La brisa de la tarde sacudió el cabello de Clara. Delante de ella, el sol se escondía a lo lejos apagando la pradera. Era una imagen que había visto tantas, pero tantas veces que había perdido la hermosura de las primeras veces, pero que a la vez era tan cotidiano.Volver a como había vivido en su manada durante los últimos años, haciendo lo de siempre, centrada en su hijo ahora le resultaba extraño, más extraño de lo que imaginó. No se sentía igual. Y no le gustaba eso.Le encantaba pasar tiempo con su cachorro, entrenar con los demás lobos, recorrer sus terrenos de forma libre, pero el vacío que se había instalado dentro de ella con el paso de los días y que iba creciendo era muy doloroso.Extrañaba a Dixon y a Ethan más de lo que se imaginó. Los necesitaba a su lado y cada parte de ella reclamaba por eso.El plazo pactado había sido de un mes, pero parecía tan poco y a la vez tanto tiempo. Quería que el tiempo corriera y como había soñado una y otra vez, que los vería corriendo en
¿Qué había ocurrido?¿Cómo habían vuelto tan rápido?¿Todo estaba bien?Eran preguntas que corrían efímeramente en la cabeza de Clara, pero acaso ella tenía mente para eso. No. El calor del celo y el olor de sus mates era lo único que la llenaba y eso era lo importante ahora. Incluso su nuca estaba ligeramente hinchada y enrojecida allí donde estaba su glándula y los labios de Dixon estaban sobre ella mordisqueando deliciosamente, sacando gemidos de ella que quedaban atorados en la boca de Ethan.En ese momento Clara no sabía dónde comenzaba uno y terminaba el otro. Su cuerpo temblaba y estaba caliente, tanto que dolía. Un gemido doloroso salió de sus labios.-Shhh, tranquila- la consoló Dixon detrás de ella. Sus manos pegadas a su cadera la mantenían firme mientras él se restregaba contra sus nalgas. La erección de él tenía un desastre formado sobre sus montículos debido a la excitación y el presemen que salí.Su vientre igual dado Ethan que sostenía su rostro por las mejillas y devo
El lobo rubio se mantuvo se rodillas y agarrando la mano de Clara tiró de ella. La loba se dejó llevar. Sus rodillas se doblaron sin fuerzas y cayó a horcajadas sobre él. Su loba estaba en un celo fuerte. Apenas tenía conciencia de su misma y de los estímulos que la azotaban, por lo que la responsabilidad de ella estaba en sus manos. Debían ser cuidadosos durante todo el proceso.Ethan se dejó caer por completo en el suelo con la loba sobre él.-Entra tu primero, para que la incomodidad sea menos y después lo haré yo, pero no te demores mucho- había exigencia en su voz y recibió un gruñido por parte de Dixon.El lobo se arrodilló detrás de Clara y agarró su cadera. Él lo haría por detrás por lo que debía ser mucho más cuidadoso para que su loba solo sintiera placer. Mientras tanto Ethan llevó su boca a uno de los senos de ella y comenzó a chuparlo para ayudar con la excitación.Dixon agarró su miembro y extendió el líquido preseminal por toda la extensión de su miembro y lo puso justo
Un quejido agudo se escuchó desde afuera y los tres lobos se erizaron. Ethan estaba pálido esperando fuera de la habitación. Por su parte Dixon tenía cargado sobre un brazo a Fenrir que estaba temblando de los nervios.Quién les hubiera dicho a ellos que, a solo un año de completar el enlace con su mate, esta estaría teniendo un parto en ese momento. Y ellos más aterrados de que le pasara algo, no podían estar.Dixon parecía el más tranquilo de los tres, pero nada más lejos de la realidad. Pensar que a Clara le ocurriese algo era lo que más miedo le daba.Había sido lindo verla con su pancita creciendo día a día hasta que se hizo hasta incómoda para ella moverse, como dormía entre ellos para buscar su calor y comodidad y lo mejor de todo es como olía. Tan dulce que derretía.Pero el proceso del parto era algo aterrador.De pronto un último quejido peor que los anteriores y después un silencio. Los dos lobos junto a Fenrir que apretaba con fuerza el cuello de Dixon se quedaron quietos.
