GINA.
Mi amiga chilla emocionada, y aparto el celular por unos segundos para luego colocarlo de nuevo. — Estoy nerviosa —le comento— yo no… — Tranquila, este cliente que te he asignado, lo conozco. Confiable y guapo —me anima, y me quedo callada pensando en todas las cosas malas que pueden pasar. — ¿Te has acostado…? —pregunto frunciendo el ceño al imaginar follarme a un chico que ha estado con mi amiga. — No, para mi desgracia —dice actuando un falso llanto— inténtalo un día, sal de apuros, no creo que el señor Martín quiera esperar más tiempo por el dinero del alquiler. Me quedo unos minutos en silencio, y luego suspiro asintiendo como una tonta, como si ella pudiera verme. — Está bien, ¿dónde está la dirección? — Uno de mis chicos te pasará buscando en unos cinco minutos. Él se encargará de ser transporte. —escucho la voz de mi amiga alegre por mi decisión. — Buen servicio —rio nerviosa, caminando hacia la puerta de la entrada, y justo en ese momento tocan el timbre—. Te aviso cómo resulta todo… — No te preocupes, te estarán cuidando ¡Disfrutalo! —Gracias… Abro la puerta de mi departamento, encontrándome de frente al señor Martín, quien me sonríe incómodo, apretando sus manos. — ¿De fiesta? —pregunta al ver mi vestimenta, y niego sonriendo. — Hola, buenas noches. Sr. Martín… — Gina, tengo que hablar contigo sobre el alquiler —comenta mirando hacia un costado donde observa a su esposa en la entrada de su departamento mirándome enojada. — Hoy le estaré cancelando todo, no se preocupe. Salgo del departamento cerrando la puerta, para asegurarme de que no me boten, y miro a su esposa, quien se cruza de brazos. — Si no lo cancelas hoy. Mañana a primera hora quiero tus cosas empacadas —comenta ella desapareciendo dentro de su domicilio. Miro al señor Martín, quien me observa apenado. — Confíe en mí. Conseguí trabajo. — Te creo, pero ya sabes cómo son las reglas… — No se preocupe, hoy le pagaré. Minutos después, me encuentro dentro del auto que me conduce hacia la ubicación, y observo cómo el cielo se nubla, indicando que pronto caerá un aguacero. El auto se detiene de pronto en una enorme mansión, con una hermosa entrada con un arco de flores. El guardia nos deja pasar al dar el nombre de la agencia, lo cual parece ser algo común. — Espero que no sea un viejo... —susurro bajando del auto y agradeciendo al hombre, quien me da algunas indicaciones para el viaje de regreso. — Gracias, lo estaré llamando —le sonrío nerviosa, camino directo a la entrada de la casa, sintiendo algunas gotas de lluvia golpear mi rostro. Toco el timbre, esperando nerviosa por ver en qué me he metido, y luego de unos segundos la puerta se abre. — ¡Hola! Buenas… Me quedo callada al observar de nuevo a aquel hombre guapo, de cabello negro desaliñado, y piel pálida, observarme con un vaso de licor en su mano. — ¿Qué quiere? —pregunta el hombre confundido, apoyándose en el marco de la puerta, dejando ver un poco de sus pectorales al tener unos botones sueltos. — Solicitaron unos servicios para hacerle compañía... —me sonrojo al ver cómo sus ojos recorren mi cuerpo, y se aparta del marco de la puerta. ¿No podría haberme tocado otra persona? Aunque es mejor que un viejo. — Esto sí que es una sorpresa, mald**o Bram —comenta con una sonrisa—. pasa. ¿Te sirvo un vaso? —pregunta apartándose, y entro observando su enorme sala lujosa. — Eh… no, gracias —respondo acomodando mi vestido. ¿Se acordará de mí? — ¿Cómo una chica tan guapa como tú trabaja en esto? —pregunta sentándose en el enorme sofá rojo, bebiendo más alcohol, notando que se encuentra más del otro lado de la inconsciencia. — Creo que no es necesario hablar de mí... —le comento notando esta vez en su mesilla de noche una foto de una mujer rubia muy hermosa, y una pequeña sentada en sus brazos— ¿Es casado? —Suelto molesta sin percatarme de mis palabras. — ¿Perdón? —pregunta, y frunce el ceño al ver que observo la foto en su mesita— es mi esposa e hija… Se levanta un poco torpe, acercándose al portarretrato, y lo agarra observando la foto, transmitiendo en su rostro la tristeza de verlas. — ¿No le da remordimiento serle infiel a su esposa? —Suelto sin contenerme, pensando que venir fue una mala idea. Directo a la calle. — Están muertas —me corta dejando la foto en la mesilla, y se voltea mirándome con cierto enojo— creo que no te contrataron para que vengas a darme lecciones de vida. — Yo... perdón… —trago