Clara estaba casi escondida en una esquina de la inmensa sala de celebración, donde la oscuridad se cernía sobre todo su cuerpo. Se encontraba cansada y tensa. La experiencia que había vivido durante la tarde todavía resonaba en su cabeza, y aunque se había bañado, el olor a sangre que se le había impregnado a su pelaje aún permanecía. Así como la sensación en su estómago que no se esfumaba. Y era a su vez incómoda y desconocida.
Aun así, la expresión de su rostro no era para nada buena y la tristeza amargaba su humor como resultado de toda la burla y rechazo que había recibido aquella noche.
Se suponía que ella debía estar feliz y ansiosa por encontrar a su pareja, a su mate, a la mitad de su alfa, al lobo que compartiría con ello el resto de su vida. Era algo natural para los que acababan de cumplir 18 años. La diosa luna les otorgaba este enorme placer. En cambio, cuál era el problema de ella… que, hasta ahora, tenía ya 22 años y todavía estaba soltara, y por lo que presentía, su mate no aparecería nunca. No estaba dentro de los miembros de la gran manada, o ya se habría dado cuenta.
Al principio pensó que su imagen era un obstáculo, pero para los lobos el físico no era importante después de todo, no cuando existía un lazo de por medio. Además, ella no se consideraba tan fea, con su cabellera castaña clara y larga que hasta la cintura que había heredado de su padre, un par de grandes ojos azules muy claros de parte de su padre, un cuerpo delgado, pero con las curvas decentes para parecer atractiva, una tez blanca y lo que ella creía un rostro medianamente normal, no era como si fuera un fenómeno de la naturaleza.
Aun así, no tenía ninguna experiencia sentimental. Debido a esto era la burla de todos los miembros, alegando que alguien tan débil como ella y tan sumisa nunca encontraría a alguien que estuviera a su lado. Una loba defectuosa como ella no tenía derecho a ser feliz. Y eso la deprimía aún más, haciendo que sus ojos, ya difusos de naturaleza, se llenaran de lágrimas, desenfocando aún más su mirada.
Estaba tan sola, no era querida por sus padres, en sus años de vida solo había recibido desprecio por parte de los demás. Si al menos recibiera una muestra de cariño, quizás no se sintiera tan miserable.
Cerró sus ojos y tomó una respiración profunda, eso no evitó que las lágrimas corrieran por sus mejillas. ¿Qué sentido tenía seguir viviendo así? Sin ni siquiera encontrar al lobo que al menos la querría.
Lo que más le dolía era ver como los nuevos jóvenes de la manada casi revoloteaban de un lado a otro y algunos de ellos ya estaban encontrando parejas, y otros lobos espetaban o se tomaban su tiempo para cortejar a otras lobas, pero nadie se acercaba a ella. No porque casi se estuviera escondiendo, es que lo hacía porque ya se habían reído y comentado tanto sobre su ser, que otro más la podría destruir.
Se llevó la mano a su boca intentando contener un sollozo con el pecho apretado cuando casi la fiesta de ese año se terminaba y todos comenzaban a salir del salón, completamente ajenos a ella. Otra vez era lo mismo. Sola, completamente sola y humillada.
Ya. No aguantaba más. Este sufrimiento era en vano. Otro año más, donde solo la utilizarían por su olfato y la dejarían de lado, como un objeto, encerrada en una habitación oscura, sin esperanza alguna de ser salvada.
Las lágrimas para ese momento eran tan densas que manchaban su rostro. Aun cuando le había pedido a la Diosa Luna una pareja o algo de amor en su vida, esta había sido igual de cruel que el resto que estaba a su alrededor. No podía confiar en ella, no podía confiar en nadie… no confiaba ni en sí misma.
Y con la depresión siendo dueña de su ser, salió corriendo, chocando contra algunos cuerpos, pero sin tomarlos en cuenta. Lloraba desesperada, vacía, sintiéndose inútil y miserable. No se reconocía, no podría hacerlo, ella nunca había sido valorada o amada, y un ser sin recibir cariño… era igual a nada.
Corrió, corrió tanto que sus piernas quemaron, que sus pulmones se quedaron sin aire, que sus brazos ardieron por las heridas provocadas por las ramas. Se alejó sin sentido, sin una dirección. Solo quería apartarse de la manada, a un lugar tan alejado, donde no pudieran recriminarla.
Solo cuando creyó desfallecer cayó de rodillas frente a un lago. Uno que reconoció que pasaba en los límites de las tierras de la manada. No se había alejado lo suficiente como para ser encontrada, pero si para tener algunos minutos de paz.
Allí, con la suave brisa de la noche, golpeando su rostro y moviendo su cabello que caían en una cascada húmeda por los costados, rompió en llanto, uno que partiría el corazón de cualquiera que la escuchara. Sus manos apretaron fuerte la suave tierra debajo de ella y sintió como su pecho se fue vaciando, hasta sentirse cada vez más ligero.
Si nadie la quería, por qué tendría que seguir viva.
Y esto era algo que debía haber hecho antes. Quizás se hubiera ahorrado tanto sufrimiento.
Lentamente, levantó su mano dejando salir sus garras. Si cortaba las venas de su muñeca, solo sentiría un leve dolor y después todo se desvanecería, se pondría oscuro y ella solo descansaría al fin. Una leve sonrisa apareció en su rostro. Por primera vez en años se sintió feliz por tomar una decisión propia. Y así lo hizo.
Levantó su otra mano, allí donde las venas azuladas palpitaban y acercó sus garras a ella. Nada más tendría que desgarrarlas rápido. Una de sus garras tocó la fina piel cuando.
«Detente» la voz en su cabeza hizo que su cuerpo se detuviera en seco completamente. Paralizado y todo a su alrededor se volvió negro por unos segundos.
Solo las lágrimas volvieron a correr por su rostro poco después y cuando reaccionó sus garras se habían retraído completamente y no podía desenfundarla. Como si algo no dejara que pudiera terminar con todo de una vez.
-¿Por qué? ¿Por qué no puedo morir?- sollozó- Cuanto más tengo que estar aguantando- se quebró totalmente.
Incluso su cuerpo la traicionaba en ese momento, no dejándola buscar su fin. Y eso… era la mayor tortura para ella.
Su cuerpo se quedó sin fuerzas minutos después, tan agotada de llorar que solo quedaba el rastro de lágrimas en su rostro enrojecido. Se quedó allí, sentada en la suave cama de hojas y pensando, pensando tanto que su cabeza dolía.
-Acaso deseas darme otra oportunidad- exhaló sin desgano dejando caer la cabeza hacia un lado apoyándola en el árbol que estaba allí- Diosa Luna, si al menos mi mate está vivo, al menos dame una señal. No es justo que tenga que esperarlo tanto tiempo sufriendo inútilmente. Si no es así, al menos dame la oportunidad de descansar en paz- su voz apenas era un susurro, pero sus palabras eran fuertes.
No supo cuando tiempo pasó y casi se dio por vencida cuando notó que el brillo del lago frente a ella se hizo más intenso, dado que las nubes se habían corrido dejando ver una enorme luna llena. Su luz la bañaba, casi cegándola más de lo que estaba. Clara sintió su calor sobre su piel y su corazón comenzó a latir.
Acaso eso era una señal…
Fue entonces que un sonido llegó a sus oídos que la hizo tensarse. Como rastreadora, sus sentidos menos el de la vista estaba sumamente desarrollado. Y su cuerpo se crispó al escuchar las ramas romperse.
Por un momento pasó por su cabeza que pudiera ser aquel extraño lobo con el que había cruzado camino que pudiera haberla encontrado. Su cuerpo entero se estremeció y se levantó temblando retrocediendo. Un olor comenzó a envolverla de forma posesiva que la hizo detenerse.
Clara se mordió el labio inferior. La temperatura dentro de ella aumentó tanto que se sintió quemarse por dentro, sentía su propia sangre palpitar en sus oídos y no solo eso. La sensación de estarse humedeciendo por placer sexual dado aquellas feromonas alrededor de ella fue completamente nuevo.
