La limusina llegó al fin a la entrada principal, Adriano bajó y se apresuró a abrirle la puerta a Fiorela. — Ven aquí cariño, todo está bien, la amenaza ya ha sido retirada, no volverán a molestarnos por hoy, además hay mucha seguridad aquí y en los alrededores. Pero Fiorela estaba algo pálida. Ella solo asintió y se dejó guiar por su marido. Justo en la entrada estaban los señores De Luca esperando a su hijo y a su nuera. — ¡Adriano, están bien?! ¿Cómo pudo pasar esto? Emma la madre del abogado se había angustiado muchísimo. El abogado padre no le vió buen semblante a su nuera. — Hijo, Fiorela no se ve nada bien, mírala, parece un fantasma. — La novia tenía incluso los labios casi transparentes, ella estaba a punto de colapsar. — ¡Hay, carajo, cariño mírame, confía en mí, ya todo está bien! — Adriano la llamaba pero ella lo escuchaba lejos. — Llévala a la habitación, debe descansar por lo menos un poco. Si no se recupera deberás llevarla a un hospital. — Dijo el ab
El abogado se alejo del cuerpo de su esposa y puso seguro en el picaporte, después caminó hacia ella y tomó sus labios hasta que la escuchó gemir. Fiorela tenía los senos desnudos, las manos de Adriano los recorrían hasta que bajó y se los metió a la boca, la suave forma en la que los lamía, hizo que la jóven oriental echara la cabeza para atrás Ella cerraba los ojos para sentir con cada uno de sus sentidos las caricias que su esposo dejaba en ella. — Adriano... Te necesito... — Suplicaba la sensual mujer a su marido. El abogado bajó el ciper de su pantalón y dejó salir su miembro que ya goteaba por estar dentro de su mujer. Bajó las bragas de Fiorela y se acomodó entre sus piernas para enterrarse en ella. — Ahhhrg joder, estás tan apretada cariño, tan calida preciosa. El hombre besaba el delgado cuello de su mujer, subía hasta sus labios de nuevo ahogando los gemidos que salían de la garganta de Fío. — Si, así, así, Adriano, no pares mi amor, no te detengas, Fiorela
Después del festejo, los esposos llegaron a la mansión De Luca, Fiorela estaba muy cansada, ella solamente quería quitarse el vestido, ducharse y ponerse la pijama para irse a la cama. Ella así lo hizo, Adriano se quedó unos momentos en el despacho hablando con su primo Alessandro Ferreti. — Adriano, Jhonatan logró dar con los tres coches que huyeron de la emboscada todos están muertos a excepción de Pietro Ribak, ¿puedo matarlo yo mismo y así acabar con este embrollo si así lo quieres? — No, no lo mates aún, mañana me daré un tiempo para que vayamos a visitarlo, eso no me lo perdería por nada. — Oye pero... ¿No saldrás de luna de miel con tu esposa? El embarazo todavía no se nota demasiado, pueden viajar por lo menos... dos meses sin problema. — Mañana por la noche nos iremos a Roma, pasaremos por suiza y después dejaré que Fiorela elija a dónde más quiere ir. A mí mientras ella esté conmigo, me da igual para donde vayamos. — Si que te dió duro el amor, ¿Eh? Pero no
Fue inevitable que la sangre del ruso no salpicara los finos trajes de los primos Ferreti y del abogado. Adriano le había disparado justo en medio de la frente. Ver a su esposa con esa palidez por el terror que le causaba el mafioso ruso lo hizo prometerse que lo mataría el mismo. Fiorela debía llevar una vida tranquila y sin sobresaltos, llevaba a su bebé en su vientre y no iba a permitir que nada la mortificara. — Iuuuh.... ¡Adriano hubieras avisado que le ibas a disparar, este traje es nuevo y ya se echó a perder con la sangre de ese idiota! — Isack estaba tratando de limpiarse lo más que podía con su pañuelo. — Lo mismo digo, este traje me costó cuarenta mil dólares, y ahora ya no sirve más, tendré que regresar a casa a cambiarme, el problema es que el pequeño Joshua apenas me vé, quiere que lo cargue, si hubieras avisado nos habríamos retirado. ¡carajo! — No sean exagerados, solo comprense otro traje y listo, son millonarios, esto no es nada para ustedes. — Dijo Adrian
