Lo peor que le puede pasar a un hombre enamorado es descubrir que ha sido traicionado, por la persona a quien ama.
Así que Carter, luego de leer los resultados que confirmaban de una vez por todas que Florence no era su hija y por consiguiente que su amada esposa le veía la cara de estúpido. Tres días habían pasado.
Y nada cambiaba o disminuía el odio y rencor que nacieron debido a la traición.
Sus emociones se avivaron más cuando llego a su hogar y vio a su esposa, muy en el fondo se cuestionaba cómo demonios habían llegado a ese episodio.
La esposa, con la preocupación de no haber visto a su esposo al verlo, corrió a su encuentro, y es que ella pretendía ir a buscarle a sus oficinas, porque lamentablemente su asistente no tuvo la amabilidad de despejar sus preguntas sobre el paradero de su amado.
Por lo que Samantha venía con su chaqueta y su bolso, cosa que Carter malinterpreto.
—¿A dónde pensabas ir? —la señala de pies a cabeza —¡mírate!, ¿para quién te arreglaste? —la toma del brazo y la jala para empujarla y dejarla sentada en uno de los sillones del recibidor.
Samantha, abrumada por el abrupto trato y ver lo desalineado de su marido, queda sin dar respuesta inmediata.
—¡Contesta! —grita él.
—Iba a tus oficinas para saber por qué no habías llegado.
—Eres una... —se calla, porque a pesar de todo lo que le quiere gritar no puede. —La mejor mentirosa, podrías incluso volverte actriz.
—No te entiendo —replica ella.
—Ya no es necesario que sigas fingiendo, los resultados de la prueba solo confirman lo idiota que soy.
El marido saca unas hojas arrugadas de su saco, ella se ríe, no puede creer lo que sus ojos ven, qué m*****a broma, quién podría estar haciendo eso. Samantha nunca ni con el pensamiento ha faltado a sus votos de fidelidad y lealtad.
—Encima de todo, ahora te ríes en mi cara.
—No, ¿sabes por qué me rio? Las lágrimas ya se me acabaron, me duele lo que sucede porque no encuentro una explicación.
—Ambos sabemos la explicación, deja de mentir. ¿Con quién me engañaste? —Samantha niega. —Será que ni tú misma sabes la identidad del padre de esa niña.
—¡Basta! Deja de decir tonterías, me estás ofendiendo y ya pasaste la línea de lo que te puedo permitir.
—¡¿Yo?! Eres una sinvergüenza. Y no necesitas permitirme nada, perdiste el derecho de ser tratada como una persona decente.
Carter, fuera de sí, la toma por el cuello, observarla le hace daño, duele tanto que piensa que solo será justo si la hace sentir el mismo dolor que él experimenta.
Samantha manotea y rasguña las manos de su esposo en un intento por liberarse de su agarre, lo bueno es que el chofer llega.
—Señora, acabo de ver el auto de su esposo. —Una frase que salió al ver la escena, apreciaba a la señora, pero quien pagaba su sueldo era el señor, así que por más que a él le chocara esa situación poco podía intervenir.
—¡Señor! ¿Qué hace? —dice el chofer.
Carter suelta a su esposa y ella tose y jala aire, llevando su mano a sobar su cuello adolorido.
—La señora no saldrá, retírate.
—Ya me lo temía, pues justo íbamos a su oficina. —Al escuchar aquello, Carter se tranquilizó, lo más probable es que ya no creería nada que saliera de la boca de esa mentirosa, los demás seguían teniendo su confianza.
Pero eso aún no había terminado, el marido sube a la recámara que compartía con su amada, odia ese espacio, porque a donde quiera que mire, tiene recuerdos de ambos.
Así como lo había hecho en su oficina, toma objeto tras objeto y destroza todo a su alcance, Samantha que percibe los sonidos hasta donde ella está, sube, no es para nada buena idea ponérsele enfrente de ese hombre.
Pero aun así se queda fuera de la habitación, cada nuevo estruendo de algo estrellándose la hacen sobresaltarse, ya que la puerta está entre abierta, da un vistazo a lo que acontece adentro.
