GINA.
Entro a mi departamento molesta, cerrando la puerta de golpe, yendo directo a la encimera de mi cocina, apoyando mis codos en ella, para ocultar mi rostro lleno de frustración al no poder conseguir un p*t* empleo que me ayude a seguir con mi independencia, y más aún cuando me encuentro en una ciudad alejada de mis familiares, acompañada solo por una amiga que me recibió hace un mes en su departamento, y ya han pasado dos meses desde que comencé a vivir sola prestando dinero a varias personas para poder solventar los gastos de comida. — ¿Qué hago? —susurro, y le marco a mi amiga Jenny, buscando ayuda de su parte. — Hola, mi chica —saluda animada con su voz un poco distorsionada por la música que se escucha de fondo—. ¿Celebramos hoy tu nuevo empleo? Camino hacia la nevera abriendo el refrigerador sacando mi pote de helado. — Malas noticias… —le respondo buscando un envase, y seguido de servir una porción grande de helado en una taza, coloco el celular en voz alta para poder comer tranquila—. Al parecer me maldijo el CEO —bromeo desanimada—. Desde que me rechazaron mi primera oportunidad laboral, todos los demás me han botado como un saco de patatas. — Debes ir a su casa e incendiarla para acabar con la maldi… —se ríe sin terminar de hablar, escuchando cómo conversa con otra persona. — ¿Hablamos luego? —le pregunto yendo a mi habitación, con mi porción de helado. —¡Espera, espera! —me detiene—. Puedo ofrecerte un empleo, que puede salvarte. — ¡Me lo hubieras dicho antes! —comento animada, sentándome en la cama. — Dame un minuto... La escucho conversar con algunas personas, hasta que el ruido a su alrededor desaparece. — ¿Sigues ahí? —dice mi amiga. — ¡Sí! Dime, por favor —respondo emocionada, dejando mi taza a un lado para no desparramar mi helado en la cama. — Sabes que para mí tampoco fue fácil surgir en esta ciudad… — ¡Al punto, Jenny! —digo desesperada. — Ya, ya, ya… —continúa—. Te ofrezco empleo como dama de compañía. — ¿Cómo? —pregunto, aunque le haya entendido, y mi sonrisa desaparezca. — Sí, es algo súper fácil, nosotros nos encargamos de todo y tú solamente… —Lo sé, lo sé... yo lo siento, Jenny… No es lo mío —comento agarrando mi envase y tomando una gran cucharada llevándola a mi boca. — Solo piénsalo. — No… — Piénsalo —dice, y me cuelga. — Estoy perdida —cierro mis ojos angustiosa. Me acurruco en la cama, cubriéndome con la cobija, colocando en mi celular una serie de drama para darle más a mi desastrosa vida. JHARED Mi secretaria, Laura, desliza sus dedos por mis hombros realizando masajes tratando de quitar la tensión de mis hombros. Luego sus manos descienden a mi camisa desabotonando el primer botón, y levanto mi mano deteniéndola. — No. — Pero Jhared… —ella se cruza de brazos molesta. — No digas mi nombre como si fuéramos amigos —le comento molesto. — Disculpe, Señor —ella se aparta, y en ese momento tocan la puerta, haciendo que ella se aleje para recibir a nuestro invitado. Observo mi laptop, sin prestarle atención, pues Laura solo es alguien que quiere meterse en mi cama, buscando algo más que sexo. Es algo que me beneficia, pero es mejor no atraer más problemas. — ¡Mi sugar! Escucho la voz de mi amigo, y suspiro levantando mi mirada aburrido, viendo cómo se acerca con dos vasos de café. — ¿Qué le hiciste a mi pequeña Laura? —pregunta dejando un vaso frente a mí— no quiso darse unos besos en el baño. — ¿Qué sucede? —pregunto ignorando su pregunta sin importancia. — No te interesan los sentimientos de tu amigo, solo me usas, perro —dice colocando una mano en