Grace, astuta como era, pronto sintió que algo no andaba bien. tomó asiento con precaución. — ¿Cómo es que sabe mi nombre? Además yo no estoy enferma, ¿Para que me han traído aquí? No he solicitado ser revisada por ningún médico, así que quiero regresar a mi celda. — Señorita Smith, soy el psiquiatra González, está es solo una evaluación de rutina, necesito que coopere para hacerle una evaluación, comenzaremos con un examen escrito. — El doctor arrastró tres hojas engrapadas hasta el lugar de la mujer, y le acercó un lápiz. — ¡No pienso acceder a esta evaluación, estoy perfectamente bien, para que se entere no estoy loca! El médico permanecía inexpresivo. Estaba acostumbrado a tratar con todo tipo de pacientes, Grace Smith no era problema para él. — Hay mucho por hacer, entre más pronto comiences a cooperar, más pronto vamos a terminar con la evaluación, si te niegas me harás un favor, así me darás argumentos para declararte incapacitada para que seas juzgada como una pr
El CEO Rossi soltó el portafolio que cayó quien sabe dónde para correr a auxiliar a su esposa. Cuando llegó a la cocina la vió. Ella tenía una linda bata rosa puesta, estaba descalza y estaba mojada desde las piernas hasta los pies. — ¡Ismael, he roto fuentes, mira toda el agua que me ha salido, dios! ¿Creés que el bebé también salga ahorita mismo? La bella ojiverde estaba muy nerviosa, al ser primeriza todo era nuevo para ella. — No te muevas, voy a por tí, si ya rompiste fuentes eso quiere decir que el bebé ya viene, no se inmediato pero ya comenzó el proceso de parto. Ismael alzó a su esposa para evitar que se resbalara, la llevaría arriba a cambiar. — Señor, ¿Qué sucedió? — El chef llegó a revisar la comida, las cocineras también vinieron, y las mucamas. — !Limpien el piso, la señora ya va a entrar en trabajo de parto, pronto partiremos al hospital! — Por supuesto señor, de inmediato quedará limpio, señora Griselda, le deseamos un buen parto, que la buena fortuna
Dorian estaba en shock, su amigo si que era demasiado protector, no había manera de que eso sucediera. — Eso es biológicamente imposible, Ismael, lo que debes hacer es estar con ella en el momento del parto, tomar su mano, darle tu apoyo. — Ahhh... Pero no me han dejado entrar, se la llevaron a revisar y tengo que esperar aquí. — Mira, ya voy para allá, tu definitivamente no vas a calmarte. — El senador cortó la llamada y salió de su oficina, su equipo de guardaespaldas lo siguió hasta el coche donde su chófer lo esperaba. — Buenas tardes señor, ¿Lo llevo a la mansión Montana? — No, vamos al hospital, la esposa de mi amigo Ismael está por dar a luz y él está histérico. — Enseguida señor. (....) A Griselda el ginecólogo la había revisado, ella ya tenía cuatro centímetros de dilatación, necesitaba dilatar más para que el bebé naciera. — Señora Rossi, el parto ya está en proceso, pero debe dilatar hasta diez y usted apenas tiene un cuatro, no se va a ir a casa per
El empresario no iba a perder más tiempo, rápidamente regreso con su mujer al área de maternidad, ya había pasado poco más de hora y media y Griselda gritaba por el intenso dolor. — ¡Doctor, mi esposa ya no soporta el dolor, atiéndala! — Vamos, vamos, de prisa, llevemos a la señora Rossi adentro, señor Rossi, le daré una bata para que pueda acompañar a su esposa, venga conmigo. A Griselda la subieron a una camilla, el doctor la revisó y para sorpresa ya estaba en nueve de dilatación, la pobre pelirroja se retorcía de dolor. — ¡Doctor, póngame esa inyección, la epidural, de prisa que ya no soporto tanto dolor! !No sé demoren más! — Pedía Griselda a gritos. — ¿Está segura? ¿No quiere esperar a su esposo y decidirlo juntos? — ¡¿Acaso ve que él está sufriendo los dolores de parto?! ¡Póngame la maldita inyección o juro que lo voy a asesinar yo misma con lo que sea que tenga a la mano! — Rápido, que le apliquen una epidural a la señora Rossi. — El anestesiólogo se puso en