Taylor se alistó muy temprano en la mañana para presentarse en su nuevo trabajo. No estaba particularmente emocionado por ser el secretario de Roger, pero trató de ver el lado positivo de la situación y supuso que le vendría bastante bien conocer un poco sobre el manejo de un hotel. Quizás en el futuro, cuando herede Traveling, podría encargarse de levantar uno para que los viajeros se hospedaran allí.
Debía ganarse una buena impresión de su jefe nuevo y absorber toda la información conveniente. Se mentalizó que era una buena oportunidad para obtener experiencia, por lo tanto, se alentó a sí mismo mientras se colocaba el traje.
Taylor había aprendido a vestirse como un chico y a actuar como hombre, ha vivido como uno desde pequeño, así que no era un reto para él. Con las vendas bien puestas, nadie notaría que escondía un par de secretos.
Luego de pasar por su cafetería favorita, se dirigió a I'll Castello. Al llegar, se aproximó a la recepcionista, quien le indicó a qué piso debía subir para encontrar la oficina del CEO. Taylor tomó el elevador y se detuvo en el octavo piso. Las puertas se abrieron y se encontró con un hombre alto y de buen porte, traía puesto un traje oscuro, zapatos relucientes y su perfume se percibía incluso desde la distancia. Éste se hallaba sentado tras un escritorio, entonces Taylor caminó hasta él.
—Disculpe —soltó con amabilidad.
El hombre levantó la mirada de los papeles que lo mantenían concentrado y contempló al joven que tenía en frente.
—¿Tú eres...? —cuestionó, sin el más mínimo interés.
—Mi nombre es Taylor Bizzozzero, vine a presentarme en mi primer día como secretario personal del CEO Roger Croce —expuso educadamente.
Al oír su nombre, el hombre entornó los ojos y su desinterés se transformó en intriga.
—¿Taylor Bizzozzero... eres tú? —le apuntó con el bolígrafo que sostenía entre sus dedos.
—Así es.
—Vaya... he oído ese nombre tantas veces, pero es la primera vez que te veo en persona —el hombre se levantó y le extendió la mano—. Un placer conocerte, Taylor. Me llamo Josh Vargas y soy el Director de Operaciones, el segundo al mando de este hotel —expuso. Taylor dio un asentimiento con la cabeza y estrechó la mano de Josh—. Cabe destacar que no soy solo un director, sino un buen amigo de Roger. Puedes consultar conmigo cualquier duda que tengas.
—Se lo agradezco —expresó.
Josh no tenía reparos en observar a Taylor y realizaba extrañas muecas mientras lo miraba.
—¿Sucede algo? —preguntó Taylor, luego de notar los ojos inquietos de Josh.
—Oh, nada. Simplemente... creí que serías más mayor, pero eres muy joven. ¿Cuántos años tienes?
—Veintitrés —aseveró.
—¿En serio? —levantó ambas cejas—. Luces como de veinte. ¿Cuál es tu secreto? —Taylor dio un respingo ante aquella interrogativa tan repentina.
Ciertamente, Taylor se veía bastante joven a lo que sería un hombre normal de veintitrés. Esto se debía a que no era de estatura muy alta, su rostro era refinado, y aunque se esforzaba por que su voz sonara masculina, en realidad no era muy gruesa. Su pelo castaño claro estiraba a lo rubio y lo hacía lucir aún más angelical.
Además, sus ojos tenían el mismo color que el cielo y su mirada era suave, como la de un pequeño que apenas estaba comenzando a ver el mundo. A decir verdad, Taylor tenía muchos rasgos femeninos difíciles de esconder, pero el traje varonil, el cabello corto, su forma de caminar y de comportarse no dejaban lugar a dudas. Nadie se imaginaría que era una mujer la que se ocultaba debajo de toda esa fachada, simplemente verían a un joven tierno y bien trajeado.
—¿A-A qué te refieres? —Taylor carraspeó y desvió la vista. Josh se inclinó ligeramente hacia su rostro para escrutarlo más de cerca.
—Debes tener alguna poción mágica, ¿me das un poco de eso? —dijo en tono de broma.