nerviosa, regañándome por ser tan entrometida, y más cuando me he equivocado al hablar de él. — ¿Qué más da? —comenta mirándome de arriba a abajo— creo que eres de las pocas personas con las que podré hablar y no me juzgará. — Yo, lo siento, no quise... —me muevo incómoda viendo cómo él no deja de observar de nuevo la foto. — Mi esposa murió en un accidente, y mi hija murió por mi culpa... —bebe de golpe el resto del contenido del vaso. — ¿Hace cuánto...? —pregunto intrigada por el dolor que transmiten sus palabras. — Casi un año. — Hace poco —respondo, y él se queda con la mirada fija en su vaso vacío. — Parece como si hubiera sido ayer, y ¿sabes qué es lo peor de todo? —pregunta sin mirarme. — ¿Qué? — Que soy el peor hombre del mundo, y aquí estoy libre… —deja el vaso en la mesa con un golpe seco. Me mira de arriba abajo, y da varios pasos acercándose a mí hasta colocar sus manos en mis caderas. Fija sus penetrantes ojos verdes en los míos, devorándome, y lamo mis labios mirando los suyos. — No creo que seas tan mala persona como dices —comento tragando nerviosa al ver sus ojos tan cerca. — Lo importante es que esto no es una cita, y tú no te enamorarás de mí. Se aparta, y camina hacia el sofá, sentándose de una manera dominante, con las piernas abiertas y los brazos extendidos en el respaldo del sofá. — ¿Sabes bailar? —pregunta estirándose por el control, y asiento quitando mi chaqueta, dejándola a un lado. Él coloca música en los altavoces, y cierro mis ojos moviendo mis caderas al ritmo de la música, dejando que mi cuerpo se balancee de manera sensual, imaginando como si sus manos me tocaran. ¿Cómo puede gustarme tanto, después de todo lo que me ha contado? De repente, unas manos agarran mis caderas atrayéndome hacia su fuerte pecho musculoso, y abro mis ojos encontrándome con su hipnotizante mirada. — Eres demasiado hermosa —levanta una mano acariciando mi mejilla, para luego bajar poco a poco hasta mi escote, deslizando uno de los tiros de mi vestido hacia abajo, haciendo que me sienta nerviosa y deseosa como si fuera de nuevo mi primera vez. — ¿Cómo te llamas? — Gina… — Gina —repite mi nombre como una súplica haciendo mi cuerpo temblar— hazme olvidar… Une sus labios con los míos, causando que suelte un gemido por el asombro. Disfruto del momento, levantando mis manos y enredándolas en su cabello, profundizando el beso, satisfaciendo sus deseos, pues suelta un gruñido, bajando sus manos a mi trasero, apretando mis nalgas y levantándome, enrollando mis piernas alrededor de sus caderas. Nuestros labios se devoran mientras me carga hasta el sofá, sentándose conmigo a horcajadas sobre él. Sus manos viajan al dobladillo de mi vestido, sacándolo apresurado y tirándolo a un costado. — Pruébame —me susurra al oído dándole un pequeño mordisco, y mi sonrojo, sintiendo mi centro humedecerse. Me aparto dejando besos por su cuello, mientras que con mis manos desabotono su camisa, acariciando sus pectorales definidos, que me hacen babear y querer pasar mi lengua por su piel. Llego hasta el botón de sus pantalones, quedando de rodillas frente a él, quien me devora con la mirada acariciando mi mejilla. — Vamos, hermosa. Él estira su mano agarrando mi cabello en un puño, y con su otra mano libre abre sus pantalones, sacando su miembro enorme, que me hace sentir más ganas de probarlo. Abro mi boca, recibiendo de golpe en ella a su bestia, y él suelta un gruñido, presionándome más hondo mientras lo pruebo. — Julia… —susurra el nombre de otra mujer, y me tenso por unos segundos, apartándome incómoda para encontrarme con su mirada confundida. — Perdón… —le comento rápido para seguir dándole placer, pero él me aparta levantándose alterado. — Tienes que irte… —comenta alejándose de mí sin mirarme. — Pero… necesito terminar… — ¡Vete! —me grita molesto, y me levanto rápido buscando mi vestido—. Perdón —susurra casi inaudible, subiendo las escaleras, dejándome sola en la enorme sala mientras contengo las lágrimas, y mi cuerpo tembloroso por el miedo me hacen demorar. Minutos después, al verme un poco presentable, camino a la entrada abriendo la puerta, siendo recibida por el terrible frío que emana la fuerte lluvia. — Hola, buenas noches. Giro mi rostro asustada, viendo a un chico moreno, vestido de policía, observándome con una gran sonrisa. — Hola… ya me iba —le comento nerviosa, sacando mi celular de la chaqueta y repicando rápido