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Clara se quedó más de una hora sentada en el lugar hasta que las feromonas del lobo se esfumaron por completo, quedándose sumida en la oscuridad del bosque y percatándose que cada vez se hacía más tarde, debía volver a la manada, pero en su estado actual sería un serio problema. Primero porque su cuerpo no se había calmado del todo y segundo, su cuerpo olía a fluidos por todas partes. Así que primero al menos debía limpiarse.

Ayudándose del árbol se incorporó temblorosa, donde sus piernas se negaban a soportar su peso y casi cae de nuevo. Necesitó usar toda su fuerza para avanzar hacia el estanque donde antes casi se quitaba la vida y poder sumergirse hasta la mitad del torso. El agua helada ayudó un poco a pasar el calor ardiente dentro de ella. Aun así, su piel hormigueaba tanto que era incómodo y se abrazó a sí misma. Sus senos picaron ante el roce y gimió levemente. Su interior aun palpitaba y a pesar del miedo que había sentido antes, deseaba que al menos su compañero estuviera allí, que no la hubiera dejado sola. Eso la hacía sentir peor.

Acaso la había rechazado dado que no había podido tomarla como él deseaba. No sabía, no quería pensar. Solo bajó las manos hacia el interior de sus muslos y tocó su zona palpitante. Por el momento… eso era lo único que podía hacer, otra vez, completamente sola.

Cuando volvió a su casa convertida y entró a su cuarto escondida y sin hacer ruido usando todo lo que había aprendido como rastreadora, cayó en la cama completamente agotada. Y con el rastro del olor del lobo que todavía quedaba sobre ella, aun cuando era leve, se quedó dormida.

***

Clara escuchó los pasos de su padre llegando a su puerta y esta se abrió de golpe.

-Clara- el lobo hizo acto de presencia. La loba se sentó en la cama estando tan cansada que su cabeza se movía de un lado a otro. No había podido dormir realmente. No recordaba el sueño, pero debía haber sido bastante movido porque le dolía cada parte de su cuerpo y algo resonaba en su interior.

-¿Qué ocurre?- el sol que se filtraba por la ventaba le indicaba que ya había amanecido hacía mucho. Su voz salió apenas en un susurro. Y estaba tan aturdida que apenas escuchó los pasos de su padre acercándose a ella.

Cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde. Sintió un dolor terrible al ser agarrada del cabello y lanzada al suelo con fuerza. Su cuerpo se estrelló con un sonido sordo y su rodilla comenzó a palpitar. Clara se hizo un ovillo en el suelo protegiendo su estómago en caso de que este la pateara. No sería la primera vez y dolía mucho después.

-Acaba de levantarte de una m*****a vez y vístete, loba inútil- le gritó dado que ella se había demorado y además preguntado como si estuviera ajena a todo, algo que a él le hacía hervir la sangre. No tenía paciencia con Clara en ningún aspecto. Más bien, muchas veces se preguntaba porque había tenido una hembra como cría y además defectuosa, en vez de un macho que pudiera luchar por el título de alfa de la manada.

Clara se mordió el labio inferior e hizo lo mejor para el momento. Se levantó lentamente intentando ser cuidadosa y manteniendo distancia de él. Aunque algo en su interior le ordenaba que sacara sus dientes y se los encajara en su cuello, mas ella no tenía el valor para hacer aquello.

Ella caminó hacia su pequeño y casi vacío escaparate para agarrar una de sus prendas y comenzó a cambiarse lo más rápido que pudo. Su padre se notaba alterado, incluso su olor lo delataba. Estaba nervioso y al mirarlo, pudo divisar en la neblina habitual que había cambiado su habitual vestimenta de colores marrones por una camisa y pantalón negro más elegante de la ropa usual que solía usar. Incluso pudo divisar algunos detalles y eso la hizo quedarse paralizada.

Su vista era su sentido más afectado, así que estaba acostumbrada a no depender de él y de quitarle importancia a los detalles y el aspecto, pero poder ver, aunque sea un poco mejor, hizo que se impresionara. Mas no pudo analizar bien este cambio dado el gruñido de Alester. Se notaba de mal genio.

-¿Hay algún evento importante?- habló en voz muy baja y con la cabeza gacha. Mirarlo a los ojos podía ser una ofensa para él y un castigo para ella. Lo más relevante en la manada era la reunión de unión de parejas y como segundo el cumpleaños del alfa, el cual no se celebraba hacía mucho dado que este estaba tan enfermo que se sabía que pronto fallecería.

Su padre chasqueó la lengua ante la ignorancia de ella.