—Ahm, no sé de qué me habla... —dio un paso hacia atrás y se acomodó la corbata.
—Josh —una voz masculina resonó entre las paredes, llamando la atención de ambos—. ¿Qué estás haciendo? No te veo trabajando.
Taylor dirigió la vista hacia la persona que salió del elevador. Lo miró con evidente asombro y su mandíbula cayó hasta el suelo. No podía creer que ese fuera Roger Croce, su nuevo jefe.
Pelo negro, ojos pardos y piel bronceada. Su físico era exuberante y su aspecto era imponente, daba pasos firmes con aires de inquebrantable seguridad y lo rodeaba una fragancia exquisita. Sin embargo, no fue esto lo que sorprendió a Taylor.
«Este hombre... ¡es el berrinchudo de la cafetería!» dijo para sus adentros.
—Roger, hasta que al fin llegas —comentó Josh—. Tu nuevo secretario está aquí.
—Qué bueno, porque hay mucho trabajo. Dale algo de esos papeles, que los revise y me entregue un informe antes del mediodía —Roger pasó de largo sin detenerse a saludar a Taylor y entró directamente a su oficina.
—Qué grosero. No entiendo porqué tiene ese mal genio siempre —escupió Josh mientras se masajeaba la sien—. Soy el único en todo el hotel que lo soporta.
Para Taylor no fue sorpresa el "recibimiento" por parte de su jefe, pues debido al incidente de la cafetería, ya sabía que tenía un horrible temperamento.
«¿Me habrá reconocido?» se preguntó a sí mismo, pero lo cierto es que Roger ni siquiera volteó a verlo.
—El escritorio que ves allí, es para ti —apuntó Josh—. Te ayudaré a encargarte de la tarea que te encomendó tu adorable jefe, así que no te preocupes por nada. Tienes cara de que eres muy inteligente, hacer el informe de todos esos papeles es pan comido.
Taylor se sintió aliviado, al menos alguien estaba dispuesto a guiarlo, ya que Roger no tenía ni la más mínima intención de hacerlo.
Luego de un par de horas de revisar gran cantidad de documentos, Taylor ingresó a la oficina de su jefe después de dar un par de golpes a la puerta, para entregar su trabajo terminado.
—Aquí está el informe que me pidió, señor —extendió la hoja hacia Roger.
Éste levantó la mirada y lo contempló con rareza. Al cabo de unos segundos, frunció el ceño y se puso de pie.
—¿Tú? —señaló de forma despectiva y con una expresión de disgusto—. ¿Qué estás haciendo aquí? —cuestionó con hostilidad.
A Taylor se le saltó una vena en la frente y respiró profundo pero con disimulo, procurando no exasperarse. Generalmente era muy paciente, pero ese tipo sí que le ponía de los nervios.
—¿Acaso me recuerda? —se atrevió a preguntar.
—Por supuesto que sí. Eres el rarito que me desafió en esa cafetería de cuarta y delante de todos —gruñó—. ¿A qué viniste a mi hotel? —se inclinó ligeramente en dirección al joven, quien lanzó un suspiro, contando hasta diez en su mente.
—Soy Taylor Bizzozzero, su nuevo secretario. Estoy aquí desde muy temprano, pero aparentemente ni siquiera se digna en conocer a sus empleados —respondió sin tapujos.
—¿Quién te crees que eres para decirme lo que debo hacer? —dijo en tono amenazante—. Aguarda, ¿has dicho "Taylor Bizzozzero"? —se tornó pensativo por un momento—. ¿Tú eres el heredero de Traveling?
—Así es.
Roger desató una corta risa irónica.
—Qué hilarante situación. El defensor de los débiles es mi subordinado ahora —le arrebató el papel que sostenía en sus manos y comenzó a leer el informe.
Para su sorpresa, el informe estaba perfectamente bien redactado, sin embargo, su orgullo no le permitiría realizar ninguna especie de halago al chico que lo dejó en ridículo.
—¿A esto llamas informe? —dio un manotazo al papel—. Esto es basura, hazlo de nuevo.
—¿Ni siquiera sabe reconocer un informe bien escrito? ¿Y se hace llamar "CEO"? —Taylor no temía al intento de intimidación de su jefe.
