Capítulo 12

— ¡Rosario, a mi oficina por favor!— Gritó Guillermo.

      Rosario se paró y se dirigió hacia la oficina. Al igual que hacía algunas semanas. Aunque esta vez con la diferencia de que miraba al frente y sus compañeras la miraban con mayor respeto. Lucrecia había cumplido con parte de su trato. Parecía ser ella quien manejaba los hilos, valga la redundancia, de la fábrica textil.

      — Guillermo, ¿Qué paso?

      — Entra y cerra la puerta— Ni siquiera la miró.

      Rosario un tanto preocupada obedeció de inmediato.

      — Toma asiento— Le indicó con su mano sacándose los anteojos.

      Ella cumplió al instante.

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