35. La Llamada

Antes de dormirme, se van tejiendo ideas, ecos nítidos que escalan en mí, repetitivos... He podido pasar lo que escribí en la portátil de Mila, ahora puedo continuar en la mía y seguir por ese camino al que me empuja la inspiración derivada de lo vivido y lo poco que sé de Silvain.

No puedo creer que me lanzo a eso. Escribir un borrador torno a mi jefe ha surgido de pronto y estoy ansiosa por seguirlo, quizá esto alimente ilusiones, porque una hambruna emocional sufre mi alma. A puerta cerrada, estoy tranquila y empiezo a escribir. Mis dedos bailan sobre ese teclado hasta la madrugada, cuando noto lo tarde que es, decido parar y descansar, pero quedarme hasta esa hora sin pegar un ojo ha dejado insomnio en consecuencia.

La secuela en la mañana llega con dolor de cabeza y agotamiento. A duras penas me ducho y hago mis necesidades antes de prepararme. Sucede que al revisar mi teléfono tengo cuatro llamadas perdidas de Silvain, horrorizada abro los ojos de par en par, también dejó un m
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