—Wow… —luego de que Taylor cruzara el umbral, se dispuso a observar cada rincón de la casa a la que Roger la había llevado. —¿Te gusta? —preguntó él, siguiendo sus pasos. —Está hermosa, pero te confieso que pensé que viviríamos en tu departamento —acotó. —Ese departamento es pequeño para nosotros. —Eso no es verdad. Esta casa es muy grande solo para nosotros dos —comentó la joven. —No seremos solo nosotros dos —refutó, aproximándose a ella—. Seremos tres y estoy seguro de que nuestra familia tendrá nuevos miembros más adelante —insinuó con una sonrisa juguetona—. Los ni-ños necesitan mucho espacio para crecer apropiadamente. —¡Oye! ¡Dame un respiro! —Taylor soltó una risita tímida, pero le encantaba el hecho de que Roger se imaginara un futuro con ella. —Si crees que esta casa no es la adecuada, buscaremos otras opciones. Compraré la que tú escojas —señaló el CEO. —Cualquier lugar será un paraíso siempre y cuando sea contigo —coqueteó la muchacha, ofreciéndole una sonrisa travi
Taylor terminaba de limpiar cuando su celular comenzó a sonar. —¡Hola! ¿Cómo te fue con el cliente? —contestó la llamada que fue realizada por Roger. —Hemos acabado ahora, me llevó más tiempo de lo esperado —suspiró—. ¿Estás en la casa? ¿No ha ocurrido nada extraño? —Todo está muy bien por aquí —alegó ella. —En unos minutos estaré contigo, aguarda un poco —agregó. —No te preocupes por mí, conduce con cuidado —señaló con ternura, para luego colgar. Mientras ordenaba los últimos detalles de la sala, el móvil resonó de nuevo. Al ver que se trataba de su primo, contestó encantada. —¡Hola, Max! ¿Ya saliste de la agencia? Cierto silencio sepulcral se hizo presente antes de escuchar la voz de su padre. —Hola, Taylor —saludó con calma—. Ha pasado tiempo desde la última vez que te oí hablar. El corazón de la joven se encogió y se le congeló la sangre. —¿Qué haces con el celular de Maximiliano? ¿Dónde está él? —cuestionó, despavorida. Sabía que Massimo tenía intenciones de matarlo y n
Taylor lo escrutó con el semblante serio, sin realizar ninguna mueca. Esta era la primera vez que Massimo se expresaba a ella como lo que era, una chica. —Me duele que nuestra relación se haya deteriorado de esta manera —agregó él de repente—. No quería que el mundo que había creado para nosotros terminara de una forma tan lamentable. —Asesinaste a muchas personas, ¿cómo esperabas que acabara? ¿Pensaste que quedarías impune? —Lo hice por tu bien —acotó con convicción. —Deja de usarme como el motivo de tus crímenes —declaró Taylor. —Esas personas querían utilizarte para sacarme dinero, tú no les importabas. ¿Olvidas lo que pasó con Berenice? Intentó chantajearme, deseaba que te entregara a ella a toda costa o revelaría ante el país entero tu secreto. —¿Pretendes que esté de acuerdo con que la hayas asesinado? —preguntó, indignada. —No es necesario, y tampoco busco que comprendas mis razones. Pero, al menos, recuerda la lección que te dará tu padre en este momento. Cuando hay dine
Luego de recibir la llamada de Roger, la policía se encaminó a la ubicación que éste les había enviado. Aunque la policía le advirtió que esperara noticias, el CEO no pretendía quedarse en su casa de brazos cruzados. Por lo tanto, se dirigió al sitio por su cuenta. Los oficiales fueron al lugar junto con un par de ambulancias en caso de que hubiera heridos y, en cuanto llegaron, rodearon la bodega y analizaron lo que estaba ocurriendo en cuestión de minutos. Un rato después, llegó Roger, quien bajó de su auto y corrió en dirección a la bodega, pero uno de los policías lo detuvo colocándose frente a él. —¡Alto! No puede pasar —impuso. —¡Mi prometida está dentro con un asesino, y está embarazada! ¡¿Qué es lo que esperan para entrar?! —refunfuñó. —Manténgase alejado, es peligroso actuar precipitadamente. —Massimo Bizzozzero, lo tenemos rodeado. Salga con las manos en alto inmediatamente —el policía que estaba a cargo de manejar la situación hizo el anuncio utilizando un megáfono. —¡