Carter azota puertas, ni el baño se salva, lo primero en romper es el inmenso espejo, seguido de ver como da viaje tras viaje al closet para terminar de aventar todas las pertenencias de su esposa.
La atención del marido colérico es captada por voces que vienen de fuera de donde se encuentra.
—Señora, la niña está llorando, escucho los ruidos y no la puedo tranquilizar.
—Amelia, puedes llevarla a dar una vuelta, por favor.
Aquello hizo salir a Carter —reúne al personal que se encuentre el día de hoy.
Minutos más tarde, algunos estaban alarmados sobre sus destinos, ya habían escuchado el alboroto y creían que ese matrimonio se acabaría y que por consiguiente ellos ya no serían necesarios.
—Escuchen bien, desde hoy ya no hay señora de la casa, así que ninguno de ustedes tiene porque ayudarle a Samantha o a esa niña. Vivirán bajo este techo en calidad de arrimadas.
La esposa que estaba en la planta alta, escuchando todo, se sintió humillada, pero sobre todo fue herida por el hombre que ella juró amar hasta el último de sus días.
Y nada podía hacer, ya que era la casa de él, además el fuerte olor a alcohol que desprendía fueron una clara señal de que no estaba en sus cinco sentidos y no sería sensato de su parte intentar razonar con él bajo ese estado.
Lo mejor que pudo hacer ella fue ir en busca de su niña, caminar fuera de esa casa le haría bien, por lo que en cuanto todos volvieron a sus labores y Carter se encerró en su estudio. Aprovecho para irse.
Sabía a donde dirigirse, ya que con Amelia siempre llevaban a Florence a un parque que estaba cerca.
Al irse acercando busco con la mirada a su niña, no muy lejos Amelia la vigilaba, Sam al no querer hablar de la situación decidió quedarse a una distancia prudente que la dejara ver el mundo de su hija.
Florence estaba con otros niños similares en edad, todos sentados, interactuando entre ellos y sus juguetes, todo se veía normal y era la mejor distracción que tendría ella de todo el infierno que vivía.
Lo peor es que entre más pensaba para encontrar una solución, esta no llegaba a ella, todo parecía estar perdido, Carter había accedido a una nueva prueba y todo salió peor.
Su esposo la despreciaba y veía difícil poder disuadirlo de la idea de que ella le había sido infiel, Carter solo creería la verdad si se la decía otra persona.
Y ella de verdad que lo entendía, lo que ya no se le hacía justo es que no estuvieran los dos intentando descubrir lo que realmente pasaba. Y en el fondo, desde que lo escucho aborrecerla enfrente de todos en esa casa, supo que buscar la solución sería cosa de ella.
Amelia fue a hablar con Florence para volver a la casa, allí Sam apareció, Florence por supuesto con mayor facilidad accedió a terminar la sesión de juego.
Ahora estaba emocionada por contarle a mamá sobre lo que se había perdido por no estar a su lado.
En casa, Carter estaba como león enjaulado paseando de un lado al otro, ya que cuando le llevaron alimentos para comer, cuestiono donde estaban esas mujeres y al saber que no estaban en casa, supuso que ya no regresarían.
Así que allí mismo ordeno —dile a todos que esas dos no pueden salir de casa sin mi consentimiento —la joven solo asintió y se fue para pasar aquel mensaje.
Por lo que cuando llegaron fueron a avisarle al señor sobre el regreso de Samantha y la niña, por la situación que se vivía, todos tenían que cuidar las palabras que expresaban enfrente de Carter.
Allí Sam fue acorralada, —¡papi! —Florence enuncio su palabra favorita en cuanto lo vio, él por su parte ni la volteo a ver.
Amelia la levanto y como por arte de magia intentaría desaparecer más rápido que pronto, y antes de lograrlo —empiece a buscar que otra tarea desempeñar. Ya no necesita ayudar con la niña.
—Sí, señor —fue su respuesta.
—Y tú. Ya no puedes deambular por la casa como si te perteneciera, ni tampoco puedes ir y venir a placer. Entre menos te vea, será mejor.
—No sería mejor que me corrieras.
—Eso quisieras, pero no. No permitiré que te vayas con tu amante.
