Aquella mañana, varias personas fueron a ver a Taylor en el hospital. Familiares como Isaías, Clarisse y Héctor, y amigos como Josh y algunos empleados de I’ll Castello que apreciaban a la joven. Además, se apareció por allí Jerson Silva, el CEO del hotel Imperial. Las visitas llegaron unas tras otras y Roger se encargó de recibirlas, no podían entrar a la habitación todos a la vez, así que permanecieron fuera, esperando su turno y brindando apoyo a Nathaniel y a Maximiliano quien había dejado su cuarto para ver a su prima. Luego de un par de días, Taylor fue dada de alta, aunque debía usar el cabestrillo por cuatro semanas. Al salir del hospital, la llevaron a la casa en la que empezaría a vivir con Roger, en donde Nathaniel tuvo una plática muy seria con ella. No dejó que la policía se le acercara mientras se recuperaba, pero debía dar su declaración en la delegación acerca de lo que ocurrió en la bodega. Sin embargo, a Nathaniel le preocupaba que su nieta estuviese pasando por si
La familia Bizzozzero cortó lazos con Massimo y siguió adelante. El período de tristeza y angustia quedaron atrás, dando lugar a días alegres y pacíficos. Cierta tarde en la que Taylor acomodaba los utensilios en la cocina, empezó a sentir unas molestias, las cuales se convirtieron en contracciones. En ese instante, llamó a Roger quien se encontraba en el jardín y, apenas llegó hasta ella, un incómodo líquido comenzó a escurrirse entre las piernas de la joven. Rápidamente, el CEO la llevó al hospital, en donde fue recibida por las enfermeras. Había llamado a toda la familia y amigos para darles la noticia de que su prometida se hallaba en pleno trabajo de parto, por lo tanto, empezaron a llegar uno por uno. Mientras la familia esperaba afuera, Roger entró a la sala de parto para acompañar a Taylor en el momento más importante de sus vidas. Luego de varias horas de agonía, la muchacha pudo sostener a su hijo entre sus brazos. El CEO contempló conmovido la escena en que Taylor cargab
[Cinco años más tarde…] Cierta mañana de un día soleado, el timbre retumbó en la casa. Roger, quien estaba en el jardín, colocó la regadera en el suelo y se quitó los guantes de jardinería para dirigirse a la entrada. Abrió la puerta y vio a Nathaniel detrás del umbral. —¡Hola, Roger! —lo saludó con entusiasmo, para luego mirarlo con rareza—. ¿Qué es lo que traes en la cabeza? —Ah, ¿esto? —olvidó que se había colocado una pañoleta para que la tierra del jardín no ensuciara su pelo—. Solo… ignóralo, por favor —se lo sacó rápidamente, sintiéndose avergonzado, a lo que el abuelo se echó a reír. —¡No te agobies, te da un aspecto interesante! —se mofó e ingresó a la casa—. ¿Dónde está Taylor? —Está jugando con Aidan en el patio —expuso, guiando a Nathaniel hacia el lugar en el que se hallaba su nieta. —Necesito hablar con ella de un asunto muy importante. Por esa razón, decidí venir en persona en vez de marcarle al celular —manifestó. —Puedes venir cuando quieras, Taylor siempre se p
Era la primera vez que una mujer se hacía cargo de la agencia Traveling, pues todos los que habían asumido anteriormente la presidencia fueron hombres. Por esa razón, hubo quienes creyeron que la empresa iría a la ruina en poco tiempo, sin embargo, pasaba el tiempo y lo único que Traveling hacía era escalar cada vez más alto, cerrando las bocas de aquellos que se atrevieron a poner en duda la capacidad de su presidenta. Siendo madre, esposa y empresaria, Taylor se convirtió en una de las mujeres más influyentes del país. Un año más tarde, Taylor manejó Traveling en compañía de su primera hija, quien crecía en su barriga, y dos meses antes de que naciera, dejó la agencia a cargo de Maximiliano hasta que pudiera volver a retomar sus labores. En esta ocasión, fue su turno de elegir el nombre, por lo tanto, decidió llamarla Nadia. Nadia Croce. Aidan y Nadia compartían bastante y su amor fraternal era inmenso, aunque, a medida que iban creciendo, se distanciaban poco a poco debido a su
