Divino desastre
Divino desastre
Por: Sandy Co
1. Florence

Y la vida se abre paso...

El personal de servicio corría en su desespero porque a la señora de la casa se le había roto la fuente, alguien debía llevar la maleta, alguien estaba llamando al ginecobstetra, el chofer apareció para decir que estaba listo.

Pero no podían partir aún, porque no estaba a la vista Samantha y es que en el alboroto la dejaron sentada en una silla en la cocina que es en donde todo empezó.

—Amelia, por favor, ¡ay...! Avísale a mi esposo que ya vamos para el hospital.

—Si señora, ya lo hice, solo dejé el recado porque está en una reunión.

Samantha respira hondo y siente otra punzada, el chofer y otras dos mujeres del servicio llegan en tropel para asistirla y subirla al vehículo.

Con tanta conmoción, Samantha tiene que alzar la voz —¡Alto! Respiren... inhalen-exhalen. ¡Listo! Ven, si funcionaron los cursos. Ahora, Amelia ayúdame a llegar hasta el auto.

Amelia obedece y le ofrece su mano derecha para que se apoye, mientras con la izquierda la pasa por su espalda, pero ni la toca, por su experiencia sabe que el contacto puede ser molesto.

Al llegar al hospital un equipo ya espera en la entrada, Samantha siente que es demasiado dramático el recibimiento, ya que ni siquiera la dejan entrar por su propio pie, la sientan en la silla de ruedas y la ingresan.

Primero le ofrecen una disculpa, porque su doctor tratante se encuentra fuera de la ciudad, por un congreso, Sam lo entiende perfecto, su parto estaba adelantándose porque solo tenía 39 semanas.

—Descuide señora Mitchell, tenemos un equipo calificado que se encargara de usted.

Tras la revisión, determinaron que le darían tiempo a que aumentara la dilatación, pues solo tenía cuatro centímetros, luego conectaron el monitor fetal.

Unas cuantas horas después, Sam ya no sintió el movimiento del bebé y oprimió el botón para que acudieran.

Una doctora entró y trajeron el ultrasonido para ver el estado del bebé, todo estaba normal, incluso le mostró que ya estaba posicionado para salir.

...

Todo cambio de un minuto al otro, cuando Sam empezó a sentir un dolor agudo en el pecho y tanto su monitor como el del bebé se descontrolaron, las enfermeras, así como los doctores, entraron y dijeron que estaba teniendo sufrimiento fetal, por lo que no podrían esperar y debían realizar una cesárea.

Sam, luego de firmar consentimientos, porque su esposo no aparecía y no había nadie más con ella, solo la pobre Amelia, quien la quería como a una hija, lamentablemente no lo era.

En lo que Sam estaba en la sala de operaciones, Carter su esposo por fin llega y Amelia le relata lo sucedido, y por el momento no hay nada que pueda hacer.

Una doctora sale a informar que ya es padre de una hermosa niña y que pronto podrán verlas, pues las trasladarán a su habitación, por lo que ya no es necesario estén allí.

Estando Carter al pendiente manda a descansar a Amelia y le agradece por siempre estar cuidando de su esposa, por su parte la mujer le pide permiso para poder ver a la niña y luego retirarse.

Y en efecto, las enfermeras llevan primero a la bebé, un pequeño bultito envuelto en una cobija rosa, el padre orgulloso, no cabe de la felicidad —mírala, es tan chiquita.

Amelia se emociona y junto con Carter derraman unas cuantas lágrimas de felicidad, es entonces que abren la puerta y meten a Sam, que está en un estado preocupante, su complexión desmejorada y pálida alarman a los presentes.

Más tarde el reporte que le presentan a Carter lo enoja, pues por poco y pierde a ambas. Lo que más teme es que el sufrimiento fetal que tuvo su hija tenga consecuencias.

De las cuales se pone a investigar y ruega al universo porque su pequeña no presente retraso en el crecimiento, insuficiencia cardíaca, o alguna discapacidad intelectual.

Por lo que con el mejor de los intereses en el momento que son dadas de alta, Carter lleva a su hija a que la revisen concienzudamente y más de un especialista.

Con el paso de los días, el desarrollo de la pequeña Florence demuestra que afortunadamente es una niña normal y sana.

Un año después...

Los padres orgullosos reúnen a algunas amistades para celebrar el primer cumpleaños de su hermoso tesoro, risas, regalos y muchos recuerdos son hechos en tan especial ocasión.

Solo la familia de Carter y en concreto su hermana y madre se resistían a unirse a la celebración, al terminar la fiesta, no pierden oportunidad de sacar su repertorio de comentarios cizañosos.

—Mi vida, tú a su edad eras una monada, todo blanquito y sin ningún cabello a la vista, Florence es como muy peluda.

—Ya vas a empezar, todos los niños son diferentes —comenta Carter con ánimo de disipar las osadas palabras de su madre, quien siempre era instigada por su hermana.

Sam aparece con Florence para repartir más dulces, a lo que la señora y su cuñada hacen muecas de desagrado reusándose a aceptar.

—Oye Samantha, no podríamos buscar algo sobre tus orígenes, es que es muy raro que la niña solo haya sacado las características de tu lado familiar —añade la cuñada.

—Es algo que me encantaría, desafortunadamente nuestros intentos no han dado ningún fruto —Sam mira a su marido y este le dice en voz baja, “lo siento”.

Y de verdad que si lo hace, desde que a Florence se le fueron oscureciendo los ojos azules para quedar en un grisáceo hermoso, su abuela no dejaba de buscar comparaciones con su hijo y la falta de similitudes entre hija y padre.

Eso era a la vista y oídos de cualquiera, lo peor siempre lo guardaban para cuando estaban a solas con Samantha, su veneno y falta de escrúpulos no conocían límites, en varias ocasiones a la tonta nuera no le quedaba de otra. Solo podía amarse de paciencia y mostrar que aquello no le afectaba.

Para Carter era lo mismo, cuando estaban a solas, solían peguntarle qué tanto confiaba en su esposa, la creía capaz de mentirle, y con el pasar de los años reiteradamente le decía que dejara de ser tan ciego.

Lo evidente estaba frente a sus ojos, solo él y su tonto amor le nublaban el juicio.

Alexia, su hermana, buscaba formas de estar incomodándolo, y es que desde que se había casado su hermano la relego, haciéndola sentirse que ya no era el ombligo del universo, cuando regularmente él solía mimarla.

Aunado al rechazo que sufrió cuando su amiga Patricia dejo de ser la novia de su hermano, otra perfecta compañera de aventuras de su hermana, ambas echadas a perder por sus respectivas familias.

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Título original: Divino desastre.

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Ⓒ 2024 by Sandy Co.

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