13. Primavera Inexorable

Un jueves demasiado apresurado, se asoma como el alba pronuncia la llegada de la mañana con fulgurante sol a través de las paredes acristaladas. Olvidé cerrar las cortinas, ahora la claridad estremece mi visión delicada, hasta que logro acostumbrarme a la tortura, al rato ya dista de serlo.

Me adecento, sin perder el tiempo, debo estar puntual en la mansión. De ahí, partiré con mi jefe tirano al «ático». Debo admitir que estoy nerviosa con la idea, el cambio se ha manifestado por decisión de él, no sé si hay intenciones detrás, ¿buenas? No, no lo creo. Al menos en la mansión había más trabajadores. No sé nada de ese famoso lugar donde estaré todos los próximos días clavada. Una capa fibrosa de nervios se instala en mi pecho, impide respirar, no quiero salir de la habitación y trazar el trayecto de siempre.

Sin opciones, salgo del apartamento. Acostumbro irme con Mila, cuando su horario es flexible, pero si su entrada es antes de las ocho, pues tomo un taxi. Ya me puedo dar ese «lujo»
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