Un quejido agudo se escuchó desde afuera y los tres lobos se erizaron. Ethan estaba pálido esperando fuera de la habitación. Por su parte Dixon tenía cargado sobre un brazo a Fenrir que estaba temblando de los nervios.Quién les hubiera dicho a ellos que, a solo un año de completar el enlace con su mate, esta estaría teniendo un parto en ese momento. Y ellos más aterrados de que le pasara algo, no podían estar.Dixon parecía el más tranquilo de los tres, pero nada más lejos de la realidad. Pensar que a Clara le ocurriese algo era lo que más miedo le daba.Había sido lindo verla con su pancita creciendo día a día hasta que se hizo hasta incómoda para ella moverse, como dormía entre ellos para buscar su calor y comodidad y lo mejor de todo es como olía. Tan dulce que derretía.Pero el proceso del parto era algo aterrador.De pronto un último quejido peor que los anteriores y después un silencio. Los dos lobos junto a Fenrir que apretaba con fuerza el cuello de Dixon se quedaron quietos.
Salvaje, era la denominación que se le otorgaba a un lobo cuando dejaba la manada, por voluntad propia o desterrado. Aquel que se sometía a su instinto, a su naturaleza y era simplemente eso… un animal salvaje de ojos rojos, uno más fuerte, más decidido, sin sentimientos, uno que era capaz de infundir miedo hasta a un mismo alfa***Las manos se desplazaban por su cuerpo desnudo y saciado, no eran dos, no eran tres, eran cuatro y acariciaban cada zona sobre estimulando cada sensible nervio. Los alimentos calientes a cada lado de su rostro y la calidez que tanto ansiaba y deseaba la envolvía. Las dos marcas palpitaban deliciosamente a cada lado de su cuello dado la cercanía de sus parejas, de sus lobos, de sus alfas.-Eres mía--Eres mía--Eres nuestra- declararon esos dos lobos abrazando a la mujer de ojos rojos con una sonrisa de satisfacción en sus labios.Clara abrió los ojos, después de tener un extraño, abrumador, pero acogedor sueño, encontrando la misma oscuridad que la había a
«Muévete»«Muévete»«Muévete»Clara se ordenaba una y otra vez, pero era inútil, sus patas temblaban aferrándose a la tierra bajo ellas y sus orejas estaban casi desapareciendo encima de su cráneo. La presencia que se acercaba a su ser era potente, fuerte, con un olor a sangre que lo cubría completamente que casi la hizo estremecerse de terror. Odiaba ese olor, lo detestaba, le recordaba las veces en que su cuerpo había sido castigado y esta corría por su piel y terminaba bajo ella como un pegajoso charco.Apretó los dientes dentro de su hocico hasta que casi le dolió, pero no pudo evitar que de este saliera un gemido lastimero. El lobo se detuvo un momento y alzó la cabeza como si ese sonido le hubiera llamado la atención. Para ese momento, los rayos del sol se filtraban por las hojas altas de los árboles e iluminaban su cuerpo, así como el denso pelaje totalmente negro azulado del inmenso animal, donde los dos orbes dorados, grandes y amenazantes resaltaban por encima de todo dándol
Clara estaba casi escondida en una esquina de la inmensa sala de celebración, donde la oscuridad se cernía sobre todo su cuerpo. Se encontraba cansada y tensa. La experiencia que había vivido durante la tarde todavía resonaba en su cabeza, y aunque se había bañado, el olor a sangre que se le había impregnado a su pelaje aún permanecía. Así como la sensación en su estómago que no se esfumaba. Y era a su vez incómoda y desconocida.Aun así, la expresión de su rostro no era para nada buena y la tristeza amargaba su humor como resultado de toda la burla y rechazo que había recibido aquella noche.Se suponía que ella debía estar feliz y ansiosa por encontrar a su pareja, a su mate, a la mitad de su alfa, al lobo que compartiría con ello el resto de su vida. Era algo natural para los que acababan de cumplir 18 años. La diosa luna les otorgaba este enorme placer. En cambio, cuál era el problema de ella… que, hasta ahora, tenía ya 22 años y todavía estaba soltara, y por lo que presentía, su m
