—Es un varón —Massimo dio la noticia a su padre, luego de que a su esposa le practicaran una ecografía para conocer el género del bebé. Nathaniel Bizzozzero, el futuro abuelo paterno, se levantó de su asiento y se acercó a Massimo con una radiante sonrisa. Lo rodeó con los brazos y dio unas palmadas a su espalda. —Lo hiciste, hijo. Finalmente tendrás a tu primogénito, un varón —celebró. Massimo se esforzó por lucir contento y no alarmar a su padre. Correspondió a su abrazo y agradeció que estuviera presente, aunque en realidad se sintiera inquieto. La idea inicial era que Massimo fuera al hospital junto con su esposa, nadie más que ellos dos solos. Sin embargo, recibieron la inesperada visita de Nathaniel y no pudieron evitar que quisiera acompañarlos. De todas formas, no había manera de escapar. Iba a tener que informárselo tarde o temprano. —A partir de ahora, la vida será muy diferente para ti —agregó Nathaniel, separándose de su hijo para mirarlo de frente—. Te convertirás en
Luego de vestir uno de sus elegantes trajes, Taylor se dirigió a su cafetería favorita, pero como se había levantado un poco más tarde de lo habitual, se encontró con el sitio repleto de personas. Por lo tanto, decidió ir a otra. Todos los lugares que frecuentaba eran ostentosos. Massimo, su padre, le enseñó que una persona de su estatus debía actuar de acorde a su nivel y mantener su reputación intacta. Al llegar, bajó de su costoso auto gris e ingresó a la cafetería. Se acomodó en una de las mesas y realizó su orden. Tras unos minutos, la mesera regresó con su café expresso cubierto de una crema espesa y dorada. Taylor levantó la taza y la aproximó a su olfato para percibir su aroma, no era el expresso que acostumbraba beber, pero sabía bien de todos modos. Se relajaba mientras leía una revista, pero aquella tranquilidad se esfumaría al oír la pataleta de quien parecía ser un hombre adulto. —¡Argh! ¿Qué es esto? —vociferó, llamando la atención de los que se hallaban a su alrededor
Taylor se alistó muy temprano en la mañana para presentarse en su nuevo trabajo. No estaba particularmente emocionado por ser el secretario de Roger, pero trató de ver el lado positivo de la situación y supuso que le vendría bastante bien conocer un poco sobre el manejo de un hotel. Quizás en el futuro, cuando herede Traveling, podría encargarse de levantar uno para que los viajeros se hospedaran allí. Debía ganarse una buena impresión de su jefe nuevo y absorber toda la información conveniente. Se mentalizó que era una buena oportunidad para obtener experiencia, por lo tanto, se alentó a sí mismo mientras se colocaba el traje. Taylor había aprendido a vestirse como un chico y a actuar como hombre, ha vivido como uno desde pequeño, así que no era un reto para él. Con las vendas bien puestas, nadie notaría que escondía un par de secretos. Luego de pasar por su cafetería favorita, se dirigió a I'll Castello. Al llegar, se aproximó a la recepcionista, quien le indicó a qué piso debía s
—¡DESPEDIDO! —exclamó Roger y su voz retumbó aquel lugar. —¿Qué? —Taylor no podía creérselo. ¿Lo despedirán por haberse tropezado? —¡Ya me oíste! ¡Lárgate! —recalcó. —¡Roger, tranquilízate! —intercedió la hermana, colocando las manos sobre sus hombros—. ¡Estás fuera de control! —¡Suéltame, Clarisse! —era el nombre de ella—. ¡No pienso tener ningún tipo de relación con este chico arrogante y acosador! —lo insultó, mientras lo señalaba con el dedo. —¿A-Acosador? —Taylor lanzó una corta risa colmada de indignación—. ¡Bien, perfecto! No es necesario que me despida, ¡yo mismo renuncio! —contar hasta diez ya no sirvió de nada, se le había acabado la paciencia y no toleraría que ese hombre lo acusara de tal bajeza. —¡Tú no renuncias, yo te despido! —Roger tenía la cara enrojecida debido a la cólera y le saltaban las venas en el cuello. —¡Pues renuncio aunque me despida! —gruñó Taylor, en lo que Josh se aproximó a él. —T-Tranquilo, Taylor. Nadie despedirá a nadie, por favor, no le haga
