Al día siguiente estoy tan ocupado que no tengo tiempo para volver a hablar con el abuelo, pero no puedo dejar pasar más el tiempo, así que lo hago la siguiente noche. Entramos directo al despacho para evitar ser interrumpidos.
—Te traje con el pensamiento —dice el abuelo ofreciéndome una bebida.
Por un breve momento creí en la seriedad del hombre, pero luego pierdo interés totalmente en sus palabras.
—La hermana de Isabella está aquí de visita, es una chica muy linda, es médico y está soltera.
Lo interrumpo, no queriendo perder el tiempo en cosas sin sentido.
—Quiero hablar de Noah —a la mención de ese nombre, el rostro del abuelo toma seriedad.
—Así que ya sabes que volvió al país —se sienta frente a mí—. No estoy incumpliendo nuestro trato solo por intentar hablar con mi nieto y conocer a su señora y a mi primera bisnieta, ¿verdad?
—¿Sólo harás eso? ¿No tratarás de hacerlo volver? —pregunto recostando mi espalda en la silla y mirándolo fijamente.
Mira hacia un lado y sé que no quiere contestar, no está cómodo con mi pregunta.
—Quiero a todos mis nietos, Sebastián. Conozco el potencial de cada uno y los tres son increíbles a su manera, pero Noah...
—Es el de mayor potencial y por eso tu preferido —completo sus palabras—. Pero es listo y tiene planes diferentes a los tuyos, él no quiere este tipo de vida.
—¿Crees que yo sí quería entrar en esto? No hay forma de salir y, aunque tú lo estás protegiendo sin que él sepa, los dos sabemos que es más difícil hacerlo si está en el país. Los enemigos son muchos y, aunque él no participe en nada, está en riesgo por el simple hecho de tener mi sangre.
—Él no aceptó la promoción ni regresar al país por gusto. No regresó por nosotros —las cejas del abuelo se juntan y espera que ahonde la explicación—. Mía está enferma, está muriendo.
El rostro del abuelo palidece un poco, y sé que ahora sí está pensando en Noah de la manera que debe hacerlo. Más que nadie, él entiende lo que significa perder a la mujer que ama; todos lo vimos sufrir, casi desmoronarse, cuando la abuela falleció.
—Si nosotros volvemos a contactarlo en este momento, antes de que fallezca Mía, solo estaremos sumándole preocupaciones. Ahora debe estar centrado en su mujer y su hija, no en cuidarse y cuidarla de atentados, secuestros y dudando de las intenciones de toda persona que se cruza en su camino —echo mi cuerpo hacia el frente apoyando los codos en mis piernas—. Si lo contactas o lo visitas antes de que Mía fallezca, te aseguro que ahí sí lo perderás para siempre y no será al único nieto que pierdas.
—¿Qué tiene la chica? —dice cubriendo su rostro con una mano.
Apuro el trago que tengo en la mano para tomar valor y soltar las siguientes palabras.
—Cáncer de pulmón. Noah dice que ella no era fumadora pero que muchos conocidos sí, eso la convirtió en fumadora pasiva por mucho tiempo —continúo ahora con dolor en mi voz—. Se enteró al tiempo que su embarazo y ella decidió no someterse al tratamiento hasta que naciera la bebé para no afectarla o perderla. Ahora es muy tarde, está en etapa terminal.
—Volvieron para que ella pudiera morir en su patria y compartir el final de su vida junto a su familia —dice el abuelo.
Confirmo su afirmación con un movimiento de cabeza. Supongo que hacer eso es lo lógico en esta situación.
La nostalgia está flotando en el ambiente pero es interrumpida por un par de golpes en la puerta.
—Abuelo, ¿podemos pasar? —reconozco la voz de Isabella.
—Justo a tiempo, qué bien —dice el abuelo ocultando de ellas la melancolía—. Sophie, este muchacho es mi nieto Sebastián.
Sorprendente, este hombre es sorprendente. No pierde el tiempo para estarme emparejando ahora, ni siquiera en un momento serio como el que acabamos de compartir.
—Sebastián, ella es mi hermana Sophie —dice Isabella complementando la presentación del abuelo.
Mi mirada pasa de Sophie a Isabella y luego vuelve a Sophie.
—Es un gusto conocerla, Sophie. Son ustedes dos muy parecidas —La mujer sonríe levemente ante mi comentario.
