Pov Leina
Me quedé en silencio observando al hombre que miraba mi mano sin decir una palabra. Mi tío Benjamín y su compañera Sara están a un lado en silencio. El aspecto del hombre es limpio; una barba canosa perfectamente cortada y una capa azul oscuro con bordados rojos caían sobre sus hombros. Sus ojos tenían apenas unas líneas de expresión que no contrastaban para nada con su pulida piel. Los hombres lobo de alto rango suelen vivir más años que cualquiera, pero él no parecía del todo un lobo. —No lo soy, querida; por mi sangre corre magia antigua. Podría decir fácilmente que soy más mayor de lo que piensas. Él no me miró directamente; en cambio, dejó mi mano y miró directo a mi tío. —Es mejor que mantengas esto en secreto. Estoy seguro de que ya sabes que ella es una loba lunar, o también conocidas como lobas bendecidas. ¿Una loba lunar? ¿Qué es? —Sí, la reconocí cuando su loba se salió de control en estos días, destrozando toda la habitación. Me lanzó una mirada aguda y yo solo desvié la mirada sin saber qué decir. Desde entonces, ella no ha vuelto a despertar; sigue ahí, es solo que no sé cómo llegar a ella. —Los Alfas son los primeros en reconocerla. Será muy peligroso para ella transformarse en público; es mejor que mantengan esto lo más callado posible, que solo las personas más cercanas sepan. Todos ahora enfocaron su atención en mí, lo que me hizo sentir incómoda. —Su compañero destinado podría protegerla, pero dado que él la rechazó… Bajé la cabeza sin decir nada. Todos saben que rechazar a un compañero es destinarse a vivir en soledad; las segundas oportunidades son casi imposibles. —Leina, sé que estás confundida, pero debes entender que ahora debes ser más cuidadosa. —Ni siquiera puedo hablar con ella. Se supone que esa noche ella no despertó. Fui expulsada, encarcelada y condenada a muerte. Me gustaría que al menos me explicaran eso. Miré fijamente al hombre, que mantenía su mirada seria y distante. —Ella llegó a ti incluso antes de que nacieras, Leina, solo que su conexión contigo estuvo cerrada hasta esa noche… —No te preocupes, cuando ella esté lista, regresará a ti. Déjala pasar su duelo; ambas lo necesitan. ¿Duelo de pérdida? La única pérdida que voy a llorar es no poder ver más a mi padre. Reiner, por mí, puede irse al infierno. Necesito averiguar qué es una loba lunar, qué somos y por qué es importante mantenerme oculta. Escuché cómo mi tío despidió al hombre antes de poner su atención en mí. —Muy bien, Leina, ahora dime: ¿quieres tu tiempo a solas para superar tu dolor o quieres entrenar? Lo necesitarás; tanto tú como tu loba deben entrenar para poder protegerse. —Por hoy solo quiero descansar. ¿Sabes algo de las lobas bendecidas? —le pregunté, esperando que pudiera sacarme de mis dudas. —No sé mucho, Leina. Se supone que son un mito, una leyenda, pero si nuestra historia la menciona, es porque nuestra diosa las creó. Solo sé que son especiales y muy codiciadas; lo mejor será mantenerlas siempre ocultas hasta que tengas un compañero elegido. —Sabes que eso no va a pasar. —Tal vez sí. Alguien que haya sido rechazado y cumpla tus estándares puede ser tu compañero elegido; así no hay riesgos de que aparezca su verdadera elegida. Solo sonreí sin decir nada; ya no me siento tan segura de eso. No soy tan bonita y mi figura no es la mejor. —Vamos, quiero que conozcas la manada, te adaptes a ella y mañana a entrenar para que seas una mujer implacable. Me reí al escucharlo, pero aun así lo seguí. La manada era más abierta que donde vivía; podría decir que era más moderna. La nuestra tenía calles de tierra, mientras que esta las tiene de piedra. Las jóvenes visten vestidos ostentosos y elegantes, mientras que yo… bueno… cargo uno bastante sencillo. —¿Dónde están mis primos? —En sus manadas. Evelyn encontró pareja en el baile que se hizo hace dos años en el palacio; esa misma noche se aparearon y se marcaron. Eder consiguió a su compañera hace un tiempo en una pequeña manada… Vi cómo su semblante se ponía duro; parecía que allí había algo más y yo no iba a presionar. —Tal vez tenga más cachorros en el futuro. —Olvídalo, Benjamín, ya