«Muévete»
«Muévete»
«Muévete»
Clara se ordenaba una y otra vez, pero era inútil, sus patas temblaban aferrándose a la tierra bajo ellas y sus orejas estaban casi desapareciendo encima de su cráneo. La presencia que se acercaba a su ser era potente, fuerte, con un olor a sangre que lo cubría completamente que casi la hizo estremecerse de terror. Odiaba ese olor, lo detestaba, le recordaba las veces en que su cuerpo había sido castigado y esta corría por su piel y terminaba bajo ella como un pegajoso charco.
Apretó los dientes dentro de su hocico hasta que casi le dolió, pero no pudo evitar que de este saliera un gemido lastimero. El lobo se detuvo un momento y alzó la cabeza como si ese sonido le hubiera llamado la atención. Para ese momento, los rayos del sol se filtraban por las hojas altas de los árboles e iluminaban su cuerpo, así como el denso pelaje totalmente negro azulado del inmenso animal, donde los dos orbes dorados, grandes y amenazantes resaltaban por encima de todo dándole un aspecto, aún más imponentes.
Clara solo podía diferenciar una silueta oscura con dos puntos amarillos que la enfocaban amenazadoramente. Y a su vez se encontró contrariada. Los ojos de ese color no era algo peculiar en la manada, solamente el alfa los tenía y era el símbolo de la sangre más pura de los miembros de la rama principal. Sin embargo, ella estaba completamente aterrada al punto que sus patas cedieron debajo de ella, cayendo completamente sobre la yerba suave cuando este gruñó, no podía pensar bien en ese momento.
El lobo comenzó a caminar hacia ella, de forma lenta pero segura. Clara podía escuchar como las ramas se rompían debajo de sus patas y la tierra cedía. Conocía a todos los machos de la manada, pero ninguno como este. Tan fuerte, tan grande, tan dominante. Y su cuerpo casi la obligaba a tirarse de espalda para mostrarle su panza y su cuello.
Su temblor se hizo más grande cuando el lobo se posicionó encima de ella y el olor a sangre fue tan penetrante que la dejó sin respiración. Su cuerpo entero tan tenso que sus músculos se marcaban por encima de su pelaje lleno de barro.
-¿Quién eres?- de pronto escuchó la voz del lobo. Una voz grave, potente y que caló dentro de ella llevando una sensación grande a su estómago.
Tuvo que obligarse a mantener su cola tiesa, cuando esta le entró el impulso de sacudirla de un lado a otro con ¿emoción? Clara no comprendió que estaba pasando.
-Responde- esta vez el lobo gruñó tan fuerte que ella cerró sus ojos, calada de miedo, confusión.
El macho sobre ella se mostró molesto ante la situación. Tenía una hembra debajo de él que no podía saber su olor dado el repugnante aroma del lodo sobre su pelaje, pero que a la vez hacía que quisiera tenerla debajo de él.
-¿Qué haces en mis terrenos?- hizo otra pegunta intentando buscar respuesta.
A esta Clara tampoco respondió. Se había acurrucado tanto debajo de él, intentando parecer tan pequeña que casi no lo escuchó en medio de sus temblores. Estaba calada del pánico. Ese lobo quería algo con ella, pero Clara tenía tan malas experiencias a lo largo de toda su vida que solo podía pensar en el peor escenario.
Ayuda, Ayuda. Pedía una y otra vez dentro de ella, como siempre hacía cada vez que tenía miedo. No era una loba fuerte, no podía luchar, todos eran más fuerte que ella. Que podía hacer.
«Apártate» y por no sabía que vez escuchó aquella voz en su mente. Esa que siempre la acogía con un calor familiar y protector antes de perder la conciencia.
Para cuando reaccionó estaba corriendo casi sin aliento, llegando a donde los miembros que habían ido a cazar con ella estaban y como de las tantas veces, ella no podía explicar que había pasado. Solo sabía que había un dolor palpitante en su espalda, un sabor metálico en su boca, como si hubiera sangre que no era de ella alrededor de sus colmillos… y que sería regañada.
Cuando se detuvo su padre la esperaba con todos los colmillos afuera.
-Clara, dónde estabas- se acercó a ella gruñendo y ella pensó que la mordería. Las feromonas de su padre se movían de forma agresiva, aunque ahora ella podía detectar que no tanto, al menos en comparación con aquel lobo.
Sin embargo, ella retrocedió temblorosa y con el lobo palpitando. Si no se equivocaba el lobo la había mordido, ¿verdad? No podía recordar.
-Yo… yo-
Sintió a su padre de pronto detenerse y oler por encima de ella. Clara se tensó y cerró los ojos esperando el castigo, pero, en cambio, este fue el que retrocedió.
-Olvídalo- su padre dio medio vuelta dejándola y acercándose a los demás machos. El pelaje de su lomo estaba erizado, como si algo lo hubiera puesto alerta.
