Años después (para ser exacto, doce)Les voy a terminar de contar una historia, una historia que ya lleva doce años. Decirlo es muy fácil, pero han sido doce años aprendiendo a ser parejas, aprendiendo a trabajar juntos, a convivir juntos, pero sobre todo aprendiendo a aprender.Es la historia de una chica que un día, por circunstancias de la vida decidió llegar a Ámsterdam, y como comprenderéis nadie que llega a un país que no es suyo, tiene las cosas fáciles. Ella me ha contado que en un principio fue muy difícil, que tuvo que trabajar en algo que le llaman vitrales, que estaba en un barrio muy famoso de aquí de Ámsterdam. Bueno ella ha prometido que algún día me contará la historia completita, yo espero impaciente a que llegue ese día.Os preguntaréis ¿Quién soy? lo siento, no me he presentado, soy Alexander Brouwer Ivanov, y como imagináis soy el mejor producto de esa historia. Tengo once años, creo que, por mi edad, también os imagináis en qué momento fui concebido.—Hijo, ¿Qué h
Un año antes.— ¡Hibrand! ya tienes todo lo que querías para la reunión encima de tu mesa, creo que ya no me necesitas hasta esta noche—hizo una pausa para respirar y se colocó las manos en las caderas —. ¿Te das cuenta de que serán como veinte horas de trabajo? Eres un explotador —bramó Licelot, mano derecha y mejor amiga de Hibrand. Se conocieron en la universidad y eso le daba el derecho para llamar a su jefe explotador en su cara. Ella no se andaba con remilgos a la hora de cantarle las cuarentas cuando hacía falta.—Ahora me imagino que te vas, pero como has dicho; esta noche quiero tu culo en esa cena, sabes que esa reunión es muy importante para la empresa y me da igual si te exploto o no.—Lo sé, sé que te da igual, no sé para qué pierdo el tiempo
En la actualidad(Al norte de Samara, Rusia)— ¡Ivana, te estoy hablando! soy tu padre, tendrás que hacer lo yo te diga, de lo contrario te tendrás que ir de la casa —gritó Sergei Ivanov, enfadado, quería que su hija se casara con un señor de unos sesenta años o más, tan solo por cumplir un juramento que le hizo antes de ella nacer.—Lo siento papá, si me tengo que ir lo haré, pero no me casaré con ese viejo yo solo tengo veintidós años.—Me da igual los que tengas, soy tu padre, un hombre de palabra y debo cumplirla, los hombres para ser respetados tienen que cumplir su palabra.—Dile tú mamá —se dirigió Ivana a su madre desesperada —. Dile que no puede condenarme a una vida así, dile que
Tan solo había pasado un año de aquella fatídica noche en que todo cambió para Hibrand, su vida no ha sido, ni será nunca la misma Tardó unos cuantos meses en estar totalmente recuperado de las lesiones de su cuerpo, pero las del alma las llevaba tan tangible como la puta vida. Nunca podrá entender como la vida que pensaba que tenía medianamente organizada se le pudo ir por la borda en un segundo. Nada es ni podrá ser igual, porque ha habido muchos cambios en su vida, empezando por su casa, la cual fue adaptada para que su mujer pudiera ir con la silla de ruedas, pero ese no fue el cambio más significativo que ha tenido, sino la transformación de ella, su mujer.— ¿A qué hora llega la imbécil de la enfermera? —preguntó manipulando su silla de ruedas. Hibrand se quedó viéndola y se preguntó, &iqu
—Esta será tu habitación, es pequeña, pero es lo único que me queda libre, si algunas de las chicas abandonan la suya te prometo que te cambio —informó la casera de Ivana. Le costó mucho encontrar piso para compartir en Ámsterdam, después de una semana buscando y durmiendo en pensiones baratas, por fin encontró, la zona no le gustaba mucho, pero es lo que había, porque a partir de ese momento era la arrendataria de una habitación en una cuarta planta sin ascensor de la calle Bloedstraat Centrum, o lo que es lo mismo una de las calles más transitada del barrio rojo de Ámsterdam.— ¡Gracias! aquí estaré cómoda, ahora solo me falta encontrar un trabajo —respondió Ivana a su casera — ¿Sabe usted donde necesiten a alguien para trabajar? hablo ruso e inglés.—Aqu&
Los campos de tulipanes de Brouwer Holanda estaban ubicados al sudeste de Ámsterdam, específicamente en Haarlem, era donde mejor se daban las condiciones de todo Ámsterdam por la combinación de arenas y tierra arcillosa. Hibrand se levantó temprano y se fue directamente al campo. Estábamos en el mes de abril y era cuando los bulbos empezaban a florecer, era todo un espectáculo, se podían ver campos y campos de tulipanes de diferentes colores. A Hibrand le gustaba ver personalmente sus campos, y como solo tardaba treinta minutos de Ámsterdam a Haarlem lo hacía todos los días muy temprano, la cosecha ya la tenía vendida a los inversores con los que firmó el contrato el año pasado.Si por él fuera, se quedaba allí todo el día disfrutando de ese espectáculo, porque ver sus campos llenos de tanto col
Ivana estaba desesperada, ya no sabía qué más hacer para encontrar trabajo, a todos los sitios que iba le pedían lo mismo; papeles en regla, ella no los tenía, porque entró a Ámsterdam como turista y se había quedado. Otra cosa que le pedían era la experiencia, tampoco tenía porque nunca había trabajado. Ese había sido el peor día, estaba muy deprimida, ya no le quedaba dinero ni siquiera para comer, y la habitación tenía que pagarla en un semana, sus amigas Edurne y Malenka habían tratado de animarla y le decían que no se preocupara que donde comían dos, comían tres, pero ella sabía que eso no lo podía hacer, que no podía abusar de la amistad de esas chicas que se habían portado tan bien con ella.Un par de veces se le había pasado por la cabeza regresa
Había pasado una semana desde que Heleen hizo creer que se tomó el frasco de pastilla, todo lo hizo por llamar la atención, porque si se las hubiera querido tomar nadie se lo habría impedido, y ahora quizás, sería otra la historia. Al otro día salió del hospital como si nada, sin arrepentimientos. Hibrand fue a recogerla, porque no fue capaz de dejar que se fuera en un taxi, su conciencia no se lo hubiera permitido. Ella seguía en las mismas, dando órdenes, peleando, insultando, haciendo infeliz la vida de las personas que la rodeaban, parecía que era lo que más disfrutaba.Hibrand buscó a un psicólogo que le recomendaron para que fuera a casa y los ayudara, porque él pensaba que también necesitaba ayuda, para sobrellevar toda la situación y para poder aguantarla, pero ella lo echó, en cuanto puso un pie en la ca