no tenemos edad para eso. —Mi hermosa Luna, aún somos jóvenes. Me reí al verlos juguetear y coquetear frente a mí. Me hubiese gustado un amor así, pero ya ves, todo es ganar y perder. Perdí un compañero y gané a una loba bastante amargada. Al día siguiente, me coloqué un pantalón que me quedaba bastante holgado, una camisa blanca y, sobre esta, un corsé bastante ajustado para que mis niñas estuvieran cómodas. Me dirigí al campo de entrenamiento y me sentí anticuada al ver a varias mujeres entrenar prácticamente sin ropa. La desnudez entre nosotros es algo común, pero aun así me sentí avergonzada. Caminé hasta donde estaba mi tío; parecía dar instrucciones a quien reconozco como su beta. —Muy bien, ya que estás lista, comencemos con lo básico: defensa. —¿Cuándo pasaremos a las armas? —pregunté, mirando entusiasmada al otro grupo mover sus espadas y cuchillos. —Cuando tu loba quiera despertar, ahora en guardia. El primer golpe que lanzó me dejó con el brazo inmóvil. —Vamos, Leina, concéntrate— lanzó otro golpe de la misma forma; lo esquivé con éxito, tomando su mano y doblando su muñeca hacia arriba para ejercer la presión necesaria. —Muy bien, aprendes rápido. Sonreí, sintiendo que mi seguridad volvía poco a poco. Nunca antes quise entrenar porque no lo vi necesario; siempre pensé que mi padre y Reiner estarían allí para mí. Cargaba cucarachas en la cabeza. Me acabo de dar cuenta de que quiero ser una guerrera y lo voy a lograr. ****** Pov Narrador Todos se apartaban para darle paso a la mujer que se dirigía con seguridad a ver a su líder. Sus vestiduras eran blancas, sus dedos adornados con anillos y, en su cuello, un collar con tres piedras azules. Llegó a la tienda más grande del campamento, observando al hombre que se ocultaba en la oscuridad, apenas iluminado por la luz de las velas que casi se apagaban. —Parece que la has encontrado. El hombre permaneció en silencio, acariciando con sumo cuidado y anhelo aquel collar. —Como verás, no está aquí. —No es su destino estar en tu camino ahora; solo la Diosa decidirá. —Está bien, esperé por ella más de quinientos años; por unos pocos más, puedo esperar.Pov Leina Esta noche sería diferente; mis manos sudaban y no estaba segura de qué sucedería. «¿Estás ahí?» El silencio fue toda mi respuesta. No estaba segura de si ella me escuchaba; había despertado hace unas semanas y siempre estaba atenta a los entrenamientos, aunque no me habló en ningún momento. Esta será la primera vez en la que entrenaremos en forma lupina. Miraba el reloj atentamente, siguiendo el ritmo del péndulo que iba de un lado a otro. Cuando marcaron las 12, tomé un gran suspiro y bajé las escaleras. —Vamos, no estés inquieta, todos te esperan. Si ella decide no salir, no te preocupes; estoy segura de que no es por ti. —Gracias, Sara, por ser más como una madre para mí desde que estoy aquí. Ella comenzó a llorar y yo también. Parece más bien una despedida. Ambas salimos hacia el bosque, dado que debo tener cuidado; solo los calificados estarán allí para verme. Después de media hora, llegamos a un pequeño claro. Mi tío y su beta ya estaban allí, también el h
Pov Leina Me encuentro parada frente a la cascada; el agua que se filtra entre las rocas toca mis pies descalzos. Mi cuerpo se estremece por el frío que golpea mi piel, pero no hay ni un solo árbol moviéndose. Un gruñido me hace girar rápidamente; observo en todas direcciones buscando aquel lobo. Otro gruñido cerca de mi oreja me hace erizar los vellos del cuerpo. Su asqueroso aliento golpea mi cuello, llegando a mi nariz. Giro con lentitud, esperando ver las fauces de aquel lobo; sin embargo, no hay nada. —Ahhh…— grité cuando la tierra bajo mis pies cedió. Me aferré con fuerza a las rocas para no caer; la mitad de mi cuerpo colgaba hacia el vacío. A lo lejos vi de forma borrosa una figura; ya la conocía. Estuvo esa noche, sosteniendo al lobo del cuello mientras yo caía al vacío. Mi corazón latía desbocado; parpadeé muchas veces para aclarar mi vista y nada funcionó. Mis manos comenzaron a resbalar. Entré en pánico; no quería caer de nuevo. —¡Por favor, ayúdame! —le grité.
