Samantha
No importando mi estado, ya no era solo yo, así que me regañe y me puse de pie, fui al baño para lavar mi rostro.
Los pasos que me tomo llegar hasta la recámara de mi preciosa niña me mentalice para controlar mis emociones.
Escuchar su vocecita llamarme tan solo entrar, parcharon mi corazón dolido —¿qué has hecho? Espero que no le hayas dado problemas a la señora Amelia.
Con Florence entre mis brazos —Gracias Amelia, por cuidar de mi remolino.
Amelia me miro apenada y antes de salir se detuvo a darme unas palmaditas en la espalda —dime si necesitas algo. Ya le di de comer a la niña. ¿Te traiga algo de comer?
—Te lo agradezco, pero no tengo apetito.
Dos horas estuvimos entretenidas en la habitación, Florence jugando y yo interviniendo cuando así me lo requería, solo que con todo lo sucedido había olvidado las clases de la niña.
Por lo que en el momento que alguien vino a informarme de la llegada de la profesora, ya era demasiado tarde para reagendar la clase, así pues, la lleve a la biblioteca.
Yo me quedaba sentada en un rincón para no entorpecer la lección, allí en mi mesa estaban los libros que estaba leyendo, solo que hoy no era un buen momento para abrirlos, mi mente estaba en un caos infernal.
En un abrir y cerrar de ojos culmino la clase, que para Florence era entretenido y desafiante, ya que le enseñaban otros idiomas a través de divertidos juegos, como memorama y otros.
—Zài huì (hasta luego en chino) —se despidió Florence de su maestra.
Al ir a la cocina, porque solíamos tomar un refrigerio para recargar pilas, Florence salió corriendo, lo cual hacía tan solo ver a su padre, solo que esta vez mi corazón brinco en mi pecho, ya que no sabía cuál sería su reacción.
—¡Papi! wǒ ài nǐ (te quiero) —era lo usual, Florence le decía las nuevas palabras que aprendía.
Ver su entusiasmo y la poca recepción y reciprocidad que Carter mostró, me dejo un nudo en la garganta, más cuando ella seguía repitiendo la misma palabra y saltando alrededor de su padre.
—¿Qué haces allí parada? Ven por la niña y llévatela —ni siquiera se giró para verme, una lágrima se me salió y eso pareció molestarle, ya que a través de un espejo es que ambos vimos nuestros semblantes.
Me acerqué —ven Florence, veamos que preparamos para comer —debí tomarla de la mano y llevármela, pero no lo hice.
Florence tomo la mano de su padre —ven, ¿comemo?
Carter sacudió su mano, lo siguiente es que Florence estaba llorando, porque Carter la miro con una cara llena de enojo, cosa que ni yo podré sacar de mi mente.
—No llores, papá está ocupado y tiene prisa. —La alce y me alejé, pero aun así oí su risa, la cual no era alegre, me helo la sangre.
Me costó trabajo hacer que Florence dejara el llanto y distraer su mente sobre su padre, porque hizo preguntas de por qué lucia diferente.
Y para cuando nuestro sándwich estuvo listo, me di cuenta lo difícil que sería esto, ya que Florence pregunto dónde estaba el de su papá, desde que ella podía subir en su banco y ayudarme u observar en la cocina, siempre le guardaba algo a su padre.
Quien había mandado a enmarcar una galleta, la cual tenía una forma extraña, pero era preciada para él solo porque su hija se la había hecho, ese era la clase de padre que era Carter para ella. Y ahora, ahora qué pasaría.
Necesitaba hablar con él, porque sentía que con cada instante que no aclarábamos la situación todo se vislumbraba más y más desastroso.
Para cuando vi que Florence se había quedado dormida, cerré el libro y con cuidado me levanté para no despertarla.
Camine rumbo a las escaleras para ir a la planta baja y me dirigí a su estudio, mi corazón estaba acelerado, porque sabía a lo que me enfrentaría y no era algo placentero.
Tontamente, gire la manija, como si fuera a estar abierta, se había encerrado y ni siquiera había comido, ya que allí a un lado de la puerta estaba un carro de servicio con alimentos.
Toque a la puerta y no hubo respuesta, así que pegue mi oído para ver si escuchaba algo.
Lo intenté reiteradamente con la esperanza de poder hablar con él —necesitamos hablar —nada.
Más toquidos —Carter, ¡por favor! —la puerta se abrió y hubiera sido mejor que no.
Carter
Todo fue en cámara lenta desde que leí esos malditos resultados y ver la cara de la mujer que amo, ya no se sintió bien, la imagen que tenía de ella se había destruido.
Todas y cada una de las veces que mi madre y hermana dijeron que mi hija no guardaba parecido conmigo, me atormentaron, saltaron como demonios en mi mente, dejándome sin espíritu.
Todo giraba alrededor de que Sam me había traicionado.
Era como si mi amor por Florence se hubiera esfumado en un instante, y a pesar de que sabía que ella no tenía la culpa, su voz, su presencia y su insistencia eran algo que no podía soportar.