Esa noche Samantha prefirió hacerle caso a Carter, ya que había dejado claro que no deseaba verla, se encerró en el cuarto de Florence, por fortuna Amelia no las dejaría sin alimentos.Muy poco le importaba lo que el señor de la casa dijera, ella había trabajado para otras familias y nunca tuvo una conexión tan real y sincera como con Sam y es que la joven mujer era un sol.Ella sufría al ver como esa hermosa familia estaba pasando por esos problemas, en su opinión el esposo era un tonto por haber cambiado radicalmente con su esposa.—Pero... Amelia, no necesitas hacerlo, si lo descubre Carter, no quiero que te metas en problemas por nuestra culpa.—¡Tonterías! Tú has sido muy buena conmigo y esto es un pequeño pago por lo mucho que tú has hecho por mí. Anda, que se enfría la comida, cuando acaben solo déjalo todo encima de este mueble, más tarde vengo.Amelia quería reconfortar a Sam, pero era más importante que comieran, ya que estaban a punto de ser las siete de la noche y se había
No lo merezcoSamantha camino lento, su pecho se sentía constricto, paso a paso jalaba aire para poder ir a verificar que es lo que su amado hacía con aquella mujer.Vasto que ella se acercara para escuchar las risas de la mujer, pues no estaban insonorizadas las habitaciones de la planta baja más que el estudio.—Eres hermosa, muéstrame que tienes para mí —decía la voz de su esposo con un ritmo agitado.Lo siguiente que escuchó la hizo marcharse a toda prisa, los gemidos de la mujer no eran otra cosa más que Carter, él si estaba siéndole infiel.Alterada como se hallaba no podía volver a la habitación de Florence por lo que se fue al jardín, con cada minuto que transcurría la mente se le llenaba de ideas, qué tal si irrumpía, poco importaba que él se enojará.En el momento que quiso hacerlo desistió, porque pensándolo mejor lo que su esposo hacía era una acción consiente, él tal vez fue llevado a cometer ese acto por sentirse traicionado. Su actuar sin dudas le estaba dando la estoca
ActualidadDio unas cuantas respiraciones forzadas, parecía estar muy agitado, su estado empezó a volver a la normalidad, una vez que la adrenalina de la discusión baja, Carter ya estaba en su estudio.Deseaba obtener una retribución por la ofensa sufrida, no obstante, en ese mismo instante se recriminaba por haber actuado de aquella manera.Jamás imagino que un enojo le llevaría a ponerse violento a un nivel que llegara a agredir físicamente a una mujer, lo que le gustara o no, ella había representado algo importante en su vida.Esa noche se quedó dormido, recargado en su escritorio.Por su parte, Samantha corrió a uno de los baños de la planta superior, no permitiría que la niña la viera en ese lamentable estado y es que temblaba como hoja, Carter se comportaba como nunca, el hombre dulce ya no existía.El espejo le mostró con total claridad lo que sería de ahora en adelante su vida en aquella casa, por su propio bien y el de su pequeña debería tener precaución de toparse con él. Ju
Al día siguiente, al contarle a Amelia lo sucedido, ella le dio un sobre, con algo de dinero en el interior, no era mucho, pero al menos podría ayudarla.—Sam, ¿ya lo decidiste? —la mujer se frota las manos y su rostro está lleno de incertidumbre.—No tengo otra opción, Carter me detesta con todo su ser y yo pensé que la mejor forma de arreglarlo era seguir aquí. Pero... ¿Y si no tiene solución?—Es que yo no sé cómo es que el señor se cegó. ¿Lo sigues amando a pesar de lo que te ha hecho?—Mi amor por él no se ha terminado, y eso es lo malo, que de permanecer aquí lo seguiré justificando.—¿Qué piensas hacer allá afuera?—Creo que lo más importante por el momento es lograr salir de aquí y cuando lo haga, buscaré respuestas.—Prepararé todo para irnos.—No, Amelia, te agradezco por todo tu cariño y por este préstamo, porque te lo devolveré. Pero no puedo dejar que me sigas, cuando no tengo a donde ir o una forma de sostenernos a las tres. Me mantendré en contacto y cuando me establezca