Cuando investigué a Isabella, no me detuve a mirar las imágenes del archivo, solo tomé los datos, así que no tenía idea de cómo era físicamente la hermana o el resto de su familia. Es bella como Isabella, los mismos ojos verdes y el cabello castaño aunque un poco más claro, y es más alta y voluptuosa.
—Fue un gusto conocerla, Sophie —luego miro a Isabella—. Perdón por la visita tan corta, pero debo irme ya, Isabella. Dale mis saludos a Alexander por mí cuando vuelva.
—Abuelo, yo pasaba a despedirme, también me voy —dice la mujer centrando su atención en el abuelo y no en mí como evidentemente esperaba el abuelo y debo confesar que también yo.
Trato de que no se note mi sorpresa, pues casi siempre que una mujer conoce la cantidad de dinero que tiene la familia, aumentan de forma desmesurada mis encantos sin que yo haga nada. Eso, sumado a mis otras peculiaridades y gustos en mujeres, hace más complicado que pueda considerar una pareja formal.
—Es una lástima que no puedas quedarte, aquí eres bienvenida cuando quieras, amo las visitas, la juventud en esta casa la llena de vida —responde el abuelo para luego mirarme—. Ya que tú también estás de salida, lleva a la señorita hasta su casa.
—No se moleste, puedo tomar un taxi —responde apenada Sophie.
—No es molestia, yo la llevo —afirmo tratando de mantener mi tono neutro para que no note mi curiosidad.
Salimos juntos de la casa y me adelanto hasta el vehículo para abrirle la puerta. Debo admitir que me gusta su porte y esa mirada de desinterés que tiene, hace que imagine todas las cosas que puedo hacer solo por buscar conocer en esos ojos miradas diferentes, miradas más atrevidas y excitantes. Cierro la puerta y me dirijo al asiento del conductor, obligándome a tomar compostura y repitiéndome que es la cuñada de Alexander y no debo ponerme a jugar con ella por muy tentador que se vea el reto.
—¿Dónde vives? —pregunto a la vez que enciendo el motor y pongo en marcha el vehículo.
Ella me da su dirección y la pongo en el GPS para buscar las posibles rutas.
—Demoraremos más o menos veinte minutos —le digo como forma de romper el silencio que se había formado.
—Disculpa la molestia, realmente no era necesario, pero gracias —la miro con disimulo y realmente sí parece apenada.
—No hay problema, igual no tengo afán —digo sonriendo levemente ante la visión de sus bellas piernas en ese vestido.
El viaje transcurre sin contratiempos, y en varios momentos la veo cubrir su boca para disimular un bostezo, lo que revela lo cansada que está. Me cuesta creer que, estando tan agotada, considerara pedir un taxi. Ahora, está profundamente dormida junto a mí, un completo desconocido para ella. Tal vez habría tenido la suerte de que la recogiera una buena persona, pero según mi experiencia, son los malos los que suelen estar más alerta, y ella, en su estado, es una presa fácil para cualquier tipo.
Cuando llegamos al lugar que indica el GPS, apago el vehículo y retiro mi cinturón de seguridad para poder acercarme mejor a ella y despertarla más suavemente.
—Señorita Sophie, creo que llegamos —toco levemente su hombro y su impresionante mirada se centra en mí, mucho más cerca que antes.
Ella se sorprende, pero luego cae en cuenta de lo que pasó.
—Perdón, me quedé dormida —Su rostro se pone colorado y debo admitir que eso me gusta—. Soy una terrible copiloto, lo mínimo que debí hacer si me estaba llevando a casa, era conversar con usted.
Sonrío gratamente sorprendido de que ese sea el motivo del sonrojo y eso acrecenta mis ganas de cambiarle el motivo. Eso es algo tan atípico que me suceda.
—No se preocupe, tal parece que ha tenido un día muy complicado y su cuerpo no soportó más —trato de minimizar su pena—. Tengo seguido días así.
Me regala una sonrisa que definitivamente la hace ver más bella.
—Aún así, disculpe la molestia, fue un gusto conocerlo, Sebastián —se retira el cinturón de seguridad y, mientras tanto, yo bajo y abro la puerta del vehículo.
No suelo ser tan caballeroso, pero me la encargaron, así que no la dejaré sola hasta que ingrese al edificio. La zona en que vive no es buena, aunque debo admitir que hay mucho peores. Desaparece tras esa puerta y quedo observándola por unos segundos hasta que concluyo que es una tontería y vuelvo a subir al vehículo.
