Pov Leina
Mi padre tomaba el manojo de llaves y metía una a una en la pequeña ranura de la puerta. Sus manos temblaban haciendo que se cayeran las llaves varias veces, volviendo a comenzar de cero. —Papá, dime qué es lo que pasa, ¿Reiner está bien? Pregunté aun pensando en el momento en que acepté su rechazo, parecía que a él lo estaba matando. —Está vivo, es todo lo que sé, pero su padre mandó a preparar un escenario para ti, serás ejecutada por intentar acabar con la vida del Alfa. En ese momento la cerradura resonó en el espacio frío, la reja se abrió con un chirrido y mi padre comenzó a arrastrarme hacia la salida. Las antorchas iluminan el pasillo, creando sombras en las celdas que permanecían vacías. Podía escuchar como las ratas se arrastraban en la oscuridad huyendo de nuestra presencia. Las paredes de piedra negra se cerraban sobre mí, haciéndome sentir asfixiada. —Papá, espera… —Escucha bien Leina, te ayudaré a llegar a la cascada, una vez que la cruces, corre… corre todo lo que puedas hasta llegar al cruce de piedra. —¿Pero qué hay de ti? —No regreses, no vuelvas por mí, olvida todo de esta manada, si regresas, te van a condenar a muerte y no puedo ver eso, le prometí a tu madre que te cuidaría. Se detuvo y volteo a verme, el hombre, el gran Beta, ahora estaba frente a mí, con lágrimas rodando por sus mejillas. Estiré mi mano para secarlas, jamás había visto a mi padre de esta forma. Me lancé sobre él, llorando, asustada de lo que sería de mi vida ahora. Él no dudó en atraparme en sus brazos como lo hacía cuando era niña. Siempre que algo me pasaba, era él quien me consolaba. —Vamos, Leina, debo sacarte de aquí. Me apartó, tomó mi mano y comenzó a arrastrarme de nuevo. Salimos al exterior donde había cuatro guardias tirados en el suelo con la garganta arrancada. —No te preocupes, tengo a alguien que se encargará de esto. A lo lejos, escuchaba el alboroto, las mujeres riendo, los hombres chocando sus tarras brindando, la enorme fogata que ilumina de naranja el espeso bosque que nos rodea. Mi padre me arrastra hacia el otro extremo, por un pequeño sendero que conduce a la cascada en la que estuve la noche anterior. Alcé mi mirada a la luna que era cubierta por las finas ramas de los árboles. Su luz bajaba para alumbrar nuestro andar y al mismo tiempo creaba siluetas para ayudarnos a camuflar. Llegamos a la orilla del agua, su corriente es suave y calmada, alcé mi vista a la plataforma donde pensé que recibiría a mi loba. —Leina, a partir de aquí debes seguir sola. —Papá…— no quería dejarlo, me aterraba la idea de que lo fueran a lastimar. Me aferré a él con fuerza, dejando escapar mis lágrimas. —Hija mía— tomó mi cara entre sus manos, viéndome con ese amor que siempre ha tenido por mí. —Vive, sé feliz, yo estaré bien sabiendo que tú lo estás. Ahora presta atención, debes llegar al cruce de piedra, mi hermano te estará esperando ahí, te llevará a su manada y te acogerá. Comencé a negar con la cabeza renuente a dejarlo. —Debes cuidarte en el camino, entrarás en tierra neutral— me entregó una daga de plata, luego lo vi quitarse el collar que pertenecía a mi madre y ponerlo en mi cuello. Quería protestar, pero el aullido proveniente de la manada callaron todas mis quejas. —Ya se dieron cuenta, ¡corre Leina, corre y no mires atrás! Abracé a mi padre una última vez y me di la vuelta para huir. Apreté con fuerza la funda de la daga y me sumergí en el agua que apenas me llega a las rodillas. Traté de no caerme con las piedras al fondo, el dobladillo de mi vestido ya estaba mojado y solo se podía escuchar el chapoteo del agua. Cuando llegué al otro lado, miré la orilla vacía del otro lado. —Diosa, protege a mi padre por favor. Comencé a correr por entre los árboles, los aullidos a lo lejos erizaban mi piel, sería cuestión de tiempo antes de que dieran conmigo. Vi el límite de la manada a lo lejos y quise detenerme, allá afuera estaba en peligro, sin un lobo no era rival para nadie. Giré hacia atrás para ver si estaban cerca, una mala decisión que me hizo tropezar con las raíces, haciéndome caer por una pendiente muy empinada. Rodé sin detenerme, sintiendo como las pequeñas piedras raspaban mi piel y pequeñas astillas se clavaban en ella. Al llegar abajo veía puntos brillantes frente a mis ojos, veía todo doble y el dolor de mi cuerpo era arrasador. «Levántate, debes levantarte» Giré en todas direcciones, pero no pude hallar con la voz que me había hablado. Con un quejido me levanté apoyándome de un árbol. Tomé mi costado donde posiblemente me quebré una costilla o dos. Los aullidos volvieron a resonar más cerca, no podía creer que habían salido de los límites de la manada. Miré hacia arriba, viendo lo alto de la pendiente por donde casi me voy con la Diosa. La luz naranja brillando me daba a entender que literalmente los tenía respirando en mi nuca y no podía dejarme atrapar. Me alejé de nuevo del lugar, tratando de ubicar donde estaba. Mis sentidos en alerta, con la adrenalina corriendo por mi cuerpo y el corazón saltando con fuerza en mi pecho. «Ve a la derecha, debemos llegar al río» Le hice caso a aquella voz, no sin antes volver a mirar en todos lados. Forcé a mis músculos a correr una vez más. —¡AHHH!