Y Sam con su expresión de aflicción me ponían cada vez más furioso, ¿desde cuándo estaría mintiendo?, ¿seguiría viendo al padre de Florence?
La sangre me hervía y con todo aquel malestar la cabeza me empezó a punzar, por lo que me encerré en el estudio para que no me molestaran.
Se supone que no se deben combinar los medicamentos con las bebidas alcohólicas, pero no tenía tiempo de sopesar esas pequeñeces, justo cuando mi mundo se iba a la m****a.
Al abrir la puerta por su m*****a terquedad de querer hablar, la vi sobresaltarse al verme.
—No, vuelvas, a, pronunciar, mi, nombre. —Lo dije casi rechinando los dientes, lo que antes era un deleite, ahora me irritaba de sobremanera.
—Hablemos, ¡por favor! —a pesar de todo, su súplica me desarmo y la deje pasar, pero la quería incomodar, así que azote la puerta.
Podía y quería escuchar cualquier cosa que dijera, pero no podía verla, así que le di la espalda.
—Algo debe estar mal, yo jamás te sería infiel —su voz temblaba.
—¿Te apegarás a que las pruebas están mal? —inquirí.
—Sí, eres al único hombre que he amado, no hay forma de que Florence no sea tu hija.
Sam se abalanzó y se abrazó a mi torso, su olor y su calor, por supuesto que ella era mía, mi lógica y mi conocimiento sobre ella me decían que aquellas palabras eran verdad.
Retire sus brazos y di unos pasos para alejarme —debo pensar. Vete.
Esa noche la pase despierto, imaginando situaciones diversas que explicaran los resultados.
Mi familia y en especial Alexia no eran muy fan de Samantha, pero todo cambio desde la llegada de la niña, es como si tuvieran mayor arsenal para atacar mi amor por Sam.
SamanthaDebo ser una tonta, por supuesto que Carter no vendría a dormir a mi lado, de igual modo no pude dormir por esperarle y estar pensando cómo podría arreglar la situación.El reloj parecía ir más lento de lo habitual, vuelta tras vuelta intentando cerrar los ojos fue la noche más larga de la que tengo memoria, y mi mente tenía grabada la cara de mi esposo.Justo antes de las siete de la mañana tocaron a mi puerta, me senté y me recargué en el respaldo de la cama —¡adelante! —asomo la cabeza una de las chicas que nos ayudan.—Buenos días, me mando el señor para que le lleve un cambio de ropa.Me levanté, le mostré la elección que tenía, y es que le separaba los atuendos, justo cuando me disponía a bajar los ganchos y pasárselos.—No es necesario, yo lo hago.Me hice a un lado y fui a uno de los cajones en donde tiene bolsas preparadas para cuando viaja, en ellas contaba con productos de aseo.—Toma, lo necesitará.Ayer me había dicho que no deseaba verme, pero había cosas que yo
Lo peor que le puede pasar a un hombre enamorado es descubrir que ha sido traicionado, por la persona a quien ama.Así que Carter, luego de leer los resultados que confirmaban de una vez por todas que Florence no era su hija y por consiguiente que su amada esposa le veía la cara de estúpido. Tres días habían pasado.Y nada cambiaba o disminuía el odio y rencor que nacieron debido a la traición.Sus emociones se avivaron más cuando llego a su hogar y vio a su esposa, muy en el fondo se cuestionaba cómo demonios habían llegado a ese episodio.La esposa, con la preocupación de no haber visto a su esposo al verlo, corrió a su encuentro, y es que ella pretendía ir a buscarle a sus oficinas, porque lamentablemente su asistente no tuvo la amabilidad de despejar sus preguntas sobre el paradero de su amado.Por lo que Samantha venía con su chaqueta y su bolso, cosa que Carter malinterpreto.—¿A dónde pensabas ir? —la señala de pies a cabeza —¡mírate!, ¿para quién te arreglaste? —la toma del br
Esa noche Samantha prefirió hacerle caso a Carter, ya que había dejado claro que no deseaba verla, se encerró en el cuarto de Florence, por fortuna Amelia no las dejaría sin alimentos.Muy poco le importaba lo que el señor de la casa dijera, ella había trabajado para otras familias y nunca tuvo una conexión tan real y sincera como con Sam y es que la joven mujer era un sol.Ella sufría al ver como esa hermosa familia estaba pasando por esos problemas, en su opinión el esposo era un tonto por haber cambiado radicalmente con su esposa.—Pero... Amelia, no necesitas hacerlo, si lo descubre Carter, no quiero que te metas en problemas por nuestra culpa.—¡Tonterías! Tú has sido muy buena conmigo y esto es un pequeño pago por lo mucho que tú has hecho por mí. Anda, que se enfría la comida, cuando acaben solo déjalo todo encima de este mueble, más tarde vengo.Amelia quería reconfortar a Sam, pero era más importante que comieran, ya que estaban a punto de ser las siete de la noche y se había
