CAPÍTULO 6

JHARED 

Al pasar unos pocos días, me reúno con mi amigo Bram en la cafetería. Un lugar que se ha vuelto tradición, y más aún cuando me he dado cuenta de que hablar con él me ayuda a no sentirme tan ansioso al no encontrar solución del caso de mi esposa.

— Bien, está bien —deja de beber su café soltando un suspiro—, mis hombres están realizando la última búsqueda río abajo...

— Está bien, ¿qué han encontrado? —le pregunto ansioso, apretando un poco el vaso en mi mano. 

— Nada. Mi superior quiere dar el caso por per...

— Prometiste que la encontrarías —le espeto furioso golpeando el vaso contra la mesa.

— Jhared—me reprende, y aprieto los dientes tratando de controlar mi molestia, que es más dirigida hacia mí que a él.

— Lo siento, yo... —suspiro pasando las manos por mi cabello— necesito...

— Lo sé, hermano —palmea mi hombro—, sabes que trataré de hacer todo lo posible para encontrarla...

Asiento, cerrando mis ojos por unos segundos, recordando otro de aquellos días antes de que las perdiera. 

— Jhared, ¿puedes hacer que deje de llorar? —Julia se queja tapando con la almohada su cabeza mientras gira su cuerpo dándome la espalda, y me levanto soñoliento yendo directo al cuarto de mi hija. 

Al entrar, me acerco a mi pequeña, cargándola entre mis brazos, sin poder hacer que cese su llanto. 

— ¿Qué tienes, pequeña? —pregunto besando su pequeña cabeza, sintiendo su piel caliente, y alarmado toco su frente, rectificando— m****a.

Angustiado, corro hacia la habitación encendiendo la luz, sin aún poder detener los llantos de mi Lucy. 

— ¿¡Es en serio, Jhared!? —Julia agarra una almohada de la cama, lanzándola molesta a un lado de nosotros, mirándome con enojo. 

— Tiene mucha fiebre, hay que llevarla al hospital —le comento acercándome a ella para que vea a nuestra pequeña, pero solo suspira, apartando la mirada obstinada.

— Bueno, pues llévala. Necesito dormir. Es tu responsabilidad.

Regreso a la realidad, escuchando el sonido de la licuadora y las risas de las personas. Agarro mi cabeza entre mis manos, negando al solo pensar en aquellos recuerdos donde me daba señales de que no era feliz, y no lo veía. 

— Amigo, no te jodas la cabeza —aprieta mi hombro.

— Tengo que irme. 

Me levanto dejando un par de billetes en la mesa, alejándome del lugar sin despedirme de mi amigo, y mientras camino hacia mi auto, marco el número de la agencia, quienes me atienden alegres, ofreciendo sus servicios.

********

Me encierro en la oficina con una mujer rubia, que me envía la agencia, pues Gina no ha aceptado el contrato. Trato de dejarme llevar por sus caricias, mientras desliza sus manos por mi pecho, pero solo imagino el rostro de esa chica que ahora perturba mi cabeza, empeorando la situación.

— Disculpa, creo que es mejor que te marches —le comento levantándome del sofá, pero ella me detiene colocando una mano en mi pecho.

— Déjame enseñarte lo que valgo —me guiña un ojo, empujándome al sofá.

Comienza a quitar los botones de su camisa hasta dejar sus pechos libres mostrando su sujetador negro, y comienza a mover sus caderas deslizando su falda.

Paso una mano por mi rostro frustrado, tratando de concentrarme en la chica que tengo delante, pero solo pienso en la pelinegra.

— ¿Conoces a Gina? —le pregunto mientras la chica sonríe negando acercándose a mí.

— No, pero puedes llamarme como quieras —comenta, arrodillándose frente a mí, deslizando sus manos lentamente por mi pecho hasta llegar al botón de mis pantalones, donde mi amigo no se encuentra totalmente activo.

Es solo una mujer, solo déjate llevar. 