Clara se quedó temblando en el suelo.Su cuerpo entero cubierto por una fina capa de sudor y comenzando a jadear. No pudo evitar apretar sus muslos sintiendo que su interior estaba empapado y palpitaba de una forma extraña. No podía creer que estuviera excitada solo por el olor de aquel macho que se acercaba a ella. Incluso, ella misma comenzaba a exudar feromonas respondiendo a él. Y su voz aún resonaba en su cabeza.«Mía» y ella sabía que para eso había una sola respuesta. Una que no se esperaba dar tan rápidamente. Solo que sentía que no estaba completa. Como si aun si lo dijera, si respondiera a él, faltara algo.Lo vio aparecer entre los árboles y su cuerpo lobuno quedó iluminado bajo la luz de la luna que pronto se vio opacando tras una nueva nube gris. Eso no evitó que su pelaje completamente dorado brillara entre las ramas de los árboles, haciendo juego con su par de orbes dorados. Para Clara apenas era perceptible la diferencia, pero esos ojos eran tan penetrantes que podía d
Clara ahogó un gemido al percibir los labios del lobo sobre los suyos sin ser nada amables, pero si lleno de ansias. Se movían sobre los de ella chupando el inferior hasta rasparlo con los colmillos haciendo que ella se estremecería y abriera la boca dejando salir un jadeo. Momento que aprovechó el macho para introducir su lengua en lo más profundo de su cavidad.Las manos de Clara apretaron los hombros de él como una estabilidad y él agarró sus muñecas para hacer que sus brazos envolvieran su cuello pegándola mucho más a él. Ella simplemente se dejó casi intoxicada por el aumento de feromonas que en ese momento la envolvió y la embriagó, haciendo que su celo fuera aún más fuerte. Casi lloriqueó contra la boca de él. Mas no tenía tiempo de hacerlo.La lengua dentro de su boca se había enredado con la de ella, moviéndola de un lado a otro, saboreándola, jugando con ella, atrayéndola a su boca para pincharla con sus colmillos. Repasaba cada zona interna y húmeda. El beso era demasiado p
Clara se quedó más de una hora sentada en el lugar hasta que las feromonas del lobo se esfumaron por completo, quedándose sumida en la oscuridad del bosque y percatándose que cada vez se hacía más tarde, debía volver a la manada, pero en su estado actual sería un serio problema. Primero porque su cuerpo no se había calmado del todo y segundo, su cuerpo olía a fluidos por todas partes. Así que primero al menos debía limpiarse.Ayudándose del árbol se incorporó temblorosa, donde sus piernas se negaban a soportar su peso y casi cae de nuevo. Necesitó usar toda su fuerza para avanzar hacia el estanque donde antes casi se quitaba la vida y poder sumergirse hasta la mitad del torso. El agua helada ayudó un poco a pasar el calor ardiente dentro de ella. Aun así, su piel hormigueaba tanto que era incómodo y se abrazó a sí misma. Sus senos picaron ante el roce y gimió levemente. Su interior aun palpitaba y a pesar del miedo que había sentido antes, deseaba que al menos su compañero estuviera a
El corazón palpitó dentro del pecho de Clara. Si su padre se enteraba del estado en el que la habían visto ayer y con el otro de un macho encima de seguro pensaría que ella había tenido sexo con él, y sin ser pareja era una total desgracia para una loba. Después de todo, los machos preferían que sus parejas no hubieran sido marcadas de ninguna forma. Comenzó a sudar frío y se decidió caminar hacia él para impedir que hablara cuando la voz de un lobo interrumpió del desagradable momento.-Atención a todos por favor- era Will, el beta de la manada y el que había lidiado con todo desde que el alfa había caído en cama. Era el que había mantenido a flote todo aquello. Era un lobo adulto con un cabello plateado que siempre llevaba trenzado y que caía largo hasta la cadera. Alto, fuerte y con un carácter amable y calmado, había hecho que todos hubieran confiado fácilmente en él. Aun así, su rostro mostraba la carga sobre sus hombros, haciendo que tuviera algunos rasgos y líneas de expresión