Así como la imagen de dos orbes dorados que salieron de la oscuridad y que gruñeron al tenerla cerca. Un gruñido fuerte y dominante. Y este decía:
«Mía»
Clara se quedó temblando en el suelo.Su cuerpo entero cubierto por una fina capa de sudor y comenzando a jadear. No pudo evitar apretar sus muslos sintiendo que su interior estaba empapado y palpitaba de una forma extraña. No podía creer que estuviera excitada solo por el olor de aquel macho que se acercaba a ella. Incluso, ella misma comenzaba a exudar feromonas respondiendo a él. Y su voz aún resonaba en su cabeza.«Mía» y ella sabía que para eso había una sola respuesta. Una que no se esperaba dar tan rápidamente. Solo que sentía que no estaba completa. Como si aun si lo dijera, si respondiera a él, faltara algo.Lo vio aparecer entre los árboles y su cuerpo lobuno quedó iluminado bajo la luz de la luna que pronto se vio opacando tras una nueva nube gris. Eso no evitó que su pelaje completamente dorado brillara entre las ramas de los árboles, haciendo juego con su par de orbes dorados. Para Clara apenas era perceptible la diferencia, pero esos ojos eran tan penetrantes que podía d
Clara ahogó un gemido al percibir los labios del lobo sobre los suyos sin ser nada amables, pero si lleno de ansias. Se movían sobre los de ella chupando el inferior hasta rasparlo con los colmillos haciendo que ella se estremecería y abriera la boca dejando salir un jadeo. Momento que aprovechó el macho para introducir su lengua en lo más profundo de su cavidad.Las manos de Clara apretaron los hombros de él como una estabilidad y él agarró sus muñecas para hacer que sus brazos envolvieran su cuello pegándola mucho más a él. Ella simplemente se dejó casi intoxicada por el aumento de feromonas que en ese momento la envolvió y la embriagó, haciendo que su celo fuera aún más fuerte. Casi lloriqueó contra la boca de él. Mas no tenía tiempo de hacerlo.La lengua dentro de su boca se había enredado con la de ella, moviéndola de un lado a otro, saboreándola, jugando con ella, atrayéndola a su boca para pincharla con sus colmillos. Repasaba cada zona interna y húmeda. El beso era demasiado p
Clara se quedó más de una hora sentada en el lugar hasta que las feromonas del lobo se esfumaron por completo, quedándose sumida en la oscuridad del bosque y percatándose que cada vez se hacía más tarde, debía volver a la manada, pero en su estado actual sería un serio problema. Primero porque su cuerpo no se había calmado del todo y segundo, su cuerpo olía a fluidos por todas partes. Así que primero al menos debía limpiarse.Ayudándose del árbol se incorporó temblorosa, donde sus piernas se negaban a soportar su peso y casi cae de nuevo. Necesitó usar toda su fuerza para avanzar hacia el estanque donde antes casi se quitaba la vida y poder sumergirse hasta la mitad del torso. El agua helada ayudó un poco a pasar el calor ardiente dentro de ella. Aun así, su piel hormigueaba tanto que era incómodo y se abrazó a sí misma. Sus senos picaron ante el roce y gimió levemente. Su interior aun palpitaba y a pesar del miedo que había sentido antes, deseaba que al menos su compañero estuviera a
El corazón palpitó dentro del pecho de Clara. Si su padre se enteraba del estado en el que la habían visto ayer y con el otro de un macho encima de seguro pensaría que ella había tenido sexo con él, y sin ser pareja era una total desgracia para una loba. Después de todo, los machos preferían que sus parejas no hubieran sido marcadas de ninguna forma. Comenzó a sudar frío y se decidió caminar hacia él para impedir que hablara cuando la voz de un lobo interrumpió del desagradable momento.-Atención a todos por favor- era Will, el beta de la manada y el que había lidiado con todo desde que el alfa había caído en cama. Era el que había mantenido a flote todo aquello. Era un lobo adulto con un cabello plateado que siempre llevaba trenzado y que caía largo hasta la cadera. Alto, fuerte y con un carácter amable y calmado, había hecho que todos hubieran confiado fácilmente en él. Aun así, su rostro mostraba la carga sobre sus hombros, haciendo que tuviera algunos rasgos y líneas de expresión
