Capítulo 1 — y hubo boda
Narrador:
La majestuosa iglesia se erguía imponente, sus altas paredes resonando con un silencio expectante. De pronto las anchas puertas se abrieron de par en par para dar paso a Janina, la novia, envuelta en un inmaculado vestido blanco de encaje que fluía con elegancia, tal cual como si fuera una princesa. Un espeso tul cubría su rostro, ocultando así su mueca de dolor y sus ojos al borde de las lágrimas, no de felicidad sino de frustración. Avanzaba por el pasillo central, a paso lento pero firme, tomada del brazo de su padre. Bajo la atenta mirada de todos los presentes. Sebastián, impecable en su traje oscuro, la aguardaba en el altar con una mirada que oscilaba entre la resignación y la hostilidad. La boda, no era un enlace por amor y se convertiría en una actuación magistral para mantener las apariencias. Una vez que Janina estuvo frente a él, le cogió la mano que el padre le entregaba, trató de verla a través del velo, pero le fue imposible, la conocía, pero en ese momento sentía que no. Al cogerle la mano, pudo sentir como su cuerpo temblaba y lo único que atinó a hacer, fue ofrecerle una leve sonrisa tranquilizadora.
—Damas y caballeros —así iniciaba con suma solemnidad, el sacerdote la ceremonia —nos reunimos hoy para celebrar la unión en santo matrimonio de Janina Sandoval y Sebastián Mireles. Si hay alguna razón por la cual esta unión no deba llevarse a cabo, hable ahora o calle para siempre
Daniel, que era amigo y confidente de Janina, tuvo que morderse la lengua para no gritar que él estaba en desacuerdo, que ese matrimonio era una farsa, pero le había prometido a su amiga respetar la decisión tomada, y eso era justamente lo que haría. Así que un silencio tenso llenó la iglesia, ya que, al final, nadie habló
—Janina, ¿aceptas a Sebastián como tu esposo, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, por todos los días de tu vida? —a la joven le pareció más una sentencia que una pregunta
—Sí, acepto —aun así respondió con voz firme y mirada desafiante
—Sebastián, ¿aceptas a Janina como tu esposa, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, por todos los días de tu vida?
—Sí, acepto — respondió con una voz que resonaba con amargura y mirando a Janina con una sonrisa sutil que escondía algo de hostilidad
—Los declaro marido y mujer, que el hombre no separe lo que ha unido Dios
Aunque las palabras de aceptación resonaron en la iglesia, las miradas entre Janina y Sebastián revelaban un entendimiento claro, pero lleno de desdén. La ceremonia continuó, pero cada gesto, cada mirada, llevaba consigo el peso de la desdicha. Luego del intercambio de los anillos, llegó el momento del beso que sellaba la unión. Sebastián con suma delicadeza levantó el tupido tul que cubría el rostro de su, ahora, flamante esposa. La observó por un instante, los ojos de Janina develaban angustia y dolor, una lágrima rodó a lo largo de su mejilla, lágrima que Sebastián secó con un dedo en un gesto de ternura muy poco habitual en él. Trató de esbozar una sonrisa, pero en su lugar solo fue una mueca, se acercó lentamente, sin dejar de mirar directamente a los ojos a Janina, y apoyó sus labios sobre los de ella, pero no lo dejó allí, con su lengua se abrió paso sin piedad alguna. Sintió como la joven se desvanecía y la tomó por la cintura, sin separar sus labios. Cuando se detuvo, volvió a mirarla y sonrió satisfecho. Ella estaba sonrojada hasta el punto de arderle el rostro, pues hasta ahora ellos no habían tenido un contacto físico tan cercano y, el hecho de que él la besara y con tal intensidad, descolocó a la joven quien no se lo esperaba en lo absoluto. Al volver a la calma, también volvieron a la tensión entre ellos. Mientras la iglesia se llenaba de aplausos de los concurrentes, quienes estaban ajenos a la realidad de esa unión, Janina y Sebastián se dirigieron hacia el futuro, con un matrimonio que no era fruto del amor, sino de una compleja red de circunstancias y decisiones familiares que les eran ajenas. La recepción posterior fue un torbellino de brindis y felicitaciones, pero bajo las sonrisas ensayadas de los novios.
