—¡DESPEDIDO! —exclamó Roger y su voz retumbó aquel lugar.
—¿Qué? —Taylor no podía creérselo. ¿Lo despedirán por haberse tropezado?
—¡Ya me oíste! ¡Lárgate! —recalcó.
—¡Roger, tranquilízate! —intercedió la hermana, colocando las manos sobre sus hombros—. ¡Estás fuera de control!
—¡Suéltame, Clarisse! —era el nombre de ella—. ¡No pienso tener ningún tipo de relación con este chico arrogante y acosador! —lo insultó, mientras lo señalaba con el dedo.
—¿A-Acosador? —Taylor lanzó una corta risa colmada de indignación—. ¡Bien, perfecto! No es necesario que me despida, ¡yo mismo renuncio! —contar hasta diez ya no sirvió de nada, se le había acabado la paciencia y no toleraría que ese hombre lo acusara de tal bajeza.
—¡Tú no renuncias, yo te despido! —Roger tenía la cara enrojecida debido a la cólera y le saltaban las venas en el cuello.
—¡Pues renuncio aunque me despida! —gruñó Taylor, en lo que Josh se aproximó a él.
—T-Tranquilo, Taylor. Nadie despedirá a nadie, por favor, no le hagas caso —intentó apaciguar la situación que estaba en llamas.
—Ni siquiera he estado aquí un día, ¡y ya no puedo soportar más a este... señor! —manifestó luego de mirar a su ex-jefe de abajo hacia arriba.
—¡Tú deberías de...! —cuando Roger se disponía a seguir regañándolo, Taylor le dio la espalda con la intención de marcharse—. ¡Oye! ¡¿A dónde vas?!
—¡Pues me largo! ¡¿Acaba de correrme o no?! —reprochó sin voltear.
—¡Vuelve aquí, te estoy hablando! —ordenó Roger, pero Taylor entró al elevador y apretó el botón para bajar a la recepción.
—¡Ya no soy su empleado, no tengo porqué obedecerle! —soltó, antes de que las puertas se cerraran.
—¡Argh! ¡Qué tipo tan irritante! —explotó Roger.
—Qué manía la tuya de convertir algo pequeño en un escandalazo —refunfuñó Clarisse.
—¿Porqué me estás mirando como si yo tuviera la culpa? —Roger no quería aceptar que su enojo era injustificado.
—Vine para invitarte a almorzar, pero después de esta catastrófica escena, perdí el apetito. Nos vemos, hermano —se despidió con frialdad y se marchó sin esperar que Roger respondiera.
—Já, increíble. Resulta que soy el villano —dijo él en tono sarcástico.
Josh lo contempló con un semblante inexpresivo, pero era evidente que estaba desconcertado por lo que acababa de ocurrir.
—Roger, hablemos —lo tomó del brazo y lo arrastró a la oficina.
—Oye, oye. Al parecer alguien está molesto —siseó el CEO, tras notar que el agarre de Josh era un tanto agresivo.
—Ahora sí te pasaste de la raya. ¿Te das cuenta de lo que hiciste? —gruñó.
Dentro del círculo de Roger, los únicos que podían regañarlo sin miedo alguno eran Josh y Clarisse.
—Sí, despedí a un empleado altanero. ¿Y qué? —se encogió de hombros y se sentó en su silla frente a su escritorio.
—¿Olvidas quién era ese empleado? —cuestionó Josh—. Es el hijo de Massimo, el futuro sucesor de una multimillonaria agencia de viajes. Sabías perfectamente las ventajas de tener a Taylor como tu subordinado, pero lo echaste a perder.
—No tenemos que depender de los Bizzozzero para progresar. I'll Castello está en el segundo puesto en el ranking de los mejores hoteles —fanfarroneó Roger.
—Pero podría estar en el primer puesto gracias a una buena relación con Taylor —señaló—. Te lo dije, Roger, te advertí de los beneficios que podría traernos el hecho de que trataras bien al heredero de Traveling, una buena convivencia con él significa mucho dinero para nosotros. En el futuro, podrían trabajar juntos para que todos los viajeros se hospeden en este hotel.
Roger giró los ojos hacia atrás y lanzó un bufido.
—Pues eso se acabó. Tendremos que pensar en otra cosa —le restó importancia.
—No se acabará si lo arreglas —expuso.
—¿A qué te refieres?
Josh se sentó al otro lado del escritorio y cruzó los dedos sobre éste.
—Búscalo y retráctate —dijo sin titubear.
—Ni muerto —respondió al instante—. No me rebajaré al nivel de ese chico...
