Esa noche Samantha prefirió hacerle caso a Carter, ya que había dejado claro que no deseaba verla, se encerró en el cuarto de Florence, por fortuna Amelia no las dejaría sin alimentos.
Muy poco le importaba lo que el señor de la casa dijera, ella había trabajado para otras familias y nunca tuvo una conexión tan real y sincera como con Sam y es que la joven mujer era un sol. Ella sufría al ver como esa hermosa familia estaba pasando por esos problemas, en su opinión el esposo era un tonto por haber cambiado radicalmente con su esposa.—Pero... Amelia, no necesitas hacerlo, si lo descubre Carter, no quiero que te metas en problemas por nuestra culpa.
—¡Tonterías! Tú has sido muy buena conmigo y esto es un pequeño pago por lo mucho que tú has hecho por mí. Anda, que se enfría la comida, cuando acaben solo déjalo todo encima de este mueble, más tarde vengo.
Amelia quería reconfortar a Sam, pero era más importante que comieran, ya que estaban a punto de ser las siete de la noche y se habían saltado la comida.Samantha, por su parte, se sintió conmovida, sabía del buen corazón de esa mujer y lo mucho que la apreciaba y cómo no hacerlo si a ella le hubiera gustado tener una mamá así.
Por la mañana Samantha se levantó a la misma hora de siempre, pues no necesitaba alarma, ya estaba acostumbrada a su rutina, en la cocina preparo todo como de costumbre. Aguardaría en la cocina, pero la curiosidad le gano, más cuando escucho el comentario de la chica que puso el servicio y sirvió los alimentos, —es la primera vez que veo desarreglado al señor. Así que Sam fue a hurtadillas y detrás de un muro se atrevió a dar un vistazo, y en efecto aquel hombre no era su guapo esposo, no traía puesta la corbata, su camisa estaba desfajada y ni siquiera se había afeitado y que decir de su cabello que parecía no haberle pasado un peine. Suspiro, ambos lo estaban pasando mal, por culpa de la desconfianza. Carter estaba desayunando cuando por un instante vio a Sam estarle observando, eso le disgusto, lo dejo pasar al notar que estaba escondida, solo qué bocado tras bocado recordó que ella era la que seguramente había preparado todo aquello. La bilis le subió hasta la boca, aventó los cubiertos y azotó el puño en la mesa, enseguida salió la chica que había llevado los alimentos y Amelia llego tras ella. —¡Esto sabe horrible! ¿Quién lo preparo? —la chica miro a Amelia.—Sal de allí, no eres muy buena para esconderte —le grito Carter a Samantha. —¿Fuiste tú? —señalo los alimentos de la mesa, no queriendo un enfrentamiento frente a otras personas, Sam solo asintió.
—No lo hagas de nuevo, tu y todo lo que haces me da asco.
Samantha se tragó el nudo que se formó en su garganta, dio media vuelta y a toda prisa quería alejarse, el esposo al ser dejado insatisfecho al no poder descargar su enojo, aventó lo que estaba en la mesa al piso.
Se giró para no ver a las dos mujeres que seguían allí —¡Maldita sea! —se pasó la mano por el cabello.—Señor, ¿le preparamos otra cosa para desayunar? —Amelia se aventuró a preguntar.
—No, déjenlo, ya es tarde.
Amelia no desperdiciaría el trabajo de la señora, así que sirvió la comida sobrante y se la llevo en cuanto se aseguró que el señor ya se había marchado. Encontró a Sam sentada, recargada a lado de la puerta de la habitación de la niña, su cabeza estaba recargada en sus rodillas, las cuales tenía encogidas contra su pecho. El suspiro pesado que dejo salir Amelia hizo que Sam levantara la vista —no sé ni que decir, esto... se está saliendo de proporciones, me apena no poder ofrecerte un lugar para que pudieras alejarte y pensar sin los malos tratos. Sam no pudo contener las lágrimas —no quiero irme, creo que si lo hago esto no se arreglará, pero Carter me está mostrando una cara que no imagine tuviera. Ya no le reconozco, me ve y habla con odio. La manija de la puerta se movió, Florence seguramente se había levantado, rápidamente Sam se secó las lágrimas y entro. —¡Mami! Vamo a deyayunar.—Sí, vamos a desayunar, pero aquí —Florence hizo puchero.
—No, papi epera.
—No, amor, él ya se fue y estos días no lo veremos, se fue de viaje.
—No lleva, mi.
—Fue a trabajar, así que ven comamos porque tenemos cosas que hacer.
Samantha no podía estar sin hacer algo, por lo que recordando el estado en el que estaba su antigua habitación, considero que la labor de limpiar aquello le ayudaría. Al entrar ya preparada con los implementos de limpieza, fue necesario ir en busca de cajas para descartar cosas y guardar otras. Amelia cuidaba de Florence.Algunas de sus prendas estaban hechas trizas, las aparto en una caja para desecharlas, las que estaban bien iban a otra pila, otra caja para objetos rotos.
