Adrián se volvió hacia toda su familia.
Aunque no se habían criado juntos, aunque en el fondo él sintiera que esa era la familia de Alfonso, también era la suya, también era su padre, también era su madre, sus hermanos y sus sobrinos…
Eran los que lo habían querido muerto, los que lo habían olvidado.
Al parecer todos llegaron juntos, Adrián levantó la mirada y se ajustó el traje.
— Sí, ya regresé — dijo con un poco de apatía.
Las semanas que había pasado estudiando a su hermano notó que era un hombre extraño.
Era frío y parecía que nada le impresionaba, pero también era un hombre tremendamente inseguro, las cosas que le comentó que le hacían su familia eran patéticas.
— Según nos dijiste regresarías en unos cuantos meses, ¿las vacaciones que te autoimpusiste te cansaron? — dijo su padre.
Era un hombre alto como ellos, aunque sus canas marcadas dejaban entrever un brillante cabello rubio que debió haber lucido orgulloso en su juventud, tenía los ojos oscuros y apagados, pero un porte altivo.
— Decidí regresar antes — comentó con frialdad apretando la maleta en la mano.
— Mejor no vuelvas.
Adrián miró detrás de su supuesto padre, y era ella.
Eva Luna.
Su hermana menor, una mujer interesante por lo que le había contado Alfonso, tras ella había dos pequeños niños, ninguno mayor de 10 años, que lo observaban con una extraña mezcla de emociones.
Era su sobrinos y Adrián sintió un pinchazo en el pecho, se veían tan tiernos y adorables, pero lo odiaban y él debía fingir que los odiaba.
Tenía que recordar eso, no podía sentir empatía por los niños, ellos no serían parte de su venganza, pero podrían entorpecerla.
— Ahora, si no les incomoda, quiero retirarme a estar solo — trató de subir por las escaleras, pero su padre lo detuvo.
— ¿Acaso eres idiota? ¿Te desapareces todas estas semanas y regresas y pretendes que no está pasando nada? La empresa te necesita, ¡ven ya mismo a mi oficina! Tenemos que hablar.
— Iré a dejar mi maleta en la habitación — dijo, pero su padre negó.
— Que vengas ahora mismo — dio la vuelta para irse, pero en cuanto notó que su hijo se quedó de pie en las escaleras apretó los puños con fuerza — ¡no me estás escuchando mocoso de m****a! — Adrián volteó a mirar a su esposa.
Hanna estaba cruzada de brazos y lo miraba detenidamente, como si estudiara el por qué estaba desobedeciendo a su padre.
— Parece que vino más rebelde de lo normal, tal vez las amantes que consiguió en su nuevo viaje le dieron un poco de carácter — mencionó su hermana, Evaluna, tomó a sus hijos y salió caminando por la sala con ellos de la mano.
— Si quieres hablar conmigo, te espero en mí despacho — le dijo a su padre y el hombre abrió la boca ante el acto de rebeldía de su hijo, pero Adrián lo ignoró y caminó hacia su despacho… hacia el despacho de Alfonso.
No conocía la casa por más que Alfonso se la hubiera descrito un millón de veces, aparte de que nunca había usado un traje y la corbata le apretaba el cuello.
Estaba estresado y tenso, pero llegó a su despacho y veinte minutos después su padre llegó con él.
El hombre se sentó en la silla frente al escritorio y Adrián trató de disimular el desagrado que le producía verlo.
— ¿Qué quieres? — comentó tal vez en un tono un poco más agresivo y su padre lo miró de los pies a la cabeza.
— Evaluna tiene razón, llegaste más arrogante. ¿Y qué son esos músculos? Te ves ridículo.
Adrián comenzaba a entender la dinámica entre su familia y su hermano.
Alfonso no era más que un peón de su familia, se había convertido en el ceo de la compañía de porque era un genio para las finanzas, pero no era más que un títere.
¿Cómo podría saber actuar de esa forma, como un títere?
— En estos tiempos que estuviste fuera de la compañía sucedieron muchas cosas, recibimos una auditoría — comenzó a contarle su padre — necesitamos que firmes unas autorizaciones de exportación. Había cosas que no estaban certificadas. Si los de la auditoría se hubieran dado cuenta nos hubiéramos metido en unos cuantos problemas, tenemos esas cosas en una bodega, pero necesitamos tu firma para sacarlas del país.
《Qué hermano más estúpido》
Títere y el representante legal , su hermano realmente le había abierto los ojos.