Roger lo escrutó irritado y arrugó la hoja que le había entregado el joven para luego tirarlo en un cesto de basura.
—Escúchame muy bien, pequeño Tay, te mencionaré un importante detalle —empezó a rodearlo con pasos lentos—. Si no deseas quedar como un payaso delante de tu abuelo, deberás acatar mis órdenes sin rechistar, pues si no lo haces, no nos entenderemos y me veré obligado a echarte de aquí —se detuvo hacia su costado y se dobló levemente en dirección al oído de Taylor. En voz baja, casi en susurros, procedió a seguir hablando—. Podrás ser el heredero de Traveling, pero en este hotel no eres más que un empleado. Soy tu superior y debes brindarme obediencia y respeto. ¿Lo has comprendido?
Taylor debió haberse enfadado por aquel ataque, pero no lo hizo. No prestó atención a sus palabras, sino al roce de su aliento. La voz de Roger le erizó la piel de un modo que no pudo descifrar, era una sensación completamente ajena, jamás se había sentido así.
Permaneció congelado por un par de segundos, hasta que reaccionó. Con la mano tapó su oído y retrocedió unos pasos para alejarse de su jefe.
Al notar el extraño comportamiento de Taylor, Roger lo miró con fastidio.
—Tch, ¿cuál es tu problema? —refunfuñó—. ¿Entiendes lo que te he dicho o no?
—¿Eh? Ah, s-sí, sí. Recibido y comprendido —la verdad es que no había captado nada.
Roger creyó que Taylor se enfurecería, sin embargo, éste se mantuvo tranquilo.
—Já. Estás inesperadamente calmado —comentó—. En fin, repite el informe y tráemelo de vuelta.
—Sí, señor.
Taylor se giró y caminó hacia la puerta con los pensamientos caotizados.
«¿Porqué me siento de esta forma? ¿Qué es esta sensación?» se preguntó mil veces en cuestión de segundos.
La realidad era que nunca había tenido a un hombre tan cerca. Debido a que ante la sociedad debía mostrarse como un chico, nunca pudo tener amoríos con nadie de su "mismo género", ya que eso se convertiría en un escándalo que mancharía la reputación de los Bizzozzero. Por lo tanto, tenía que mostrarse con alguna que otra chica para no levantar ninguna sospecha.
Con el único que logró una cercanía que nadie le pudo reprochar fue con su primo Maximiliano.
Taylor podía ser un joven muy listo, pero tenía algunos defectos. Uno de ellos se trataba de lo distraído que podía llegar a ser. Estaba tan inmerso en sus pensamientos, que al salir de la oficina, se tropezó con su propio pie y cayó al suelo. Lo malo fue que no cayó solo, sino que intentó sostenerse de una mujer que estaba a punto de entrar a la oficina y la llevó al piso consigo.
Roger escuchó el sonido y salió para mirar qué ocurría, en lo que vio a Taylor reposando encima de quien sería su hermana.
El CEO estalló en cólera y tomó a Taylor del traje, estirándolo hacia un lado para sacarlo de encima de la mujer.
—¡¿Qué crees que estás haciendo, cretino?! —vociferó.
—¡Cálmate, Roger! —exclamó ella.
Taylor la reconoció. Era la misma que acompañaba a su jefe en la cafetería aquella mañana.
—L-Lo siento mucho, señorita —expresó.
—Tranquilo, fue un accidente...
—¡¿Accidente?! ¡Estaba encima de ti! —manifestó Roger, completamente indignado—. ¡Fuera de aquí, estás despedido!
