El corazón palpitó dentro del pecho de Clara. Si su padre se enteraba del estado en el que la habían visto ayer y con el otro de un macho encima de seguro pensaría que ella había tenido sexo con él, y sin ser pareja era una total desgracia para una loba. Después de todo, los machos preferían que sus parejas no hubieran sido marcadas de ninguna forma. Comenzó a sudar frío y se decidió caminar hacia él para impedir que hablara cuando la voz de un lobo interrumpió del desagradable momento.
-Atención a todos por favor- era Will, el beta de la manada y el que había lidiado con todo desde que el alfa había caído en cama. Era el que había mantenido a flote todo aquello. Era un lobo adulto con un cabello plateado que siempre llevaba trenzado y que caía largo hasta la cadera. Alto, fuerte y con un carácter amable y calmado, había hecho que todos hubieran confiado fácilmente en él. Aun así, su rostro mostraba la carga sobre sus hombros, haciendo que tuviera algunos rasgos y líneas de expresión marcados de más.
Clara dio un suspiro de alivio ante la interrupción y cuando el lobo bufó y se alejó, mas ella sabía que volvería a delatarla. Todos siempre disfrutaban molestarla desde que era muy joven. Y esa situación no cambiaría, ¿verdad?
-Bueno, ya que todos están aquí, es momento de dar una noticia- la voz de Will hizo que ella se girara en dirección a donde todos estaban mirando, solo que ella mantuvo la cabeza gacha y se centró en escuchar al lobo- Como todos saben, el alfa ha estado enfermo desde hace mucho tiempo. Lastimosamente…- su voz tembló un poco dado que él había sido el amigo del alfa desde que eran cachorros- nuestro alfa está a punto de dar el último suspiro. Su estado es muy delicado.
Los murmullos comenzaron entre todos los miembros reunidos delante de la edificación más grande de la manada, pero se detuvieron cuando el beta alzó la mano buscando silencio. Pasaron al menos dos minutos hasta que no hubo sonidos alrededor. El lobo prosiguió su discurso.
-Dada la situación actual ya se habían tomado medidas con anterioridad. Y su lugar será tomado por su hijo. Él había sido enviado para una mejor preparación en otro lugar secreto de todos, para sí preservar su vida. No deseábamos que hubiera aún más masacre después del asesinato de la luna.
Otra vez comenzaron los murmullos. Todos habían escuchado hablar que el alfa había tenido un hijo, pero que este desde muy cachorro había sido separado de la manada y algunos pensaron que hasta había muerto. El beta tuvo que volver a repetir el proceso anterior y esperar a que todos se calmaran. Había una enorme conmoción.
Por su parte… Clara estaba más centrada en el olor dulce que había poco, estaba comenzando a llegar a ella y que le pareció tan familiar que su cuerpo se estremeció. Era… como el de la noche anterior, solo que… algo diferente, por lo que no escuchó lo que vino después.
Solo reaccionó cuando los pasos comenzaron a escucharse, y la puerta de la enorme casa se abrió dejando ver a un macho. El lobo bajó los escalones de la entrada y se dirigió en dirección al beta. Un silencio doloroso se hizo ante la presencia de él y del poder aplastador que exudaba, el cual hizo que todos los miembros de la manada dieran un paso atrás.
Dixon se detuvo al lado del beta y miró a todos con sus ojos dorados, símbolo distintivo de la línea directa del alfa y tan inusual que nadie se atrevería a cuestionar su lugar. Y tenía todos los rasgos para ser el líder actual, al menos físicamente. Era alto, incluso más que el beta, su cuerpo duro y fornido, dado el largo y extenuante entrenamiento al que había sido sometido, apenas se podía esconder bajo su pantalón ajustado y su camisa arremangada a mitad de sus gruesos brazos donde los tres primeros botones abiertos dejaban a ver parte de su torso solidificado y el inicio de su marcado abdomen. Su piel clara contrastaba completamente con su cabello tan negro como el ébano. Largo, que caía sobre su espalda en ondas que enmarcaban su rostro hermoso y masculino. Unos ojos dorados rodeados de gruesas pestañas, una nariz aguileña y unos labios en una fina línea le daban un aspecto serio e impenetrable. Un espécimen perfecto de lobo macho. Y por su olor fuerte y penetrante, todos supieron que no era alguien débil.