— grité cayendo al suelo, escapando por poco de unas enormes garras. Me incorporé rápidamente, observando al enorme lobo negro con ojos naranjas. Esos ojos que solo tienen los rogues y estaba frente a un Alfa. Me arrastré sobre mi trasero, contra el suelo, mis ojos fijos en aquella bestia que no dudará ni un segundo en acabar con mi vida. No tenía posibilidad de ganar y contra un Alfa renegado menos.Pov Leina Traté de alejarme de él hasta conseguir algo con que defenderme y fue cuando mis manos se toparon con una piedra. El lobo me mostró sus colmillos listos para saltarme encima. Esta era mi oportunidad. Tomé la piedra con fuerza y se la lancé, golpeándolo en la cabeza. Aproveché la oportunidad de su descuido para levantarme y correr con todas mis fuerzas. Escuché otros aullidos cerca. Más lobos renegados se acercaban. No podré salir de esto, me alcanzarán y luego… «Saldremos de esto, confía en mí, confía en ti, llega al río» Me detuve en seco casi cayendo al vacío, la tierra se desprendía bajo mis pies perdiéndose en el agua que corría a gran velocidad abajo. Varios gruñidos llamaron mi atención y me giré para verme rodeada de al menos unos ocho renegados. Comenzaron a avanzar hacia mí. Este es mi fin. —AHHGR— grité apretando mis dientes, caí de rodillas sin entender qué pasaba, el dolor de mi cuerpo era horrible y abrumador. Vi mis man
Pov Leina Me quedé en silencio observando al hombre que miraba mi mano sin decir una palabra.Mi tío Benjamín y su compañera Sara están a un lado en silencio.El aspecto del hombre es limpio; una barba canosa perfectamente cortada y una capa azul oscuro con bordados rojos caían sobre sus hombros.Sus ojos tenían apenas unas líneas de expresión que no contrastaban para nada con su pulida piel.Los hombres lobo de alto rango suelen vivir más años que cualquiera, pero él no parecía del todo un lobo.—No lo soy, querida; por mi sangre corre magia antigua. Podría decir fácilmente que soy más mayor de lo que piensas.Él no me miró directamente; en cambio, dejó mi mano y miró directo a mi tío.—Es mejor que mantengas esto en secreto. Estoy seguro de que ya sabes que ella es una loba lunar, o también conocidas como lobas bendecidas.¿Una loba lunar? ¿Qué es?—Sí, la reconocí cuando su loba se salió de control en estos días, destrozando toda la habitación.Me lanzó una mirada aguda y yo sol
Pov Leina Esta noche sería diferente; mis manos sudaban y no estaba segura de qué sucedería. «¿Estás ahí?» El silencio fue toda mi respuesta. No estaba segura de si ella me escuchaba; había despertado hace unas semanas y siempre estaba atenta a los entrenamientos, aunque no me habló en ningún momento. Esta será la primera vez en la que entrenaremos en forma lupina. Miraba el reloj atentamente, siguiendo el ritmo del péndulo que iba de un lado a otro. Cuando marcaron las 12, tomé un gran suspiro y bajé las escaleras. —Vamos, no estés inquieta, todos te esperan. Si ella decide no salir, no te preocupes; estoy segura de que no es por ti. —Gracias, Sara, por ser más como una madre para mí desde que estoy aquí. Ella comenzó a llorar y yo también. Parece más bien una despedida. Ambas salimos hacia el bosque, dado que debo tener cuidado; solo los calificados estarán allí para verme. Después de media hora, llegamos a un pequeño claro. Mi tío y su beta ya estaban allí, también el h
Pov Leina Me encuentro parada frente a la cascada; el agua que se filtra entre las rocas toca mis pies descalzos. Mi cuerpo se estremece por el frío que golpea mi piel, pero no hay ni un solo árbol moviéndose. Un gruñido me hace girar rápidamente; observo en todas direcciones buscando aquel lobo. Otro gruñido cerca de mi oreja me hace erizar los vellos del cuerpo. Su asqueroso aliento golpea mi cuello, llegando a mi nariz. Giro con lentitud, esperando ver las fauces de aquel lobo; sin embargo, no hay nada. —Ahhh…— grité cuando la tierra bajo mis pies cedió. Me aferré con fuerza a las rocas para no caer; la mitad de mi cuerpo colgaba hacia el vacío. A lo lejos vi de forma borrosa una figura; ya la conocía. Estuvo esa noche, sosteniendo al lobo del cuello mientras yo caía al vacío. Mi corazón latía desbocado; parpadeé muchas veces para aclarar mi vista y nada funcionó. Mis manos comenzaron a resbalar. Entré en pánico; no quería caer de nuevo. —¡Por favor, ayúdame! —le grité.
Pov Leina —Tú… ¿Cómo lo supiste?—pregunté en un susurro, sin atreverme a alzar la voz. —Eres mi sobrina y, más que eso, te considero mi hija. Sara también lo hace. Sabes el cariño que te tenemos, Leina, pero hacer las cosas a escondidas no es lo correcto. Me quedé en silencio. ¿Qué podría decir? —Sé que lo extrañas, que quieres verlo. Yo también necesito saber si él está bien, y es por eso que te estoy ayudando. Levanté la mirada emocionada; lo vi señalar las cosas que colocó frente a mí y ahí fue donde entendí. —Ve a verlo, Leina. Sé que eso es lo que quieres y no me opondré. Solo te digo que tengas cuidado y no dejes que te descubran. Mis ojos se llenaron de lágrimas y me levanté para abrazarlo. —Gracias, de verdad, gracias. Él me respondió con suaves palmadas en la espalda antes de soltarme. —Hay algunas cosas allí para mi hermano; dile que prometo que pronto nos reuniremos de nuevo. Me giré para salir de inmediato; no podía perder tiempo. —Y Leina, debes re
Pov BastianLos árboles se mueven con la suave brisa sobre nosotros.La noche es oscura y espesa. La luna no da su brillo sobre las tierras ocultas.A lo lejos se observa el gran imperio de ese mal nacido, uno que fue construido con la sangre derramada de mi raza.El ostentoso palacio se alza sobre toda la manada.Hoy darán un baile; ya imagino las exuberantes decoraciones sacadas de los impuestos de las manadas que apenas pueden sostenerse, y las que no lo hacen…Todos creen que el Alfa supremo los protege de mí.Pero la realidad es que están confiando demasiado en un hombre que sostiene una espada de doble filo sobre sus cabezas.—Señor, ya todo está preparado. El bonito castillo del gran “Rey” sufrirá una ligera sacudida.—Bien, Mara, asegúrate de que todo salga bien. No quiero errores.Ella es una de las pocas personas en las que confío.Es una guerrera y una delta leal, capaz de ensuciarse las manos por los suyos.Tomo de nuevo las riendas del caballo y decido regresar al pequeño
Pov LeinaObservé al hombre que comenzaba a descender por la gran escalera.Llevaba una capa roja pesada sobre sus hombros y un cetro hecho de oro con incrustaciones de rubíes.Sus dedos están adornados con dos anillos en forma de corona.Su imponente presencia se cierne sobre nosotros y su aura de Alfa se expande, haciendo que dobleguemos nuestras cabezas.Sus ojos avellana recorren cada espacio, y su cabello rubio está bien peinado hacia atrás, sin un mechón de cabello rebelde. Sus rasgos son cincelados, con una enorme cicatriz que recorre su cara desde el nacimiento del cabello, pasando por su nariz y terminando del otro lado de su barbilla.«Esa cicatriz se la tuvo que haber hecho alguien que lo odiara mucho, alguien muy poderoso para que no dejara que su lobo lo sanara».«Eso mismo pienso».Aproveché que el degenerado a mi lado me había soltado para escapar; sin embargo, todo fue frustrado cuando tomó mi mano y me atrajo hacia él con fuerza. —Por favor, continúen. Esta noche es
Pov Narrador—¡¿Qué demonios fue eso?!El hombre preguntó a la mujer a su lado, que observaba a la gente salir por las puertas, mirando hacia atrás como si huyeran de algo.Hace solo unos segundos, escucharon un aullido y ahora pasaba esto.—No lo sé, pero siento que esto cambia nuestros planes —le respondió, observando cómo las puertas del castillo y de la manada se estaban cerrando.Debían salir de allí o quedarían atrapados. Comenzaron a alejarse, sintiendo que algo no iba bien cuando miraron a todos los hombres que formaban parte del ejército de Guillermo.Lejos de lo que sucedía en la manada, Bastian trataba de armar un nuevo plan; sin embargo, Thorin estaba alterado e intranquilo.Gruñendo en su mente como un loco.«¿Qué caraj0s te pasa?»«Algo no está bien. Busquemos a nuestra hembra; siento que ella está en peligro.»En eso, recibe un enlace. Su delta más confiable se oye agitada.¡Algo ocurrió!«Señor, nuestro plan falló. Los hombres de Guillermo se están transformando y corr