Pov Leina —Tú… ¿Cómo lo supiste?—pregunté en un susurro, sin atreverme a alzar la voz. —Eres mi sobrina y, más que eso, te considero mi hija. Sara también lo hace. Sabes el cariño que te tenemos, Leina, pero hacer las cosas a escondidas no es lo correcto. Me quedé en silencio. ¿Qué podría decir? —Sé que lo extrañas, que quieres verlo. Yo también necesito saber si él está bien, y es por eso que te estoy ayudando. Levanté la mirada emocionada; lo vi señalar las cosas que colocó frente a mí y ahí fue donde entendí. —Ve a verlo, Leina. Sé que eso es lo que quieres y no me opondré. Solo te digo que tengas cuidado y no dejes que te descubran. Mis ojos se llenaron de lágrimas y me levanté para abrazarlo. —Gracias, de verdad, gracias. Él me respondió con suaves palmadas en la espalda antes de soltarme. —Hay algunas cosas allí para mi hermano; dile que prometo que pronto nos reuniremos de nuevo. Me giré para salir de inmediato; no podía perder tiempo. —Y Leina, debes re
Pov BastianLos árboles se mueven con la suave brisa sobre nosotros.La noche es oscura y espesa. La luna no da su brillo sobre las tierras ocultas.A lo lejos se observa el gran imperio de ese mal nacido, uno que fue construido con la sangre derramada de mi raza.El ostentoso palacio se alza sobre toda la manada.Hoy darán un baile; ya imagino las exuberantes decoraciones sacadas de los impuestos de las manadas que apenas pueden sostenerse, y las que no lo hacen…Todos creen que el Alfa supremo los protege de mí.Pero la realidad es que están confiando demasiado en un hombre que sostiene una espada de doble filo sobre sus cabezas.—Señor, ya todo está preparado. El bonito castillo del gran “Rey” sufrirá una ligera sacudida.—Bien, Mara, asegúrate de que todo salga bien. No quiero errores.Ella es una de las pocas personas en las que confío.Es una guerrera y una delta leal, capaz de ensuciarse las manos por los suyos.Tomo de nuevo las riendas del caballo y decido regresar al pequeño
Pov LeinaObservé al hombre que comenzaba a descender por la gran escalera.Llevaba una capa roja pesada sobre sus hombros y un cetro hecho de oro con incrustaciones de rubíes.Sus dedos están adornados con dos anillos en forma de corona.Su imponente presencia se cierne sobre nosotros y su aura de Alfa se expande, haciendo que dobleguemos nuestras cabezas.Sus ojos avellana recorren cada espacio, y su cabello rubio está bien peinado hacia atrás, sin un mechón de cabello rebelde. Sus rasgos son cincelados, con una enorme cicatriz que recorre su cara desde el nacimiento del cabello, pasando por su nariz y terminando del otro lado de su barbilla.«Esa cicatriz se la tuvo que haber hecho alguien que lo odiara mucho, alguien muy poderoso para que no dejara que su lobo lo sanara».«Eso mismo pienso».Aproveché que el degenerado a mi lado me había soltado para escapar; sin embargo, todo fue frustrado cuando tomó mi mano y me atrajo hacia él con fuerza. —Por favor, continúen. Esta noche es
Pov Narrador—¡¿Qué demonios fue eso?!El hombre preguntó a la mujer a su lado, que observaba a la gente salir por las puertas, mirando hacia atrás como si huyeran de algo.Hace solo unos segundos, escucharon un aullido y ahora pasaba esto.—No lo sé, pero siento que esto cambia nuestros planes —le respondió, observando cómo las puertas del castillo y de la manada se estaban cerrando.Debían salir de allí o quedarían atrapados. Comenzaron a alejarse, sintiendo que algo no iba bien cuando miraron a todos los hombres que formaban parte del ejército de Guillermo.Lejos de lo que sucedía en la manada, Bastian trataba de armar un nuevo plan; sin embargo, Thorin estaba alterado e intranquilo.Gruñendo en su mente como un loco.«¿Qué caraj0s te pasa?»«Algo no está bien. Busquemos a nuestra hembra; siento que ella está en peligro.»En eso, recibe un enlace. Su delta más confiable se oye agitada.¡Algo ocurrió!«Señor, nuestro plan falló. Los hombres de Guillermo se están transformando y corr
Pov NarradorAva llegó al río. Sin detenerse, buscaba en él alguna zona de fango para poder ocultar su olor.Vislumbró una a lo lejos, llegó hasta ella y comenzó a restregarse, llenando todo su cuerpo de lodo. Unos aullidos la hicieron detenerse en alerta, casi tropezando con sus propias patas.Su corazón se aceleraba al ver el cielo mostrando los colores del amanecer; no aguantaría más.Ya no podía soportar más.Con los músculos gritando a mil y los lobos a solo nada de atraparla, logró llegar a una parte oscura, llena de árboles con enredaderas. El suelo era verde claro.Apenas sus patas tocaron aquel verde, se hundió, casi cayendo por completo. Era un pequeño lago fangoso. Algunas raíces sobresalían de él.Sin pensarlo, se adentró más, buscando algo que le ayudara a protegerse.Casi al final, observó un árbol con una pequeña cueva entre sus raíces.Ignorando el repugnante olor que salía de él, se adentró como pudo.Sentía un líquido viscoso debajo de ella. El agua no entraba, por l
Pov Leina Creí que esta sería la noche más especial de mi vida, que por fin conocería a mi loba como tanto deseé, pero nada de eso sucedió. Ahora solo escucho como mi padre, el ex beta de la manada, discute con el antiguo Alfa y su hijo, el Alfa actual; sobre mi expulsión. La manada al rededor se mantiene en silencio, las miradas con burla de las lobas que codiciaban mi lugar no se hacen esperar. —Ella es tu compañera Reiner, expulsarla sería dejarla sin protección, allá afuera hay demasiados renegados y bárbaros. —Yo necesito una compañera fuerte, una Luna que pueda ser capaz de proteger a su gente, su loba no despertó, por lo tanto, no le sirve ni a la manada ni a mí. Las palabras de mi compañero se clavaron como un fuerte puñal en mi corazón. Las lágrimas querían salir, pero no dejaría que ellos vieran mi debilidad. —Reiner, por favor, es mi hija, piensa en estos dos años que tardaste esperándola. Apreté los puños de rabia, observando como mi padre se arrodillaba an