—¡DESPEDIDO! —exclamó Roger y su voz retumbó aquel lugar. —¿Qué? —Taylor no podía creérselo. ¿Lo despedirán por haberse tropezado? —¡Ya me oíste! ¡Lárgate! —recalcó. —¡Roger, tranquilízate! —intercedió la hermana, colocando las manos sobre sus hombros—. ¡Estás fuera de control! —¡Suéltame, Clarisse! —era el nombre de ella—. ¡No pienso tener ningún tipo de relación con este chico arrogante y acosador! —lo insultó, mientras lo señalaba con el dedo. —¿A-Acosador? —Taylor lanzó una corta risa colmada de indignación—. ¡Bien, perfecto! No es necesario que me despida, ¡yo mismo renuncio! —contar hasta diez ya no sirvió de nada, se le había acabado la paciencia y no toleraría que ese hombre lo acusara de tal bajeza. —¡Tú no renuncias, yo te despido! —Roger tenía la cara enrojecida debido a la cólera y le saltaban las venas en el cuello. —¡Pues renuncio aunque me despida! —gruñó Taylor, en lo que Josh se aproximó a él. —T-Tranquilo, Taylor. Nadie despedirá a nadie, por favor, no le haga
—Creí que no vendrías... —comentó Roger realizando un gesto de ironía, lo cual hizo que Taylor sintiera un poco de arrepentimiento por haber ido al restaurante en el que lo citó. «Yo tampoco tenía pensado venir, pero Max me convenció...» respondió para sus adentros. "Tú y yo hemos oído los mismos comentarios acerca de Roger Croce, así que podemos decir que es un hombre bastante prepotente y orgulloso. Por esa razón, es curioso que te llame después de haberte despedido. Deberías ir a su encuentro, probablemente se disculpe contigo. Después de todo, eres la futura heredera de una empresa multimillonaria, dudo que te deje ir así como así", fue el consejo que le dio su primo. —Me gustaría oír eso... —murmuró sin darse cuenta. —¿Qué? —Roger lo escuchó hablar, pero no logró comprenderlo. —Nada —aseveró—. Vayamos al punto, señor Croce. ¿Porqué quiso que viniera a este lugar? —¿Porqué no pides algo de comer primero? —apuntó a la carta. Taylor entornó los ojos y lo miró con recelo. —Est
—¿Qué... es este lugar? Taylor se quedó mirando las letras luminosas que formaban la palabra "Gazella" y que estaban ubicadas sobre la puerta del sitio al que lo llevó Josh. Lucía muy bien por fuera, pero tenía un mal presentimiento de lo que habría dentro. —Cuando entremos, te daré tu obsequio de bienvenida —señaló Josh con una sonrisa traviesa—. ¿Y tú qué haces aquí? Solo invité a Taylor, tú sales sobrando —bromeó a su amigo quien terminó siguiendo a ambos y colándose en los planes. —Sabía que harías algo estúpido, pero nunca me imaginé que traerías a Taylor a este lugar —espetó Roger con desagrado. —Soy consciente de que no te gusta venir aquí, así que puedes tomar el camino de regreso mientras que Taylor y yo nos divertimos —colocó el brazo alrededor del joven y lo forzó a caminar hacia la entrada. Roger frunció el ceño y decidió ingresar a aquel sitio. La preocupación se había instalado en su pecho, sentimiento que no experimentaría si se tratara de cualquier otro empleado, s
A primera hora de la mañana, Taylor subía al octavo piso a través del elevador. Al llegar, vio a Josh terminando una llamada. —Oh, Taylor —pronunció, guardando el móvil en el bolsillo delantero de su camisa y aproximándose a él. —Creí que no vendrías hoy —asumió el joven. —¿Porqué no habría de hacerlo? Ah, ¿lo dices por lo de ayer? —cuestionó, a lo que Taylor asintió con la cabeza—. No me quedé mucho tiempo —se encogió de hombros. —Supongo que eres más responsable de lo que pareces —opinó Taylor. —Por supuesto, no dejaría tirado el trabajo por una noche de placer, aunque suene muy tentador —expresó Josh—. Si no soy eficiente no me pagarán, y sin dinero no podré darme esos lujos —dijo, con una sonrisa pícara trazada en sus labios. —Tienes una gran motivación —replicó Taylor con ironía, acomodándose en su escritorio. —Ya que estás aquí, me iré a mi oficina —expuso, caminando hacia el elevador. —¿A tu oficina? —cuestionó Taylor, confundido—. ¿No trabajas en este piso? —No, no. Te