NOTA DE AUTOR
Por el momento son tres historias entrelazadas, y por consiguiente, tres libros ambientados en esta misma realidad:
- TE DECLARO MÍO: Historia ambientada cuatro años en el futuro de las otras dos historias.
- ADICTA A SUS BESOS: La historia de Alexander el menor de los primos Pizano.
- EL CALOR DE SU PIEL: La historia del mayor de los tres tres primos Pizano.
Han pasado unos días desde la reunión familiar, y estoy abrumado de trabajo. No solo por las tareas habituales, sino también por la investigación conjunta que estamos realizando con Alexander. ¿Cómo desapareció la carga? Es un misterio que no puedo ignorar. He seguido exhaustivamente la ruta y decidido investigar, en especial, las paradas realizadas durante el recorrido.Los tiempos de parada han sido los normales: una pausa para comer algo o simplemente usar el baño, lo que me obliga a ser creativo en la búsqueda de opciones. Alexander me aseguró que en las bodegas de entrada y recepción de la mercancía no se efectuaron robos, así que solo nos queda analizar el trayecto. He conseguido los videos de seguridad de la mayoría de las paradas y, hasta ahora, no he visto nada fuera de lo común.Estoy concentrado en los videos cuando suena el teléfono fijo de la oficina. Al levantar el auricular, escucho la voz de Lissa, mi asistente, informándome que una nueva persona se ha integrado a nues
Le devuelvo el celular a la preocupada chica que no me quita los ojos de encima y me sigue con la mirada mientras tomo mi teléfono para llamar a Arturo.—Necesito confirmar ya dónde está Alexander. Prende los rastreadores; voy bajando.Ignoro a la chica al pasar por su lado, pero la muy osada me intercepta y habla.—¿Qué le digo a Isabella? Ella está desesperada, ¿qué hago? No puedo simplemente imaginar que nada pasó.—Trata de calmarla —le digo, y luego la aparto para proseguir.—¿De verdad piensa ir a buscarlo? ¿No llamará a las autoridades? ¿Se cree Superman o qué?No sé qué le acabo de decir con la mirada, pero, por la expresión que pone, parece que no fue nada bueno. Retrocede un poco y agacha la cabeza antes de volver a hablar.—Perdón, estoy nerviosa y preocupada por mi amiga. No fue mi intención faltarle al respeto.Parece que la preocupación por su amiga es real y, aunque es inteligente, es tan poco sensata que seguramente sería capaz de seguirme y sermonearme hasta que suba
Su rostro muestra sorpresa y sus labios se abren, aparentemente para replicar, pero en el último momento los vuelve a cerrar. A pesar del gran parecido físico que tiene con su hermana menor, Sophia no irradia esa aura de inocencia que caracteriza a Isabella. Los oficiales se acercan para ayudar con el hombre que tengo aprisionado bajo mi peso, así que me hago a un lado. No estoy seguro, pero creo que esta mujer sabe que no nos conviene hablar delante de las autoridades.—Es algo muy peligroso lo que acaba de hacer, señor —dice uno de los oficiales al llegar hasta nosotros—, aun así, fue muy valiente.—Gracias —respondo educadamente al uniformado.La verdad es que esperaba que el sujeto presentara más resistencia para aliviar un poco mi carga, pero ni modo. Al levantarme, le ofrezco la mano a Sophia para que pueda hacerlo más fácilmente también.—Señores oficiales, por favor, déjenlo sobre esa camilla. Lo atenderé rápidamente para que ustedes puedan proseguir con su trabajo.Observo cu
Últimamente, he tenido muchos días difíciles, y las cosas parecen no mejorar. En días como hoy, siento que todos mis problemas se acumulan y pesan más de lo habitual en mi mente: mi deuda estudiantil, un matrimonio fallido, un trabajo extremadamente pesado y exigente, y saber que mis compañeros hombres ganan más que yo solo por ser hombres, mientras esquivo las insinuaciones del pedante de Dylan. Creía que ese era mi límite, pero desde hace unos días debo sumar un problema más, que me obliga a redefinirlo: estoy frustrada sexualmente.Sebastián sale del área de urgencias, y ni siquiera tengo tiempo para darme un banquete visual con él. Es injusto. No puedo ni mirarlo, y el hombre me encanta desde que lo vi por primera vez y noté esos hombros anchos y esa mirada que parece gritar: "No juegues conmigo porque te arrepentirás". Sin embargo, él parece no notarme. No es que sea una mujer clásica ni nada por el estilo; soy perfectamente capaz de dar el primer paso, pero lo mínimo que necesit
