Capítulo 7 — El alcohol, mal concejero
Narrador:
—Puede que no tenga opción en este matrimonio, pero si tengo el control de mi espacio. Así que buenas noches, Sebastián. Cada uno a su lado de esta farsa —y se soltó del agarre de su esposo
Con esas palabras, Janina dejó a Sebastián parado en medio de la sala, enfrentando la realidad de una unión que ninguno deseaba. La noche de bodas se convirtió en un reflejo sombrío de las complicaciones que los rodeaban, mientras el eco de sus palabras resonaba en la oscuridad, marcando el inicio de un matrimonio forzado lleno de desafíos y desencuentros.
Después de que Janina abandonó la sala, un desconcierto se apoderó de Sebastián. Se movió con torpeza hacia la pequeña barra, sus manos temblaban mientras alcanzaba la botella de whisky. El sonido del líquido dorado llenó la habitación cuando se sirvió un vaso, observando la cascada color ámbar, con una mezcla de amargura e ira. Se dejó caer en el sofá, en una mano sostenía el vaso recién servido y en la otra la botella, su intención era clara, no se quedaría en un solo vaso. El primer trago fue un intento de ahogar las tensiones, pero el líquido quemando su garganta solo avivó las llamas de la confusión. Sin perder tiempo, se sirvió otro vaso, esta vez con una determinación más feroz. El segundo trago descendió con rapidez, como si el alcohol pudiera ser la válvula de escape que necesitaba. La botella se convirtió en su confidente. El ritual se repitió hasta terminar con su contenido y desdibujó la línea de la realidad, convirtiéndola en una bruma borrosa. El joven, atrapado entre el amargo sabor del alcohol y la realidad ineludible, buscó en cada sorbo una distracción que nunca llegó, al principio era solo buscar consuelo, pero le urgía acallar las voces en su cabeza que le decían que hiciera algo indebido. Sin embargo, pronto la locura ganó terreno en sus pensamientos y caminó lentamente, tambaleante, hacia la habitación prohibida. Janina, refugiada en su dormitorio, intentaba escapar de la realidad ahogándose, pero en el llanto desconsolado. Luego de una larga ducha, ya metida en su cama, el sueño la había vencido. Dormida, con pequeños espasmos por el prolongado llanto. De pronto, la puerta se entreabrió, revelando la figura tambaleante de Sebastián, cuyos pasos resonaban en la penumbra. Se acercó lentamente a la cama, donde Janina se hallaba ya dormida, tomó la ropa de cama y la deslizó con cuidado hasta descubrir el cuerpo de la joven. La observó por largo rato, batallando en su cabeza si hacer lo que deseaba o lo que era correcto, pero el alcohol, que siempre es un pésimo consejero, le hizo hacer lo que deseaba. Así que se despojó de su ropa y se recostó junto a Janina. Ella estaba tumbada de lado y él se pegó a su espalda. Vio que tenía el hombro descubierto y apoyó sus labios para depositarle un beso. Esto hizo reaccionar a Janina, quien despertó de un sobresalto
—¿Sé puede saber que mier*da crees que estás haciendo Sebastián?
—Eres mi esposa y vengo a tomar lo que es mío por derecho
La giró en la cama para que quedara boca arriba y se subió encima, tomó sus muñecas con firmeza y las elevó por encima de su cabeza
—¿A caso te has vuelto loco?
—Loco de deseo por ti Janina, desde que te veía tomar sol, al borde de la piscina en tu casa, me imaginaba como sería tenerte así, justo donde te tengo, en mi cama para hacer contigo lo que se me antoje —y atacó su cuello con un beso que hizo que Janina gritara
—Por favor Sebastián, te lo ruego —le suplicó llorando
—Deja ya de suplicar, eres mi esposa y tienes que cumplir como tal —con una de sus manos recorrió el cuerpo de Janina
—No tienes ningún derecho, déjame en paz
—¿No tengo derecho?, estamos casados y un matrimonio no es tal hasta que se consuma. Así que pienso consumarlo, lo permitas o no —y sonrió de manera cínica —Vamos Janina, solo cierra los ojos he imagina que soy uno de los tantos chicos con los que has estado antes, será solo unos minutos…
—Yo no he estado con nadie antes
Sebastián la observó con las cejas fruncidas, una mezcla de escepticismo y curiosidad en su mirada
—No te creo, eres muy linda y sobre todo muy se*xy, para ser virgen —le responde incrédulo
—Pues lo soy, lo juro por mi vida, no he estado con ningún hombre antes —le repite entre sollozos
—¿Ni siquiera te han tocado mientras te besaban? —le preguntaba, pero ahora con curiosidad
—Nunca me han besado antes de hoy —respondió en un susurro
—¿En serio? ¿he sido yo el primero? —acotó asombrado
—Sí, fuiste tú en la iglesia —esta vez, Janina le sostiene la mirada a Sebastián
Sus ojos reflejan sinceridad mientras él trata de descifrar sus emociones ante semejante confesión. Pero luego ella baja la mirada, como si recordara el momento incómodo vivido. Él, sorprendido, deja escapar un suspiro de asombro
—No lo sabía —la miraba fijamente —nunca lo hubiera imaginado, una chica tan linda, tan moderna y tan rebelde, supuse que ya tenías experiencia… —la soltó y se tumbó a su lado
—Pues ya ves que no, que las apariencias engañan
—¿Por qué no?
