CAPITULO 3 — Despreciable
Narrador:
Janina recién había llegado de su clase de inglés, una de las últimas que tendría antes de ingresar a la universidad, pues ya estaba cursando los últimos días del último año. Se dirigió directamente a su dormitorio con la intención de darse una ducha y luego ponerse a estudiar. Y casi pudo lograrlo, pues luego de su ducha, cuando ya iba a sentarse en su escritorio para estudiar, su madre ingresa para interrumpirla
—Hola Janina
—Hola mamá, que raro tú en casa a ésta hora —le dijo con sorpresa
—¿Acaso tengo horario para estar en mi propia casa? —con el tono dramático que acostumbraba acompañarla —y se sentó al borde de la cama que se encontraba a la espalda de Janina
—No, ma, no es eso —y se volteó para quedar frente a ella —es solo que a ésta hora, estas en el club tomando el té y jugando, a lo que sea que jueguen, con tus amigas
—Hoy no tenía ganas
—¿Qué sucede mamá?
—Nada hija
—A mí me parece que sí y que es algo grave —ahora estaba realmente preocupada
—No es nada, tú no te preocupes, tu padre lo resolverá como siempre lo hace —trató de quitarle importancia
Janina, con los ojos inquisitivos, intentó sonsacarle más detalles a su madre. Sin embargo, la madre, conocedora del plan que se estaba tejiendo, se mantuvo en firme silencio. Con la certeza de que su esposo, con la habilidad que tenía para resolver complicaciones, resolvería la situación. Así que le sostuvo la mirada, dejando en claro que cualquier intento de Janina por obtener respuestas sería en vano.
—Tu solo preocúpate por tus estudios —y sonrió —hablemos de otra cosa
—¡Sí claro, mamá! —se acomodó en su silla —¿y de qué quieres hablar?
—No sé, cuéntame algo de ti, ¿qué has hecho estos últimos tiempos?
Cuando su madre empezaba así, sabía que había algo en específico que quería saber pero daría muchos rodeos antes de preguntarlo directamente
—Pues, no mucho, básicamente estudiar y prepararme, me quedan solo dos exámenes y termino el colegio para poder ingresar a la universidad
—Pero ve con calma, la universidad puede esperar
—¿Me estás hablando en serio mamá? —preguntó
La sorpresa en el rostro de Janina al notar que su madre, quien durante toda su vida había insistido en la importancia de que ingresara a la Universidad, ahora le restaba valor a ese logro. Los ojos de la joven reflejaban desconcierto mientras observaba a su madre, intentando comprender ese cambio de actitud hacia una meta, que hasta hace poco, había sido tan apreciada. La contradicción creó un desconcierto para ella, quien veía con claridad que las prioridades de su madre habían cambiado, lo que no sabía en qué rumbo lo habían hecho
—¿Y chicos? – Interrogó desviando el tema —El otro día te vi charlando en el patio con el amigo de Maximiliano
—¿El amigo de Max, cuál? No recuerdo —ella se estaba haciendo la tonta, pues sabía muy bien que su madre se refería al engreído de Sebastián
—El joven alto y tan buen mozo —pero Janina seguía tratando de hacerle creer a su madre que no sabía de quien estaba hablando, pero su madre era tonta solo cuando quería serlo —Vamos Janina, sabes muy bien de quien hablo, el chico bien vestido, al que aun así se le notaban los músculos por encima de la ropa, el que es hijo de uno de los socios de tu padre, de Ruperto Mireles
—¡Ah, tú hablas de Sebastián! – trataba de sonar sorprendida
—Sí él, es que te vi charlando con él tan amenamente y es tan guapo – suspiró – además tú ya estás en edad de merecer
—¿Edad de merecer? —y rió —¿qué terminología tan antigua es esa?
—Como sea Janina, te agrada o no
—A decir verdad hacía muchos años —hizo una pausa significativa, sus ojos se desviaron ligeramente, su frente mostró arrugas leves y sus cejas se fruncieron suavemente —en realidad creo que nunca – continuó – había conocido un ser… —la madre escuchaba atentamente a su hija —¿Cómo le diría… ¡Ah si!, un ser tan despreciable como Sebastián Mireles
—¿despreciable? – preguntó con sorpresa
—Sí mamá, despreciable. Es arrogante, cínico…simplemente no puedo soportarlo
Janina, vertió ante su madre una lista detallada de las razones por las que aborrecía a Sebastián Mireles. Desde su engreimiento hasta su actitud cretina, pasando por su reputación de mujeriego y su falsedad, cada palabra resonaba con la intensidad que la joven sentía. Cada adjetivo, cada descripción, pintaba un retrato vívido de las razones que la llevaban a odiar a ese hombre
—¿de dónde sacas esa opinión tan negativa de Sebastián? Él es un buen chico, de buena familia, conocemos a sus padres de toda la vida, deberías darle una oportunidad —acotó la madre tratando de suavizar un poco la situación
—No mamá, he presenciado su actitud y sus comentarios despectivos. No puedo ignorar como trata a la gente, incluso a Max, no sé cómo le soporta. No es alguien en quien pueda confiar
—¡Ay Janina! —La madre, sorprendida por la elección de palabras tan duras de su hija, frunció el ceño y continuó —La gente puede cambiar, quizás solo necesita alguien que lo comprenda
—No puedo creer lo que me estás diciendo…
—Mi ni*ña, a veces las primeras impresiones pueden ser engañosas. Dale una oportunidad de mostrarte su verdadero yo. Tal vez encuentres algo en él que aún no has visto hasta ahora
—Ma, entiendo que creas que Sebastián puede cambiar, tú eres muy crédula cuando se trata de personas. No puedo prometerte nada, solo que intentaré ver algo más allá en él de lo que me ha mostrado hasta ahora, que es bastante negativo.