—Espérame, voy por mis cosas y me despido de Isabella —dice Sophia, y desaparece rápidamente por el pasillo.Claro, está saliendo de turno, es mujer, así que mínimo tomará su bolso. Parece que tiene razón; ya no estoy pensando con claridad. Necesito descansar para evitar cometer errores que pueda lamentar. Para mi sorpresa, no lleva un bolso delicado, sino un morral que parece pesar toneladas. Apenas se acerca, lo tomo.—Yo puedo —protesta por mi ayuda.—Lo sé, pero me sentiría mal caminando con las manos vacías mientras tú cargas tanto peso.—¡Oh! Entonces no lo haces por mí, sino por ti —responde, haciéndome mirarla de reojo. No puedo evitar sonreír ante su comentario—. Sabes sonreír.Ella también sonríe, y continuamos nuestro camino hasta el estacionamiento. Desactivo el seguro y le abro la puerta del vehículo, aunque, para mi mala suerte, la vista de hoy no es tan espléndida como la de la última vez. Hoy lleva puesta una pijama azul de médico, así que está en pantalones.—¿Qué qui
Hace solo unas horas no habría imaginado que estaría esta noche en mi apartamento con Sebastián, mucho menos que pasaría la gran vergüenza gracias al idiota de Terry. ¿Por qué no puede simplemente aceptar que todo terminó?—Espérame un momento, traigo el botiquín —digo, descargando las llaves en un mueble y dejando el morral sobre una silla.—Realmente no es necesario, esto no es nada —dice, tocando su rostro.—No te hagas el fuerte, Sebastián. Ya te dije que es por mí, no por ti. Además, agarrarte a golpes con él tampoco era necesario. Ya te había dicho que yo sola podía.Tomo rumbo a mi habitación para cambiarme la ropa por algo más cómodo y traer el botiquín. No demoro mucho ahí, pero esos cinco minutos son más que suficientes para analizar un poco las cosas. Tengo en mi sala a un hombre que físicamente es como me gusta: grande, ejercitado, valiente, con un rostro apuesto que parece gritar peligro. Es rico, soltero y sin hijos; debe tener unos treinta o treinta y pocos años. Es ext
Estuve a punto de transgredir una norma: besarla y hacerle quién sabe cuántas cosas que, indudablemente, habría disfrutado. No es que me preocupe la advertencia de Alexander de no meterme con ella; es más por el hecho de que, al ser la hermana de Isabella, podría ser incómodo para todos nosotros si solo la tomo como amante por un rato y luego me la encuentro en todas las reuniones familiares. Todo sería diferente si fuera ella quien propiciara las cosas, quien creara el momento. Pero, hasta ahora, su lenguaje verbal y no verbal no me ha dado indicios de que yo le guste.Cuando volvió de su habitación con un atuendo tan pequeño, creí que eso podría ser un indicio, pero su comportamiento seguía sin mostrar signos de coquetería o malicia. Así que debí aferrarme a ese libro para contenerme y no bajar las delgadas tiras de esa camisa, sentir la suavidad de su pecho en mis manos y capturar uno de sus pezones en mi boca. Sabía que tenía hermosas piernas, pero ni el vestido de la otra noche n
Todo empeora. El maldito interrogatorio fue un éxito rotundo... bueno, casi. Mientras "ganaban mi confianza", mi nivel de estrés bajó considerablemente, pero cuando por fin llegó el momento de la verdad y la información me llegó de forma confiable, todo se fue al carajo. Fue como si me cayera un baldado de agua fría. Yo fui quien generó una falla de seguridad; soy una total vergüenza.Aquellos hombres me suministraron los datos completos para armar el rompecabezas de lo que está sucediendo aquí. Cada uno tenía una pieza. El conductor afirma que Yoshua, un traficante medio, fue quien lo contactó y le indicó qué hacer. Supuestamente, Yoshua tiene un contacto de alto rango en nuestro grupo, alguien con el poder suficiente para moverse por todos los lugares de la empresa sin despertar sospechas. Fue esa persona quien le indicó a Yoshua cómo proceder.Obviamente, el conductor no representa un problema para nosotros ahora, pero debía darle una lección. Era necesario que comprendiera que las