—¿Acaso comprendes en qué nivel está Taylor? Se encuentra incluso por encima de ti, así que deja de hablar tonterías —gruñó Josh—. Además, ¿qué le dirás a su abuelo cuando sepa que lo despediste?
—Le diré la verdad, que intentó aprovecharse de Clarisse —acusó.
—¡Ay, por favor, Roger! ¡Eso no te lo crees ni tú mismo! Y apuesto a que jamás te atreverías a decirle al gran Nathaniel Bizzozzero, el hombre que salvó a este hotel, que su nieto es un vil acosador —aseveró.
—Tch... —Roger chasqueó la lengua, estaba claro que se hallaba en un aprieto.
—Ya entiendes la situación, ¿eh? Entonces, encárgate de arreglar tu propio desastre —declaró Josh.
Roger tamborileó los dedos sobre el escritorio mientras pensaba en una solución. No quería tener que ir tras Taylor y rogarle a que regresara, de tan solo pensarlo se le revolvía el estómago. Sin embargo, debía actuar lo más rápido posible antes de que Nathaniel se enterara de lo que sucedió. Tenía que lograr que Taylor volviera y que hicieran como si nada hubiera pasado.
—Considerando la actitud de ese chico, dudo mucho que desee retomar su puesto —comentó Roger.
—Tengamos fe de que no irá corriendo junto a su abuelo para contarle lo que pasó y espera un par de horas para que pueda relajarse. Después, llámalo a su número, sé que tienes toda su información personal así que no te será difícil —indicó Josh.
—¿Llamarlo? ¿No hay una mejor opción? —cuestionó el CEO con desagrado.
—Si prefieres, puedes ir a su casa o buscarlo en su agencia —Josh empleó un tono de sarcasmo para expresar aquello.
—Argh, de acuerdo. Lo llamaré en un par de horas.
—Perfecto.
Mientras tanto, Taylor llegaba al complejo de apartamentos en el que vivía solo.
—¿Quién se cree que es? ¿Cómo puede alguien como él ser el CEO de una empresa? ¡Debería ser un delito! —refunfuñó entre dientes, en lo que subía a su piso a través del ascensor. Al llegar a su puerta, se encontró con Maximiliano, quien vivía justo en el apartamento de al lado y se disponía a entrar.
—¿Taylor? —soltó, mirándolo con asombro y a punto de escribir la contraseña en la puerta—. ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que estarías trabajando en el hotel.
—Estoy que ni me aguanto yo misma —gruñó y abrió su puerta—. Roger Croce es el hombre más insufrible que he conocido, ¡me niego ha seguir trabajando con él!
Entró a su apartamento y Maximiliano siguió sus pasos.
—¿Renunciaste? —preguntó, intrigado.
—En realidad, fui despedida —se tumbó en el sofá y se aflojó la corbata.
—¿E-En serio? —se acomodó a su lado.
—Me acusó de lo más denigrante que te puedas imaginar solo porque no le caigo bien, ¿qué clase de persona hace eso? —pataleó.
—Tranquila. Si se trata de un malentendido, probablemente se resuelva pronto —dio un par de palmadas a su hombro.
—¿Resolverse? Ah, no. A ese hotel no vuelvo jamás —declaró.
Maximiliano desató una corta risa, las reacciones de Taylor le resultaban graciosas. Era su primo y el único amigo cercano que el heredero tenía y, además, fue el apoyo que necesitaba para no perderse a sí misma, pues era una de las pocas personas que conocía su secreto.
Por supuesto, Massimo no tenía idea de que Maximiliano sabía que Taylor era mujer.
—Ya que estamos aquí, ¿te gustaría beber mientras me hablas mal de Roger? —propuso Max.
—Es una idea estupenda —aceptó, encantada.
Después de un par de horas de conversar sin puntos ni comas, su celular comenzó a sonar. Lo extrajo de su bolsillo y echó un vistazo a la pantalla.
—¿Quién te llama? —preguntó Max, llevando una botella a su boca.
—Es un número desconocido, no contestaré —alegó.
En el hotel I'll Castello, Roger esperaba con forzada paciencia que Taylor tomara la llamada, pero fue en vano.
—No contesta... —expuso, molesto.
—Insiste —sugirió Josh—. Dile que deseas tener una conversación con él esta noche.
Roger lo miró con fastidio y volvió a marcar al número. El celular de Taylor sonó nuevamente.
—¿Quién será? —pensó en voz alta.
—Quizás sea algo urgente, deberías responder, por si las moscas... —aconsejó Max.
Entonces, Taylor finalmente contestó.
—¿Hola?
—Esta noche, a las nueve, ve al restaurante "Las colinas". Te esperaré allí —impuso, saltándose cualquier introducción.