Por supuesto, los negocios sucios también hicieron que su corazón se volviera loco de alegría.
Porque todo eso sería información favorable para él, para usar contra “su padre”.
Cuando llegó a su habitación, Hanna ya estaba en la cama.
— Pensé que dormíamos en camas separadas — comentó, luego se arrepintió de haberlo dicho cuando ella lo miró mal.
— ¿De qué diablos hablas? Sabes que tenemos que dormir en la misma cama porque los empleados no deben darse cuenta de que esto es un matrimonio falso. Los medios pagarían millones por un chisme así.— Si, lo sé, solo olvídalo.— ¿Qué hiciste en ese viaje? — le preguntó Hanna — aparte de irte al gimnasio, te ves diferente.— ¿Qué? ¿tengo la nariz torcida y los ojos más grandes? — comentó él, hacer reír a una mujer era el primer paso para conquistarla. Hanna apretó el entrecejo al notar la broma.Adrián comenzó su artimaña a base de mentiras, un acto que, sin saber, lo condenaría. — Sí y ahora eres gracioso y haces chistes también. No, no me refiero a algo físico, eres diferente, como un hombre nuevo… como otro hombre… Para evitar que la mujer notara la tensión que le entró en el cuerpo, Adrián comenzó a quitarse la ropa. Aunque era un matrimonio falso, imaginó que sí se habían acostado alguna vez, la mujer debía de haberlo visto desnudo en algún momento, Así que se desnudó por com
Hanna despertó asustada, cuando abrió los ojos lo primero que vio fue la espalda ancha de su esposo sentado en el borde de la cama.A Hannah le costó un segundo reconocerlo y eso la asustó, pero otro grito aterrador proveniente de la sala hizo que aquello se le olvidara por completo.Su esposo se puso de pie y corrió hacia la puerta.— ¿Alfonso qué está pasando? — lo llamó ella pero el hombre abrió la puerta y salió corriendo sin dudarlo. Hanna se puso de pie y corrió, tenía el corazón acelerado. Cuando llegó al primer piso detrás del hombre, encontró a su cuñada con su pequeño sobrino, Marcos, en sus brazos.El niño parecía inconsciente, Alfonso llegó con ella y cargó al niño, cosa que sorprendió a Hannah, su esposo nunca había sido para nada cariñoso con sus sobrinos.— ¿Qué pasó? — preguntó el hombre con firmeza, la mujer sollozó.— Decía que le dolía el estómago, estaba en la cocina preparando un té de canela y cuando subí estaba inconsciente — comentó en medio del llanto. Hanna
— ¡Alfonso! — gritó ella emocionada.En cuanto el hombre puso sus ojos grises en ella, la miró con gesto interrogativo pero la mujer no le dio tiempo a preguntar siquiera nada, se abalanzó sobre él, lo tomó por las mejillas y le dio un profundo beso en los labios.Hanna sintió que la atravesó una fuerte corriente eléctrica.— Cariño — le dijo la enfermera — te habías desaparecido por tanto tiempo, la última vez que te vi me dejaste sola en la cama. No puedes ser tan grosero con tu futura esposa.— ¿Futura esposa? — preguntó Hanna en voz alta poniéndose de pie y caminando con rabia hacia la rubia.La enfermera facilota tomó a Alfonso de nuevo por las mejillas para intentar besarlo, pero el hombre la apartó con un poco de brusquedad. Hanna sintió rabia, pero no eran rabia de celos, ella sabía que eso era el pan de cada día con Alfonso, se acostaba con sus enfermeras, con su secretarias, con sus empleadas, con la mensajera… Era el hombre más infiel que Hanna jamás hubiera conocido, pe
— ¡¿Qué yo qué?! — preguntó sorprendido y Hanna lo empujó. — ¿Qué? ¿Ahora dirás que no te acuerdas que pagaste varios millones de dólares para que me obligaran a casarme contigo? ¿Acaso olvidas que me llamaste mercancía? ¿Que según soy tu esclava? se supone que debes conservar una imágen decente, pero te acuestas con quién se te atraviese — comentó ella dándole la espalda — sólo lo hiciste por orgullo, ¿Verdad? — pero Alfonso ya no contestó y le dio la espalda. El frío de la madrugada se espantó poco a poco con la calidez de la espalda del hombre, y aunque preocupada aún por Marcos, sabía que estaba en buenas manos. Era uno de los mejores hospitales del país, así que se quedó dormida, pero Alfonso no, o mejor dicho, Adrián.Adrián se volvió boca arriba y observó el perfecto rostro de la mujer que dormía a su lado.Era tan linda, con carácter. ¿Como su hermano podría ser un idiota con ella? ¿Cómo podría haberle sido infiel de esa forma tan descarada? ¿Cómo pudo haberla comprado c