SamHabía conseguido una pequeña victoria al poder alejarme de esa casa y apartarme de Carter, fue mucho más difícil y doloroso de lo que supuse.Observar la cara de mi hermosa Florence era el mejor recordatorio de porque debía hacerlo, el viaje en aquel auto llego a su fin y comenzaba mi rudimentario intento de despistar a cualquiera que intentara localizarme.Entre por unos instantes a la estación de autobuses, esperando que el conductor que me había llevado se alejará, fue allí que se me ocurrió.—¡Hola! ¿Te encuentras bien? —me pregunto un señor.No sabía que mi semblante delataba por completo mi estado precario —¡oh! Lo estaré en cuanto me aleje de este lugar.—¿Problemas?—Algo así —forcé una sonrisa que no convencería a nadie.—¿Y a dónde te diriges?—Para ser sincera no lo tengo muy claro —fui dejada por unos instantes en lo que el hombre contesto una llamada.—¿Y usted a dónde viaja?—Voy a San Luis a visitar a mi nieto, acabo de convertirme en abuelo.—¡Vaya, pues felicidades
Sentirse observado tomo un nuevo significado para Sam, que estaba más que alerta, era una cosa exagerada, por el bien de su niña y el de ella misma debía bajarle dos rayitas a su paranoia.Su hipervigilancia la hicieron darse cuenta de muchas cosas, sobre todo se propuso memorizar el vecindario, así como todos aquellos establecimientos a los que tuviera que acudir con regularidad.Salidas de emergencia y posibles rutas que le permitieran marcharse si creía que estuviera a punto de ser descubierta.Su locura no era para menos, ya que su querida suegra le había asegurado que se arrepentiría por haber engañado a la familia Mitchell, su marido era otra posible amenaza, él mismo le dijo que no la dejaría irse tan fácilmente.Con las provisiones necesarias para sobrevivir por una semana, se dirigió al local que albergaba al ejército de salvación.Florence, aunque algo cansada, fue convencida por su madre, pues esta le contó que era un lugar donde podían encontrar tesoros.Sam primero se dir
Una semana había transcurrido desde que se realizó la prueba, y la fecha de conocer los resultados llego.La joven madre acude a la guardería para recoger a Florence quien en un principio sufrió con la separación, lo que era comprensible, así que Sam consentía a la pequeña, pues estaba enfrentando cambios abruptos.La edad de la niña ayudaba en gran medida, porque se podría adaptar, no obstante, la pobre seguía preguntando por su papi.—¡Mamí! Hoy diuje —la niña le entrega una hoja, Florence no era muy buena en esa área, así que solo eran formas de colores.—¿Qué dibujaste cariño?—¡Ay, pus mi casa! —Florence señala, —pidsina, albor, castillo.—No, detente, tú ya sabes pronunciar bien esas palabras. De nuevo, pi-sci-na, ár-bol. Por la noche vamos a repasar.Florence nunca había viajado en transporte público, por lo que era sumamente emocionante para ella y parecía loro, preguntando y dando respuestas a sus conjeturas.Sam no se aburriría con la imaginación de su hija, por lo que el tr
Tres semanas era el tiempo que había transcurrido desde que Samantha huyera de casa y la espera entre llamada y llamada con el abogado le parecían el mayor sufrimiento que estaba padeciendo.Con el descubrimiento de que Florence no era su hija, uno de sus pensamientos fue volver de inmediato con Carter para que le ayudara a descifrar el lío, ya tenía las pruebas, así que tendría algo en su favor.Todo aquel plan se vino abajo cuando llamo a Amelia para que le ayudara a recopilar la información de los empleados.Desde la voz de preocupación de Amelia le dio un mal presentimiento, para cuando la interrogó sobre su evidente humor, la idea de volver se derrumbó.Amelia le contó a Sam sobre lo mal que se encontraba Carter y su inestabilidad emocional, sus arranques de destrucción de cosas, los gritos que debían soportar cuando solo intentaban ayudar o alimentarlo.Al colgar aquella llamada, no pudo evitar la tristeza y el sentimiento de impotencia que la embargo, lamentaba profundamente qu