Clara se encontraba en una burbuja de emociones tan fuertes que se estaba mareando, aunque no sabía si era realmente por eso o por la posición en la que se encontraba, sobre el hombro duro del lobo que dolía contra sus costillas y muy plano abdomen, al estar baja de peso. Sentía emoción por estar por fin con su mete, porque este la había reclamado delante de todos, que este fuera el alfa, por lo que de seguro se acabarían los miles de maltratos contra ella, pero de igual forma tenía algo de miedo. No le había gustado como la había mirado tanto. Como si le tuviera... ¿asco?Esperaba que no fuera el caso. Ella ansiaba estar junto a su pareja. Si no la había rechazado… era una buena señal. Ella alzó levemente la cabeza antes de alejarse de los miembros de la manada y de su padre, notando las diversas expresiones de todos de manera difusa, entre asombro, indignación, envidia. Como se imaginó, no había ninguna sonrisa en dirección a ella, ninguna de felicidad. Pero a Clara no le importó m
Clara respondió al momento a la estimulación de las feromonas del alfa con su celo, olvidando así el miedo a él. Sus piernas flaquearon y cayó al suelo con un sonido sordo haciendo que la toalla alrededor de su cuerpo se aflorara mostrándole a él sus piernas completamente desnudas, así como sus níveos muslos. No pudo notar como los ojos de él se oscurecieron, pero si como su olor se hizo más intenso.Escuchó un gruñido proveniente por parte de él y ella solo respondió con un gemido lastimero tanto de deseo como de vergüenza. Bajó la cabeza en sumisión y esperó, mas el lobo no se movió en absolutoSu corazón comenzó a palpitar duro en su pecho de la ansiedad. Acaso él quería que ella comenzara. Clara tragó en seco nerviosa y se levantó lentamente del suelo, y se acercó al lobo casi por inercia deseando querer tocarlo. Sus manos temblaban cuando las alzó en torso al pecho fuerte y muy marcado delante de ella.Aun vacilante lo tocó sintiendo la textura de la piel caliente sobre su piel y
Clara negaba una y otra vez con su rostro bañado en lágrimas. Por más que él alfa la acusara, sus palabras no correspondían ni de lejos con la realidad. -¿Marcada? –su voz temblaba completamente quebrada- Solo pude ser marcada por un lobo- sus palabras indicaban que lobo- He pasado toda mi vida sola, siempre me han intimidado, se han reído de mí. Y fue aun peor cuando, después de cumplir mis 18 años aun no apareció mi mate. Y los años que vinieron después no cambiaron eso. ¿Cómo estaría con alguien más? Nadie aquí me desea y además solo puedo responder y entrar en celo a mi mate- hablaba tan rápido que apenas se podía entender.Pero eso a Dixon lo descontroló aún más.-Mentirosa- le expetó mostrando más sus colmillos- Tienes el oro de otro macho encima y osas decir que soy yo el que te marcó. Clara asintió con la cabeza. Ella no podía ver muy bien, sin embargo, no debía haberse equivocado tanto ¿verdad?-Nos encontramos anoche- ella intentaba buscar una respuesta e intentar aclarar
Definitivamente algo estaba pasando y Dixon no sabía bien que era. Y era de esos lobos que no le gustaba estar en la incertidumbre. Se arrodilló delante de la loba y la agarró del hombro.-¿Qué sabes tú de esto?Ella negó con la cabeza y no se atrevió a hablar de nuevo. Temía que cualquiera de sus palabras pudiera descontrolarlo de nuevo y ella aún estaba procesando que él hacía unos segundos estaba a punto de… rechazarla. De solo pensarlo su pecho se apretaba tanto que dolía infinitamente. Incluso su mate la estaba rechazando. Ella no estaba mintiendo, no tenía idea de quien estaban hablando ellos dos. Dixon cerró los ojos y buscó paciencia. No recibiría respuesta de parte de ella, eso era seguro. Tendría que atender este problema personalmente y saber quién demonios era ese lobo que había osado tocar y marcar a su mate. Le arrancaría los dientes a como diera lugar. Eso era un hecho. Se levantó y miró al beta aun en la puerta.-Tráeme una soga- espetó molesto.-¿Soga?- la voz del be