Aquella mañana, varias personas fueron a ver a Taylor en el hospital. Familiares como Isaías, Clarisse y Héctor, y amigos como Josh y algunos empleados de I’ll Castello que apreciaban a la joven. Además, se apareció por allí Jerson Silva, el CEO del hotel Imperial. Las visitas llegaron unas tras otras y Roger se encargó de recibirlas, no podían entrar a la habitación todos a la vez, así que permanecieron fuera, esperando su turno y brindando apoyo a Nathaniel y a Maximiliano quien había dejado su cuarto para ver a su prima. Luego de un par de días, Taylor fue dada de alta, aunque debía usar el cabestrillo por cuatro semanas. Al salir del hospital, la llevaron a la casa en la que empezaría a vivir con Roger, en donde Nathaniel tuvo una plática muy seria con ella. No dejó que la policía se le acercara mientras se recuperaba, pero debía dar su declaración en la delegación acerca de lo que ocurrió en la bodega. Sin embargo, a Nathaniel le preocupaba que su nieta estuviese pasando por si
La familia Bizzozzero cortó lazos con Massimo y siguió adelante. El período de tristeza y angustia quedaron atrás, dando lugar a días alegres y pacíficos. Cierta tarde en la que Taylor acomodaba los utensilios en la cocina, empezó a sentir unas molestias, las cuales se convirtieron en contracciones. En ese instante, llamó a Roger quien se encontraba en el jardín y, apenas llegó hasta ella, un incómodo líquido comenzó a escurrirse entre las piernas de la joven. Rápidamente, el CEO la llevó al hospital, en donde fue recibida por las enfermeras. Había llamado a toda la familia y amigos para darles la noticia de que su prometida se hallaba en pleno trabajo de parto, por lo tanto, empezaron a llegar uno por uno. Mientras la familia esperaba afuera, Roger entró a la sala de parto para acompañar a Taylor en el momento más importante de sus vidas. Luego de varias horas de agonía, la muchacha pudo sostener a su hijo entre sus brazos. El CEO contempló conmovido la escena en que Taylor cargab
[Cinco años más tarde…] Cierta mañana de un día soleado, el timbre retumbó en la casa. Roger, quien estaba en el jardín, colocó la regadera en el suelo y se quitó los guantes de jardinería para dirigirse a la entrada. Abrió la puerta y vio a Nathaniel detrás del umbral. —¡Hola, Roger! —lo saludó con entusiasmo, para luego mirarlo con rareza—. ¿Qué es lo que traes en la cabeza? —Ah, ¿esto? —olvidó que se había colocado una pañoleta para que la tierra del jardín no ensuciara su pelo—. Solo… ignóralo, por favor —se lo sacó rápidamente, sintiéndose avergonzado, a lo que el abuelo se echó a reír. —¡No te agobies, te da un aspecto interesante! —se mofó e ingresó a la casa—. ¿Dónde está Taylor? —Está jugando con Aidan en el patio —expuso, guiando a Nathaniel hacia el lugar en el que se hallaba su nieta. —Necesito hablar con ella de un asunto muy importante. Por esa razón, decidí venir en persona en vez de marcarle al celular —manifestó. —Puedes venir cuando quieras, Taylor siempre se p
Era la primera vez que una mujer se hacía cargo de la agencia Traveling, pues todos los que habían asumido anteriormente la presidencia fueron hombres. Por esa razón, hubo quienes creyeron que la empresa iría a la ruina en poco tiempo, sin embargo, pasaba el tiempo y lo único que Traveling hacía era escalar cada vez más alto, cerrando las bocas de aquellos que se atrevieron a poner en duda la capacidad de su presidenta. Siendo madre, esposa y empresaria, Taylor se convirtió en una de las mujeres más influyentes del país. Un año más tarde, Taylor manejó Traveling en compañía de su primera hija, quien crecía en su barriga, y dos meses antes de que naciera, dejó la agencia a cargo de Maximiliano hasta que pudiera volver a retomar sus labores. En esta ocasión, fue su turno de elegir el nombre, por lo tanto, decidió llamarla Nadia. Nadia Croce. Aidan y Nadia compartían bastante y su amor fraternal era inmenso, aunque, a medida que iban creciendo, se distanciaban poco a poco debido a su