Salvaje, era la denominación que se le otorgaba a un lobo cuando dejaba la manada, por voluntad propia o desterrado. Aquel que se sometía a su instinto, a su naturaleza y era simplemente eso… un animal salvaje de ojos rojos, uno más fuerte, más decidido, sin sentimientos, uno que era capaz de infundir miedo hasta a un mismo alfa***Las manos se desplazaban por su cuerpo desnudo y saciado, no eran dos, no eran tres, eran cuatro y acariciaban cada zona sobre estimulando cada sensible nervio. Los alimentos calientes a cada lado de su rostro y la calidez que tanto ansiaba y deseaba la envolvía. Las dos marcas palpitaban deliciosamente a cada lado de su cuello dado la cercanía de sus parejas, de sus lobos, de sus alfas.-Eres mía--Eres mía--Eres nuestra- declararon esos dos lobos abrazando a la mujer de ojos rojos con una sonrisa de satisfacción en sus labios.Clara abrió los ojos, después de tener un extraño, abrumador, pero acogedor sueño, encontrando la misma oscuridad que la había a
«Muévete»«Muévete»«Muévete»Clara se ordenaba una y otra vez, pero era inútil, sus patas temblaban aferrándose a la tierra bajo ellas y sus orejas estaban casi desapareciendo encima de su cráneo. La presencia que se acercaba a su ser era potente, fuerte, con un olor a sangre que lo cubría completamente que casi la hizo estremecerse de terror. Odiaba ese olor, lo detestaba, le recordaba las veces en que su cuerpo había sido castigado y esta corría por su piel y terminaba bajo ella como un pegajoso charco.Apretó los dientes dentro de su hocico hasta que casi le dolió, pero no pudo evitar que de este saliera un gemido lastimero. El lobo se detuvo un momento y alzó la cabeza como si ese sonido le hubiera llamado la atención. Para ese momento, los rayos del sol se filtraban por las hojas altas de los árboles e iluminaban su cuerpo, así como el denso pelaje totalmente negro azulado del inmenso animal, donde los dos orbes dorados, grandes y amenazantes resaltaban por encima de todo dándol
Clara estaba casi escondida en una esquina de la inmensa sala de celebración, donde la oscuridad se cernía sobre todo su cuerpo. Se encontraba cansada y tensa. La experiencia que había vivido durante la tarde todavía resonaba en su cabeza, y aunque se había bañado, el olor a sangre que se le había impregnado a su pelaje aún permanecía. Así como la sensación en su estómago que no se esfumaba. Y era a su vez incómoda y desconocida.Aun así, la expresión de su rostro no era para nada buena y la tristeza amargaba su humor como resultado de toda la burla y rechazo que había recibido aquella noche.Se suponía que ella debía estar feliz y ansiosa por encontrar a su pareja, a su mate, a la mitad de su alfa, al lobo que compartiría con ello el resto de su vida. Era algo natural para los que acababan de cumplir 18 años. La diosa luna les otorgaba este enorme placer. En cambio, cuál era el problema de ella… que, hasta ahora, tenía ya 22 años y todavía estaba soltara, y por lo que presentía, su m
Clara se quedó temblando en el suelo.Su cuerpo entero cubierto por una fina capa de sudor y comenzando a jadear. No pudo evitar apretar sus muslos sintiendo que su interior estaba empapado y palpitaba de una forma extraña. No podía creer que estuviera excitada solo por el olor de aquel macho que se acercaba a ella. Incluso, ella misma comenzaba a exudar feromonas respondiendo a él. Y su voz aún resonaba en su cabeza.«Mía» y ella sabía que para eso había una sola respuesta. Una que no se esperaba dar tan rápidamente. Solo que sentía que no estaba completa. Como si aun si lo dijera, si respondiera a él, faltara algo.Lo vio aparecer entre los árboles y su cuerpo lobuno quedó iluminado bajo la luz de la luna que pronto se vio opacando tras una nueva nube gris. Eso no evitó que su pelaje completamente dorado brillara entre las ramas de los árboles, haciendo juego con su par de orbes dorados. Para Clara apenas era perceptible la diferencia, pero esos ojos eran tan penetrantes que podía d