38. El Enigma: Cristian

Silvain, aparece de pronto en la cocina, estoy por servir el pollo en un plato; se aproxima hasta subirse a un taburete y apoya los codos en mesón, de soporte sus palmas sostiene su cara y me mira.

-Pensé que tendrías hambre. ¿Te apetece?

Niega, no deja de verme, empiezo a creer que el malestar pasado y del que solo queda poco le afectó. Me muevo como si doy pasos en un campo minado, sigilosa.

-Vete a casa -me repite -. Después de almorzar, necesito estar solo.

¿Es en serio? Si quiere estar a solas, la mansión es grandísima puede estar en un rincón si le da la gana y ni me notará. Tal vez me quiere lejos porque ya ha mostrado demasiado esa parte que oculta a menudo.

-De acuerdo.

-¿Qué has hecho? -curiosea.

-Pollo en salsa de mostaza y miel, espero no te moleste, me tomé el atrevimiento, porque no me dijiste qué hacer... -emito, me detengo ante esa mirada que no logro descifrar.

-No interesa, Aryanna. Sé muy bien lo que te dije. -bufa.

-Tal vez deba irme ya, tampoco tengo hamb
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