El amor de la pareja era conmovedor, en las bancas algunas parejas se acercaron más para sentir su calor, otros se demostraban su cariño con un suave beso, y en el caso de los padrinos y madrinas compartían miradas cargadas de intenso amor. La misa comenzó y todos escuchaban atentos. Se habló del respeto, la comprensión, la fidelidad, y la paciencia que deben tener los esposos cuando comienzan su vida en pareja. Cuando llegó el momento de que Adriano entregará las arras a Fiorela el dijo: — Te entrego estas arras como símbolo de mi compromiso para que en nuestro hogar nada te falte, proveeré para ti y para nuestros hijos alimentos y todas las necesidades que requieran, hasta el día de mi muerte y más allá de esta. — Recibo estas arras con el compromiso de cuidar la economía de nuestra familia. Ahorrar y buscar ofertas en los supermercados. Los invitados rieron por la gracia que les hacía las palabras de la bella jóven. Los De Luca, eran ridículamente billonarios, estaban
Fiorela estaba muy asustada, ella se llevó las manos a su vientre, temía por la vida de su bebé no nato, sus bellos ojos marrones estaban cristalinos a punto de llorar. — No preciosa, no te pongas así, trata de estar tranquila, abrazarte a mí, te prometo que no te va a pasar nada yo te voy a proteger hasta con mi propia vida si es necesario. — Adriano, no quiero perderte, no quiero perder al bebé, esto es mi culpa por escaparme de los mafiosos rusos, si no hubiese aceptado tu propuesta hoy estarías fuera de peligro. — Dos lágrimas corrieron por las mejillas de Fiorela. El abogado estaba furioso, su esposa recién reía feliz, y ahora estaba angustiada, ese hijo de puta se las pagaría. — Escúchame, no te preocupes por nada, recuerda que si te alteras, le hará daño a nuestro hijo. Sé fuerte cariño, te necesito fuerte. Adriano podía ver a través del espejo trasero como se movían unos coches oscuros hacia ellos. Mientras tanto Alessandro hacía una llamada grupal. — ¿Qué
La limusina llegó al fin a la entrada principal, Adriano bajó y se apresuró a abrirle la puerta a Fiorela. — Ven aquí cariño, todo está bien, la amenaza ya ha sido retirada, no volverán a molestarnos por hoy, además hay mucha seguridad aquí y en los alrededores. Pero Fiorela estaba algo pálida. Ella solo asintió y se dejó guiar por su marido. Justo en la entrada estaban los señores De Luca esperando a su hijo y a su nuera. — ¡Adriano, están bien?! ¿Cómo pudo pasar esto? Emma la madre del abogado se había angustiado muchísimo. El abogado padre no le vió buen semblante a su nuera. — Hijo, Fiorela no se ve nada bien, mírala, parece un fantasma. — La novia tenía incluso los labios casi transparentes, ella estaba a punto de colapsar. — ¡Hay, carajo, cariño mírame, confía en mí, ya todo está bien! — Adriano la llamaba pero ella lo escuchaba lejos. — Llévala a la habitación, debe descansar por lo menos un poco. Si no se recupera deberás llevarla a un hospital. — Dijo el ab
Isabella Rossi, salía de la mansión Ivanov, a altas horas de la madrugada. Su jefe le había pedido cocinar para él porque no comía de lo que los chefs que tenía a su servicio cocinaban y ella como siempre no se había podido negar En los dos años que llevaban de relación jamás había podido negarse a nada que le pidiera, él tenía en sus manos su voluntad, sabía que era solo su amante y que no podría aspirar a nada más, que Sergey Ivanov, nunca la iba a amar aunque quería pensar que si, y es que ella lo amaba con todo su corazón, ese hombre cruel y frío lo era todo para la hermosa Isabella El frío le helaba los huesos, Isabella trataba de mantenerse caliente en el taxi y cubrirse lo más posible con su abrigo, pero justo en ese momento un dolor en el vientre al que le siguió un sangrado que manchó su ropa la hicieron quejarse, al principio pensó que le había llegado el periodo pero algo no se sentía como siempre, sudaba frio mientras se llevaba las manos al abdomen tratando de calma
Por un momento Isabella, pensó que había escuchado mal, ella miraba al doctor sin poder creer lo que este decía, estaba tan aturdida que dejó de escuchar el ruido a su alrededor — ¿Bebés...? ¿Usted... está diciendo que son dos bebés lo que llevo en mi vientre? — Cada noticia era más impactante que la anterior, Isabella, estaba sola, sin su familia en la ciudad y siendo el padre de sus hijos un hombre tan frío y cruel, sentía que el mundo se le estaba viniendo encima, ella no pudo evitar dejar rodar sus lágrimas por sus mejillas, ante la mirada compasiva del especialista Isabella antes de conocer al CEO del que se enamoró, se imaginaba para ella una vida diferente, cumpliendo su sueño de ser chef, más ahora llevaba a sus hijos en el vientre y ni siquiera sabía cómo él tomaría la noticia, si querría o si odiaría a sus bebés — Por favor tome con calma lo que voy a decirle, recuerde que todo lo que usted sienta van a sentir los bebés, Y no queremos perderlos, ¿Cierto? — No...
