Cuando Hibrand llegó a casa de las chicas, ya ellas lo estaban esperando en la entrada. Había llamado a Malenka y le había contado un poco lo que le había dicho Edik. Malenka pensó que se llamaba igual que un cliente que tuvo la otra noche, también era ruso y muy guapo, pero era imposible, las casualidades no pasaban así porque sí, además debía haber muchos rusos llamados Edik.—Hibrand, no entiendo qué hace ella en San Petersburgo, donde tengo entendido que Ivana es de Samara por eso le decimos samaritana —aclaró Malenka.—Yo tampoco, además, ¿Cómo se la llevaron? ¿Por qué cojones lo hicieron?—Hibrand, no sé si esto esté relacionado, pero Ivana vino de su país huyendo por no casarse con un señor que puede ser su abuelo… bueno eso fue lo que me dijo un día que le pregunté —recordó Malenka.— ¡No me jodas Malenka! ella nunca me dijo nada.—Ni a nosotras, eso se lo saqué un día que estábamos melancólicas, de hecho, jamás lo volvimos a mencionar, no creo que recuerde que me lo contó, yo
Hibrand llegó a mediodía al aeropuerto Pulkovo dos, estaba lloviendo, hacía un día asqueroso, de esos donde era mejor quedarte en casa con una manta y una bebida caliente. No había traído maleta, solo una bolsa de mano con un par de vaqueros y unas cuantas camisas. No quiso perder tiempo recogiendo maletas. Cuando estaba fuera se quedó mirando para todos lados. El padre de Ivana dijo que lo esperaría, no tenía que buscar mucho, porque al fondo vio una mujer menuda y bajita muy parecida a Ivana, al lado un hombre con los ojos más azules que había visto en su vida, mucho más que los de Ivana, no tenía pelos, no sabía si era calvo o lo llevaba rasurado, los rusos eran muy raros.— ¿Ustedes son…? —preguntó Hibrand mirándolos.—Los padres de Ivana, vámonos de aquí. —pidió Sergei mirando hacia arriba a aquel hombre, debía medir uno noventa y cinco, frente al uno setenta y cinco de él.—Creo que debemos irnos al hotel, y allí planificar cómo podemos hacer las cosas.—De acuerdo—asientio Serg
Edik llegó a la hora acordada y los encontró sentados en la mesa terminando de comer.— ¡Hola! —Saludó, a lo que Hibrand respondió haciendo las presentaciones.—Ya hemos comido pero tú siéntete libre de ordenar lo que guste— invitó Hibrand.—Yo he comido en el avión, pero dentro de dos horas tengo una reunión, a eso he venido a San Petersburgo, hablemos del tema de tu chica y si quiere más tarde me uno a vosotros y echo una mano en lo que pueda.— ¡Gracias Edik! De verdad, pero el tema es este; la persona que tiene secuestrada a Ivana tiene muchas influencias, por lo que nos interesa encontrar algún jefe de las fuerzas policiales rusas que no esté corrompido.— ¿Pero ¿Qué piensas hacer? tengo entendido que ese hombre es dueño de un montón de negocios y que tiene dinero a raudales.—Lo sabemos, por eso queremos agentes policiales confiable, porque pienso entrar ahí y destapar ese garito y sé que con ese se irán todo los que tiene por toda Rusia, además Sergei, que es el padre de Ivana
— ¡Muyyy buenas noches, señores, bienvenidos al gran club Solyanka! —Hibrand se quedó buscando al hombre de la voz, pero parecía una grabación o estaba escondido en algún lugar, porque en el escenario no había nadie.«Esta es una noche muy especial, porque tendremos carne fresca, ya sabéis a lo que me refiero, nuestro club siempre se ha caracterizado por traer lo mejor de diferentes países —Hibrand lo escuchaba a medias, porque toda su atención estaba en observar el club, ventanas, puertas de salidas, baños, sobre todo, baños. Edik le dijo que dio con ella buscando el baño.— ¿Dónde cojones hay un plano de evacuación de este lugar? —se preguntó, sabiendo que no existía, que no cumplía la normativa de seguridad que los obligaba a tener un plano de evacuación visible.—Perdón señorita, ¿El baño? —preguntó a otra Barbie que acababa de pasar por su lado con una bandeja de bebidas.—El primer pasillo a la izquierda, pero el pase de chicas está a punto de empezar si se lo pierde tendrá que