al chofer. — ¿Uh? —frunce el ceño— no es necesario que te marches, aparte está lloviendo muy fuerte. — Le prometo que no hice nada malo, solo… — Tranquila —se ríe a carcajadas—, sé que Jhared, no es una persona fácil, y no vengo para llevarte a la comisaría. Sé a lo que has venido... —comenta recorriendo con su mirada mi cuerpo, pero lo ignoro, concentrándome en quien ha despertado en mí un gran deseo. — Jhared —susurro el nombre, y veo a lo lejos un auto negro hacer los cambios de luces— tengo que irme… — No te preocupes, espero verte pronto —me guiña un ojo—. Soy Bram. — Gina —comento sonriendo, y corro bajo la lluvia, alejándome rápido del lugar. Al montarme en el auto, la culpa me carcome y le escribo un mensaje rápido a mi amiga, disculpándome por haber jodido esta oportunidad. — ¿Y ahora qué haré? —oculto mis lágrimas con mis manos.GINA.— ¿Cómo? —le pregunto a mi amiga Jenny mientras salgo con la toalla alrededor de mi torso y el celular en altavoz.— ¡Sí! No fue un desastre, lo hice pagar por la gran mamada que le diste —bromea, y la ignoro secando mi cabello con otra toalla, sintiendo mis mejillas arder al recordar a Jhared—, pero la otra buena noticia es… — No quiero más trabajos, iré a buscar más opciones de empleo —la corto sin darle tiempo de animarme a tomar otro cliente.— ¡Oh, vamos! El hombre está dispuesto a pagar el doble por tus servicios —interviene chillando, emocionada.— No quiero involucrarme con otra persona, esto no es lo mío —le comento buscando mi ropa interior.— ¡Pero es el mismo hombre de ayer! Si funcionó, no terminar tu trabajo —bromea de nuevo.— ¿Cómo? —me detengo agarrando el celular, quitando el altavoz, sintiendo mi corazón acelerarse—. ¿Te llamó de nuevo Jhared? —le pregunto, sentándome en la cama, mordiendo mi labio inferior, nerviosa al recordar a aquel hombre sin camisa, y s
GINA.Caemos desnudos en su cama con la respiración acelerada, al terminar una segunda ronda de buen sexo. Nunca me había sentido tan satisfecha con alguien. Su manera de mirarme y tocarme me hacen sentir la mujer más deseada del planeta. Su mano se mueve encima de mi vientre, erizando mi piel, y continúa su camino hasta mi rostro, acariciando mi labio inferior con su pulgar. Lo miro lamiendo mis labios, deseosa de volver a probar los suyos, y él se da cuenta, pues me sonríe con picardía.— Sé solo mía, Gina —vuelve a decir aquellas palabras en una súplica, y le sonrío como una tonta mordiendo mi labio inferior.— Jhared—susurro su nombre, feliz de que sienta las mismas emociones que siento al verlo, pero las dudas golpean mi cabeza al recordar cómo nos conocimos —pero... — Te pagaré por cada noche que nos encontremos para darnos placer. —Me corta, y al escuchar sus palabras, es como si recibiera un balde de agua fría. ¿Qué esperabas, Gina? ¿Qué te bajará la luna porque le abriste
JHARED Al pasar unos pocos días, me reúno con mi amigo Bram en la cafetería. Un lugar que se ha vuelto tradición, y más aún cuando me he dado cuenta de que hablar con él me ayuda a no sentirme tan ansioso al no encontrar solución del caso de mi esposa.— Bien, está bien —deja de beber su café soltando un suspiro—, mis hombres están realizando la última búsqueda río abajo...— Está bien, ¿qué han encontrado? —le pregunto ansioso, apretando un poco el vaso en mi mano. — Nada. Mi superior quiere dar el caso por per...— Prometiste que la encontrarías —le espeto furioso golpeando el vaso contra la mesa.— Jhared—me reprende, y aprieto los dientes tratando de controlar mi molestia, que es más dirigida hacia mí que a él.— Lo siento, yo... —suspiro pasando las manos por mi cabello— necesito...— Lo sé, hermano —palmea mi hombro—, sabes que trataré de hacer todo lo posible para encontrarla...Asiento, cerrando mis ojos por unos segundos, recordando otro de aquellos días antes de que las pe
GINA.Mi pecho se hincha de alegría al verlo, y mi rostro babea al notar su pecho descubierto como todo un dios griego. Atraída por su asombroso físico, me acerco un paso hacia él sin importarme nadie más, hasta que sale de su oficina una despampanante rubia, limpiando su labial rojo corrido por su barbilla, mientras se acerca con pasos seductores, levantando con pereza su otra mano intentando ocultar sus grandes atributos que sostiene su pequeño sujetador.— Y una mierda —suelto molesta, arrepintiéndome de haber venido.Vuelvo furiosa entrando al ascensor presionando el botón del primer piso, y giro para ver su rostro, fruncir el ceño, y seguir mi mirada hacia la chica que coloca su mano en su hombro diciéndole algunas palabras que no logro escuchar, y cuando va a mirarme de nuevo, las puertas se cierran.— Te odio, Jhared Rogers —lo maldigo, frustrada, pasando las manos por mi cabello, y a los segundos, las puertas del ascensor se abren, y me encuentro de frente a Bram, quien me obs
