32. Su Objetivo

—¿Te vas a quedar callada? ¿no me vas a decir nada? —lanza, exasperado, salgo de la cama y busco mis zapatos.

Pensar que él me ha traído en sus brazos, encima a su habitación, me deja perpleja, confundida. No parece real, y no lo considero un sueño, con él tan furibundo me veo en la pesadilla. La cabeza me duele un poquito; despectivo me da el calzado, y lo veo. Sus azules están oscurecidos. No me tiene compasión, y yo debería de replicar, me ha retratado sin mi consentimiento, debería de estar avergonzado.

«¿Qué ridiculeces pienso?».

Claro está que no debí ir a la cabaña.

—Lo siento, ¿si? Lamento lo que hice, no estuvo bien... —emito, no me arrepiento mucho, solo de quedarme encerrada accidental... arrugo el ceño, ¿es que Silvain me encerró? —. ¿Has sido tú?

Fue predemitado.

—Te lo has buscado, por andar metiendo las narices en mis asuntos. No sabes lo molesto que estoy, Aryanna. Es mi lugar, es mi privacidad y te has saltado las reglas.

—¿Q-qué vas a hacerme?

La peligrosa c
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