Cuando mencioné que quería ir al juego de los Gigantes, en mi mente estábamos solo Sebastián y yo, no toda su familia. Sabía que no es muy fanático de los lugares concurridos, así que pensé que aprovecharía mi embarazo como una excusa perfecta para quedarnos en casa. Pero, para mi sorpresa, no solo aceptó ir, sino que alquiló todo un palco e invitó a todos. Bueno, a todos excepto a Noah, que por obvias razones no pudo venir al igual que sus padres.—Solo la uso porque tú me la regalaste —dice Sebastián, señalando su nueva camiseta de los Gigantes.—Claro, y porque te encanta el fútbol americano —bromeo, tomando su mano mientras caminamos desde el estacionamiento hacia el estadio—. Además, te queda tan bien que dan ganas de quitártela.Él sonríe, esa sonrisa que me hace sentir como si el mundo entero desapareciera.—Normalmente lo veo en la tele, y si el ambiente está animado, hasta organizo una barbacoa con unas cervezas —dice con una media sonrisa.Creo que está preparándome para el f
Casi le da un infarto al abuelo cuando se enteró de que iba a ser bisabuelo nuevamente, ¡y esta vez de gemelos! Claro que, después de asimilar la noticia, su emoción se transformó en un enojo furioso conmigo, pero no me importa. Lo volvería a hacer.Todos guardaron el secreto hasta que los bebés estuvieron lo suficientemente grandes como para revelar su sexo. No fue fácil: a papá casi se le escapaba la noticia un par de veces, e Isabella era aún peor. Su emoción por sus primeros sobrinos era incontenible, y en cualquier momento iba a reventar de alegría.La conversación con mi suegra no fue tan teatral como la sorpresa que organicé para mi familia, pero eso fue decisión de Sophia. Al día siguiente del partido, mi esposa la llamó y, sin rodeos, le anunció que estaba enamorada y embarazada. Aún me cuesta creer que le diera la noticia de esa manera, pero entiendo que ellas dos tienen su propia historia, como la tengo yo con el abuelo, así que decidí no intervenir. Solo me preparé para ir
El sujeto no tiene nada más que decirme. Es sincero. Creo en su palabra y en la transferencia bancaria generosa que acaba de realizarnos. Mi misión inicial era cobrar el dinero que nos adeudaba por el servicio prestado, pero obviamente tenía que pedir un poco más. Llamemos a eso gastos de cobranzas; todas las entidades lo hacen, ¿verdad?El hombre se aleja de la computadora con la cual acaba de hacer la transferencia, y le entrego una toalla húmeda para que pueda limpiarse la sangre que ya empieza a secarse en su cuerpo. Este cuarto sujeto fue mucho más cooperativo que el resto. No llegué siquiera a amenazarlo con lastimar a un ser querido, y los golpes que le di fueron mínimos.Es una lástima. Me habría gustado divertirme más y quizás ver qué se hacía encima. Hago que le vendan los ojos y lo saquen de aquí. Subo las escaleras a paso lento y llego a las caballerizas, cuidando, como siempre, de dejar tapada la entrada con grandes cubos de heno.Acaricio la crin de un caballo azabache y
Aquí lo único que hay es sexo, sexo caliente, lascivo y fuerte. Tan así es, que esta mujer no tuvo tapujo alguno en llegar a mi apartamento en ropa interior, cubriendo su cuerpo solo con un abrigo. Justo lo que estoy necesitando para descargar toda esta frustración. Me acerco a ella, tomo su rostro con una mano y la beso de forma brusca.Ekaterina Smirnov, o Katya, como insiste en que la llame, es la jefa de seguridad de los Wilson, una familia muy poderosa con varias generaciones de políticos de importancia para el país. La conocí durante un "proceso de exportación" que realicé para esa familia y, desde entonces, es mi amante regular.Ni la delicadeza ni la sutileza es su fuerte, menos el mío. Nuestras lenguas se rozan, invadiendo y exigiendo a nuestros cuerpos subir la temperatura de forma rápida. Muerdo su labio inferior con algo de presión, mientras una de sus manos ya está bajando mi bragueta para frotar mi miembro sobre el bóxer. Pego su espalda a la pared y cierro la puerta con