su pecho, fingiendo dolor, y al ver mi cara sin emoción continúa—. Sabes, te recomendaré una agencia de finales felices para que te quiten esa cara que tienes. — Tengo muchas cosas que hacer. Luego conversamos de banalidades —le respondo concentrándome en mi trabajo. — No traje mi uniforme, pero tengo buenas noticias… Lo miro exaltado, sintiendo mi pecho aliviarse al escuchar sus palabras. — ¿La encontraron? —pregunto tragando un nudo en mi garganta. — Eh… —sonríe incómodo— no, pero encontramos rastros de más objetos río abajo… lo siento. — Está bien —me levanto acomodando mi corbata— ¿Vamos por unos tragos? — Está claro que solo me usas… —broma de nuevo mientras salimos de mi despacho. — ¿Cuánto tiempo piensas mantenerlo sin asistente? —bromea Joe riendo junto a Laura, quienes al percatarse de nosotros se tensan mirando asombrados. — Sr. Rogers… — Laura —comienzo a hablar molesto— estás… — ¡No! No es lo que piensa —se acerca rápido hacia nosotros sonriendo nerviosa—, ninguna de las chicas que ha venido tiene la experiencia adecuada. ¿¡Recuerda aquella chica del vestido negro!? —se ríe nerviosa— Nada de experiencia laboral, y solo me preguntaba por su vida amorosa… Frunzo mi ceño buscando en mi memoria, y rápidamente encuentro esos enormes ojos marrones que me miraron asombrados con sus mejillas sonrosadas. — No vuelvas a tomar decisiones por mí. — ¿Quiere que vuelva a llamar a las personas…? — No. Descartalas. Ella asiente tratando de ocultar su sonrisa, y presiono el botón del ascensor para girarme de nuevo hacia ellos. — Consigue una asistente, antes de que acabe la semana, y otra que ocupe tu puesto. Tienes un mes para marcharte. Termino de hablar, entrando al ascensor ignorando cualquier queja de su parte, y Bram me mira asombrado. — ¿No crees que te sobrepasaste? —pregunta al cerrarse las puertas del ascensor. — Le di un mes, ¿qué más compasivo puedo ser? —le respondo mientras salimos del elevador. — Pero… — ¿Si un policía te oculta una evidencia? ¿Qué harías? —le pregunto, deteniendome, viendo cómo mi amigo se queda callado— eso pensé. GINA. — M****a, m****a, m****a… —miro el mensaje de mi amiga en el celular sobre el contrato de ser una chica de compañía. Me encuentro en una posición tan desesperada que, por conseguir algo de dinero, me he vestido hace unas horas intentando aceptar la proposición de Jenny. Hoy se vence otra fecha de alquiler, y aún no consigo ningún empleo, por lo cual me encuentro con la cabeza quemada tratando de buscar alguna solución. Como si la invocara, mi amiga empieza a llamarme y dejo que repique por algunos segundos mientras camino de un lado al otro de la habitación, hasta tomar rápido el celular y contestar. — ¡Acepto!GINA. Mi amiga chilla emocionada, y aparto el celular por unos segundos para luego colocarlo de nuevo. — Estoy nerviosa —le comento— yo no… — Tranquila, este cliente que te he asignado, lo conozco. Confiable y guapo —me anima, y me quedo callada pensando en todas las cosas malas que pueden pasar. — ¿Te has acostado…? —pregunto frunciendo el ceño al imaginar follarme a un chico que ha estado con mi amiga. — No, para mi desgracia —dice actuando un falso llanto— inténtalo un día, sal de apuros, no creo que el señor Martín quiera esperar más tiempo por el dinero del alquiler. Me quedo unos minutos en silencio, y luego suspiro asintiendo como una tonta, como si ella pudiera verme. — Está bien, ¿dónde está la dirección? — Uno de mis chicos te pasará buscando en unos cinco minutos. Él se encargará de ser transporte. —escucho la voz de mi amiga alegre por mi decisión. — Buen servicio —rio nerviosa, caminando hacia la puerta de la entrada, y justo en ese momento tocan el t