—Es un varón —Massimo dio la noticia a su padre, luego de que a su esposa le practicaran una ecografía para conocer el género del bebé. Nathaniel Bizzozzero, el futuro abuelo paterno, se levantó de su asiento y se acercó a Massimo con una radiante sonrisa. Lo rodeó con los brazos y dio unas palmadas a su espalda. —Lo hiciste, hijo. Finalmente tendrás a tu primogénito, un varón —celebró. Massimo se esforzó por lucir contento y no alarmar a su padre. Correspondió a su abrazo y agradeció que estuviera presente, aunque en realidad se sintiera inquieto. La idea inicial era que Massimo fuera al hospital junto con su esposa, nadie más que ellos dos solos. Sin embargo, recibieron la inesperada visita de Nathaniel y no pudieron evitar que quisiera acompañarlos. De todas formas, no había manera de escapar. Iba a tener que informárselo tarde o temprano. —A partir de ahora, la vida será muy diferente para ti —agregó Nathaniel, separándose de su hijo para mirarlo de frente—. Te convertirás en
Luego de vestir uno de sus elegantes trajes, Taylor se dirigió a su cafetería favorita, pero como se había levantado un poco más tarde de lo habitual, se encontró con el sitio repleto de personas. Por lo tanto, decidió ir a otra. Todos los lugares que frecuentaba eran ostentosos. Massimo, su padre, le enseñó que una persona de su estatus debía actuar de acorde a su nivel y mantener su reputación intacta. Al llegar, bajó de su costoso auto gris e ingresó a la cafetería. Se acomodó en una de las mesas y realizó su orden. Tras unos minutos, la mesera regresó con su café expresso cubierto de una crema espesa y dorada. Taylor levantó la taza y la aproximó a su olfato para percibir su aroma, no era el expresso que acostumbraba beber, pero sabía bien de todos modos. Se relajaba mientras leía una revista, pero aquella tranquilidad se esfumaría al oír la pataleta de quien parecía ser un hombre adulto. —¡Argh! ¿Qué es esto? —vociferó, llamando la atención de los que se hallaban a su alrededor
Taylor se alistó muy temprano en la mañana para presentarse en su nuevo trabajo. No estaba particularmente emocionado por ser el secretario de Roger, pero trató de ver el lado positivo de la situación y supuso que le vendría bastante bien conocer un poco sobre el manejo de un hotel. Quizás en el futuro, cuando herede Traveling, podría encargarse de levantar uno para que los viajeros se hospedaran allí. Debía ganarse una buena impresión de su jefe nuevo y absorber toda la información conveniente. Se mentalizó que era una buena oportunidad para obtener experiencia, por lo tanto, se alentó a sí mismo mientras se colocaba el traje. Taylor había aprendido a vestirse como un chico y a actuar como hombre, ha vivido como uno desde pequeño, así que no era un reto para él. Con las vendas bien puestas, nadie notaría que escondía un par de secretos. Luego de pasar por su cafetería favorita, se dirigió a I'll Castello. Al llegar, se aproximó a la recepcionista, quien le indicó a qué piso debía s
—¡DESPEDIDO! —exclamó Roger y su voz retumbó aquel lugar. —¿Qué? —Taylor no podía creérselo. ¿Lo despedirán por haberse tropezado? —¡Ya me oíste! ¡Lárgate! —recalcó. —¡Roger, tranquilízate! —intercedió la hermana, colocando las manos sobre sus hombros—. ¡Estás fuera de control! —¡Suéltame, Clarisse! —era el nombre de ella—. ¡No pienso tener ningún tipo de relación con este chico arrogante y acosador! —lo insultó, mientras lo señalaba con el dedo. —¿A-Acosador? —Taylor lanzó una corta risa colmada de indignación—. ¡Bien, perfecto! No es necesario que me despida, ¡yo mismo renuncio! —contar hasta diez ya no sirvió de nada, se le había acabado la paciencia y no toleraría que ese hombre lo acusara de tal bajeza. —¡Tú no renuncias, yo te despido! —Roger tenía la cara enrojecida debido a la cólera y le saltaban las venas en el cuello. —¡Pues renuncio aunque me despida! —gruñó Taylor, en lo que Josh se aproximó a él. —T-Tranquilo, Taylor. Nadie despedirá a nadie, por favor, no le haga