Despierto temprano como todas las mañanas y hago ejercicio. Tengo mucho espacio en mi apartamento, así que adecué una de las habitaciones como gimnasio y con eso puedo entrenar a gusto no solo en las mañanas, sino cuando siento que realmente necesito desquitarme. Supongo que podría decirse que mi saco de boxeo ha salvado de buenas palizas a muchas personas.Mi naturaleza es así: muchas veces preferiría golpear primero y preguntar después, pero eso no siempre es bueno para los negocios. Lo aprendí a las malas con el abuelo. No me gusta comer fuera si puedo evitarlo, así que preparo mi desayuno y salgo a trabajar, siendo casi siempre el primero en llegar. Lo bueno de ser uno de los primeros es que no me topo con tráfico pesado ni tengo que saludar a mucha gente en el camino a mi oficina. El teléfono suena menos y así el tiempo me rinde más.El papeleo se multiplica y se multiplica, pero debo hacerlo. Afortunadamente, tengo una asistente que es mi mano derecha y es sumamente lista; su no
—En nuestra defensa, no sabíamos que esa cosa tardaría tanto en desaparecer —dice Alexander en voz alta, anunciando nuestra llegada mientras toma a su mujer por la cintura.—Creo recordar que esa fue la época en que más golpeé a chicos en el instituto —digo, tratando de restarle seriedad a la anécdota—. Te citaron tantas veces en la dirección ese año que fue mi récord —añado, mirando a mi padre. Todos reímos, menos él.—Sí, tu madre me culpó de todo, ahora que lo recuerdo —dice, poniendo cara de drama—. Me mandó a la habitación de huéspedes hasta que solucioné ese problema.El abuelo interviene entonces con el tipo de presentación que se está volviendo habitual en él.—Isabella, este es mi nieto Sebastián, y tu misión será ayudarle a conseguir una novia bonita, como la muchacha que te visitó hace un rato —parece que a la chica le hace gracia, pero yo no puedo reír; sé que, si me descuido, él podría tomar el control de mi vida—. Ya es hora de que llenen esta casa de niños.—Gusto en co
Al día siguiente estoy tan ocupado que no tengo tiempo para volver a hablar con el abuelo, pero no puedo dejar pasar más el tiempo, así que lo hago la siguiente noche. Entramos directo al despacho para evitar ser interrumpidos.—Te traje con el pensamiento —dice el abuelo ofreciéndome una bebida.Por un breve momento creí en la seriedad del hombre, pero luego pierdo interés totalmente en sus palabras.—La hermana de Isabella está aquí de visita, es una chica muy linda, es médico y está soltera.Lo interrumpo, no queriendo perder el tiempo en cosas sin sentido.—Quiero hablar de Noah —a la mención de ese nombre, el rostro del abuelo toma seriedad.—Así que ya sabes que volvió al país —se sienta frente a mí—. No estoy incumpliendo nuestro trato solo por intentar hablar con mi nieto y conocer a su señora y a mi primera bisnieta, ¿verdad?—¿Sólo harás eso? ¿No tratarás de hacerlo volver? —pregunto recostando mi espalda en la silla y mirándolo fijamente.Mira hacia un lado y sé que no quie
Han pasado unos días desde la reunión familiar, y estoy abrumado de trabajo. No solo por las tareas habituales, sino también por la investigación conjunta que estamos realizando con Alexander. ¿Cómo desapareció la carga? Es un misterio que no puedo ignorar. He seguido exhaustivamente la ruta y decidido investigar, en especial, las paradas realizadas durante el recorrido.Los tiempos de parada han sido los normales: una pausa para comer algo o simplemente usar el baño, lo que me obliga a ser creativo en la búsqueda de opciones. Alexander me aseguró que en las bodegas de entrada y recepción de la mercancía no se efectuaron robos, así que solo nos queda analizar el trayecto. He conseguido los videos de seguridad de la mayoría de las paradas y, hasta ahora, no he visto nada fuera de lo común.Estoy concentrado en los videos cuando suena el teléfono fijo de la oficina. Al levantar el auricular, escucho la voz de Lissa, mi asistente, informándome que una nueva persona se ha integrado a nues