El abogado así el trillizo Ivanov fuera el mejor partido del mundo, no estaba dispuesto a ceder con respecto a su nena. — No cabe duda de que Aleksey es tu hijo, Sergey, es muy astuto para los negocios, agresivo y directo al igual que tú. — Opinó el CEO Apolo Valentain. Si vas a por algo que realmente quieres tener, debes hacer una oferta atractiva para tentar, de lo contrario vendrá otro y se lo llevará. El niño hace bien en hacerle una propuesta al padre de la niña. — ¿Qué dices? ¡Yo no quiero que me hagan ninguna propuesta! Aleksey, desde que tú padre los encontró, los he querido como a mis hijos, ¿Por qué me insistes tanto en ser novio de mi futura hija? — Tío, si me quieres tanto como dices, entonces yo tengo que ser tu preferido antes que los otros niños, recuerda que a mí me quieres como si fuera tu hijo. Así cuando seas mi suegro también serás como mi segundo padre. — ¡Yo soy como tú segundo padre, trillizo ocurrente! — Ismael salía a defender su puesto. El en
Sergey Ivanov preguntaba al senador. Estaba alardeando mucho, y le tenían que bajar esos aires. — Soy un hombre excepcional, ¿Qué te puedo decir? ¿O me vas a decir Sergey, que tú no te consideras de la misma forma? El senador fijó su mirada en el CEO ruso. — Soy un hombre de mucho valor, impresionante y maravilloso, un dios viviente para mi esposa, pero no lo ando presumiendo. — Deberías intentarlo, trabaja más en tu seguridad hasta que lo consigas. — Seguridad es mi segundo nombre, es solo que prefiero ser un hombre que hace, y que no solo dice que hace. La conversación era digna de dos poderosos magnates con mucho orgullo y seguros de si mismos, hombres que tenían el mundo a sus pies. — Vamos, vamos, cada uno de ustedes es un dios para su esposa, tienen la suerte de tener a sus mujeres muy enamoradas. Sigan así y podrán tener un matrimonio feliz hasta el final de los tiempos. — Isabella calmó las aguas y continuaron comiendo el postre. Más tarde los invitados s
El trillizo estaba ahí observando a sus padres casi por salir. — ¿Para donde llevas a mamá, papá? ¿Nos están abandonando y por eso es que van corriendo así? — El niño cruzó los bracitos algo molesto. — ¿Cómo se te ocurren esas ideas tan absurdas Alexandro? ¡A tu madre le duele la barriga, la voy a llevar al hospital, esperamos aquí con tus hermanos, las niñeras van a cuidar de ustedes mientras volvemos! — ¡No, yo quiero ir con ustedes, que tal si me quieren engañar para irse! El CEO tomó aire, su obstinado hijo, el que lloraba cuando lo dejaban en casa, los había interceptado en plena sala de estar. — Vas a quedarte en casa hasta que vuelva de llevar a tu madre al doctor, vas a obedecer o de lo contrario te voy a dar un castigo que te va a durar hasta los veinte años. Y te recomiendo que no me pruebes, Alexander. La voz imponente del padre retumbó en la sala. — Y... ¿Cómo a qué horas volverás, papá? — El astuto niño ya no quiso seguir haciendo enfadar a su padre.
Los enfermeros ayudaron a bajar rápidamente a la bella chef para llevarla en la silla de ruedas a la sala donde se recibían los bebés de parto natural. — ¡Ahhh...! ¡Llamen a mi esposo, quiero que él esté conmigo, no puedo hacer esto sola, que venga ya! — ¡Enfermero Márquez, vayan por el esposo de la paciente, de prisa que no hay tiempo que perder! — Enseguida. Sergey estaba justo cerca de la puerta por la que vió entrar a su mujer. El no se iba a mover de ahí por nada del mundo. — Señor Ivanov, su esposa ya está a nada de dar a luz, venga conmigo, se pondrá esta bata, y esto de aquí, entraremos a la sala de expulsión y ahí está todo esterilizado. — ¡Vamos, date prisa que no me quiero perder el nacimiento de mi hija! — El CEO a pesar que no vestía de traje como siempre y tenía ropa deportiva puesta, no dejaba de proyectar un aura dominante y de terror. (...) En la sala y ya en la camilla donde tenían a Isabella con las piernas abiertas y levantadas, el doctor le pe
En la habitación privada habían llevado ya a la madre y a la niña. La bebé venía despierta, estaba chupándose dos deditos, ella comenzó a llorar por qué tenía hambre. — ¿Qué pasa pequeña? Isabella, ¿Por qué llora la bebé? — Quizás tenga hambre, pídele a la enfermera un biberón, a mí todavía no me baja la leche. El CEO fue por él biberón y se lo dió a su hija, ella comió y se quedó dormida de nuevo. — Vaya, parece que nació con hambre nuestra nena. Por cierto quiero nombrarla, como cuando los trillizos nacieron yo no estaba presente, y los nombraste tú sola, con increíbles nombres debo decir, mi bella esposa los nombró como rusos y te doy gracias por eso. — Está bien, creo es justo que tú le elijas el nombre a la nena, dime, ¿Cuál le pondrás? — La bella madre estaba muy curiosa por saber. — Pensé en muchos nombres, pero al final me decidí por uno. La nombraré, Serena Ivanov Rossi. — ¿Serena...? Oye ruso, !¿Hay alguna mujer con la que hayas salido que lleve ese nom
Isabella había escuchado la voz de su padre y había despertado un poco. — Miren nada más lo que hicieron, despertaron a Isabella. No recordaba que los hombres Rossi fueran tan ruidosos. — Alba Rossi regañaba a su esposo y a su hijo. — Isabella querida, ¿Cómo te sientes, princesa? Cuéntaselo a tu padre. Isaías Rossi se acercó a la camilla de hospital donde la bella chef descansaba. Le tomó la mano para que sintiera su apoyo y esperó su respuesta. — Papá, me alegra que vinieras, siento que me han torturado como si fuera una criminal. Me dolió muchísimo dar a luz a la bebé. — Ohhh cariño, ese ruso parece que disfruta hacerte sufrir al ponerte bebés en el vientre, dar a luz siempre es muy doloroso, debería ser más considerado, y no maltratar demasiado tu cuerpo. — Definitivamente este es el último bebé que le daré a Sergey, no creo poder soportar de nuevo pasar por estos dolores. ¿Tienes algún problema con eso, Sergey? — Por supuesto que no, Isabella, creo que cuatro
Los trillizos estaban de mal humor, acompañaron a su padre al hospital, sí, pero no estaban muy convencidos de que sus padres ahora con su nueva bebé, los consideraran igual de importantes. La puerta se abrió y las tres figuras entraron seguidas de su imponente padre. — ¡Abuelo Isaías, buuuu....! — ¿Qué pasa Aleksey? Cuentale al abuelo, yo voy a escucharte. — Tío Ismael, que bueno que estás aquí, debes llevarme a vivir contigo y con la tía Griselda, papá y mamá nos abandonaron toda la mañana, ahora ya tienen a otro bebé al que quieren más que a nosotros. Ya no quiero a papá y tampoco a mamá. — El pequeño Alexandrito buscaba consuelo en su tío. — ¿Cómo? ¿Quieres venirte a vivir con tu tía Griss y conmigo? Muy bien, yo no tengo problema con eso, pero... Debes de saber que él bebé Roby se despierta cada dos horas llorando por la noches pidiendo alimento. Tienes que tenerle mucha paciencia porque suele llorar bastante. — Bueno... Yo no me puedo desvelar por qué voy al cole
Poco después, la niña despertaba pidiendo alimento, lloraba sin pararse poniéndolos nerviosos a todos. — Sergey, la nena parece ser igual de impaciente que tú. Con decirte que a los tres meses de nacido, tú padre tuvo que darte un par de nalgadas porque te estabas ahogando al llorar. Te amabamos, por dios que sí, eras nuestro primogénito y nuestro único hijo, pero eras un niño muy difícil y malhumorado. El llanto de la niña no cesaba, no fue si no hasta que la enfermera trajo la mamila que su padre la alimentó y se calmó. — Que terrible que llore tanto, ¿Qué vamos a hacer si por las noches no se duerme, papá? — Pues la vamos a regresar aquí al hospital, Aleksey. No nos podemos quedar a un bebé que llore demasiado, ¿Cierto, papá? — A veces me preguntó que estaré pagando contigo, Alexandro. No vamos a regresar a la bebé al hospital aunque llore toda la noche. Ella es parte de nuestra familia, y con nosotros se va a quedar. — El CEO se escuchó firme, así a los trillizos les