No lo merezcoSamantha camino lento, su pecho se sentía constricto, paso a paso jalaba aire para poder ir a verificar que es lo que su amado hacía con aquella mujer.Vasto que ella se acercara para escuchar las risas de la mujer, pues no estaban insonorizadas las habitaciones de la planta baja más que el estudio.—Eres hermosa, muéstrame que tienes para mí —decía la voz de su esposo con un ritmo agitado.Lo siguiente que escuchó la hizo marcharse a toda prisa, los gemidos de la mujer no eran otra cosa más que Carter, él si estaba siéndole infiel.Alterada como se hallaba no podía volver a la habitación de Florence por lo que se fue al jardín, con cada minuto que transcurría la mente se le llenaba de ideas, qué tal si irrumpía, poco importaba que él se enojará.En el momento que quiso hacerlo desistió, porque pensándolo mejor lo que su esposo hacía era una acción consiente, él tal vez fue llevado a cometer ese acto por sentirse traicionado. Su actuar sin dudas le estaba dando la estoca
ActualidadDio unas cuantas respiraciones forzadas, parecía estar muy agitado, su estado empezó a volver a la normalidad, una vez que la adrenalina de la discusión baja, Carter ya estaba en su estudio.Deseaba obtener una retribución por la ofensa sufrida, no obstante, en ese mismo instante se recriminaba por haber actuado de aquella manera.Jamás imagino que un enojo le llevaría a ponerse violento a un nivel que llegara a agredir físicamente a una mujer, lo que le gustara o no, ella había representado algo importante en su vida.Esa noche se quedó dormido, recargado en su escritorio.Por su parte, Samantha corrió a uno de los baños de la planta superior, no permitiría que la niña la viera en ese lamentable estado y es que temblaba como hoja, Carter se comportaba como nunca, el hombre dulce ya no existía.El espejo le mostró con total claridad lo que sería de ahora en adelante su vida en aquella casa, por su propio bien y el de su pequeña debería tener precaución de toparse con él. Ju
Al día siguiente, al contarle a Amelia lo sucedido, ella le dio un sobre, con algo de dinero en el interior, no era mucho, pero al menos podría ayudarla.—Sam, ¿ya lo decidiste? —la mujer se frota las manos y su rostro está lleno de incertidumbre.—No tengo otra opción, Carter me detesta con todo su ser y yo pensé que la mejor forma de arreglarlo era seguir aquí. Pero... ¿Y si no tiene solución?—Es que yo no sé cómo es que el señor se cegó. ¿Lo sigues amando a pesar de lo que te ha hecho?—Mi amor por él no se ha terminado, y eso es lo malo, que de permanecer aquí lo seguiré justificando.—¿Qué piensas hacer allá afuera?—Creo que lo más importante por el momento es lograr salir de aquí y cuando lo haga, buscaré respuestas.—Prepararé todo para irnos.—No, Amelia, te agradezco por todo tu cariño y por este préstamo, porque te lo devolveré. Pero no puedo dejar que me sigas, cuando no tengo a donde ir o una forma de sostenernos a las tres. Me mantendré en contacto y cuando me establezca
SamHabía conseguido una pequeña victoria al poder alejarme de esa casa y apartarme de Carter, fue mucho más difícil y doloroso de lo que supuse.Observar la cara de mi hermosa Florence era el mejor recordatorio de porque debía hacerlo, el viaje en aquel auto llego a su fin y comenzaba mi rudimentario intento de despistar a cualquiera que intentara localizarme.Entre por unos instantes a la estación de autobuses, esperando que el conductor que me había llevado se alejará, fue allí que se me ocurrió.—¡Hola! ¿Te encuentras bien? —me pregunto un señor.No sabía que mi semblante delataba por completo mi estado precario —¡oh! Lo estaré en cuanto me aleje de este lugar.—¿Problemas?—Algo así —forcé una sonrisa que no convencería a nadie.—¿Y a dónde te diriges?—Para ser sincera no lo tengo muy claro —fui dejada por unos instantes en lo que el hombre contesto una llamada.—¿Y usted a dónde viaja?—Voy a San Luis a visitar a mi nieto, acabo de convertirme en abuelo.—¡Vaya, pues felicidades
Sentirse observado tomo un nuevo significado para Sam, que estaba más que alerta, era una cosa exagerada, por el bien de su niña y el de ella misma debía bajarle dos rayitas a su paranoia.Su hipervigilancia la hicieron darse cuenta de muchas cosas, sobre todo se propuso memorizar el vecindario, así como todos aquellos establecimientos a los que tuviera que acudir con regularidad.Salidas de emergencia y posibles rutas que le permitieran marcharse si creía que estuviera a punto de ser descubierta.Su locura no era para menos, ya que su querida suegra le había asegurado que se arrepentiría por haber engañado a la familia Mitchell, su marido era otra posible amenaza, él mismo le dijo que no la dejaría irse tan fácilmente.Con las provisiones necesarias para sobrevivir por una semana, se dirigió al local que albergaba al ejército de salvación.Florence, aunque algo cansada, fue convencida por su madre, pues esta le contó que era un lugar donde podían encontrar tesoros.Sam primero se dir