CAPÍTULO 7

GINA.

Mi pecho se hincha de alegría al verlo, y mi rostro babea al notar su pecho descubierto como todo un dios griego. Atraída por su asombroso físico, me acerco un paso hacia él sin importarme nadie más, hasta que sale de su oficina una despampanante rubia, limpiando su labial rojo corrido por su barbilla, mientras se acerca con pasos seductores, levantando con pereza su otra mano intentando ocultar sus grandes atributos que sostiene su pequeño sujetador.

— Y una m****a —suelto molesta, arrepintiéndome de haber venido.

Vuelvo furiosa entrando al ascensor presionando el botón del primer piso, y giro para ver su rostro, fruncir el ceño, y seguir mi mirada hacia la chica que coloca su mano en su hombro diciéndole algunas palabras que no logro escuchar, y cuando va a mirarme de nuevo, las puertas se cierran.

— Te odio, Jhared Rogers —lo maldigo, frustrada, pasando las manos por mi cabello, y a los segundos, las puertas del ascensor se abren, y me encuentro de frente a Bram, quien me observa asombrado, admirando mi cuerpo lentamente de pies a cabeza.

— ¡Santo cielo, señorita! —comenta soltando un silbido, y le regalo una sonrisa forzada, saliendo del ascensor, esquivándolo en mi paso para huir lo más rápido posible de aquí.

— Hola, gracias. Chao. —le comento sin mirarlo, pero volteo para ver al chico de recepción sonreírme divertido, y le saco el dedo del medio, causando que suelte una gran carcajada y comience a lanzarme besos.

— Todos en esta empresa están desquiciados —murmuro enfurruñada.

— ¡Gina! —escucho la voz de Bram, pero lo ignoro continuando mi camino, el cual se me hace eterno.

— Gina, espera.

Mi cuerpo reacciona ante la nueva voz, volteando por unos segundos para verlo salir del ascensor con su ropa mejor ubicada, y al recordar con quién se encontraba, me alejo furiosa girando de nuevo, queriendo huir lo más rápido que pueda, pero es algo imposible, pues dos guardias enormes se atraviesan en mi camino antes de que pueda salir del edificio.

— Permiso, por favor—les comento tratando de esquivarlos, pero ellos tratan de agarrarme causando que mi piel se erice como la de un gato— No se atrevan a tocarme.

— Lo siento, tenemos órdenes de no dejarla ir.

— Mire, no tengo mucha paciencia en estos momentos… —uno de ellos estira su mano para intentar agarrarme, pero lo esquivo dando un paso hacia atrás— ¡No me toques! ¡Me importa un pepino las órdenes! ¡Quítense! 

— Gina… —Una mano toca mi cadera, y llena de nervios volteo soltando un puñete en el rostro a un hombre que da un traspié mirándome asombrado— Jhared —gimo observando su rostro arrugado por el impacto, y a los pocos segundos me uno al sufrimiento al experimentar un fuerte dolor en mi mano, la cual cubro con la otra ocultándolas entre mis muslos inclinándome por el dolor.

— ¿Estás bien? —escucho de nuevo su voz preocupada, sintiendo cómo posa su enorme palma en mi hombro, y levanto la vista viendo su mejilla hinchada con un enorme círculo de color rojo vivo.

— Perdón —comento avergonzada, sintiéndome peor— yo no quería…

— ¡Qué buen derechazo! o izquierdazo —bromea Bram acercándose a nosotros imitando un golpe en el aire.

Trato de sonreír por su intervención al intentar aligerar el ambiente, pero el dolor hace que muerda mi labio inferior, y Jhared al notarlo se acerca preocupado, tomando mi mano entre las suyas, inspeccionando mis dedos hinchados.

— Ven, te llevaré al médico —comenta colocando una mano en mi cintura, erizando mi piel por su cercanía, y miro sus penetrantes ojos verdes, observándome con preocupación.