-Acaso no lo escuchaste ayer- ella negó, claro que no lo pudo haber oído dado que casi estaba follando con su pareja destinada que se había esfumado como el agua, solo que no le diría eso al lobo o de seguro la encerraría- Hoy regresa el hijo del alfa, lo más probable es que asuma el liderazgo de la manada. Todos debemos recibirlo y mostrar nuestro respeto hacia él. Quizás podamos ganarnos su confianza y subir de nivel en este lugar.

Al escuchar aquello ella sintió un palpitó en su pecho incómodo y no supo por qué. Bajó la cabeza aún más y cerró los ojos.

-Clara- el lobo casi le gritó- Acaba de moverte, no tenemos todo el día. Si llegamos tarde por tu culpa te encerraré y te haré desear no haber nacido, ser inservible.

Y ante eso ella se estremeció. Conocía muy bien a que consecuencias se refería. No tardó mucho en prepararse, aunque no puso mucha atención en su imagen. Solo un vestido ajustado que cubría todo el cuello para esconder las marcas de mordidas de la noche anterior, mangas largas y hasta la mitad del muslo. Su cabello lo peinó más lento de lo que imaginó, cayendo pesado sobre su espalda. Y agradeció no poder su rostro del todo bien, porque de seguro estaba demacrado, aunque sentía sus párpados hinchados. No revisó su imagen, en su cuarto no había espejo, no era como si lo hubiera usado antes. Ahora había un vacío en su interior que ni siquiera cuando había estado sola y encerrada se había atormentado de esa forma.

Si hubiera sabido que encontrar a su pareja y que esta la dejaría par sentir así, mejor que sus caminos no se hubieran encontrado. Con ese pensamiento salió al exterior siguiendo a sus padres. Era mejor no pensar mucho en el tema, al final… acaso no se había acostumbrado a ser rechazada. Entonces… cuál era la preocupación. Al menos si él no hubiera interrumpido su lesión para quitarse su vida, ahora no tuviera que estar haciendo eso.

***

Clara siguió a sus padres algunos pasos detrás y con la cabeza baja. No le gustaba estar rodeada de la manada y menos después de lo de ayer. De seguro ya se había corrido el comentario que ella no había vuelto a encontrar a su mate y que estaba en el club de las lobas solteronas, mayores de 20 años, donde solo estaba ella. Si ellos supieran que había encontrado a su pareja destinada, solo que él se había dado a la fuga.

Ah… eso la hacía sentir más miserable.

-Clara, no te quedes detrás- escuchó la voz de Isa, la loba que le había dado a luz, que murmuró sin mirarla y con su oído solo necesitaba eso. Ella caminó más rápido para no quedarse atrás. Avergonzarlos podría ocasionar que ella no durmiera en su cuarto.

Los tres avanzaron hasta donde la manada se estaba reuniendo a la espera del hijo del alfa. Clara había escuchado rumores sobre él, pero eran tan pocos que los había olvidado y no era como si le importara. De seguro estaría dentro de la inmensa casa del alfa manada desde ahí. Como había hecho el alfa anterior que había cambiado desde la muerte de su pareja hasta enfermar gravemente como estaba ahora.

Clara bajó su rostro hasta que sus ojos se fijaron en sus pies y en la gravilla blanca debajo de sus sandalias. Pudo definir un poco más la forma de ella y se preguntó que había cambiado para que su vista estuviera mejorando de buenas a primeras, cuando no lo había hecho en 22 años, más bien, había ido a peor. Wao, algo estaba ocurriendo y eso la estaba asustando.

«No te asustes por una estupidez como está» escuchó dentro de su cabeza y Clara se tambaleó sobre sus talones. Su alrededor se volvió negro de pronto y vio algo caminar hacia ella de color, de forma elegante y de ojos rojos.

Clara retrocedió temblorosa.

-¿Qué eres?- preguntó apretando los labios cuando.

-¿Qué estás hablando?- la voz de su padre la trajo de nuevo a la realidad y se percató que este la estaba mirando ahora. Parecía tener el ceño fruncido.

-Nada- ella negó con la cabeza rápidamente.

El lobo la volvió a ignorar y se quedó quieta sintiendo que había olvidado algo reciente, pero no recordaba qué. Su cabeza palpitó. Algo que ocurría con frecuencia recientemente.

-Oh, Clara- una voz familiar erizó cada vello de su cuerpo y supo al momento quien era. Uno de los lobos del día anterior, uno de los que la había visto en su estado más vulnerable- Ya no hueles asquerosa.

Los padres de ella la miraron para después enfocarse en el lobo que tranquilamente se había acercado a ella. Clara pudo oler como su padre se tensaba y comenzaba a molestarse, de seguro la regañaría después.

-¿A qué te refieres?

El otro lobo sonrió y Clara supo que la delataría

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