—Creí que no vendrías... —comentó Roger realizando un gesto de ironía, lo cual hizo que Taylor sintiera un poco de arrepentimiento por haber ido al restaurante en el que lo citó. «Yo tampoco tenía pensado venir, pero Max me convenció...» respondió para sus adentros. "Tú y yo hemos oído los mismos comentarios acerca de Roger Croce, así que podemos decir que es un hombre bastante prepotente y orgulloso. Por esa razón, es curioso que te llame después de haberte despedido. Deberías ir a su encuentro, probablemente se disculpe contigo. Después de todo, eres la futura heredera de una empresa multimillonaria, dudo que te deje ir así como así", fue el consejo que le dio su primo. —Me gustaría oír eso... —murmuró sin darse cuenta. —¿Qué? —Roger lo escuchó hablar, pero no logró comprenderlo. —Nada —aseveró—. Vayamos al punto, señor Croce. ¿Porqué quiso que viniera a este lugar? —¿Porqué no pides algo de comer primero? —apuntó a la carta. Taylor entornó los ojos y lo miró con recelo. —Est
—¿Qué... es este lugar? Taylor se quedó mirando las letras luminosas que formaban la palabra "Gazella" y que estaban ubicadas sobre la puerta del sitio al que lo llevó Josh. Lucía muy bien por fuera, pero tenía un mal presentimiento de lo que habría dentro. —Cuando entremos, te daré tu obsequio de bienvenida —señaló Josh con una sonrisa traviesa—. ¿Y tú qué haces aquí? Solo invité a Taylor, tú sales sobrando —bromeó a su amigo quien terminó siguiendo a ambos y colándose en los planes. —Sabía que harías algo estúpido, pero nunca me imaginé que traerías a Taylor a este lugar —espetó Roger con desagrado. —Soy consciente de que no te gusta venir aquí, así que puedes tomar el camino de regreso mientras que Taylor y yo nos divertimos —colocó el brazo alrededor del joven y lo forzó a caminar hacia la entrada. Roger frunció el ceño y decidió ingresar a aquel sitio. La preocupación se había instalado en su pecho, sentimiento que no experimentaría si se tratara de cualquier otro empleado, s
A primera hora de la mañana, Taylor subía al octavo piso a través del elevador. Al llegar, vio a Josh terminando una llamada. —Oh, Taylor —pronunció, guardando el móvil en el bolsillo delantero de su camisa y aproximándose a él. —Creí que no vendrías hoy —asumió el joven. —¿Porqué no habría de hacerlo? Ah, ¿lo dices por lo de ayer? —cuestionó, a lo que Taylor asintió con la cabeza—. No me quedé mucho tiempo —se encogió de hombros. —Supongo que eres más responsable de lo que pareces —opinó Taylor. —Por supuesto, no dejaría tirado el trabajo por una noche de placer, aunque suene muy tentador —expresó Josh—. Si no soy eficiente no me pagarán, y sin dinero no podré darme esos lujos —dijo, con una sonrisa pícara trazada en sus labios. —Tienes una gran motivación —replicó Taylor con ironía, acomodándose en su escritorio. —Ya que estás aquí, me iré a mi oficina —expuso, caminando hacia el elevador. —¿A tu oficina? —cuestionó Taylor, confundido—. ¿No trabajas en este piso? —No, no. Te
Al llegar a la recepción, Roger ubicó su mano en el hombro de Taylor. —Espera aquí un momento —ordenó, en lo que se encaminaba hacia el baño masculino. Mientras Taylor esperaba, se sumergió en sus pensamientos y dejó volar su imaginación. Se veía a sí mismo entrando al estadio deportivo para ver a Lancelot. Si no conseguía que el equipo se hospedara en I'll Castello, simplemente compraría el boleto para presenciar el gran partido. Sin embargo, sentía que sería más satisfactorio ganar la entrada mediante su propio esfuerzo. Además, el hecho de que Lancelot se alojara en el hotel en el que trabajaba, le daría oportunidades para pedir el autógrafo de todos los jugadores y hacer que firmaran su camiseta. Taylor se hallaba tan absorto que empezó a realizar algunos pasos de baile de victoria. Confiaba plenamente en su capacidad y sabía que, en efecto, lograría que su equipo favorito eligiera I'll Castello. Estaba a punto de hacer un giro para terminar su danza, cuando repentinamente coli