Me animo mentalmente, cerrando mis ojos, dejando que sus manos desnuden poco a poco mis pectorales. Comienza a dejar besos por mi piel, y agarro su cabello haciendo que me mire.

— Chup**a —comento.

— Sí, mi señor —sonríe lamiendo sus labios.

GINA.

Me acerco a recepción, viendo nuevamente al chico del lazo, esta vez azul, quien me sonríe alegre al reconocerme.

— Hola, guapa. Una cara como la tuya no se olvida fácilmente, ¿tienes alguna cita? —pregunta, y coloco un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

— Eh... No, pero puedes avisarle a Jhared que estoy aquí… —comento maldiciendo mentalmente por no planear algo antes de entrar al edificio.

— Así no funciona esto —me sonríe desanimado— a menos que vengas a montar una escena —susurra—. Siempre quise formar parte de algo así, y ser el recepcionista alcahueta. 

Sonrio incómoda por el cambio repentino, y me acerco más a su cubículo apoyando mis manos.

— Solo dile que vino Gina…

— Díselo tú misma —me guiña un ojo señalando el ascensor, y sonrio alegre ante mi buena suerte.

— ¡Gracias! —sonrio corriendo al ascensor.

— No todo está aprobado, ¡suerte arriba! —me dice mientras entro al elevador.

Saco mi celular de mi bolso, escribiendo un mensaje rápido a su número, mordiendo mi labio inferior por la locura que estoy haciendo. Me tomo una selfie sin enseñar mi rostro, y se la envío adjuntando un escrito: "Aquí está la respuesta".

Al abrirse las puertas, veo de nuevo a la chica de la última vez, la cual me pareció una persona agradable. Me acerco a ella, quien a los pocos segundos levanta el rostro frunciendo el ceño al verme.

— ¿Señorita Fuentes? —pregunta forzando una sonrisa, y los nervios vuelven a mí, sintiendo mi vestido corto subirse como si estuviera desnuda frente a ella.

— ¡Hola, buenas tardes! —me acerco extendiendo mi mano, la cual ella ignora agarrando el teléfono— ¡Espera, espera! Puedes decirle que, Gina, está aquí, te aseguro que me recibirá. 

— Claro, déjame llamarle —comenta levantando el teléfono. — Piso nueve. Chica de rojo… sí, urgente.

Frunzo el ceño mirando a la castaña que sale de su cubículo, colocando una mano en mi hombro.

— ¿Qué dijo? —pregunto tragando un nudo en mi garganta, sintiendo que me he metido en problemas, todo por seguir los consejos de Jenny.

— Ya en unos minutos, viene. 

Comenta al mismo tiempo que las puertas del elevador se abren mostrando dos hombres enormes de seguridad, y me levanto de un salto mirando a la chica.

— ¿Por qué…? 

—Acompáñenos, señorita —uno de ellos toma mi mano, y llena de nervios, jalo mi brazo, dando un paso hacia atrás.

— No me toques —le comento, sintiéndome acorralada.

— Si opone resistencia, será peor —dice el otro, levantando las manos, mostrando que no quiere hacerme daño, mientras se acerca lentamente sin apartar la mirada de mí.

— Llévela rápido, tengo miedo de que le suceda algo al Sr. Rogers —comenta la chica, y la fulmino con la mirada, sintiéndome traicionada por su disfraz de oveja.

Es ahora o nunca.

Corro hacia un costado de uno de los enormes tipos, quien en breve segundos me atrapa, y trato de zafarme, moviéndome desesperada mientras me aprisionan sus enormes manos de los dos hombres.

— ¡Jhared! —grito mientras me arrastran al ascensor— ¡Jhared! ¡Soy yo, Gina! 

Cuando estamos entrando al ascensor, siento que pierdo mi oportunidad, pero en ese instante se abre la puerta de su oficina mostrando a un Jhared confundido con su camisa abierta, quien, al ver la escena, se enfurece.

— ¡Quiten sus manos de ella!

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo