Trillizos desvelados.

Poco después, la niña despertaba pidiendo alimento, lloraba sin pararse poniéndolos nerviosos a todos.

— Sergey, la nena parece ser igual de impaciente que tú. Con decirte que a los tres meses de nacido, tú padre tuvo que darte un par de nalgadas porque te estabas ahogando al llorar. Te amabamos, por dios que sí, eras nuestro primogénito y nuestro único hijo, pero eras un niño muy difícil y malhumorado.

El llanto de la niña no cesaba, no fue si no hasta que la enfermera trajo la mamila que su padre la alimentó y se calmó.

— Que terrible que llore tanto, ¿Qué vamos a hacer si por las noches no se duerme, papá?

— Pues la vamos a regresar aquí al hospital, Aleksey. No nos podemos quedar a un bebé que llore demasiado, ¿Cierto, papá?

— A veces me preguntó que estaré pagando contigo, Alexandro. No vamos a regresar a la bebé al hospital aunque llore toda la noche. Ella es parte de nuestra familia, y con nosotros se va a quedar. — El CEO se escuchó firme, así a los trillizos les
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