GINA.— ¿Cómo? —le pregunto a mi amiga Jenny mientras salgo con la toalla alrededor de mi torso y el celular en altavoz.— ¡Sí! No fue un desastre, lo hice pagar por la gran mamada que le diste —bromea, y la ignoro secando mi cabello con otra toalla, sintiendo mis mejillas arder al recordar a Jhared—, pero la otra buena noticia es… — No quiero más trabajos, iré a buscar más opciones de empleo —la corto sin darle tiempo de animarme a tomar otro cliente.— ¡Oh, vamos! El hombre está dispuesto a pagar el doble por tus servicios —interviene chillando, emocionada.— No quiero involucrarme con otra persona, esto no es lo mío —le comento buscando mi ropa interior.— ¡Pero es el mismo hombre de ayer! Si funcionó, no terminar tu trabajo —bromea de nuevo.— ¿Cómo? —me detengo agarrando el celular, quitando el altavoz, sintiendo mi corazón acelerarse—. ¿Te llamó de nuevo Jhared? —le pregunto, sentándome en la cama, mordiendo mi labio inferior, nerviosa al recordar a aquel hombre sin camisa, y s
GINA.Caemos desnudos en su cama con la respiración acelerada, al terminar una segunda ronda de buen sexo. Nunca me había sentido tan satisfecha con alguien. Su manera de mirarme y tocarme me hacen sentir la mujer más deseada del planeta. Su mano se mueve encima de mi vientre, erizando mi piel, y continúa su camino hasta mi rostro, acariciando mi labio inferior con su pulgar. Lo miro lamiendo mis labios, deseosa de volver a probar los suyos, y él se da cuenta, pues me sonríe con picardía.— Sé solo mía, Gina —vuelve a decir aquellas palabras en una súplica, y le sonrío como una tonta mordiendo mi labio inferior.— Jhared—susurro su nombre, feliz de que sienta las mismas emociones que siento al verlo, pero las dudas golpean mi cabeza al recordar cómo nos conocimos —pero... — Te pagaré por cada noche que nos encontremos para darnos placer. —Me corta, y al escuchar sus palabras, es como si recibiera un balde de agua fría. ¿Qué esperabas, Gina? ¿Qué te bajará la luna porque le abriste
JHARED Al pasar unos pocos días, me reúno con mi amigo Bram en la cafetería. Un lugar que se ha vuelto tradición, y más aún cuando me he dado cuenta de que hablar con él me ayuda a no sentirme tan ansioso al no encontrar solución del caso de mi esposa.— Bien, está bien —deja de beber su café soltando un suspiro—, mis hombres están realizando la última búsqueda río abajo...— Está bien, ¿qué han encontrado? —le pregunto ansioso, apretando un poco el vaso en mi mano. — Nada. Mi superior quiere dar el caso por per...— Prometiste que la encontrarías —le espeto furioso golpeando el vaso contra la mesa.— Jhared—me reprende, y aprieto los dientes tratando de controlar mi molestia, que es más dirigida hacia mí que a él.— Lo siento, yo... —suspiro pasando las manos por mi cabello— necesito...— Lo sé, hermano —palmea mi hombro—, sabes que trataré de hacer todo lo posible para encontrarla...Asiento, cerrando mis ojos por unos segundos, recordando otro de aquellos días antes de que las pe
