282. HISTORIAS DE HERMANOS

Ariel sonrió al ver con la seriedad con la que le hablaba su amigo. Se conocían desde niños y podía decir cuándo hablaba con el corazón.  

—De acuerdo, me basta con eso —aceptó Ariel—. Y una última cosa: olvídate de que existen otras mujeres en el mundo, así que antes de que ella revise tu teléfono, borra tu lista de emergencias.  

—¡Cierto, cierto! Gracias, mi amigo. —Y saca el teléfono y borra todo lo que tenía de otras mujeres, hasta que se da por vencido y lo apaga. Vio que seguían entrando unos cuantos mensajes de diferentes mujeres—. Mejor elimino este teléfono; me quedaré con el número del trabajo que tú conoces.  

—Muy inteligente de tu parte —estuvo de acuerdo Ariel—. Y cuéntale a Clavel toda tu vida. Toda, Félix, así nada la tomará p
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