Capítulo 11

Rosario comenzó con optimismo su nuevo empleo. Los días venideros fueron caóticos, pero Guillermo la incentivaba para que no decaiga. Sus compañeras, con un poco de recelo, no le dirigían la palabra más allá de un hola o un chau.

      — Rosario, vení a mi oficina por favor— La llamó el dueño un tanto apresurado.

      Ella se levantó de su puesto de trabajo, miraba el suelo y repasaba cada movimiento que había hecho. Trataba de recordar si había cometido algún error o si tal vez, había bajado su ritmo. Camino acelerada, con temor. Sus compañeras ni siquiera la miraron. El ir y venir de las maquinas las mantenía concentradas, aunque en el aire se podía oír alguna que otra risa.

      — Sentate querida— Guillermo le señaló con
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