Adrián encontró que la ropa de Alfonso que había en el armario le quedaba un poco ajustada, de hecho muy ajustada, Así que buscó en la agenda de su hermano a su modista, el hombre le había dicho que tal vez debía contratarla precisamente por eso. Optó Entonces por ponerse el traje con el que había llegado del viaje, ese estaba hecho a su medida. encendió el auto de su hermano y se fue para la oficina.La farmacéutica vital era una de las empresas más importantes de América, había tenido increíbles tratos comerciales con otra farmacéutica llamada Biogen, pero esta estuvo involucrada en Casos de corrupción y homicidios, así que Vital tuvo que hacerse su nombre por su propia cuenta, Por eso los Velazco, dueños principales de la farmacéutica, se vieron obligados a requerir a socios comerciales importantes para salir a flote sin la ayuda de Biogen, aun así le quedó la duda del Por qué eligieron a su hermano Alfonso para liderar la compañía, el hombre era bueno en las finanzas, pero imaginó
Fue un día muy pesado para Adrián, extrañamente se adecuó fácil a la oficina y al trabajo. Alfonso le había explicado muy bien cuál era su rol, Pero él Había decidido tener una participación más activa dentro de la compañía, Por eso impidió que la carga con los medicamentos caducados saliera Y ante su presencia logró agachar más de una cabeza que pensó humillarlo. Alfonso, al parecer, se dejaba humillar de cualquiera, pero él no era Alfonso Y aunque tenía que fingir que era él ya se había hecho la promesa de que se vengaría de todos, esa empresa le pertenecía por ley, pero si no era para él no sería para nadie, solo tenía que descubrir los negocios sucios que escondían y eso sería suficiente para hundirlos.A escondidas llamó a su hermana Ana María, la joven se alegró mucho al oírlo.— ¿Cómo estás, hermanita? — le preguntó Adrián. Se sintió feliz por escuchar el tono de voz alegre de su hermana, hacía muchísimo tiempo no lo escuchaba con tanta energía.— Excelente. ¿y el empleo? — E
11 Dudas.Adrián, antes de salir del gimnasio, comprobó las pastillas que Hanna le había entregado. Tenía la marca Vital, eran de la compañía y aquello le sorprendió. Alfonso en ningún momento le había comentado que tenía que tomar medicamentos, muchísimo menos que tuviera un problema cardíaco. Él estaba completamente saludable y siendo honesto consigo mismo, le atemorizó tomarse los medicamentos de Alfonso y que tal vez fuera contraproducente para su salud, Así que entró al baño de su habitación ignorando a Hanna que estaba acostada en la cama dándole la espalda a la entrada y tiró por el excusado un par de las pastillas. Tendría que hacerlo diario y tendría que fingir frente a Hannah que las tomaba, Pero esperó que no fuera difícil. Se dio una larga ducha de agua muy fría luego, cuando salió envuelto en la toalla, le entró una extraña preocupación. Había muchas cosas que Alfonso no le había comentado de su vida, cosas importantes como por ejemplo las pastillas y eso le generó inco
Cuando Adrián despertó, supo que algo andaba mal cuando notó a Hanna sentada en la silla frente a la cama. La mujer tenía los ojos enrojecidos, no era como si hubiese llorado, más bien, era como si estuviese conteniendo la rabia. El sol apenas comenzaba a salir por el horizonte, la luz mortecina que se colaba por las ventanas apenas permitía que pudiera reconocer el rostro de la mujer y sus enrojecidos ojos, Parecía que había pasado la noche ahí sentada.— ¿desde hace cuánto estás ahí? — le preguntó él, pero Hannah no contestó, se quedó ahí observándolo detenidamente. Adrián se irguió en la cama, tenía únicamente la ropa interior, pero por alguna razón no le importaba estar semidesnudo frente a la mujer. Ella desbloqueó su celular, la luz azulada de la pantalla mostró las ojeras que tenía bajo los ojos, le lanzó el celular y Adrián apenas lo atrapó. Aún se sentía cansado y con sueño. Cuando Adrián miró el celular, le costó un segundo reconocer las letras que habían, en era un artí