Al llegar a la recepción, Roger ubicó su mano en el hombro de Taylor. —Espera aquí un momento —ordenó, en lo que se encaminaba hacia el baño masculino. Mientras Taylor esperaba, se sumergió en sus pensamientos y dejó volar su imaginación. Se veía a sí mismo entrando al estadio deportivo para ver a Lancelot. Si no conseguía que el equipo se hospedara en I'll Castello, simplemente compraría el boleto para presenciar el gran partido. Sin embargo, sentía que sería más satisfactorio ganar la entrada mediante su propio esfuerzo. Además, el hecho de que Lancelot se alojara en el hotel en el que trabajaba, le daría oportunidades para pedir el autógrafo de todos los jugadores y hacer que firmaran su camiseta. Taylor se hallaba tan absorto que empezó a realizar algunos pasos de baile de victoria. Confiaba plenamente en su capacidad y sabía que, en efecto, lograría que su equipo favorito eligiera I'll Castello. Estaba a punto de hacer un giro para terminar su danza, cuando repentinamente coli
Tres días después, Taylor tenía lista la presentación de I'll Castello, así que se la entregó a Roger para que la leyera minuciosamente. El CEO esperaba encontrar algún error para echárselo en cara, pero no halló ninguno. Es más, le agradó el trabajo que había hecho, pero eso lo frustró ya que no tenía motivos para molestarlo. No lo halagó ni lo felicitó, lo único que hizo fue dar un asentimiento con la cabeza, lo cual fue señal de su aprobación. Cuando la fecha acordada llegó, fue Taylor quien se encargó de exponer la información acerca del hotel. Roger observó la presentación con el semblante inexpresivo, pero en el fondo, estaba impresionado por su elocuencia. El chico hablaba de I'll Castello como si lo conociera de toda la vida, y además, lo hacía con un entusiasmo cautivador, como si tuviera un vínculo especial con la empresa. Luego de realizarse la presentación de los cinco hoteles, el entrenador determinó que el ideal para los jugadores de Lancelot era I'll Castello. —Lo c
El cielo se había puesto nublado mientras jugaban, pero estaban tan concentrados que no lo notaron. De pronto, unas gotas de lluvia comenzaron a caer en picada, alertando a Roger y a Taylor. Ambos corrieron hacia la recepción de la cancha y permanecieron observando la calle. —Está lloviendo muy fuerte... —comentó Taylor. Roger lo miró de reojo y se mantuvo callado por un instante. Aún se sentía incómodo por la reciente sensación que experimentó al estar encima de su secretario, así que no quería tenerlo cerca en ese momento. —Me... iré a mi departamento para cambiarme de ropa, vete al hotel como puedas —impuso el CEO. —¿Qué? ¿No va a llevarme con usted? —cuestionó Taylor, perplejo. —¿No me oíste? Iré a mi departamento, ¿porqué te llevaría conmigo? —refunfuñó—. Por haberte seguido el juego, estoy todo sudoroso y sucio. Me cambiaré de ropa, no puedo presentarme de este modo en el hotel. Toma un taxi o algo. —Pero, señor Croce... —Te advierto que si no te encuentro en cuanto vuelv
Roger ingresó a la habitación, viendo a Taylor tendido en la camilla con la camisa arremangada y la vía del suero incrustada en su mano. —¡S-Señor Croce! —pronunció sorprendido e intentó incorporarse—. ¿Qué hace aquí? —¿Qué hago aquí? —dijo con ironía—. Yo te traje aquí, mocoso. ¿Tienes idea del mal momento que me has hecho pasar? —Ah... —aunque Taylor no tenía idea de cómo había llegado al hospital, se imaginó cualquier cosa, pero no que lo había llevado su propio jefe—. L-Lo siento, señor Croce. Nunca quise... —¿Sabes lo que me ha dicho el doctor? —habló por encima de él—. Que no has estado comiendo bien, ¿qué explicación tienes para eso? —Oh, es que... hemos tenido mucho trabajo desde que Lancelot se instaló en el hotel, así que no he tenido tiempo para comer... —¡Eres un tonto! —regañó Roger—. ¡¿Quieres que todo el mundo piense que te he estado esclavizando?! ¡¿Que no me importa que mis empleados mueran de hambre o de fiebre?! ¡¿Porqué no me dijiste que no te sentías bien?! ¡