Clara no comprendió lo que acababa de ocurrir. Se levantó sintiendo sus patas como gelatinas y siguió al grupo desde atrás, con la cabeza baja y las orejas pegadas a su cabeza. Siendo consciente que algo se removía dentro de ella y aun con su estómago revoloteando. Se lamentó no tener una vista decente y haber podido ver aquel lobo extraño de ojos dorados. No sabía quién era… y era mejor que su padre no supiera tampoco.
Mientras tanto… aun dentro del bosque, el macho se lamía la pata herida donde el sabor de su sangre con el de la loba se mezclaba en su boca. Antes, al no recibir respuesta de ella, la había mordido en su lomo buscando algún estímulo o para sacarla de su ataque de pánico. Inyectaría algunas feromonas y con eso podría tranquilizarla, solo no se esperó que el animal rápidamente hubiera dejado de temblar y mientras él tenía sus colmillos aun enterrados en el cuerpo de ella, esta giraría la cabeza buscando su pata y podía jurar que si no hubiera reaccionado rápido se la hubiera desgarrado completamente.
El lobo alzó la cabeza sintiendo que la piel ya comenzaba a cerrar lentamente. No sabía quién era esa loba, ni porque había reaccionado así. Sobre todo, la forma de actuar de ella y como había cambiado de una forma a otra era extraña. Pero de algo estaba seguro y lo supo al saborear la sangre de ella. Esa loba era suya.
Ella era sin dudas su mate.
Clara estaba casi escondida en una esquina de la inmensa sala de celebración, donde la oscuridad se cernía sobre todo su cuerpo. Se encontraba cansada y tensa. La experiencia que había vivido durante la tarde todavía resonaba en su cabeza, y aunque se había bañado, el olor a sangre que se le había impregnado a su pelaje aún permanecía. Así como la sensación en su estómago que no se esfumaba. Y era a su vez incómoda y desconocida.Aun así, la expresión de su rostro no era para nada buena y la tristeza amargaba su humor como resultado de toda la burla y rechazo que había recibido aquella noche.Se suponía que ella debía estar feliz y ansiosa por encontrar a su pareja, a su mate, a la mitad de su alfa, al lobo que compartiría con ello el resto de su vida. Era algo natural para los que acababan de cumplir 18 años. La diosa luna les otorgaba este enorme placer. En cambio, cuál era el problema de ella… que, hasta ahora, tenía ya 22 años y todavía estaba soltara, y por lo que presentía, su m
Clara se quedó temblando en el suelo.Su cuerpo entero cubierto por una fina capa de sudor y comenzando a jadear. No pudo evitar apretar sus muslos sintiendo que su interior estaba empapado y palpitaba de una forma extraña. No podía creer que estuviera excitada solo por el olor de aquel macho que se acercaba a ella. Incluso, ella misma comenzaba a exudar feromonas respondiendo a él. Y su voz aún resonaba en su cabeza.«Mía» y ella sabía que para eso había una sola respuesta. Una que no se esperaba dar tan rápidamente. Solo que sentía que no estaba completa. Como si aun si lo dijera, si respondiera a él, faltara algo.Lo vio aparecer entre los árboles y su cuerpo lobuno quedó iluminado bajo la luz de la luna que pronto se vio opacando tras una nueva nube gris. Eso no evitó que su pelaje completamente dorado brillara entre las ramas de los árboles, haciendo juego con su par de orbes dorados. Para Clara apenas era perceptible la diferencia, pero esos ojos eran tan penetrantes que podía d
Clara ahogó un gemido al percibir los labios del lobo sobre los suyos sin ser nada amables, pero si lleno de ansias. Se movían sobre los de ella chupando el inferior hasta rasparlo con los colmillos haciendo que ella se estremecería y abriera la boca dejando salir un jadeo. Momento que aprovechó el macho para introducir su lengua en lo más profundo de su cavidad.Las manos de Clara apretaron los hombros de él como una estabilidad y él agarró sus muñecas para hacer que sus brazos envolvieran su cuello pegándola mucho más a él. Ella simplemente se dejó casi intoxicada por el aumento de feromonas que en ese momento la envolvió y la embriagó, haciendo que su celo fuera aún más fuerte. Casi lloriqueó contra la boca de él. Mas no tenía tiempo de hacerlo.La lengua dentro de su boca se había enredado con la de ella, moviéndola de un lado a otro, saboreándola, jugando con ella, atrayéndola a su boca para pincharla con sus colmillos. Repasaba cada zona interna y húmeda. El beso era demasiado p
