.—Y he aquí que me presento humildemente ante ti, Majestad —dijo Osthar de rodillas y con la cabeza agachada ante el trono del Emperador— pues he sido derrotado en batalla y como comandante cargo sobre mí enteramente la culpa de mi fallo y he traído vergüenza y deshonor a mi Casa. Sólo con mi muerte o tu perdón mi familia se librará de mi infamia. Así que a ti, oh poderoso Emperador, te ofrezco mi vida.Y diciendo esto desenvainó su espada ritual, una espada que sólo usaban los guerreros Anaki en ceremonias como aquella donde se quitaban su propia vida para limpiar un deshonor, y la colocó sobre su propio pecho.Aquella escena era vista con atención por toda la Corte Imperial. La vida de Osthar dependía ahora de lo que hiciera el Emperador en los próximos segundos. Entre los más interesad
Orión , capital de Imperio Anaki, una semana después.—Según he podido enterarme de buena fuente —dijo Osthar en su mansión ante la mayoría de sus familiares que habían sido convocados para ese día— nuestros viejos enemigos los Durgas están fraguando una conspiración contra nosotros.—¡Esos malditos Durgas! —dijo un anciano sentado cómodamente en una gran silla acolchonada— cuando era joven maté a 3 con mis propias manos. ¡Deberíamos darles cacería y matarlos como sabandijas!—Abuelo —suspiró Osthar— cuando fuiste joven fue hace más de 200 años. Los tiempos han cambiado y por ello debemos ser más listos.—Hablaré con aquellos escuadrones de la Guardia Imperial que no son leales —le dijo Zammara, su esposa— y sondearé a algunos genera
Planeta Gárinor, provincia del Imperio Anaki, un año después.Osthar esperaba junto a otros soldados Anaki de un escuadrón entero en medio de la nieve en el sempiterno clima invernal del Planeta Gárinor; un mundo boscoso y montañoso siempre nevado. Sus belicosos habitantes nunca habían sido completamente sometidos por los Anaki y con frecuencia realizaban levantamientos o ataques a colonias, pero el planeta era muy rico en oricalcum y no podían abandonarlo.—Odio a estas criaturas —murmuró Osthar mientras la copiosa nieve le caía encima a él y a sus hombres. A sus espaldas estaba una colonia Anaki recién atacada como mostraban las humaredas que subían hacia el cielo.Los nativos de Gárinor se llamaban los Amarok y eran unos cánidos gigantescos mucho más altos que un Anaki, con un hocico alargado repleto de afilados colmillos, ojos
Luna Talos, capital de la Confederación Interestelar. —Gracias por cuida a Cuasar mientras no estemos —le decía Michael Sevilla a su amiga la niña Viraki de nombre Yar’lin. Ella le acariciaba el lomo al perro labrador que jadeaba complacido.—Un gusto. Disfruta las vacaciones.—No son vacaciones. Asistiremos a la boda de una prima de mi mamá en Xith.Mientras los dos niños hablaban los padres de Michael se veían muy ocupados cargando maletas y finalizando los últimos preparativos para el viaje. Una vez que Richard introdujo lo último del equipaje en el maletero del aerotaxi, llamó a su hijo.—Hora de irnos, Michael, o perderemos el vuelo. Adiós Yar’lin.Yar’lin se despidió con un beso en la mejilla de Michael y luego se alejó llevándose a Cuasar y diciendo:—¡Adiós se&n