—Hija, solo digo que no cierres la puerta tan rápido. Sebastián podría sorprenderte
—Lo pensaré, pero no puedo prometerte nada —dijo manteniendo, su postura, y asintió con la cabeza – ahora, por favor, necesito estudiar. Las finales están cerca y no quiero perder la oportunidad de ingresar a la Universidad
La madre se retiró de la habitación, dejando a Janina sumergida en sus pensamientos y en la tensión de los finales, pero también en su interacción con Sebastián, tal vez su madre tenía razón y era solo cuestión de darle una oportunidad. Lo que no entendía era porque, su madre, quien hasta ahora nunca se había metido en sus asuntos personales, ni en novios ni en amistades que ella elegía, tenía tanto interés en que Sebastián le agradara
Capítulo 4 — Se revelan los planesNarrador:Sebastián se encontraba tranquilamente en el salón de su casa, bebiendo un refresco y mirando su teléfono móvil, cuando su madre lo interrumpió—Sebastián, necesito que vengas al despacho de tu padre que tenemos que hablar de algo importante—¿Y ahora que hice?—Nada, no has hecho nada aún, es lo que harás, lo que tenemos que resolver—Ahora sí que has logrado preocuparme –dijo mientras se ponía de un salto de pie –vamos pues, no hagamos esperar a papáAl entrar en el despacho, el ambiente se notaba con la solemnidad que precede a una conversación crucial. Sebastián, quien aún sostenía la botella de refresco entre sus manos, enfrentaba a sus padres, quienes compartían una expresión seria pero decidida—Hijo, últimamente has estado frecuentando mucho el hogar de la familia Sandoval –empezó diciendo su padre—Sí, es que me llevo muy bien con Maximiliano, es más, desde que volví de Europa, es con el único que he congeniado tan bien que nos he
Capítulo 5 —Lo dijo en voz altaNarrador:La finca de los Mireles se extendía majestuosamente ante la llegada de Janina y sus padres. La atmósfera, sin embargo, estaba cargada de tensión palpable, ya que Janina y Sebastián se encontraban en el mismo espacio, pero en lados opuestos de un abismo emocional.—Vamos a disfrutar este fin de semana en familia, Sebastián, ¿por qué no le das un recorrido por la finca a Janina? — dijo el padre de Sebastián, intentando aliviar la incomodidad—Por supuesto padre, para mi será un placer llevar a la señorita Sandoval en un recorrido por la propiedad —respondió el joven con un gesto forzado de cortesíaA medida que exploraban los rincones de la finca, el silencio se imponía entre ellos dos. Sin embargo, en un momento, Janina no pudo contener su disgusto por más tiempo—¡Vaya, que lugar encantador tienes aquí Sebastián! —dijo con sarcasmo —no puedo evitar preguntarme cuántas mujeres han pasado por estas habitaciones—No sé a qué te refieres, Janina
Capítulo 6 — Guerra y no pazJanina:El día de mi boda, me vestí con un vestido blanco que, a pesar de hacerme ver como una princesa de cuentos de hadas, parecía más un uniforme de sacrificio que un atuendo nupcial. Cada capa de encaje y cada perla se sentían como cadenas que apretaban mi libertad. La mirada en el espejo reflejaba una mezcla de resignación y desdén. Cuando estuve al fin lista, cubrí mi rostro con un velo, al encargarlo, solicité que fuera el más grueso posible, para así poder cubrir mi rostro y esconder la mueca de dolor que seguramente reflejara ese día. Al abrirse las enormes puertas de la iglesia, mi corazón pareció detenerse y mis pies se negaban a obedecerme.—Vamos Janina, sabes que esto es necesario, no lo alargues más —me dijo mi padre tomándome del brazo, demostrando una total falta de empatía hacia el sacrificio que estaba a punto de hacer, todo por el bien de la familia.Caminar hacia el altar era como adentrarse en un túnel oscuro sin salida. Cada paso res
Capítulo 7 — El alcohol, mal concejeroNarrador:—Puede que no tenga opción en este matrimonio, pero si tengo el control de mi espacio. Así que buenas noches, Sebastián. Cada uno a su lado de esta farsa —y se soltó del agarre de su esposoCon esas palabras, Janina dejó a Sebastián parado en medio de la sala, enfrentando la realidad de una unión que ninguno deseaba. La noche de bodas se convirtió en un reflejo sombrío de las complicaciones que los rodeaban, mientras el eco de sus palabras resonaba en la oscuridad, marcando el inicio de un matrimonio forzado lleno de desafíos y desencuentros.Después de que Janina abandonó la sala, un desconcierto se apoderó de Sebastián. Se movió con torpeza hacia la pequeña barra, sus manos temblaban mientras alcanzaba la botella de whisky. El sonido del líquido dorado llenó la habitación cuando se sirvió un vaso, observando la cascada color ámbar, con una mezcla de amargura e ira. Se dejó caer en el sofá, en una mano sostenía el vaso recién servido y