GINA.Mi pecho se hincha de alegría al verlo, y mi rostro babea al notar su pecho descubierto como todo un dios griego. Atraída por su asombroso físico, me acerco un paso hacia él sin importarme nadie más, hasta que sale de su oficina una despampanante rubia, limpiando su labial rojo corrido por su barbilla, mientras se acerca con pasos seductores, levantando con pereza su otra mano intentando ocultar sus grandes atributos que sostiene su pequeño sujetador.— Y una mierda —suelto molesta, arrepintiéndome de haber venido.Vuelvo furiosa entrando al ascensor presionando el botón del primer piso, y giro para ver su rostro, fruncir el ceño, y seguir mi mirada hacia la chica que coloca su mano en su hombro diciéndole algunas palabras que no logro escuchar, y cuando va a mirarme de nuevo, las puertas se cierran.— Te odio, Jhared Rogers —lo maldigo, frustrada, pasando las manos por mi cabello, y a los segundos, las puertas del ascensor se abren, y me encuentro de frente a Bram, quien me obs
Jhared. Al llegar frente al hospital, luego de ser avisado por mi amigo. Me apoyo contra el capo de mi auto, cruzando los brazos sobre mi pecho sin apartar la mirada de la entrada, esperando que salgan y poder aclarar algunas cosas con Gina al verla salir tan enojada de la empresa. Al pasar varios minutos, por el rabillo del ojo noto a alguien acercarse a mí, y al mirar por completo, noto cómo mi amigo Bram se acerca con sus manos levantadas como si estuviera a punto de arrestarle.— Bram, ¿dónde está...? —le pregunto mirando detrás de él, levantándome, yendo a su encuentro esperando que aparezca, pero nadie más le sigue.— Tranquilo, amigo —me palmea el hombro, y seguido coloca sus manos dentro del bolsillo de sus pantalones, mirando a un lado, transmitiendo su incomodidad—. Ella no quiere verte.— ¿Qué? —frunzo mi ceño confundido. — Pero… ¿por qué? ¿Por los guardias? Quizás me pasé un poco, pero necesitaba hablar con ella… sabes qué de las discusiones… —me detengo al notar hacia d
GINA.— Bueno, y así fue como terminé de puta.Le suelto toda mi breve historia a Adam, el bartender, quien me observa asombrado mientras mi risa suena estruendosa, por el alcohol que está haciendo su asombroso efecto de la honestidad y la “personalidad oculta” frente a varias personas.— ¡Pero calma, calma! —levanto las manos, para aclarar algunos argumentos—. Solo he estado con uno, así que soy pésima hasta en este trabajo —vuelvo a reírme escuchando cómo mis nuevos amigos de tragos se ríen junto a mí.— Vamos, pero el tipo tiene mucha plata. Si no estuviera encabronada, le pediría empleo a tu amiga —comenta la chica rubia a mi costado junto a su pareja, un moreno superalto. — ¡No! —niego, bebiendo un trago de mi vaso—. No te lo recomiendo.— Pero, ¿te gustó o no? —se cruza de brazos, sintiendo la mirada de los demás a la espera de una respuesta.— Sí, él es... —muerdo mi labio recordando su cuerpo, y la forma de tocarme. — Ardiente —bromea su esposo.— Si lo es —asiento, colocand
GINA. Agarro su mano apretándola fuerte para perder el miedo, guiándolo hacia la entrada, viendo por unos segundos el rostro molesto de Jhared mientras tira el cigarrillo al suelo presionando con su zapato, y sonrío triunfal mordiendo mi labio inferior para ocultar mi alegría. Al adentrarnos en el ascensor, mi celular repica con un nuevo mensaje y lo deslizo para leerlo, emocionada por mi venganza, notando cómo Adam apoya su mano en mi cadera acariciándola con su pulgar. Mensaje: Espero que te diviertas, pero no creo que él sea tan bueno como yo. Cuidado, lo llamas por mi nombre ;). Molesta por su mensaje, tecleo rápido para responderle, pero Adam me quita el celular levantándolo en alto para que no logre alcanzarlo. —¡Oye! —lo miro frunciendo el ceño. — Mejor mándale una foto, así se arrepentirá de haberte rechazado —me entrega de nuevo el celular y lo tomo asintiendo dudosa, pues aún no he decidido si quiero acostarme con Adam o cómo se llame. Salimos del ascensor yendo directo