-Les presento a Dixon, nuestro actual alfa. Espetamos el apoyo y la aceptación de todo- Will explicó y en sus palabras había un deje de amenaza. En esos momentos era mejor dejar las cosas claras.
Todos asintieron con la cabeza sin protestar. Solo Clara estaba estática en su lugar, preguntándose por dentro si aquel lobo… ¿Era él que se había encontrado en el lago? ¿Podría ser que mi mate es el alfa futuro? Estaba muy conmocionada todavía.
Su olor, su porte, todo le indicaba que era él, pero sentía que había diferente, su aroma era un poco más dulce que el de la noche anterior. Sin embargo, su interior revoloteaba al sentir nuevamente el olor de su mate. Y no se dio cuenta de que exudaba feromonas levemente.
Feromonas que no pasaron desapercibidas.
Dixon había estado algo intranquilo desde que había llegado a la manada. No… desde antes. No había estado del mejor humor dado que había encontrado a su mate, pero esta había escapado de él y además lo había agredido. Pero desde que había llegado a la manada había un olor dulce que hacía que su piel se erizara y aunque era débil estaba convencido de una cosa.
Su mate estaba en aquel lugar. Solo no se esperó que la encontraría tan rápido.
Un gruñido salió de su garganta haciendo que todos se estremecieran. Los ojos dorados de Dixon se hicieron más brillantes y se enfocaron en dirección a Clara a través de los lobos que estaban delante de ella y comenzó a caminar hacia ella.
-Alfa- Will no comprendía su reacción ni por qué iba hacia la multitud… de aquella forma. La manera en que él avanzaba mostraba que estaba cazando algo.
Y ese algo era definitivamente Clara.
Los lobos se apartaron ante el paso del nuevo alfa, corriéndose de un lado a otro, bajando la cabeza ante su presencia. Dixon se detuvo delante de los padres de Clara que no supieron la razón de por qué los buscaba, pero Alester hizo una marcada reverencia pensando que había captado la atención del lobo.
-Alfa. Bienveni…- fue interrumpido por un profundo gruñido que lo hizo palidecer. Su esposa a su lado se tambaleó.
El olor del alfa era tan denso que mareaba, aunque no era en dirección a ellos, e inconscientemente se corrieron a un lado. Dixon, con toda autoridad, dio tres pasos más. Clara, aun parada en el lugar, alzó el rostro embelesada por el delicioso olor, lo percibió detenerse delante de ella y su presencia se hizo más fuerte. Tembló, mas no se corrió, aunque sus rodillas amenazaban con ceder y su cuerpo se estaba calentando, en respuesta a su pareja destinada. Porque no había duda… era él. Solo él.
-Mía- la voz grave del alfa se hizo oír y para Clara sonó satisfactoria en su oído.
Su lobo había venido por ella. No la había abandonado. No le importaba que su instinto le dijera que había algo que no estaba del todo bien. Ella solo quería retorcijarse en sus brazos nuevamente.
Los murmullos comenzaron nuevamente a su alrededor, sobre todo por la impresión de la declaración del nuevo alfa. Este la había declarado su mate delante de toda la manada. Uan leve sonrisa apareció en los labios de Clara. Ya no se volverían a reír de ella, porque era la mate de ese lobo, del alfa.
-Espere, espere- Alester estaba conmocionado, como la mayoría de los presentes.
-¿Ella es su mate?- Isa a su lado tenía los ojos muy abiertos.
Dixon no les respondió, no dio explicaciones, no tenía que hacerlo, sobre todo porque, aunque estaba complacido de haber encontrado a su mate… ella… tenía el olor de otro macho encima de ella y eso le hizo mostrar sus colmillos en dirección a ella. Y al notar que ella retrocedía con miedo ante su cambio de reacción, él se inclinó y envolvió su delgada muñeca y la cargó sobre su hombro con un movimiento rápido. Y se giró en dirección al interior de su ahora casa.
Si había algo que Dixon odiaba, realmente era que lo suyo fuera tocado por alguien. Tendría que enseñarle a esa loba quien era el que mandaba. Aun si ella era su mate, tendría que saber su lugar.
