Capítulo 17

  Rosario se perdió durante días. Estaba sucia, más que de costumbre, pero su gran problema era su cabeza, su mente. Como era habitual, le jugaba malas pasadas.

     Por las tardes, cuando el sol caía pasaba por la fábrica para ver si Guillermo continuaba con vida, para su desgracia, jamás pudo verlo. Sin pensarlo, una noche se acercó hasta la casa de Lucrecia. Entró por el largo pasillo que se desmoronaba y tocó la puerta.

     — ¿Quién es?— Se escuchó la voz de la madre de Lucrecia.

     — Soy…— Rosario tartamudeo.

     — ¿Eres Rosario?— Se sorprendió Jacinta.

     — Si, señora.

   La madre sacó las trabas, les pidió a los niños que hagan silencio y se vayan a la p
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