En total limpiar aquello le llevo dos días, las cajas que contenían su ropa las llevo con Florence.Por las noches Carter llegaba ebrio, así que el chofer debía traerlo de cualquier bar en el que se metía.
Y conforme pasaban los días, aquella situación se volvía real, ya que Carter cancelo las tarjetas de Samantha y las clases que Florence tenía, al término de una semana, ya no pudo ir a natación, no más idiomas o cursos de estimulación temprana. La pobre Florence también lo pasaba mal y no por la suspensión de sus actividades, no, el problema era no haber visto a su padre. Ella preguntaba a cada rato por su papá, —¡Mami! —Florence le llevo el celular a Sam —ama papi.Las palabras de Florence parecían una orden, lo que ella quería era una videollamada.
...
Esa noche Samantha esperaba en penumbra junto a la ventana, eran más de las doce, no había problema, porque Carter ni se enteraba de que ella aguardaba como perrito fiel. Algo en ella siempre la empujaba a hacer aquello.
Solo podía dormir cuando estaban bajo el mismo techo, y nada de eso había cambiado. O al menos no para ella, porque lo que vio no le gusto, Carter bajo del auto y luego extendió su mano para ayudar a bajar a una mujer muy guapa. No había signos de embriaguez, todo lo contrario, estaba muy sobrio y ambos iban muy contentos y sonrientes. Carter sí que sabía de los hábitos de Samantha, por ello justamente había invitado a esa belleza, quería que experimentara rabia y celos, esos que lo carcomían desde el inicio de esa debacle. Verlo caminar de la mano de aquella mujer le partió el corazón, peor se sintió cuando su esposo la dirigió hasta la habitación que estaba ocupando.No lo merezcoSamantha camino lento, su pecho se sentía constricto, paso a paso jalaba aire para poder ir a verificar que es lo que su amado hacía con aquella mujer.Vasto que ella se acercara para escuchar las risas de la mujer, pues no estaban insonorizadas las habitaciones de la planta baja más que el estudio.—Eres hermosa, muéstrame que tienes para mí —decía la voz de su esposo con un ritmo agitado.Lo siguiente que escuchó la hizo marcharse a toda prisa, los gemidos de la mujer no eran otra cosa más que Carter, él si estaba siéndole infiel.Alterada como se hallaba no podía volver a la habitación de Florence por lo que se fue al jardín, con cada minuto que transcurría la mente se le llenaba de ideas, qué tal si irrumpía, poco importaba que él se enojará.En el momento que quiso hacerlo desistió, porque pensándolo mejor lo que su esposo hacía era una acción consiente, él tal vez fue llevado a cometer ese acto por sentirse traicionado. Su actuar sin dudas le estaba dando la estoca
ActualidadDio unas cuantas respiraciones forzadas, parecía estar muy agitado, su estado empezó a volver a la normalidad, una vez que la adrenalina de la discusión baja, Carter ya estaba en su estudio.Deseaba obtener una retribución por la ofensa sufrida, no obstante, en ese mismo instante se recriminaba por haber actuado de aquella manera.Jamás imagino que un enojo le llevaría a ponerse violento a un nivel que llegara a agredir físicamente a una mujer, lo que le gustara o no, ella había representado algo importante en su vida.Esa noche se quedó dormido, recargado en su escritorio.Por su parte, Samantha corrió a uno de los baños de la planta superior, no permitiría que la niña la viera en ese lamentable estado y es que temblaba como hoja, Carter se comportaba como nunca, el hombre dulce ya no existía.El espejo le mostró con total claridad lo que sería de ahora en adelante su vida en aquella casa, por su propio bien y el de su pequeña debería tener precaución de toparse con él. Ju
Al día siguiente, al contarle a Amelia lo sucedido, ella le dio un sobre, con algo de dinero en el interior, no era mucho, pero al menos podría ayudarla.—Sam, ¿ya lo decidiste? —la mujer se frota las manos y su rostro está lleno de incertidumbre.—No tengo otra opción, Carter me detesta con todo su ser y yo pensé que la mejor forma de arreglarlo era seguir aquí. Pero... ¿Y si no tiene solución?—Es que yo no sé cómo es que el señor se cegó. ¿Lo sigues amando a pesar de lo que te ha hecho?—Mi amor por él no se ha terminado, y eso es lo malo, que de permanecer aquí lo seguiré justificando.—¿Qué piensas hacer allá afuera?—Creo que lo más importante por el momento es lograr salir de aquí y cuando lo haga, buscaré respuestas.—Prepararé todo para irnos.—No, Amelia, te agradezco por todo tu cariño y por este préstamo, porque te lo devolveré. Pero no puedo dejar que me sigas, cuando no tengo a donde ir o una forma de sostenernos a las tres. Me mantendré en contacto y cuando me establezca