Ivana acababa de despertar, pareciera que le habían dado una paliza, bueno de hecho ha sido así, las bofetadas de Petrov la dejaron fuera de combate. Las bofetadas y lo que sea que le diera a tomar. Estaba confundida, miró para todos lados, estaba sola en la habitación, por lo que observó, estaba en una cama de hospital.— ¡Mi padre! —de repente recordó que estaba herido, que Petrov lo hirió. Intentó levantarse, pero no tenía fuerzas, se mareó. En eso entró Hibrand con un vaso con café.— ¡Hola! he ido a por un café —informó enseñado el vaso —. ¡Qué bueno que ya estás despierta!— ¡Hibrand! —gritó sorprendida, pensaba que lo había soñado.—Sí, soy yo, he venido a por mi mujer y de aquí no me voy sin ella.—Mi padre… —dijo omitiendo lo que le acababa de decir, en ese momento había cosas más importantes que su no relación o lo que sea que hayan tenido.—Tu padre está bien, recuperándose, en cuanto el médico diga te llevo a verlo.— ¡Gracias! ¿De verdad eres tú? ¿No estoy soñando? tú me
El viaje de vuelta les costó un poco más, porque habían tenido que esperar que el padre de Ivana fuera dado de alta, llevarlo a su ciudad natal; Samara. Viaje que aprovechó Ivana para enseñarle su ciudad a Hibrand y que la conociera un poco más. Él decidió quedarse porque no estaba dispuesto a irse sin ella, entendió su posición cuando le dijo que no se iría hasta que su padre no estuviera en casa, por eso decidió esperarla.La casa de los padres de Ivana era una residencia normal, a Hibrand le gustó, allí se respiraba paz, tranquilidad, y sobre todo olor a familia, quizás hayan pasado por algunas pruebas que el destino se encarga de colocar en el camino, pero eran una familia y eso nunca cambiará. A Hibrand le estaba gustando ser parte de ella y le había encantado conocer el entorno donde se había criado la mujer que amaba.—Hibrand, Cuando lleguemos allí, ¿Cómo será todo? Mira, entiendo que te sientas responsable por tu mujer, pero, de verdad que yo no quiero meterme donde no me lla
Años después (para ser exacto, doce)Les voy a terminar de contar una historia, una historia que ya lleva doce años. Decirlo es muy fácil, pero han sido doce años aprendiendo a ser parejas, aprendiendo a trabajar juntos, a convivir juntos, pero sobre todo aprendiendo a aprender.Es la historia de una chica que un día, por circunstancias de la vida decidió llegar a Ámsterdam, y como comprenderéis nadie que llega a un país que no es suyo, tiene las cosas fáciles. Ella me ha contado que en un principio fue muy difícil, que tuvo que trabajar en algo que le llaman vitrales, que estaba en un barrio muy famoso de aquí de Ámsterdam. Bueno ella ha prometido que algún día me contará la historia completita, yo espero impaciente a que llegue ese día.Os preguntaréis ¿Quién soy? lo siento, no me he presentado, soy Alexander Brouwer Ivanov, y como imagináis soy el mejor producto de esa historia. Tengo once años, creo que, por mi edad, también os imagináis en qué momento fui concebido.—Hijo, ¿Qué h
Un año antes.— ¡Hibrand! ya tienes todo lo que querías para la reunión encima de tu mesa, creo que ya no me necesitas hasta esta noche—hizo una pausa para respirar y se colocó las manos en las caderas —. ¿Te das cuenta de que serán como veinte horas de trabajo? Eres un explotador —bramó Licelot, mano derecha y mejor amiga de Hibrand. Se conocieron en la universidad y eso le daba el derecho para llamar a su jefe explotador en su cara. Ella no se andaba con remilgos a la hora de cantarle las cuarentas cuando hacía falta.—Ahora me imagino que te vas, pero como has dicho; esta noche quiero tu culo en esa cena, sabes que esa reunión es muy importante para la empresa y me da igual si te exploto o no.—Lo sé, sé que te da igual, no sé para qué pierdo el tiempo