—¿Por qué no, qué cosa?
—¿Por qué nunca has estado con un hombre?
—Esperaba al indicado
—¿Al indicado? —y comenzó a reír —lamento desilusionarte, pero todos los hombres somos unos cretinos que solo buscamos se*xo, nada de amor, eso es algo que ustedes se inventaron para no sentirse usadas, pero el amor no existe —entonces un brillo de maldad cruzó por sus ojos y volvió a posarse encima de Janina
—Sebastián, yo creí…
—¿Qué no iba a consumar el matrimonio? —ella no respondió, solo asintió con la cabeza —eso puede esperar, supongo, pero te enseñaré otra cosa y te convertirás en una experta
—¿Ooootra cooosa? —preguntó alargando las palabras ante el temor a lo desconocido
—Sí, a besar, ya que tu beso en la iglesia fue un desastre
Y sin dejar que ella reaccionara, le apoyó los labios sobre los suyos y con la lengua la obligó a separarlos, para así escabullirse dentro y sentir el calor de la suya en un beso que fue tan apasionado como interminable
—Por favor, ya detente —le rogó en un momento en el que él se separó un poco de ella para mirarla directo a los ojos
—Ni lo sueñes, lo estoy disfrutando mucho y creo que tú también. Tal es así que estoy reconsiderando la idea de consumar nuestro matrimonio
—Te lo ruego, noooooo…
Pero él hizo caso omiso a su petición y continuó devorando su boca
¿Qué creen ustedes?, ¿se detendrá y solo quedará en unos cuantos besos o será tan cretino de forzarla? Las leo…
dejen muchos comentarios, por favor y voten por ella
Capítulo 7 — El alcohol, mal concejeroNarrador:—Puede que no tenga opción en este matrimonio, pero si tengo el control de mi espacio. Así que buenas noches, Sebastián. Cada uno a su lado de esta farsa —y se soltó del agarre de su esposoCon esas palabras, Janina dejó a Sebastián parado en medio de la sala, enfrentando la realidad de una unión que ninguno deseaba. La noche de bodas se convirtió en un reflejo sombrío de las complicaciones que los rodeaban, mientras el eco de sus palabras resonaba en la oscuridad, marcando el inicio de un matrimonio forzado lleno de desafíos y desencuentros.Después de que Janina abandonó la sala, un desconcierto se apoderó de Sebastián. Se movió con torpeza hacia la pequeña barra, sus manos temblaban mientras alcanzaba la botella de whisky. El sonido del líquido dorado llenó la habitación cuando se sirvió un vaso, observando la cascada color ámbar, con una mezcla de amargura e ira. Se dejó caer en el sofá, en una mano sostenía el vaso recién servido y
Capítulo 8 — Un caballeroSebastián:La situación estaba desbordándome, quería salir corriendo, pero el deber me lo impedía, bueno en realidad no quería quedarme sin mis privilegios, porque si bien mi familia no era la que estaba a punto de caer en banca rota, mis padres me habían dejado muy en claro que si no hacía esto, yo personalmente caería en ella también. Mis días de play*boy despreocupado habían terminado, ahora tocaba volverme un hombre responsable y asumir mi rol en las empresas como el futuro CEO y jefe de familia. Odiaba esta prisión, sabía que algún día debía casarme, aunque renegara de eso, pero pensé que al menos podría elegir con quién, pero esto se me había escapado de las manos, en menos de un mes, conozco a la mocosa y me casan con ella. Quería castigarla, hacerla pagar por lo que me estaba sucediendo, pero sabía que ella era también una víctima, y tal vez hasta más inocente que yo. Cuando me dejó parado en medio del salón una ira irracional me invadió el cuerpo, nu
Capítulo 9 — Un matrimonio amorosoNarrador: La habitación parecía envuelta en una penumbra persistente, testigo de la reclusión de Janina en la semana que siguió a la boda. La luz del día apenas alcanzaba a rozar las cortinas cerradas mientras ella yacía tirada en la cama, absorbida por la pantalla de su teléfono móvil. Sebastián, harto de la situación, irrumpió en la habitación sin siquiera golpear y con un gesto decidido, tomó el móvil de las manos de Janina y lo lanzó al otro extremo de la cama, cortando abruptamente su conexión con el mundo digital. Sin esperar alguna reacción por parte de ella, la levantó en brazos y la llevó hasta el sillón de la sala, depositándola con cierta brusquedad. Y tomando asiento a su lado, rompió el silencio tenso que los envolvía, bajo la mirada de sorpresa de Janina—Janina, ya ha pasado una semana desde nuestra boda. Todo el mundo debe estar esperando que hayamos vuelto de nuestra supuesta luna de miel—¿Y qué carajos me importa a mí lo que esper
