Inicio / Romance / ECOS DE UN AMOR / CAPITULO 3: Un intento fallido
CAPITULO 3: Un intento fallido

Coromoto se despertó esa mañana con el peso del mundo sobre sus hombros. El sol apenas se filtraba entre las rendijas de las cortinas, y aún en el silencio de la casa, algo en su interior hacía ruido. Su mente no dejaba de dar vueltas a la misma idea que había decidido, quizás imprudentemente, poner en marcha la noche anterior. La conversación con William había quedado flotando en el aire, como una promesa rota que todavía no se había cumplido.

Se levantó lentamente de la cama, intentando no despertar a su esposo, que aún dormía profundamente a su lado. William había sido el amor de su vida, su compañero en cada paso del camino, pero las últimas semanas lo habían cambiado. Él ya no la miraba como antes. Sus ojos, antes tan llenos de pasión y complicidad, ahora estaban vacíos, distantes. Coromoto había sentido, desde hace un tiempo, que se estaba perdiendo en algún rincón de la relación, y la idea de abrir su matrimonio había nacido de esa desesperación.

La propuesta que había hecho la noche anterior, aunque bien intencionada, la atormentaba. ¿Qué hice? Pensaba mientras se dirigía hacia la cocina para preparar café. La conversación había sido clara, casi demasiado directa. William había escuchado sin sorpresa, sin juicio, simplemente asentando con la cabeza y diciendo que sí. ¿Qué significaba ese sí? Ella había esperado resistencia, dudas, preguntas… algo, cualquier cosa que le demostrara que aún importaba. Pero no. La indiferencia de William la había dejado más sola que nunca.

Mientras esperaba que el café se preparara, Coromoto no podía evitar recordar el momento en el que le hizo la propuesta. Había sido tan diferente a lo que imaginaba. Ella pensaba que sería una forma de acercarse, de salvar lo que quedaba de su relación, pero la frialdad con la que William había aceptado todo la había descolocado.

William siempre había sido un hombre de ideas tradicionales. Nunca le había interesado ese tipo de “experimentación” que Coromoto había propuesto, pero esa noche parecía no tener reservas. “Si eso es lo que necesitas, lo hacemos”, le había dicho sin vacilar. Aquello no era lo que ella esperaba. No era la conversación llena de amor y empatía que había soñado. Era una respuesta automática, como si ya hubiera dado por perdido el matrimonio.

Aún en medio de esa confusión, Coromoto intentó convencerse de que todo estaba bien. Quizás el amor se había transformado, o tal vez lo que querían era lo mismo, pero de una manera diferente. En su mente, el plan de pasar una noche con Claudia, su otra mejor amiga, podría ser la chispa que reavivara la llama. La amiga, siempre comprensiva, siempre atenta a las inseguridades de Coromoto, parecía ser la pieza que faltaba en el rompecabezas de su relación. Sin embargo, no se había detenido a pensar en las consecuencias, ni en lo que realmente estaba a punto de desatarse.

El sonido de la cafetera la sacó de sus pensamientos. Se acercó a la encimera y sirvió la bebida en una taza. Tomó un sorbo caliente y se sentó frente a la mesa, sumida en la duda. ¿Qué ha pasado con nosotros? Se preguntaba. En el fondo, sabía que la chispa de su relación ya no existía, pero no quería rendirse. No aún.

Esa tarde, Coromoto había invitado a Claudia a su casa. Había intentado mantener la conversación ligera, como siempre lo hacían, pero el tema que había en su mente no dejaba de rondar. La presencia de Claudia le resultaba reconfortante, pero a la vez inquietante. Su mejor amiga, con su sonrisa franca y su mirada cálida, era el apoyo que Coromoto necesitaba en ese momento, pero también era la pieza del rompecabezas que podría llevarlo todo a un abismo del que no podría regresar.

– Claudia, necesito hablar contigo sobre algo – comenzó Coromoto, nerviosa mientras daba vueltas a su taza de café.

Claudia, que estaba sentada frente a ella, la miró con atención, percibiendo de inmediato que algo no estaba bien.

– Claro, ¿qué pasa? – preguntó, sorprendida por la seriedad en el tono de su amiga.

Coromoto respiró hondo antes de hablar. Había esperado encontrar las palabras perfectas, pero al final solo se le ocurrió lo que sentía en lo más profundo de su ser.

– He propuesto algo… algo que tal vez no debería haber hecho, pero no sé qué más hacer. William y yo… estamos en una crisis. He pensado que tal vez, si… si compartimos una experiencia juntos, con alguien más, podría ayudar a salvar nuestra relación. Y… quiero que seas tú.

Claudia la miró, confundida, sin saber si realmente había entendido bien lo que Coromoto le estaba pidiendo. El silencio que se generó entre ellas fue denso, y por un momento, Claudia dudó de lo que acababa de escuchar.

– ¿Te refieres a… un trío? – preguntó finalmente, casi sin poder creerlo.

Coromoto asintió, sintiendo un nudo en el estómago. El sonido de su propia respuesta la aterraba, pero ya había comenzado, y ahora solo quedaba esperar la reacción de Claudia.

– No lo sé… – comenzó Claudia, pensativa. – Es una idea… rara. No es algo que haya considerado antes, pero, si crees que podría ayudar, estoy dispuesta a intentarlo.

Coromoto la miró, esperando algo más, una señal de que Claudia también sentía esa chispa de duda. Sin embargo, su amiga había respondido con una frialdad sorprendente. La sinceridad de Claudia la dejó helada, pero al mismo tiempo, un extraño alivio la invadió. Finalmente, alguien había escuchado su dolor y le había respondido sin juzgarla.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP