05 Conexión inquebrantable

Pov Leina

Esta noche sería diferente; mis manos sudaban y no estaba segura de qué sucedería.

«¿Estás ahí?»

El silencio fue toda mi respuesta. No estaba segura de si ella me escuchaba; había despertado hace unas semanas y siempre estaba atenta a los entrenamientos, aunque no me habló en ningún momento.

Esta será la primera vez en la que entrenaremos en forma lupina. Miraba el reloj atentamente, siguiendo el ritmo del péndulo que iba de un lado a otro.

Cuando marcaron las 12, tomé un gran suspiro y bajé las escaleras.

—Vamos, no estés inquieta, todos te esperan. Si ella decide no salir, no te preocupes; estoy segura de que no es por ti.

—Gracias, Sara, por ser más como una madre para mí desde que estoy aquí.

Ella comenzó a llorar y yo también. Parece más bien una despedida.

Ambas salimos hacia el bosque, dado que debo tener cuidado; solo los calificados estarán allí para verme.

Después de media hora, llegamos a un pequeño claro. Mi tío y su beta ya estaban allí, también el hombre de aquel día y el delta de la manada.

El hombre más despiadado que conozco; sus entrenamientos son para morirse. La última vez casi me mata de asfixia haciéndome dar 15 vueltas a la manada.

Y aunque suenan pocas, cambia todo cuando la manada tiene un territorio bien extenso.

—Muy bien, Leina, comencemos.

Mi tío dio paso a su lobo Derethor, un majestuoso lobo color caoba, un Alfa bastante hábil y rápido.

Sus ojos negros me saludan con cariño y luego esperan pacientes por mí.

«Hola, yo… no sé si estás ahí… hoy es nuestro primer día de entrenamiento juntas. ¿Te gustaría salir?»

Como siempre, no hubo respuesta, pero ella avanzó al frente. Sonreí, cerré los ojos y le di el control.

Esta vez no fue tan doloroso, aunque aún no me acostumbro al crujir de los huesos.

Cuando sus ojos se abrieron, lo primero que hizo fue mirar a la luna y luego se echó a correr por el bosque.

Reía sintiendo su felicidad; ambas nos sentíamos libres, plenas, con la brisa golpeando su pelaje.

A través de ella, podía sentir la tierra bajo mis pies y captar todos los olores a nuestro alrededor.

Llegó a lo alto de una roca y aulló a la luna con tanta fuerza que estoy segura de que se escuchó a muchos kilómetros de aquí.

«Hola, Leina, creo que soy grosera. Mi nombre es Ava, espero no haberte decepcionado; solo quería un tiempo a solas.»

Bajamos hasta un bonito lago mientras ella me explicaba muchas cosas, desde cómo se sintió al ver la mirada de desprecio de su compañero hasta cómo nos alejaron de nuestro padre.

Ella dejó ver su reflejo en el agua; sabía que mi loba era gris, pero verla de esta forma es diferente.

Sus ojos verdes esmeralda brillan con la luz de la luna; su pelaje es gris claro, no hay ni un pelito de otro color en él.

Sus orejas no son redondas como las de los demás lobos; son algo más puntiagudas, terminando con unos mechones que sobresalen como una aguja.

«Eres muy bonita».

«Lo somos, recuerda que somos una, somos lobas especiales, Leina. La Diosa nos bendijo siendo sus hijas directas, aunque con ello también viene una maldición».

«Lo sé».

«No te desanimes, tenemos una conexión inquebrantable, así que nosotras solas podemos protegernos».

Estoy segura de que este será un comienzo nuevo; solo espero que la Diosa nos permita permanecer ocultas.

******

Tres años después…

Los rugidos se oyen en todo el bosque; mi pelaje está lleno de sangre y la tierra bajo nuestros pies también.

Con un movimiento rápido, Ava golpea el costado del lobo, haciendo que caiga para luego montarse sobre él, gruñendo en su cuello y dando una advertencia de que debe rendirse o le clavará los colmillos.

Como buen cachorro que es, Derethor mueve su cola en señal de rendición y solo entonces Ava se baja y me da el control.

Sara viene con una enorme sonrisa a darme un vestido que me coloco con rapidez, llenándolo de sangre.

Tomo una toalla para limpiarme un poco el rostro, observando cómo las heridas de mis brazos van sanando poco a poco.

—Mocosa, quiero una revancha.

—Benjamín, ya te derrotó tres veces. Si no quieres que tu orgullo se vea afectado, ya deja de retarla.

Me tragué la carcajada y volteé, poniendo mi mejor cara de orgullo con una sonrisa arrogante.

—Gracias por el entrenamiento de hoy, tío. Derethor estuvo muy bien peleando, pero sus movimientos lentos me dicen que ya estás viejo.

—Tú… vas a ver…

Corro riendo como una chiquilla, escapando de un castigo.

Sara, más atrás de mí, ríe de mis travesuras, ambas huyendo del lobo feroz.

Cuando llegamos a la casa, observamos a un grupo de guerreros con la ropa ensangrentada.

Recuerdo que ellos fueron enviados a apoyar al Alfa mayor para darle frente al grupo de los bárbaros.

Sara se apresura hacia ellos y yo la acompaño.

—¿Qué fue lo que pasó?

—No logramos ganar esta vez; el Rey de los bárbaros estaba presente, y ese hombre es…

No terminó ni de hablar cuando se giró hacia el otro lado para vomitar.

Ese hombre es conocido por ser un asesino despiadado y frío, seguido por una horda de hombres y mujeres sanguinarios.

Sus métodos de tortura son horribles; van desde el desmembramiento hasta la implementación de acónito y otras sustancias peligrosas.

El Alfa mayor ha intentado acabar con él, pero parece que no puede.

«Eso es un problema; ellos saquean manadas, toman a sus mujeres, las violan mientras asesinan a los hombres».

—Está bien, cumplimos nuestra parte del trato. Vayan a descansar; hablaré con el Alfa sobre esta situación.

—Gracias, Luna— respondieron todos al unísono, dando la espalda para irse.

Después de eso, me fui a dar un baño mientras Sara y mi tío discutían sobre esta situación.

Van a redoblar la seguridad en las fronteras y pondrán entrenamientos más exhaustivos.

«Estaremos bien, Leina, estamos bajo la protección del Alfa supremo.»

«No puedes confiar en un hombre que no has visto.»

Ambas nos quedamos en silencio; era un Alfa sin pareja, considerado el Rey de los lobos. Debemos cuidarnos incluso de él.

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