Clara se encontraba en una burbuja de emociones tan fuertes que se estaba mareando, aunque no sabía si era realmente por eso o por la posición en la que se encontraba, sobre el hombro duro del lobo que dolía contra sus costillas y muy plano abdomen, al estar baja de peso. Sentía emoción por estar por fin con su mete, porque este la había reclamado delante de todos, que este fuera el alfa, por lo que de seguro se acabarían los miles de maltratos contra ella, pero de igual forma tenía algo de miedo. No le había gustado como la había mirado tanto. Como si le tuviera... ¿asco?Esperaba que no fuera el caso. Ella ansiaba estar junto a su pareja. Si no la había rechazado… era una buena señal. Ella alzó levemente la cabeza antes de alejarse de los miembros de la manada y de su padre, notando las diversas expresiones de todos de manera difusa, entre asombro, indignación, envidia. Como se imaginó, no había ninguna sonrisa en dirección a ella, ninguna de felicidad. Pero a Clara no le importó m
Clara respondió al momento a la estimulación de las feromonas del alfa con su celo, olvidando así el miedo a él. Sus piernas flaquearon y cayó al suelo con un sonido sordo haciendo que la toalla alrededor de su cuerpo se aflorara mostrándole a él sus piernas completamente desnudas, así como sus níveos muslos. No pudo notar como los ojos de él se oscurecieron, pero si como su olor se hizo más intenso.Escuchó un gruñido proveniente por parte de él y ella solo respondió con un gemido lastimero tanto de deseo como de vergüenza. Bajó la cabeza en sumisión y esperó, mas el lobo no se movió en absolutoSu corazón comenzó a palpitar duro en su pecho de la ansiedad. Acaso él quería que ella comenzara. Clara tragó en seco nerviosa y se levantó lentamente del suelo, y se acercó al lobo casi por inercia deseando querer tocarlo. Sus manos temblaban cuando las alzó en torso al pecho fuerte y muy marcado delante de ella.Aun vacilante lo tocó sintiendo la textura de la piel caliente sobre su piel y
Clara negaba una y otra vez con su rostro bañado en lágrimas. Por más que él alfa la acusara, sus palabras no correspondían ni de lejos con la realidad. -¿Marcada? –su voz temblaba completamente quebrada- Solo pude ser marcada por un lobo- sus palabras indicaban que lobo- He pasado toda mi vida sola, siempre me han intimidado, se han reído de mí. Y fue aun peor cuando, después de cumplir mis 18 años aun no apareció mi mate. Y los años que vinieron después no cambiaron eso. ¿Cómo estaría con alguien más? Nadie aquí me desea y además solo puedo responder y entrar en celo a mi mate- hablaba tan rápido que apenas se podía entender.Pero eso a Dixon lo descontroló aún más.-Mentirosa- le expetó mostrando más sus colmillos- Tienes el oro de otro macho encima y osas decir que soy yo el que te marcó. Clara asintió con la cabeza. Ella no podía ver muy bien, sin embargo, no debía haberse equivocado tanto ¿verdad?-Nos encontramos anoche- ella intentaba buscar una respuesta e intentar aclarar
Definitivamente algo estaba pasando y Dixon no sabía bien que era. Y era de esos lobos que no le gustaba estar en la incertidumbre. Se arrodilló delante de la loba y la agarró del hombro.-¿Qué sabes tú de esto?Ella negó con la cabeza y no se atrevió a hablar de nuevo. Temía que cualquiera de sus palabras pudiera descontrolarlo de nuevo y ella aún estaba procesando que él hacía unos segundos estaba a punto de… rechazarla. De solo pensarlo su pecho se apretaba tanto que dolía infinitamente. Incluso su mate la estaba rechazando. Ella no estaba mintiendo, no tenía idea de quien estaban hablando ellos dos. Dixon cerró los ojos y buscó paciencia. No recibiría respuesta de parte de ella, eso era seguro. Tendría que atender este problema personalmente y saber quién demonios era ese lobo que había osado tocar y marcar a su mate. Le arrancaría los dientes a como diera lugar. Eso era un hecho. Se levantó y miró al beta aun en la puerta.-Tráeme una soga- espetó molesto.-¿Soga?- la voz del be