Capítulo 7 — El alcohol, mal concejeroNarrador:—Puede que no tenga opción en este matrimonio, pero si tengo el control de mi espacio. Así que buenas noches, Sebastián. Cada uno a su lado de esta farsa —y se soltó del agarre de su esposoCon esas palabras, Janina dejó a Sebastián parado en medio de la sala, enfrentando la realidad de una unión que ninguno deseaba. La noche de bodas se convirtió en un reflejo sombrío de las complicaciones que los rodeaban, mientras el eco de sus palabras resonaba en la oscuridad, marcando el inicio de un matrimonio forzado lleno de desafíos y desencuentros.Después de que Janina abandonó la sala, un desconcierto se apoderó de Sebastián. Se movió con torpeza hacia la pequeña barra, sus manos temblaban mientras alcanzaba la botella de whisky. El sonido del líquido dorado llenó la habitación cuando se sirvió un vaso, observando la cascada color ámbar, con una mezcla de amargura e ira. Se dejó caer en el sofá, en una mano sostenía el vaso recién servido y
Capítulo 8 — Un caballeroSebastián:La situación estaba desbordándome, quería salir corriendo, pero el deber me lo impedía, bueno en realidad no quería quedarme sin mis privilegios, porque si bien mi familia no era la que estaba a punto de caer en banca rota, mis padres me habían dejado muy en claro que si no hacía esto, yo personalmente caería en ella también. Mis días de play*boy despreocupado habían terminado, ahora tocaba volverme un hombre responsable y asumir mi rol en las empresas como el futuro CEO y jefe de familia. Odiaba esta prisión, sabía que algún día debía casarme, aunque renegara de eso, pero pensé que al menos podría elegir con quién, pero esto se me había escapado de las manos, en menos de un mes, conozco a la mocosa y me casan con ella. Quería castigarla, hacerla pagar por lo que me estaba sucediendo, pero sabía que ella era también una víctima, y tal vez hasta más inocente que yo. Cuando me dejó parado en medio del salón una ira irracional me invadió el cuerpo, nu
Capítulo 9 — Un matrimonio amorosoNarrador: La habitación parecía envuelta en una penumbra persistente, testigo de la reclusión de Janina en la semana que siguió a la boda. La luz del día apenas alcanzaba a rozar las cortinas cerradas mientras ella yacía tirada en la cama, absorbida por la pantalla de su teléfono móvil. Sebastián, harto de la situación, irrumpió en la habitación sin siquiera golpear y con un gesto decidido, tomó el móvil de las manos de Janina y lo lanzó al otro extremo de la cama, cortando abruptamente su conexión con el mundo digital. Sin esperar alguna reacción por parte de ella, la levantó en brazos y la llevó hasta el sillón de la sala, depositándola con cierta brusquedad. Y tomando asiento a su lado, rompió el silencio tenso que los envolvía, bajo la mirada de sorpresa de Janina—Janina, ya ha pasado una semana desde nuestra boda. Todo el mundo debe estar esperando que hayamos vuelto de nuestra supuesta luna de miel—¿Y qué carajos me importa a mí lo que esper
Capítulo 10 — la primera de muchas batallasNarrador:En el vestíbulo, Sebastián, miraba continuamente su reloj de pulsera pues estaba impaciente esperando que Janina apareciera. Cuando la vio bajar del ascensor con un conjunto deportivo y zapatillas, quedó desconcertado—No te has cambiado aún Janina —dijo algo enfadado —se nos hace tarde—No, que va, llegaremos en hora, ya estoy lista—¿Me quieres decir que ese será tu atuendo? —la miró de arriba abajoJanina, desafiante, asiente sin responder. La expresión de Sebastián se torna severa y, sin mediar más palabra, la toma de un brazo y la conduce bruscamente al ascensor y luego al dormitorio, sin soltarla ni por un segundo. Cuando entran en la habitación con firmeza la arroja en la cama.—Sebastián… —rezonga al rebotar sobre el colchón—¡Sebastián, una mier*da! ¿Acaso crees que voy a dejar que me humilles delante de todos vistiendo de esa forma tan inapropiada para la magnitud del evento?Janina lo mira desafiante y no muestra intencio