SamHabía conseguido una pequeña victoria al poder alejarme de esa casa y apartarme de Carter, fue mucho más difícil y doloroso de lo que supuse.Observar la cara de mi hermosa Florence era el mejor recordatorio de porque debía hacerlo, el viaje en aquel auto llego a su fin y comenzaba mi rudimentario intento de despistar a cualquiera que intentara localizarme.Entre por unos instantes a la estación de autobuses, esperando que el conductor que me había llevado se alejará, fue allí que se me ocurrió.—¡Hola! ¿Te encuentras bien? —me pregunto un señor.No sabía que mi semblante delataba por completo mi estado precario —¡oh! Lo estaré en cuanto me aleje de este lugar.—¿Problemas?—Algo así —forcé una sonrisa que no convencería a nadie.—¿Y a dónde te diriges?—Para ser sincera no lo tengo muy claro —fui dejada por unos instantes en lo que el hombre contesto una llamada.—¿Y usted a dónde viaja?—Voy a San Luis a visitar a mi nieto, acabo de convertirme en abuelo.—¡Vaya, pues felicidades
Sentirse observado tomo un nuevo significado para Sam, que estaba más que alerta, era una cosa exagerada, por el bien de su niña y el de ella misma debía bajarle dos rayitas a su paranoia.Su hipervigilancia la hicieron darse cuenta de muchas cosas, sobre todo se propuso memorizar el vecindario, así como todos aquellos establecimientos a los que tuviera que acudir con regularidad.Salidas de emergencia y posibles rutas que le permitieran marcharse si creía que estuviera a punto de ser descubierta.Su locura no era para menos, ya que su querida suegra le había asegurado que se arrepentiría por haber engañado a la familia Mitchell, su marido era otra posible amenaza, él mismo le dijo que no la dejaría irse tan fácilmente.Con las provisiones necesarias para sobrevivir por una semana, se dirigió al local que albergaba al ejército de salvación.Florence, aunque algo cansada, fue convencida por su madre, pues esta le contó que era un lugar donde podían encontrar tesoros.Sam primero se dir
Una semana había transcurrido desde que se realizó la prueba, y la fecha de conocer los resultados llego.La joven madre acude a la guardería para recoger a Florence quien en un principio sufrió con la separación, lo que era comprensible, así que Sam consentía a la pequeña, pues estaba enfrentando cambios abruptos.La edad de la niña ayudaba en gran medida, porque se podría adaptar, no obstante, la pobre seguía preguntando por su papi.—¡Mamí! Hoy diuje —la niña le entrega una hoja, Florence no era muy buena en esa área, así que solo eran formas de colores.—¿Qué dibujaste cariño?—¡Ay, pus mi casa! —Florence señala, —pidsina, albor, castillo.—No, detente, tú ya sabes pronunciar bien esas palabras. De nuevo, pi-sci-na, ár-bol. Por la noche vamos a repasar.Florence nunca había viajado en transporte público, por lo que era sumamente emocionante para ella y parecía loro, preguntando y dando respuestas a sus conjeturas.Sam no se aburriría con la imaginación de su hija, por lo que el tr
Tres semanas era el tiempo que había transcurrido desde que Samantha huyera de casa y la espera entre llamada y llamada con el abogado le parecían el mayor sufrimiento que estaba padeciendo.Con el descubrimiento de que Florence no era su hija, uno de sus pensamientos fue volver de inmediato con Carter para que le ayudara a descifrar el lío, ya tenía las pruebas, así que tendría algo en su favor.Todo aquel plan se vino abajo cuando llamo a Amelia para que le ayudara a recopilar la información de los empleados.Desde la voz de preocupación de Amelia le dio un mal presentimiento, para cuando la interrogó sobre su evidente humor, la idea de volver se derrumbó.Amelia le contó a Sam sobre lo mal que se encontraba Carter y su inestabilidad emocional, sus arranques de destrucción de cosas, los gritos que debían soportar cuando solo intentaban ayudar o alimentarlo.Al colgar aquella llamada, no pudo evitar la tristeza y el sentimiento de impotencia que la embargo, lamentaba profundamente qu
Samantha baja del ascensor y se acerca a recepción para entregar la identificación que le dieron, pero para ese entonces el personal ya tiene las órdenes de no permitirle la salida.—¡Oh! Señora Mitchell, me parece que el asistente desea hablar con usted —le dice la recepcionista al recibir el gafete, por su parte Sam lo encuentra normal, hasta que su entorno se siente raro.Las recepcionistas intercambian miradas sospechosas y los guardias de la entrada no le quitan la mirada de encima, además de estar hablando por sus radios.No le gusta para nada aquello, así que —¿tardara mucho, es que llevo prisa?—Descuide, ya viene en el ascensor, no le llevará más de unos minutos —Sam se percata que la otra recepcionista les hace señas a los guardias y estos se aproximan.—Bien, pero debo ir al sanitario, así que ahora él deberá esperarme.—Si por supuesto.Sam aprovecha, pues los sanitarios están en dirección a los elevadores, da un vistazo por el rabillo del ojo para ver si la siguen, al no