—Esto es una locura Sebastián —dijo Janina, susurrando con resentimiento, en un momento que estuvo a solas con él
—Sí, Janina, pero al menos no morirás en la miseria —le respondió devolviendo la mirada con hostilidad
Y así, bajos las luces brillantes y la apariencia de una feliz celebración, Janina y Sebastián se aventuraron en un matrimonio que desafiaba lo convencional. La hostilidad entre ellos crecía con cada palabra, cada gesto, marcando el comienzo de una unión forzada donde el desprecio era el telón de fondo de su incipiente vida. Al terminar el banquete, los novios, bajo los saludos interminables, se dirigieron al apartamento en el que vivirían de ahora en más. En la penumbra de la sala, la tensión flotaba en el aire cuando Janina rompió el incómodo silencio
—Esto es una farsa Sebastián —comenzó con voz firme —No lo olvides. No es un matrimonio real, y no voy a actuar como si lo fuera
—¿Y qué esperabas Janina? Ambos sabemos que esto no es por amor, es por conveniencia, así que no vengas con dramas
—No es drama, es realidad. Y yo dormiré sola, así que no te hagas ilusiones de que compartiremos la misma cama
—¡Oh! ¿eso crees? —la tomó firme de un brazo impidiendo que se escabullera —esto puede no ser por amor, pero tienes que cumplir con tu papel. Así que, acostúmbrate a mi presencia, porque no hay escapatoria
—Puede que no tenga opción en este matrimonio, pero si tengo el control de mi espacio. Así que buenas noches, Sebastián. Cada uno a su lado de esta farsa —y se soltó del agarre de su esposo
Con esas palabras, Janina dejó a Sebastián parado en medio de la sala, enfrentando la realidad de una unión que ninguno deseaba. La noche de bodas se convirtió en un reflejo sombrío de las complicaciones que los rodeaban, mientras el eco de sus palabras resonaba en la oscuridad, marcando el inicio de un matrimonio forzado lleno de desafíos y desencuentros.
¿Pero cómo llegaron a este punto dos jóvenes que se detestan y tienen toda una vida por delante?, vida que ahora se ven forzados a compartir
Capítulo 2 —Un ególatraNarrador:En el animado patio de la casa, el hermano mayor de Janina la llevó hacia un grupo de amigos, para presentárselos, luego de la intensa conversación sostenida con su padre minutos antes de que sus amigos llegaran. Los jóvenes del grupo, al ver a su amigo acercarse con ella se diluyó, quedando solo Sebastián, su mejor amigo, es que nunca le dejaba solo por peor que fuera la situación—Janina, quiero que conozcas a Sebastián, es un buen amigo mío—Hola Janina, ¿cómo estás? —le dijo Sebastián con una sonrisa superficial y extendiéndole la mano—Hola Sebastián, encantada de conocerte —respondió la joven tratando de ser amigable—Ah, por fin conozco a la hermanita menor de la que tanto me ha hablado Max —dijo mirándola de arriba abajo —espero que no seas tan ruidosa como tu hermano —acotó con sarcasmoJanina le sonrió de medio lado, mostrando así su enfado ante las palabras de Sebastián. Luego de la incómoda presentación, la joven se retira para reunirse n
CAPITULO 3 — DespreciableNarrador:Janina recién había llegado de su clase de inglés, una de las últimas que tendría antes de ingresar a la universidad, pues ya estaba cursando los últimos días del último año. Se dirigió directamente a su dormitorio con la intención de darse una ducha y luego ponerse a estudiar. Y casi pudo lograrlo, pues luego de su ducha, cuando ya iba a sentarse en su escritorio para estudiar, su madre ingresa para interrumpirla—Hola Janina—Hola mamá, que raro tú en casa a ésta hora —le dijo con sorpresa—¿Acaso tengo horario para estar en mi propia casa? —con el tono dramático que acostumbraba acompañarla —y se sentó al borde de la cama que se encontraba a la espalda de Janina—No, ma, no es eso —y se volteó para quedar frente a ella —es solo que a ésta hora, estas en el club tomando el té y jugando, a lo que sea que jueguen, con tus amigas—Hoy no tenía ganas—¿Qué sucede mamá?—Nada hija—A mí me parece que sí y que es algo grave —ahora estaba realmente preoc
Capítulo 4 — Se revelan los planesNarrador:Sebastián se encontraba tranquilamente en el salón de su casa, bebiendo un refresco y mirando su teléfono móvil, cuando su madre lo interrumpió—Sebastián, necesito que vengas al despacho de tu padre que tenemos que hablar de algo importante—¿Y ahora que hice?—Nada, no has hecho nada aún, es lo que harás, lo que tenemos que resolver—Ahora sí que has logrado preocuparme –dijo mientras se ponía de un salto de pie –vamos pues, no hagamos esperar a papáAl entrar en el despacho, el ambiente se notaba con la solemnidad que precede a una conversación crucial. Sebastián, quien aún sostenía la botella de refresco entre sus manos, enfrentaba a sus padres, quienes compartían una expresión seria pero decidida—Hijo, últimamente has estado frecuentando mucho el hogar de la familia Sandoval –empezó diciendo su padre—Sí, es que me llevo muy bien con Maximiliano, es más, desde que volví de Europa, es con el único que he congeniado tan bien que nos he