— Yo…

— Si estorbo, díganme —bromea Bram, y lo miro notando detrás de él cómo la chica rubia sale del ascensor acomodando su cabello, y refrescando mi memoria, me aparto de golpe de Jhared, fulminando con la mirada.

— Puedo irme sola, creo que tienes algunos asuntos que atender —le comento sonriendo sarcástica, viendo cómo él también gira el rostro viendo a la rubia— y no quiero que me lleves a ningún lado —volteo enojada alejándome unos pasos, viendo cómo los guardias vuelven a atravesarse impidiendo el paso.

— Señorita…

— ¡Dios! Quítense de mi camino —digo casi que gruñéndoles—. Juro que uno terminará sin un ojo… —comento notando cómo ellos asienten a alguien detrás de mí, y siento de nuevo una mano en mi hombro dándole un suave apretón—. Quita tu mano o ¿quieres otro golpe? 

— Soy Bram. 

Vuelvo asombrada, viendo que efectivamente no es la persona que esperaba. Busco alrededor a Jhared, viendo cómo se encuentra en recepción junto a la rubia y Joe, conversando. Bajo la mirada al suelo, decepcionada, sintiendo las lágrimas acumularse en mis párpados, y las limpio antes de que caigan.

— ¿Te duele mucho? —pregunta Bram, y alzo la mirada presionando mis labios en una dura línea mientras asiento—. Vamos, te llevaré al hospital.

Dejo que me guíe con su mano en mi espalda, y agradezco que esta vez los guardias nos dejen pasar. Bajamos las escaleras donde nos espera un chico bien vestido entregando las llaves a Bram, quien abre mi puerta, dejando que me siente en el puesto del copiloto. Al subirse, enciende el auto, arrancando, y apoyo mi hombro contra la ventanilla, cerrando mis ojos, tratando de controlar mis emociones.

— Ya estamos llegando —dice Bram, y luego de unos segundos en silencio vuelve a hablar, y lo miro por educación, ya que está ayudando casi a una completa desconocida. — Gina, ¿qué hacías…? —se corta ante el sonido del repique de su celular, y suspiro aliviada de no tener que contestar, y miro el nombre del contacto, leyendo “Sugar Daddy”. 

¿¡Qué diablos!? 

Él presiona el altavoz, pues se encuentra concentrado en la pista. Miro a un lado para no sentirme chismosa, aunque pueda escuchar su conversación.

— ¿Dónde están? —escucho la voz demandante de Jhared, y frunzo mi ceño hirviendo de enojo al escuchar su pregunta, la cual no tiene ningún derecho de hacer.

— Estamos yendo al hospital… —comienza a hablar Bram, pero intervengo cortando la llamada, causando que Bram me mire asombrado, pero vuelve la mirada al frente tratando de mirarme en varios segundos con la duda marcada en su rostro— ¿Qué sucede? 

— Disculpe, pero no es tu proble…

— Creo que ahora lo es, pues no me dejas conversar con mi mejor amigo —comenta, deteniéndose en un semáforo, y muevo la cabeza, asintiendo derrotada.

— No quiero verlo, por favor. Prometo contarte todo —le ruego, y él asiente, dejando salir un suspiro. 

— ¿Te hizo algún daño físico?—pregunta preocupado, y me asombro negando.

¿Tan mala fama tiene de él?

— ¡No! No me ha golpeado... Solo… —me quedo callada, viendo cómo el semáforo cambia a verde, y haciendo que vuelva a reinar el silencio en el auto.

Minutos más tarde, luego de haber recibido un vendaje para tener un mejor cuidado de mi mano. Bram me acompaña fuera del hospital, donde antes de abrir las puertas veo a Jhared hablando por teléfono, y me detengo en seco dando varios pasos atrás antes de que logre verme.

— ¿¡Le dijiste!? —giro molesta volviendo por donde he venido, yendo directo a recepcion para buscar alguna otra salida.