Capítulo 10 — la primera de muchas batallasNarrador:En el vestíbulo, Sebastián, miraba continuamente su reloj de pulsera pues estaba impaciente esperando que Janina apareciera. Cuando la vio bajar del ascensor con un conjunto deportivo y zapatillas, quedó desconcertado—No te has cambiado aún Janina —dijo algo enfadado —se nos hace tarde—No, que va, llegaremos en hora, ya estoy lista—¿Me quieres decir que ese será tu atuendo? —la miró de arriba abajoJanina, desafiante, asiente sin responder. La expresión de Sebastián se torna severa y, sin mediar más palabra, la toma de un brazo y la conduce bruscamente al ascensor y luego al dormitorio, sin soltarla ni por un segundo. Cuando entran en la habitación con firmeza la arroja en la cama.—Sebastián… —rezonga al rebotar sobre el colchón—¡Sebastián, una mier*da! ¿Acaso crees que voy a dejar que me humilles delante de todos vistiendo de esa forma tan inapropiada para la magnitud del evento?Janina lo mira desafiante y no muestra intencio
Capítulo 11 — La chispa que encendió la mechaNarrador:La multitud y la música vibrante actuaban como cómplices silenciosos, acercándolos lentamente, explorando una conexión que iba más allá de la obligación impuesta. Aunque la farsa del matrimonio entre Janina y Sebastián persistía en la fiesta, sus miradas se volvieron pícaras y sus gestos juguetones comenzaron a revelar una conexión sorpresiva. Entre risas compartidas y roces sutiles, la tensión se disolvía momentáneamente, dejando ver una pequeña grieta en la mentira, que se manifestaba entre gestos y miradas, encendiendo una chispa inesperada para ambos. Se dejaron llevar tanto así, que de repente y sin saber muy bien como había sucedido, se encontraban en medio de la pista bailando bajo la atenta mirada de todos los presentes. Sebastián la abrazó por la cintura y con la otra mano cogió la de Janina, para sumirse en un ritual de cuerpos al son de la música.—Gracias por no dejarme caer antes —dijo ella al fin, levantando la cabe
Capítulo 12 — Algo inesperadoSebastián:Cuando la vi bajar del ascensor metida dentro de un conjunto deportivo, me negué a pensar que me estaba desafiando, realmente quería creer que aún no estaba cambiada, pero cuando me dijo que iría así, la ira tomó control de mi cuerpo y la llevé a rastras a su dormitorio para obligarla a vestirse dignamente. Luchamos uno minutos, reconozco que por un momento fue divertido, ver a su diminuto cuerpo tratando de ganarme en fuerza para doblegarme, pero luego me enojó aún más y, lo reconozco, fui un poco brusco con ella. Luego de un rato, al fin se entregó, me senté en el sillón para vigilar que hiciera lo que había prometido. Cuando la vi desvestirse, mi desprecio por Janina seguía intacto, sin embargo algo había cambiado, algo incómodo y magnético se gestaba entre nosotros. Durante la fiesta, la tensión se fue suavizando, casi parecíamos una pareja normal disfrutando de un banquete con buena música. Nos miramos varias veces, pero nunca de frente,
Capítulo 13 — el brindisNarrador:Maximiliano, el hermano de Janina, va en busca de Sebastián—¿Qué sucedió con Janina? ¿Qué le hiciste que la vi muy incómoda —le preguntó con expresión preocupada—Nada, no le he hecho nada — respondió tratando de sonar convincente—Algo pasó Sebastián, y sospecho que eres el responsable, pues Janina no se comporta así por nada, así que dímelo de una vez —había empezado a enfadarse—Solo estaba teniendo un momento incómodo con su amigo y lo interrumpí —argumentó tratando de minimizar la situación—No me vengas con evasivas —le exigió, frunciendo el ceño —sé que hay algo más, dime que fue lo que pasó realmente—Le di un beso, Maxi. Fue un impulso, nada más que esoMaximiliano era el mejor amigo de Sebastián, y ahora se encontraba en una situación muy difícil de manejar, su hermana le necesitaba, pero su amigo también. Aun así, esa confesión le enfadó bastante—¿Un beso? —Exclamó con gesto molesto —¿acaso te volviste loco? —Cada vez estaba más enfadado
Capítulo 14 — jóvenes y bellasNarrador:Janina, abrumada por lo sucedido en la fiesta y luego en el departamento, pasó toda la noche llorando de una manera desconsolada. Sebastián se levantó en medio de la noche para llegar hasta la cocina y hacerse de un vaso con agua, pero al pasar por la puerta del dormitorio de su esposa, la escuchó llorar. Su primer impulso es abrir la puerta para preguntarle que le sucede, pero al pensar que, seguramente fuera él el responsable de su llanto, simplemente apoyó su mano y su frente a la puerta—Perdona, perdóname Janina, no quise causarte ningún daño —murmuró y luego de unos minutos volvió a internarse en su propio dormitorio.Al día siguiente, Janina se levantó y se encontró en la cocina con Sebastián quien ya está desayunando—Buenos días —le saluda al pasar a su lado en busca de una taza de café—Buenos días, no creí que te levantarías tan temprano—Es que quiero ir a pasar el día con mi madre —se volteó a mirarlo, mientras sostenía la taza de