La atmósfera era demasiado tensa, que obligó a los demás presentes a retroceder, alejándose de los dos lobos macos que estaban exudando tantas feromonas que era asfixiante. Will, detrás de Dixon tragaba en seco, secando el sudor de su frente, ante la presión existente. -Alfa- lo llamó, pero los dos lobos parecían tener un conflicto de gruñidos, potentes y amenazantes. Sobre todo, el recién llegado, que, para ese momento, no le quedaba nada de sonrisa en su rostro y fulminaba con la mirada al actual alfa. -Vete de mí manada- Dixon gruñó con los dientes apretados. Ethan por su parte, soltó un bufido grave. -Y dejarte con todo. Ni en tus mejores sueños. Además, ahora hay algo más que está en este lugar y me interesa recuperarlo. Y Dixon supo de qué estaba hablando. Si antes estaba molesto, para ese momento ya había perdido la mayor parte de su paciencia. Sus garras se desenfundaron por completo, y solo no le saltó encima a desgarrar la garganta de aquel que osaba buscar tanto el mand
Los casi 20 minutos que transcurrieron después fueron casi una prueba de supervivencia para los presentes dentro de la sala. A cada segundo el olor dentro de la habitación se hacía más fuerte dado que los dos lobos tanto se fulminaban con la mirada como exudaban sus feromonas. Dixon no lo mostraba, pero deseaba que esto acabara pronto. No estaba nervioso por el resultado del ritual, era seguro que saldría como hijo del alfa, tanto su físico como poder era similar a su padre. Pero tenía cosas que entender, como a su mate que estaba a pocas puertas de ellos. Mate que tenía el olor del lobo frente a él y que de alguna forma también la estaba reclamando.¿Cómo se atrevía?Ella era de él. Y no, no la rechazaría, le haría entender el lugar de ella. A él no le arrebatarían nada otra vez. Tendría que hacer un trabajo fuerte con la loba, sin embargo, ella comprendería que debía cerrar las piernas a otros lobos y solo abrírselas a él.Por otro lado, Ethan solo estaba recostado contra la pared,
Clara estaba sumamente confundida. De encontrarse delante del nuevo alfa que la miraba como si ella fuera la loba más promiscua de toda la manada y que la dejara amarrada a la cama como si fuera un animal, se encontró corriendo en medio del bosque, como si su vida dependiera de ello.Tuvo el impulso de detenerse y analizar la situación, pero estaba más enfocada en no chocar con las sombras de los árboles delante de ella y de sentir como era perseguida por dos presencias que estaban ya muy cerca de ella. No olfatear mucho a su alrededor para saber quiénes eran. Las feromonas de los dos lobos machos detrás de ella eran tan potentes y agresivas que obligaban a sus propias patas a seguir corriendo.Y nadie supo lo que ella se alegró de haber aprendido a huir tan rápidamente, teniendo que hacerlo como algo en su rutina cada vez que era perseguida por los Salvajes cuando salían de caza. Gracias a eso, los lobos podían estar cerca de ella, mas no alcanzarla. Y tenía una resistencia bastante
El agua golpeaba contra su piel como queriendo romperla, su cuerpo se estrellaba contra las piedras rompiendo lastimando sus huesos a su paso. Y a pesar de todo aquello y del dolor que casi la llevaba a la inconciencia, Isabela solo podía sonreír internamente porque por fin, después de esto, cuando llegara al borde del río, donde se encontraba el inicio de una violenta cascada, ella podría encontrar la paz tras la muerte.«NO» escuchaba en su cabeza, una voz que no pertenecía a su mate, más ella no le prestaba atención. Había sido la primera vez que había podido tomar una decisión y llevarla a cabo hasta el final. Más feliz no podía ser, incluso si esta significaba terminar con su vida.Sin embargo, su felicidad, como siempre no duró mucho. Algo se cerró en torno a su nuca de una manera violenta y tiró de ella con fuerza impidiendo que llegara a su destino. Clara intentó luchar y resistirse, para percatarse del daño a su cuerpo y no poder moverse. Además, lo que atravesaba la piel tr