—¿Qué? ¿Quién habla? —interrogó ella, completamente confundida.
—Soy Roger Croce, tu jefe —enunció—. Sé puntual.
La llamada se cortó y Taylor permaneció mirando al celular.
—¿Quién era? —cuestionó Max.
—El berrinchudo de mi ex-jefe —expuso, aturdida—. Me citó en un restaurante de la nada.
—¿Eh? —frunció el ceño y la escrutó perplejo—. Entonces quiere verte.
—No tengo idea de qué se tratará esto, pero no pienso ir.
—Creí que no vendrías... —comentó Roger realizando un gesto de ironía, lo cual hizo que Taylor sintiera un poco de arrepentimiento por haber ido al restaurante en el que lo citó. «Yo tampoco tenía pensado venir, pero Max me convenció...» respondió para sus adentros. "Tú y yo hemos oído los mismos comentarios acerca de Roger Croce, así que podemos decir que es un hombre bastante prepotente y orgulloso. Por esa razón, es curioso que te llame después de haberte despedido. Deberías ir a su encuentro, probablemente se disculpe contigo. Después de todo, eres la futura heredera de una empresa multimillonaria, dudo que te deje ir así como así", fue el consejo que le dio su primo. —Me gustaría oír eso... —murmuró sin darse cuenta. —¿Qué? —Roger lo escuchó hablar, pero no logró comprenderlo. —Nada —aseveró—. Vayamos al punto, señor Croce. ¿Porqué quiso que viniera a este lugar? —¿Porqué no pides algo de comer primero? —apuntó a la carta. Taylor entornó los ojos y lo miró con recelo. —Est
—¿Qué... es este lugar? Taylor se quedó mirando las letras luminosas que formaban la palabra "Gazella" y que estaban ubicadas sobre la puerta del sitio al que lo llevó Josh. Lucía muy bien por fuera, pero tenía un mal presentimiento de lo que habría dentro. —Cuando entremos, te daré tu obsequio de bienvenida —señaló Josh con una sonrisa traviesa—. ¿Y tú qué haces aquí? Solo invité a Taylor, tú sales sobrando —bromeó a su amigo quien terminó siguiendo a ambos y colándose en los planes. —Sabía que harías algo estúpido, pero nunca me imaginé que traerías a Taylor a este lugar —espetó Roger con desagrado. —Soy consciente de que no te gusta venir aquí, así que puedes tomar el camino de regreso mientras que Taylor y yo nos divertimos —colocó el brazo alrededor del joven y lo forzó a caminar hacia la entrada. Roger frunció el ceño y decidió ingresar a aquel sitio. La preocupación se había instalado en su pecho, sentimiento que no experimentaría si se tratara de cualquier otro empleado, s
A primera hora de la mañana, Taylor subía al octavo piso a través del elevador. Al llegar, vio a Josh terminando una llamada. —Oh, Taylor —pronunció, guardando el móvil en el bolsillo delantero de su camisa y aproximándose a él. —Creí que no vendrías hoy —asumió el joven. —¿Porqué no habría de hacerlo? Ah, ¿lo dices por lo de ayer? —cuestionó, a lo que Taylor asintió con la cabeza—. No me quedé mucho tiempo —se encogió de hombros. —Supongo que eres más responsable de lo que pareces —opinó Taylor. —Por supuesto, no dejaría tirado el trabajo por una noche de placer, aunque suene muy tentador —expresó Josh—. Si no soy eficiente no me pagarán, y sin dinero no podré darme esos lujos —dijo, con una sonrisa pícara trazada en sus labios. —Tienes una gran motivación —replicó Taylor con ironía, acomodándose en su escritorio. —Ya que estás aquí, me iré a mi oficina —expuso, caminando hacia el elevador. —¿A tu oficina? —cuestionó Taylor, confundido—. ¿No trabajas en este piso? —No, no. Te
Al llegar a la recepción, Roger ubicó su mano en el hombro de Taylor. —Espera aquí un momento —ordenó, en lo que se encaminaba hacia el baño masculino. Mientras Taylor esperaba, se sumergió en sus pensamientos y dejó volar su imaginación. Se veía a sí mismo entrando al estadio deportivo para ver a Lancelot. Si no conseguía que el equipo se hospedara en I'll Castello, simplemente compraría el boleto para presenciar el gran partido. Sin embargo, sentía que sería más satisfactorio ganar la entrada mediante su propio esfuerzo. Además, el hecho de que Lancelot se alojara en el hotel en el que trabajaba, le daría oportunidades para pedir el autógrafo de todos los jugadores y hacer que firmaran su camiseta. Taylor se hallaba tan absorto que empezó a realizar algunos pasos de baile de victoria. Confiaba plenamente en su capacidad y sabía que, en efecto, lograría que su equipo favorito eligiera I'll Castello. Estaba a punto de hacer un giro para terminar su danza, cuando repentinamente coli