Capítulo 5 —Lo dijo en voz altaNarrador:La finca de los Mireles se extendía majestuosamente ante la llegada de Janina y sus padres. La atmósfera, sin embargo, estaba cargada de tensión palpable, ya que Janina y Sebastián se encontraban en el mismo espacio, pero en lados opuestos de un abismo emocional.—Vamos a disfrutar este fin de semana en familia, Sebastián, ¿por qué no le das un recorrido por la finca a Janina? — dijo el padre de Sebastián, intentando aliviar la incomodidad—Por supuesto padre, para mi será un placer llevar a la señorita Sandoval en un recorrido por la propiedad —respondió el joven con un gesto forzado de cortesíaA medida que exploraban los rincones de la finca, el silencio se imponía entre ellos dos. Sin embargo, en un momento, Janina no pudo contener su disgusto por más tiempo—¡Vaya, que lugar encantador tienes aquí Sebastián! —dijo con sarcasmo —no puedo evitar preguntarme cuántas mujeres han pasado por estas habitaciones—No sé a qué te refieres, Janina
Capítulo 6 — Guerra y no pazJanina:El día de mi boda, me vestí con un vestido blanco que, a pesar de hacerme ver como una princesa de cuentos de hadas, parecía más un uniforme de sacrificio que un atuendo nupcial. Cada capa de encaje y cada perla se sentían como cadenas que apretaban mi libertad. La mirada en el espejo reflejaba una mezcla de resignación y desdén. Cuando estuve al fin lista, cubrí mi rostro con un velo, al encargarlo, solicité que fuera el más grueso posible, para así poder cubrir mi rostro y esconder la mueca de dolor que seguramente reflejara ese día. Al abrirse las enormes puertas de la iglesia, mi corazón pareció detenerse y mis pies se negaban a obedecerme.—Vamos Janina, sabes que esto es necesario, no lo alargues más —me dijo mi padre tomándome del brazo, demostrando una total falta de empatía hacia el sacrificio que estaba a punto de hacer, todo por el bien de la familia.Caminar hacia el altar era como adentrarse en un túnel oscuro sin salida. Cada paso res
Capítulo 7 — El alcohol, mal concejeroNarrador:—Puede que no tenga opción en este matrimonio, pero si tengo el control de mi espacio. Así que buenas noches, Sebastián. Cada uno a su lado de esta farsa —y se soltó del agarre de su esposoCon esas palabras, Janina dejó a Sebastián parado en medio de la sala, enfrentando la realidad de una unión que ninguno deseaba. La noche de bodas se convirtió en un reflejo sombrío de las complicaciones que los rodeaban, mientras el eco de sus palabras resonaba en la oscuridad, marcando el inicio de un matrimonio forzado lleno de desafíos y desencuentros.Después de que Janina abandonó la sala, un desconcierto se apoderó de Sebastián. Se movió con torpeza hacia la pequeña barra, sus manos temblaban mientras alcanzaba la botella de whisky. El sonido del líquido dorado llenó la habitación cuando se sirvió un vaso, observando la cascada color ámbar, con una mezcla de amargura e ira. Se dejó caer en el sofá, en una mano sostenía el vaso recién servido y
Capítulo 7 — El alcohol, mal concejeroNarrador:—Puede que no tenga opción en este matrimonio, pero si tengo el control de mi espacio. Así que buenas noches, Sebastián. Cada uno a su lado de esta farsa —y se soltó del agarre de su esposoCon esas palabras, Janina dejó a Sebastián parado en medio de la sala, enfrentando la realidad de una unión que ninguno deseaba. La noche de bodas se convirtió en un reflejo sombrío de las complicaciones que los rodeaban, mientras el eco de sus palabras resonaba en la oscuridad, marcando el inicio de un matrimonio forzado lleno de desafíos y desencuentros.Después de que Janina abandonó la sala, un desconcierto se apoderó de Sebastián. Se movió con torpeza hacia la pequeña barra, sus manos temblaban mientras alcanzaba la botella de whisky. El sonido del líquido dorado llenó la habitación cuando se sirvió un vaso, observando la cascada color ámbar, con una mezcla de amargura e ira. Se dejó caer en el sofá, en una mano sostenía el vaso recién servido y
Capítulo 8 — Un caballeroSebastián:La situación estaba desbordándome, quería salir corriendo, pero el deber me lo impedía, bueno en realidad no quería quedarme sin mis privilegios, porque si bien mi familia no era la que estaba a punto de caer en banca rota, mis padres me habían dejado muy en claro que si no hacía esto, yo personalmente caería en ella también. Mis días de play*boy despreocupado habían terminado, ahora tocaba volverme un hombre responsable y asumir mi rol en las empresas como el futuro CEO y jefe de familia. Odiaba esta prisión, sabía que algún día debía casarme, aunque renegara de eso, pero pensé que al menos podría elegir con quién, pero esto se me había escapado de las manos, en menos de un mes, conozco a la mocosa y me casan con ella. Quería castigarla, hacerla pagar por lo que me estaba sucediendo, pero sabía que ella era también una víctima, y tal vez hasta más inocente que yo. Cuando me dejó parado en medio del salón una ira irracional me invadió el cuerpo, nu