— Gina, espera —escucha a Bram, mientras saludo a la chica, quien me mira confundida al ver la escena— el sabia que estariamos aqui, vamos al mismo médico. 

lo miro de reojo, suplicando a la chica que me ayude, y luego de unos segundos me da las indicaciones para salir por la puerta de emergencia. Le agradezco dándole un billete, y sigo caminando rápido hacia la salida.

— Gina…

— Si te creo, Bram —comento mientras caminamos, permaneciendo mi mirada al frente, decidida a huir lo más lejos que pueda, así tenga que desaparecer. 

Sé que estoy siendo bastante dramática, pero al imaginar lo que hizo con aquella chica en su oficina y pensar que en algún futuro me enamore de él y luego me dé una patada por el culo sin importarle mis sentimientos, sé que eso causaría mi perdición… 

— Entonces, cuéntame lo que pasó.

Me detengo frente a la puerta de salida mirando a Bram, quien me observa confundido, y presiono mis párpados con fuerza dudosa de contarle, pero me ha ayudado bastante.

— Te contaré con una condición —digo y él asiente—¿Prometes ayudarme a salir sin que me vea? —pregunto.

— Lo prometo —sonríe divertido, y asiento soltando un largo suspiro antes de continuar, y abro las puertas, saliendo junto con Bram, siendo recibidos por los fuertes rayos de sol que empiezan a ocultarse.

— Entonces… —él se detiene colocando las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones. 

— Promete no burlarte de mí—comento observando la calle, viendo a los autos pasar.

— Lo prometo —dice soltando una risilla.

— Bueno, aquí va —suelto un rápido suspiro— me molesto que se estuviera follando a otra cuando llegue —suelto, escuchando mis propias palabras, sintiéndome un poco ridícula— sé que no es una relación formal, y no debería de molestarme, pues solo soy otra chica más dándole…

— Entiendo.

— ¿Uh?

— ¿Adónde quieres ir? —pregunta sin más, y lo observo, sintiéndome bastante confundida.

— ¿No dirás nada? ¿No te burlarás…? —pregunto, y él suelta una carcajada negando, bajando las escaleras lentamente, y lo sigo con la duda marcada en mi rostro.

— No. Sé que no serás la única que se sienta así… —comenta, y me quedo confundida deteniéndome en medio de las escaleras.

— ¿Qué quieres decir? —pregunto bajando de nuevo, pero él solo me ignora deteniéndose en medio de la acera.

— ¿Qué te parece si me esperas en aquel café? —me guiña un ojo—. En unos minutos vengo por ti —comenta esperando mi respuesta y yo asiento sin emoción alguna.

— Está bien.

Lo veo marcharse hasta cruzar en la esquina, y al pasar unos segundos volteo, mirando a los lados antes de cruzar la calle yendo directo a la cafetería, pero al detenerme a la entrada, me siento desconfiada de sus palabras, y sigo caminando hasta encontrarme un pequeño bar con música suave.

Entro observando la hermosa decoración como si se tratase de un museo, y me acerco a la barra, donde al sentarme el bartender se acerca, devorándome con la mirada.

— Hola, bienvenida. ¿Qué te sirvo, preciosa? 

El hombre agarra de uno de los jarrones una pequeña flor, la cual me extiende, haciendo que sonría algo tímida e incómoda, sintiendo sus ojos celestes fijos en los míos. 

— ¿Qué me recomiendas? —comento al ver la cantidad de botellas que decoran la parte trasera de su barra.

— ¿Cómo te llamas? —pregunta apoyando sus manos en la barra, y noto sus asombrosos músculos bronceados.

— Eh… Eva.

Él se ríe al percatarse de la trampa— Yo soy Adam —comenta guiñando un ojo siguiéndome el juego—. ¿Qué te parece si empezamos con un Cosmopolitan?

— Está bien —le sonrío divertida.

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