Jhared. Al llegar frente al hospital, luego de ser avisado por mi amigo. Me apoyo contra el capo de mi auto, cruzando los brazos sobre mi pecho sin apartar la mirada de la entrada, esperando que salgan y poder aclarar algunas cosas con Gina al verla salir tan enojada de la empresa. Al pasar varios minutos, por el rabillo del ojo noto a alguien acercarse a mí, y al mirar por completo, noto cómo mi amigo Bram se acerca con sus manos levantadas como si estuviera a punto de arrestarle.— Bram, ¿dónde está...? —le pregunto mirando detrás de él, levantándome, yendo a su encuentro esperando que aparezca, pero nadie más le sigue.— Tranquilo, amigo —me palmea el hombro, y seguido coloca sus manos dentro del bolsillo de sus pantalones, mirando a un lado, transmitiendo su incomodidad—. Ella no quiere verte.— ¿Qué? —frunzo mi ceño confundido. — Pero… ¿por qué? ¿Por los guardias? Quizás me pasé un poco, pero necesitaba hablar con ella… sabes qué de las discusiones… —me detengo al notar hacia d
GINA.— Bueno, y así fue como terminé de puta.Le suelto toda mi breve historia a Adam, el bartender, quien me observa asombrado mientras mi risa suena estruendosa, por el alcohol que está haciendo su asombroso efecto de la honestidad y la “personalidad oculta” frente a varias personas.— ¡Pero calma, calma! —levanto las manos, para aclarar algunos argumentos—. Solo he estado con uno, así que soy pésima hasta en este trabajo —vuelvo a reírme escuchando cómo mis nuevos amigos de tragos se ríen junto a mí.— Vamos, pero el tipo tiene mucha plata. Si no estuviera encabronada, le pediría empleo a tu amiga —comenta la chica rubia a mi costado junto a su pareja, un moreno superalto. — ¡No! —niego, bebiendo un trago de mi vaso—. No te lo recomiendo.— Pero, ¿te gustó o no? —se cruza de brazos, sintiendo la mirada de los demás a la espera de una respuesta.— Sí, él es... —muerdo mi labio recordando su cuerpo, y la forma de tocarme. — Ardiente —bromea su esposo.— Si lo es —asiento, colocand
GINA. Agarro su mano apretándola fuerte para perder el miedo, guiándolo hacia la entrada, viendo por unos segundos el rostro molesto de Jhared mientras tira el cigarrillo al suelo presionando con su zapato, y sonrío triunfal mordiendo mi labio inferior para ocultar mi alegría. Al adentrarnos en el ascensor, mi celular repica con un nuevo mensaje y lo deslizo para leerlo, emocionada por mi venganza, notando cómo Adam apoya su mano en mi cadera acariciándola con su pulgar. Mensaje: Espero que te diviertas, pero no creo que él sea tan bueno como yo. Cuidado, lo llamas por mi nombre ;). Molesta por su mensaje, tecleo rápido para responderle, pero Adam me quita el celular levantándolo en alto para que no logre alcanzarlo. —¡Oye! —lo miro frunciendo el ceño. — Mejor mándale una foto, así se arrepentirá de haberte rechazado —me entrega de nuevo el celular y lo tomo asintiendo dudosa, pues aún no he decidido si quiero acostarme con Adam o cómo se llame. Salimos del ascensor yendo directo
Jhared.Mi cuerpo se tambalea a causa del alcohol, deteniéndose en el borde de la piscina mientras sollozo al sentir esa terrible sensación de soledad. Mi mirada se queda inerte en la piscina imaginando a mi pequeña ahogarse sin nadie que la ayude, y desesperado comienzo a quitar mis zapatos para ir a su rescate.— Anguanta Lucy —gimo viendo cómo su cuerpo comienza a hundirse, y me lanzo en la piscina buscándola desesperado, sintiendo todo girar a mi alrededor— ¡Lucy! –grito sumergiéndome en el agua, sin poder encontrarla.Subo a la superficie tomando una gran bocanada de aire, sintiendo mi cuerpo débil a causa del alcohol, y debido a ello comienzo a sumergirme sin poder luchar contra la espesa masa de agua.Será lo mejor si muero…Cuando siento todo a punto de oscurecer, unos brazos me levantan, arrastrándome a la parte baja de la piscina, dejándome encima de las escaleras.— Jhared, despierta —alguien me da una palmada en la cara, y volteo viendo a una mujer de cabello negro corto,