Con esa gélida mirada azúl el CEO Ivanov, recorrió el amplio lugar hasta que dió con su objetivo y caminó en esa dirección, cuando Isabella, lo vió llegar se sorprendió muchísimo, ella apenas pudo pronunciar — Sergey.... Tú... ¿Qué haces aquí? — ¡Tú, enfermera, quiero que la cambien a la mejor habitación privada que tenga este hospital, de inmediato! — La imponente y dominante voz de Sergey Ivanov, hizo temblar a la mujer que revisaba la intravenosa de Isabella, ese hombre era realmente tan apuesto como aterrador El equipo de enfermería se apresuró de inmediato a cumplir las órdenes del hombre millonario, con mucho cuidado y con premura, trasladaron a Isabella, a una de las habitaciones más lujosas del hospital Ella pudo ver qué parecía un habitación de hotel cinco diamantes, el lujo estaba por todas partes, incluso tenia una pequeña cocina, sala de estar, televisión con cable, y teléfono, la única diferencia era que había equipos médicos en ella Después de dejar cómod
El CEO, se había quedado trabajando en el sofá cerca de la camilla en dónde estaba Isabella, ella se había dormido y vuelto a despertar, el hombre la observaba de vez en vez — Sergey... — Dime, ¿Necesitas algo? — Agua, quiero un poco de agua, estoy muy sedienta — Claro, dame un momento — El hombre hizo a un lado su laptop y su celular para buscarle una botella de agua a su asistente, Isabella, lo observaba sin poder creer que él estuviera haciendo eso por ella, siempre había sido al revés, era ella quien lo atendía, pero ahora... estaba ahí, no se había marchado, no la había abandonado, consideraba al bebé en su vientre, sus ojos se humedecieron pero evitó llorar, eso significaba que no estaba sola, ¿Cierto? — Aquí tienes. — Gracias... — Isabella estaba a punto de preguntarle si le gustaban los bebés cuando el médico entró con un aparato para revisar a los niños — Buenas noches, veo que está descansando, eso es muy bueno para que mejore pronto, voy a hacer un ultras
Después de haber tenido una noche de pasión bastante intensa, al día siguiente Isabella despertó y se encontró sola en la cama, no era nada extraño, se había convertido en algo habitual que despertara sola, el CEO siempre se marchaba dejándola sola y sumida en la tristeza. El alta ya estaba firmada, ese día la bella asistente ya se podía marchar, ella estaba haciendo su maleta cuando de pronto escuchó tocar a la puerta y fue a abrir, nunca se espero ver quien era el visitante — ¡Hermano...! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que...? — Era evidente la voz temblorosa de la jóven — ¿Se puede? — Preguntó el CEO Rossi, antes de entrar — ¿Qué estabas aquí? Igor me ha avisado, sabes bien que él no solamente es tu mayordomo, también es el hombre de confianza de nuestra familia — No debió decirte nada, mírame, estoy bien, ya el médico dijo que puedo irme a casa — Sabes bien que las cosas no son tan sencillas, no quieras encubrir a ese hombre. Cuando dijiste que te amaba, te creí y t