Tres días después, Taylor tenía lista la presentación de I'll Castello, así que se la entregó a Roger para que la leyera minuciosamente. El CEO esperaba encontrar algún error para echárselo en cara, pero no halló ninguno. Es más, le agradó el trabajo que había hecho, pero eso lo frustró ya que no tenía motivos para molestarlo. No lo halagó ni lo felicitó, lo único que hizo fue dar un asentimiento con la cabeza, lo cual fue señal de su aprobación. Cuando la fecha acordada llegó, fue Taylor quien se encargó de exponer la información acerca del hotel. Roger observó la presentación con el semblante inexpresivo, pero en el fondo, estaba impresionado por su elocuencia. El chico hablaba de I'll Castello como si lo conociera de toda la vida, y además, lo hacía con un entusiasmo cautivador, como si tuviera un vínculo especial con la empresa. Luego de realizarse la presentación de los cinco hoteles, el entrenador determinó que el ideal para los jugadores de Lancelot era I'll Castello. —Lo c
El cielo se había puesto nublado mientras jugaban, pero estaban tan concentrados que no lo notaron. De pronto, unas gotas de lluvia comenzaron a caer en picada, alertando a Roger y a Taylor. Ambos corrieron hacia la recepción de la cancha y permanecieron observando la calle. —Está lloviendo muy fuerte... —comentó Taylor. Roger lo miró de reojo y se mantuvo callado por un instante. Aún se sentía incómodo por la reciente sensación que experimentó al estar encima de su secretario, así que no quería tenerlo cerca en ese momento. —Me... iré a mi departamento para cambiarme de ropa, vete al hotel como puedas —impuso el CEO. —¿Qué? ¿No va a llevarme con usted? —cuestionó Taylor, perplejo. —¿No me oíste? Iré a mi departamento, ¿porqué te llevaría conmigo? —refunfuñó—. Por haberte seguido el juego, estoy todo sudoroso y sucio. Me cambiaré de ropa, no puedo presentarme de este modo en el hotel. Toma un taxi o algo. —Pero, señor Croce... —Te advierto que si no te encuentro en cuanto vuelv
Roger ingresó a la habitación, viendo a Taylor tendido en la camilla con la camisa arremangada y la vía del suero incrustada en su mano. —¡S-Señor Croce! —pronunció sorprendido e intentó incorporarse—. ¿Qué hace aquí? —¿Qué hago aquí? —dijo con ironía—. Yo te traje aquí, mocoso. ¿Tienes idea del mal momento que me has hecho pasar? —Ah... —aunque Taylor no tenía idea de cómo había llegado al hospital, se imaginó cualquier cosa, pero no que lo había llevado su propio jefe—. L-Lo siento, señor Croce. Nunca quise... —¿Sabes lo que me ha dicho el doctor? —habló por encima de él—. Que no has estado comiendo bien, ¿qué explicación tienes para eso? —Oh, es que... hemos tenido mucho trabajo desde que Lancelot se instaló en el hotel, así que no he tenido tiempo para comer... —¡Eres un tonto! —regañó Roger—. ¡¿Quieres que todo el mundo piense que te he estado esclavizando?! ¡¿Que no me importa que mis empleados mueran de hambre o de fiebre?! ¡¿Porqué no me dijiste que no te sentías bien?! ¡
Eran las cinco de la tarde cuando Roger se estacionó al costado de la acera, frente al complejo de apartamentos de Taylor. Le envió un texto a su celular, así que el joven salió de allí a los pocos minutos. Subió al coche y saludó de mala gana. —Hola, señor Croce —soltó. —Wow, luces muy emocionado —expresó con ironía—. ¿No habías esperado mucho por esta fecha? —Sí, pero tener que compartirlo con usted no es muy placentero que digamos. Es como si fuese un día más de trabajo —se quejó. —Deja de lloriquear y ponte el cinturón —gruñó Roger, en lo que Taylor obedeció sin chistar. Durante el trayecto, el silencio fue abismal. El joven no estaba particularmente entusiasmado por ver el partido con su jefe, ya que no lo consideraba alguien cercano. Había planificado ir al estadio con su primo Maximiliano, pero tuvo que ignorar esos planes para acatar los caprichos del CEO. ¿Porqué le había ordenado acompañarlo en primer lugar? ¿Porqué no fue con otras personas? ¿Acaso no tenía amigos? Ta