Clara se quedó más de una hora sentada en el lugar hasta que las feromonas del lobo se esfumaron por completo, quedándose sumida en la oscuridad del bosque y percatándose que cada vez se hacía más tarde, debía volver a la manada, pero en su estado actual sería un serio problema. Primero porque su cuerpo no se había calmado del todo y segundo, su cuerpo olía a fluidos por todas partes. Así que primero al menos debía limpiarse.Ayudándose del árbol se incorporó temblorosa, donde sus piernas se negaban a soportar su peso y casi cae de nuevo. Necesitó usar toda su fuerza para avanzar hacia el estanque donde antes casi se quitaba la vida y poder sumergirse hasta la mitad del torso. El agua helada ayudó un poco a pasar el calor ardiente dentro de ella. Aun así, su piel hormigueaba tanto que era incómodo y se abrazó a sí misma. Sus senos picaron ante el roce y gimió levemente. Su interior aun palpitaba y a pesar del miedo que había sentido antes, deseaba que al menos su compañero estuviera a
El corazón palpitó dentro del pecho de Clara. Si su padre se enteraba del estado en el que la habían visto ayer y con el otro de un macho encima de seguro pensaría que ella había tenido sexo con él, y sin ser pareja era una total desgracia para una loba. Después de todo, los machos preferían que sus parejas no hubieran sido marcadas de ninguna forma. Comenzó a sudar frío y se decidió caminar hacia él para impedir que hablara cuando la voz de un lobo interrumpió del desagradable momento.-Atención a todos por favor- era Will, el beta de la manada y el que había lidiado con todo desde que el alfa había caído en cama. Era el que había mantenido a flote todo aquello. Era un lobo adulto con un cabello plateado que siempre llevaba trenzado y que caía largo hasta la cadera. Alto, fuerte y con un carácter amable y calmado, había hecho que todos hubieran confiado fácilmente en él. Aun así, su rostro mostraba la carga sobre sus hombros, haciendo que tuviera algunos rasgos y líneas de expresión
Clara se encontraba en una burbuja de emociones tan fuertes que se estaba mareando, aunque no sabía si era realmente por eso o por la posición en la que se encontraba, sobre el hombro duro del lobo que dolía contra sus costillas y muy plano abdomen, al estar baja de peso. Sentía emoción por estar por fin con su mete, porque este la había reclamado delante de todos, que este fuera el alfa, por lo que de seguro se acabarían los miles de maltratos contra ella, pero de igual forma tenía algo de miedo. No le había gustado como la había mirado tanto. Como si le tuviera... ¿asco?Esperaba que no fuera el caso. Ella ansiaba estar junto a su pareja. Si no la había rechazado… era una buena señal. Ella alzó levemente la cabeza antes de alejarse de los miembros de la manada y de su padre, notando las diversas expresiones de todos de manera difusa, entre asombro, indignación, envidia. Como se imaginó, no había ninguna sonrisa en dirección a ella, ninguna de felicidad. Pero a Clara no le importó m
Clara respondió al momento a la estimulación de las feromonas del alfa con su celo, olvidando así el miedo a él. Sus piernas flaquearon y cayó al suelo con un sonido sordo haciendo que la toalla alrededor de su cuerpo se aflorara mostrándole a él sus piernas completamente desnudas, así como sus níveos muslos. No pudo notar como los ojos de él se oscurecieron, pero si como su olor se hizo más intenso.Escuchó un gruñido proveniente por parte de él y ella solo respondió con un gemido lastimero tanto de deseo como de vergüenza. Bajó la cabeza en sumisión y esperó, mas el lobo no se movió en absolutoSu corazón comenzó a palpitar duro en su pecho de la ansiedad. Acaso él quería que ella comenzara. Clara tragó en seco nerviosa y se levantó lentamente del suelo, y se acercó al lobo casi por inercia deseando querer tocarlo. Sus manos temblaban cuando las alzó en torso al pecho fuerte y muy marcado delante de ella.Aun vacilante lo tocó sintiendo la textura de la piel caliente sobre su piel y
Clara negaba una y otra vez con su rostro bañado en lágrimas. Por más que él alfa la acusara, sus palabras no correspondían ni de lejos con la realidad. -¿Marcada? –su voz temblaba completamente quebrada- Solo pude ser marcada por un lobo- sus palabras indicaban que lobo- He pasado toda mi vida sola, siempre me han intimidado, se han reído de mí. Y fue aun peor cuando, después de cumplir mis 18 años aun no apareció mi mate. Y los años que vinieron después no cambiaron eso. ¿Cómo estaría con alguien más? Nadie aquí me desea y además solo puedo responder y entrar en celo a mi mate- hablaba tan rápido que apenas se podía entender.Pero eso a Dixon lo descontroló aún más.-Mentirosa- le expetó mostrando más sus colmillos- Tienes el oro de otro macho encima y osas decir que soy yo el que te marcó. Clara asintió con la cabeza. Ella no podía ver muy bien, sin embargo, no debía haberse equivocado tanto ¿verdad?-Nos encontramos anoche- ella intentaba buscar una respuesta e intentar aclarar