Los esposos hacen el amor.

El abogado se alejo del cuerpo de su esposa y puso seguro en el picaporte, después caminó hacia ella y tomó sus labios hasta que la escuchó gemir.

Fiorela tenía los senos desnudos, las manos de Adriano los recorrían hasta que bajó y se los metió a la boca, la suave forma en la que los lamía, hizo que la jóven oriental echara la cabeza para atrás

Ella cerraba los ojos para sentir con cada uno de sus sentidos las caricias que su esposo dejaba en ella.

— Adriano... Te necesito... — Suplicaba la sensual mujer a su marido.

El abogado bajó el ciper de su pantalón y dejó salir su miembro que ya goteaba por estar dentro de su mujer. Bajó las bragas de Fiorela y se acomodó entre sus piernas para enterrarse en ella.

— Ahhhrg joder, estás tan apretada cariño, tan calida preciosa. El hombre besaba el delgado cuello de su mujer, subía hasta sus labios de nuevo ahogando los gemidos que salían de la garganta de Fío.

— Si, así, así, Adriano, no pares mi amor, no te detengas, Fiorela
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